GREGORIO MAGNO

a) Gregorio I
b) Pensamiento de Gregorio I
c) Registro de Gregorio I
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a) Gregorio I

            Máxima cumbre religiosa de Roma, San Gregorio Magno[1] (590-604) fue el hombre providencial para los restos del Imperio romano, y quien supo armonizar todo con mano limpia y distendida.

            Y es que, en efecto, a la caída del Imperio romano-476, los pueblos germánicos se habían repartido los territorios, y habían empezado a gobernar:

-la Galia, con la dinastía de los merovingios,
-Italia, casi unificada por los ostrogodos,
-Hispania, sometida casi por completo al control de los visigodos,
-Bizancio, con la expansión llevada a cabo por Justiniano.

            Pero no todos los gobiernos bárbaros tuvieron la misma consistencia, y la sombra de Roma tuvo que seguir ayudando a gobernar el mundo.

           La primera actividad de Gregorio fue dedicada al bien espiritual del clero[2] y del pueblo romano, fomentando la ciencia eclesiástica, fundando las estaciones de Roma[3], publicando su Regla pastoral[4], reformando y fijando definitivamente la liturgia mediante su Sacramentario[5], y distribuyendo con sabiduría y estrategia, y según recoge en su Registro[6], el patrimonio jerárquico de San Pedro, por todas sus provincias y estados.

b) Pensamiento de Gregorio I

            El cristianismo, producto del judaísmo y del AT, tuvo tras la figura de Cristo tres siglos de rapidísima expansión:

-generando un post-clasicismo de la cultura greco-latina[7],
-centrándose en los nuevos escritos del NT
[8],
-integrando los principios legales y organizativos clásicos romanos
[9],
-impulsando una nueva teología de la historia.

            En cuanto a los pasos dados para la elaboración hacia ese pensamiento cristiano, destacaron:

            -San Clemente Romano, que introdujo el principio de autoridad[10], llamó a la concordia y unidad política[11], inauguró la necesidad de una disciplina eclesial[12], argumentó con un trasfondo filosófico greco-latino[13];

            -los Apologistas, que defendieron al cristianismo frente a las falsas acusaciones[14], negaron los honores divinos al emperador, emplearon la dialéctica de los discursos clásicos[15], antepusieron la fe a la razón[16];

            -los Cartagineses, que contaron con enormes inteligencias[17], aportaron principios legales al cristianismo[18], inventaron una palabra trascendental para la historia: humanismo[19];

            -los Alejandrinos, que partieron de sus predecesores[20], armonizaron la Biblia con la filosofía, introdujeron la especulación[21] y leyeron monográficamente la historia[22].

b.1) Influencias de Ambrosio y Agustín

            Habían constituido ambos, antes de la llegada de Gregorio Magno, la respuesta del mundo cristiano a los acontecimientos de Roma, y la genial visión de la historia que el sabio San Ambrosio de Milán[23] infundió en el joven San Agustín.

            En efecto, las dos ciudades de San Agustín de Cartago, inspiradas en las ideas imperiales de Teodosio y Ambrosio, representaron dos reinos, el de Dios[24] y el del mundo-demonio[25], como profunda reflexión sobre: la caída de Roma, el nuevo poder de los bárbaros[26].

            Conocidas son las dos partes de De Civitate Dei[27]:

-la primera, en que se rechazaba las acusaciones paganas contra la Iglesia, y se atacaba a fondo al paganismo;
-la segunda, en la que surgía la inevitable confrontación entre los “dos reinos”, su origen, desarrollo y final. Todo terminando con su separación final, pues hasta entonces coexistían mezclados en el transcurso de los siglos.

            No obstante, el correr histórico de los siglos podría tender, a juicio del agustinismo político, dos puentes de unión entre ambos reinos enfrentados: el exterior ciencia-sabiduría[28], el interior del alma humana[29].

c) Registro de Gregorio I

c.1) Registro de Roma

            Como ya se ha dicho, Gregorio era muy querido en Roma. Por otro lado, Roma estaba sumida en el caos político, pues[30]:

-oficialmente, los bizantinos poseían la jurisdicción temporal sobre Roma,
-en la práctica, Roma se hallaba a merced de los invasores lombardos.

            En dos ocasiones Gregorio obtuvo que los lombardos levantaran el asedio a Roma, ante Ariulfo-592 y ante Agilulfo-593, y logró finalmente un pacto de paz con los reyes lombardos.

            En cuanto a relaciones orientales, los bizantinos de Rávena enviaban constantes mensajes al Imperio oriental sobre las envidias que tenían al papa de Roma, por el prestigio que éste y su renovador Registro mantenía por todo Occidente.

            Aquí también tuvo que intervenir el papa Gregorio, pues el patriarca de Constantinopla se usurpó el título de “patriarca ecuménico”, y se corría el riesgo de poner en duda la primacía romana[31]. Gregorio Magno prohibió el título oriental, y condenó el pecado de simonía de la Iglesia constantinopolitana.

            En otra serie de asuntos por todo el Imperio occidental, San Gregorio:

-apoyó a los soldados romanos, ayudando a armonizar cristianismo y ejército,
-salió en defensa de los oprimidos por Teodoro de Córcega,
-reprimió la revuelta de Godescalco contra la Campaña,
-intervino en el terror de Leoncio de Bizancio sobre Siracusa.

c.2) Registro de las provincias imperiales

            A las 10 provincias de Roma las miró siempre Gregorio con especial cariño, y a ellas dedicó más de 400 documentos sobre todo tipo de asuntos.

            Inglaterra fue el objeto de la más ambiciosa campaña del pontífice. Comandada por Agustín de Aosta y secundada por sus 39 compañeros, Roma logró poner sus dos pies y alma, y expandirlos a todos los niveles culturales, por la gran isla del Atlántico.

            Africa fue también digna de especial atención por el papa Gregorio. Perdido ya su esplendor tras la invasión de los vándalos, el pontífice hizo grandes esfuerzos por infundir vida a aquellas provincias, y en su Registro decidió unirlas en torno al primado de Cartago, priorizando las cualidades por encima de las procedencias a la hora de elegir a los cargos.

            Las Galias también merecieron la atención del Registro del papa Gregorio, decidiendo intervenir de forma activa y animosa, ahondando en el buen camino emprendido.

            En Hispania alentó Gregorio a San Leandro a robustecer el nuevo estado cristiano visigodo, convertido al catolicismo en el III Concilio de Toledo-589.

            En Oriente, el pontífice colaboró esmeradamente con los emperadores bizantinos en las misiones sobre los armenios[32], y en nuevas metrópolis que se iban abriendo entre la nueva cristiandad. Aquí exhortó el papa a los misioneros a desarraigar los restos de paganismo todavía coleantes, así como los focos de herejía[33] y cisma[34].

 

Manuel Arnaldos   
Mercabá, diócesis de Cartagena-Murcia    

más información
Diccionario Mercabá de Arqueología

Indice general de Enciclopedia Mercabá de Historia   

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[1] Hijo de familia noble romana, y educado en la más sólida formación romana, cursó GREGORIO MAGNO la carrera jurídica. Con 25 años fue nombrado prefecto civil de Roma, cargo que le hizo ganar amigos y admiración por Roma, y contemplar la devastación llevada a cabo por los ostrogodos. Abandonada su carrera política por la vida monástica, fue enviado por el papa PELAGIO II como legado a Constantinopla y mediador ante bizantinos y lombardos. Muerto Pelagio, fue elegido para sucederle por el senado y pueblo romano.

[2] Preciosa lección de humildad sacerdotal fue la que enseñó el papa al obispo MAXIMO DE SALONICA, que se resistía a su aceptación papal. Con nobles palabras, llegó a decirle que “prefiero morir antes que causar daño a la Iglesia de Pedro; así que sufriré con paciencia por mis hermanos sacerdotes, hasta que no pueda más; y me lanzaré a todos los peligros con ánimo esforzado” (GREGORIO MAGNO; Registro V, 6).

[3] Grandes reuniones de pueblo y clero romano, presididas por el papa.

[4] Liber regulae pastoralis, como carta dirigida primeramente a LEANDRO DE CARTAGENA, con quien había entablado estrechísima relación durante su estancia en Constantinopla, y a quien le pidió consejo para completar su Librum regulae pastoralis quem in episcopatus mei exordio scripti. La idea fundamental de la Regla giraba en torno a la grandeza de la dignidad episcopal y a los deberes de los obispos (cf. LLORCA, G; VILLOSLADA, R; LABOA, J. M., op.cit, p. 626).

[5] Importante fue también la fijación de las formas y características que debía tener el canto sagrado, que pasó a llamarse desde entonces canto gregoriano.

[6] Asunto más trascendental de la reforma gregoriana, y en el que el papa GREGORIO MAGNO se ocupó más frecuentemente. Infinitas lecturas se han seguido haciendo a lo largo de la historia sobre su Registro, donde el pontífice fijó definitivamente la administración del patrimonio religioso de Roma, extendido por toda la Cristiandad.

[7] El encuentro cristianismo-grecorromanos fue rápido, y buscó lazos con su tradición filosófica, ya desde el Sermón del Areópago de SAN PABLO (donde Pablo aplicó al evangelio la lógica griega, incorporando argumentos estoicos), y desde las formas literarias clásicas utilizadas por los APOSTOLES (como las epístolas, los hechos, el apocalipsis…).

[8] Las primeras generaciones cristianas fueron sucediéndose con la integración de judíos, helenizados, paganos y conversos, todos ellos con sede central en la ciudad siria de Antioquía.

[9] Desde las formas artísticas hasta los primeros escritos cristianos, donde se fue unificando todo en torno a una lengua y escritura grecolatina, la formulación de un catecismo de corte romano, y la unión mediante el derecho romano de nacionalidades judías, helénicas, africanas, paganas, galas, hispanas...

[10] Poniendo ejemplos seleccionados sobre la desobediencia, la lucha de facciones…

[11] Desde las ideas de synkrasis y sympnoia.

[12] Como un estado bien organizado, con total supremacía de la Iglesia de Roma y limitación en el poder de las Iglesias locales.

[13] El de su experiencia política y ética social, recurriendo para ello a las Fabulas de MENENIO AGRIPA, a las Fenicias de EURIPIDES, y a la moralidad estoica de ZENON.

            De hecho, CLEMENTE ROMANO decía que “la paideia griega podía ser fuerza protectora de la vida cristiana, como reflejo de la paideia de Dios, y semilla de la paideia de Cristo”.

[14] Como fueron las acusaciones de “canibalismo”, por ingerir el cuerpo y sangre de Cristo.

[15] Empezando así a entablar las bases intelectuales para una cultura cristiana, que iba adoptando sinfónicamente: una nueva doctrina + la tradición clásica.

             JUSTINO, en este sentido, no arrojó de sí la filosofía clásica tras convertirse al cristianismo, sino que la interpretó cristianamente.

            FILON DE ALEJANDRIA también supo absorber toda la tradición clásica, mediante el uso de un rico vocabulario conceptual, todos los medios literarios, todos los puntos de vista.

[16] Pues, en efecto, no se podía olvidar que pensamiento judío y pensamiento griego eran prácticamente antagónicos (desde el s. III a.C. en Alejandría, y sobre todo por la idea del principio divino del mundo), y este problema había que solucionarlo:

-pues las categorías griegas eran indispensables para el nuevo cristiano occidental,
-pues la teología hebrea tenía que ser salvada desde los comienzos creacionales.

             La solución vino, como no, de lo que la fe podía añadir a la razón:

-el factor personal, para aceptar lo que no se podía alcanzar,
-el factor de la autoridad, como base de las relaciones personales.

[17] Encabezadas, en medio de una persecución imperial atroz, por el mismo SAN CIPRIANO, que supo encabezar a los suyos en la prueba, mediar entre las posturas rigoristas de NOVACIANO y las blandas de NOVATO, evitar cismas y herejías, e intercalar las directrices del papa ESTEBAN I. Su escrito De Unitate Ecclesiae puso a toda África al servicio entero del primado de Roma.

            Sobresalió también en Cartago su escuela neo-platónica, y la ciudad se convirtió en un auténtico hervidero de semillas y frutos de santidad occidental (cf. CASTIGLIONI, S; Historia de los papas, vol. I, Barcelona 1964, pp. 500-523).

[18] Merced a la gigante labor de TERTULIANO, abogado imperial y converso fanático al Cristianismo, y de elocuencia incontestable para los enemigos.

            Y es que en su Apologeticum defiende Tertuliano:

-las acciones cristianas, superioras a las paganas, que inmolan a los niños a Saturno, provocan victimas familiares para juegos sanguinarios en Africa…,
-la fidelidad cristiana al Imperio, frente a los malos ejemplos de MARCION, VALENTIN…
-la sana doctrina cristiana, frente a los herejes, que “manchan con sus dedos todo lo que pillan, cada vez que le ponen las manos encima”.

            (cf. BECKER, C; Apologeticum, Munich 1952, p. 16 y ss).

[19] Como resultado final del deseo de unión entre: la persona de Cristo, el hombre griego, el orden universal romano, y cuyo padre fundacional ha de considerarse al mismo SAN AGUSTIN.

[20] Que ya desde el s. II habían organizado, con figuras como PANTENO y FILON, estudios rigurosos de la Biblia, en confrontación con todos los saberes habidos y por haber (no sin cierta dosis de gnosticismo).

            No obstante, será aquí CLEMENTE DE ALEJANDRIA, converso de padres griegos, el fundador de la famosa Escuela catequética de Alejandría, que en sus Pedagogo, Stromata y Exhortaciones fundó la ciencia cristiana en torno a los pilares de: tradición, doctrina, ética.

            En efecto, fue un reto personal de Clemente Alejandrino el estudio del logos proteptico:

-como reconocimiento del fin de la vida humana,
-como necesidad para adquirir el verdadero bien.

            Adoptando un lenguaje pretencioso y elaborado:

-de carácter declamatorio,
-no desdeñando el estilo retórico contemporáneo,
-acercándose con frecuencia a la poesía.

            (cf. BRONTESI, A; Clemente Alejandrino, Roma 1972, p. 186 y ss).

[21] Aquí fue donde ORIGENES desarrolló su método alegórico, para encontrar los sentidos ocultos y difíciles de todo, y sacar de ellos sus derivados éticos. Así, en sus Hexapla, Apocatastasis, Contra Celso…, a triple escritura hebrea, aramea y griega, defiende la reducción final de todo a un estado primitivo, y que las figuras de la historia presente ya estaban prefiguradas en otras de la Antigüedad (cf. TREVIJANO, R; La didascalia de Orígenes, Madrid 1971, pp. 121-154).

[22] Con la idea de hacer frente al maniqueísmo y mitraísmo, muy arraigados en Egipto, y ofrecer así la verdad del único misterio del mundo. Fue positivo este método, no obstante, para hacer distinguir lo que antes se confundía como esotérico y exotérico.

[23] Arzobispo de Milán, AMBROSIO DE MILAN (Tréveris 340-Milán 397) fue consejero de los emperadores GRACIANO, VALENTINIANO y TEODOSIO, y el modelo de príncipe de la Iglesia y hombre de gobierno imperial. Doctor frente a todo tipo de extravíos intelectuales, tuvo SAN AMBROSIO una autoridad natural por encima de los emperadores, sin olvidar su papel de padre de su pueblo y de los necesitados.

           Imponiéndose nada más que con su presencia física, también sabía ablandarse ante todas las suplicas y necesidades ajenas, intentando implantar estos principios en la cabeza y alma del Imperio romano. Notables fueron sus escritos De officiis sobre CICERON, Sobre política y fe a petición de GRACIANO, Sobre las vírgenes, Sobre los ministros, el famoso Te Deum

            No obstante, lo más interesante de San Ambrosio fue la concepción historicista que inculco:

-en los emperadores, sobre la supremacía de lo espiritual sobre lo civil,
-en su pupilo San Agustín, joven profesor de Retórica en Milán.

[24] La sacra auctoritas de la que hablará más adelante el papa GELASIO (cf. GELASIO I; Epístola ad Anastasium Imperatorem, Roma 494).

[25] La regia potestas de la que hablará más adelante el papa GELASIO (cf. GELASIO I; Epístola ad Anastasium Imperatorem, Roma 494).

[26] Análisis mal interpretado por la Alta Edad Media, al identificar la caída de Roma con la ciudad del mundo, y a la ciudad de Dios con los nuevos reinos germánicos.

[27] De gran material sobre toda la historia de la humanidad, desde sus orígenes hasta la implantación y disolución del Imperio romano. Aporta abundantes datos de MARCO TERENCIO VARRON, director de la Biblioteca pública de Roma bajo JULIO CESAR, miembro de la facción conservadora y polígrafo de 600 obras.

[28] Consistiendo la scientia en una vía inferior de unión mundo-Iglesia, y la sapientia en una vía superior de unión. La primera se conseguiría por el conocimiento de las cosas mudables, y la segunda por el conocimiento de las eternas.

            Por eso sería peligroso invertir el orden de ambas, y la ciencia debía estar subordinada a la sabiduría. Pues a la sabiduría se llegaba a través de la meditación y contemplación (más propio del reino de Dios), y a la ciencia sólo a través de lo que se ve y siente (más propio del reino del mundo). La primera llevaría al bien supremo, y la segunda a la belleza sensible.

[29] Fundamentado este puente de unión mundo-Dios en el interior humano, en que el objeto supremo de todo hombre es conocer el amor absoluto, y poder ser amado por él.

             Pero para llegar a ese puente, había que desprender el alma del apego terrenal: entrando en uno mismo, conociéndose a uno mismo, sin influencia de lo exterior. Es entonces cuando dentro de sí, uno podía encontrar ese puente de lo absoluto, que era Dios y ser amado por Dios.

[30] Como él mismo decía en sus Diálogos, “las hordas salvajes lombardas se precipitaron sobre nosotros, y los hombres fueron cayendo por todas partes, y las ciudades y castillos fueron devastados” (cf. GREGORIO MAGNO; Diálogos, III, 38).

[31] Larga fue la disputa eclesial en este terreno, mucho más allá de las posibilidades de Gregorio. Aún así, GREGORIO MAGNO logró introducir otro título papal, el servum servorum Dei.

[32] Particular y célebre fue el apoyo personal que el papa brindó al obispo DOMICIANO DE ARMENIA, en medio de sus dificultades locales, y cuando no llegaba ayuda desde Bizancio.

[33] El nestorianismo y monofisitismo todavía persistían en Oriente. En Occidente, sin embargo, la herejía nunca fue tolerada por el pueblo (que incluso provocó que el obispo hereje HONORATO tuviese que escapar de su sede de Milán a Génova, y que el mismo papa escribiese a los milaneses para apaciguar los ánimos).

[34] GREGORIO MAGNO hizo los mayores esfuerzos por solucionar el cisma de Aquilea, que todavía perduraba en la sede de Grado, donde el obispo SEVERO y sus 3 obispos sufragáneos seguían rebeldes por la cuestión de los 3 capítulos (donde TEODORO DE MOPSUESTIA, TEODORETO DE CIRO e IBAS DE EDESA habían sido condenados por el Concilio de Calcedonia-451, habían sido absueltos por el emperador JUSTINIANO, y se había abierto así una herida cismática sin solución).