ROMANIZACIÓN
DE ESPAÑA
b) Contenido
de la Romanización
c) Comentario
sobre la Romanización
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Roma fue el resultado de su propia política laberíntica interior, y de
las conquistas legionarias llevadas a cabo hacia el exterior. Una fuerza y otra,
centrípeta y centrífuga, que se acoplaban y crecían a la perfección.
Cuatro fueron las fases de expansión y dominio de Roma sobre todo el mundo antiguo:
-en el Lazio (509-358 a.C), tras las victorias de Spurio Cassio sobre los latinos, de Furio Camilo sobre los etruscos, y las victorias romanas sobre los sabinos, volscos, ecuos, campanos, y las ligas formadas entre Roma y 29 ciudades del entorno;
-en Italia (358-272 a.C), gracias a las victorias de Roma en las I, II y III Guerras samnitas, y sobre todas las colonias de la Magna Grecia;
-en el Mediterráneo occidental (264-146 a.C), merced a un dominio obtenido tras las victorias sobre la púnica Cartago, en las I, II y III Guerras púnicas, donde Sicilia, Córcega y Cerdeña pasaron a ser provincias romanas[1], Hispania pasó a ser provincia romana[2] y Africa pasó a ser provincia romana[3];
-en el
Mediterráneo oriental (196-129 a.C), donde el propio Mediterráneo,
hasta entonces internacional, pasó a ser su propio Mar Interior, su Mare
Nostrum, tras las victorias en las batallas de Cinóscefalos-196 a.C[4],
Pidna-168 a.C[5]
y Actium-31 a.C[6].
La
creación de Asia Menor como provincia romana, el año 129 a.C, señala un auténtico
hito ofensivo de la República romana.
En apenas dos siglos, Roma había impuesto su ley, la de las armas, en el
mundo entero.
En Italia, incluyendo los
territorios de Etruria y Brucio (actual sureña Calabria), junto a la conquista
militar vino la integración de los territorios conquistados, imponiéndose en
todos ellos:
-el
mismo modelo político,
-las
mismas estructuras administrativas,
-la
colonización cultural y lingüística romana,
-un
sistema integrador de infraestructuras.
Las colonias fueron organizadas de
acuerdo con el modelo urbanístico romano, capaces de absorber el exceso de
población de Roma, de 2 millones de habitantes. Su distribución planteó
problemas sociales entre la plebe y el monopolio proletariado romano.
Para
la propia supervivencia del estado, y antes o después, Roma tenía que
enfrentarse a sus rivales directos. Estas conquistas y anexiones romanas
siguieron siempre los móviles
de:
-prestigio
político, y ampliación del número de cargos políticos,
-beneficios
económicos, en materias primas, esclavos, impuestos,
-relaciones
comerciales, en puestos de trabajo, beneficios recíprocos.
De esta manera se evitó que los pequeños campesinos itálicos,
arruinados, se convirtieran en esclavos y pasaran a engrosar la plebe urbana.
En cuanto a los procedimientos de integración,
Roma otorgó:
-fundaciones
coloniales. Tras la II guerra púnica-206 a.C, Roma fundó 10 colonias romanas y 30
colonias latinas. La 1ª de ella fue Itálica-Hispania, el 206 a.C, para formar
allí a las tropas romanas contra Aníbal;
-ciudadanía
romana. Concedida de forma excepcional tras la del gramático Ennio en el
184 a.C, y con un triple status de:
-ciudadanos romanos, con plenos derechos políticos, civiles y comerciales,
-ciudadanos latinos, con pleno derecho civil,
-ciudadanos itálicos, con plenos derechos sólo en las nuevas provincias,
-provincialización.
De régimen imperial posterior, no republicano.
Tras el final de la II
Guerra Púnica-206 a.C, Roma dominaba en la península Ibérica la
costa levantina y meridional, Cataluña, el bajo valle del Ebro y el valle del
Guadalquivir con el borde montañoso septentrional de Sierra Morena[7].
Del 200
al 160 a.C, Roma extendió sus conquistas al pie del Pirineo,
Navarra, Aragón, el medio valle del Ebro, el valle del Jalón, la Meseta
meridional y el territorio portugués al sur del Tajo[8].
Del 153
al 133 a.C, y merced a sus victorias en las Guerras celtibéricas y
Guerras lusitanas, Roma conquistó también la Meseta septentrional y los
territorios del noroeste al sur del río Miño. En el año 123 a.C. se
anexionaron las islas Baleares[9].
Finalmente, del 29 al 19 a.C, Augusto completó
la conquista de la península, tras las victorias romanas en las Guerras cántabras
y astures[10].
CONTENIDO
DE LA ROMANIZACIÓN
Tuvo
lugar a través de una serie
de mecanismos, implantados ex profeso en Hispania por Roma, y que actuaron
en adelante por sí mismos. Fue el motor del resto de romanizaciones en
la península Ibérica.
Es el punto de vista de J. M. Blázquez, para el que Roma se volcó
en la Península con el único fin de la explotación
de sus riquezas.
Roma ofrecía a Hispania, a cambio, ventajas
de todo tipo:
-envío
continuo y estratégico de tropas,
-control
de Levante ante posibles saqueos de población del centro,
-administración
moderna y eficaz,
-construcción
de grandes vías de comunicación,
-el
uso del latín y posibilidad de contactar con otros pueblos mediterráneos,
-escuelas
y apertura de la literatura autóctona,
-la
apertura comercial.
A cambio, Hispania recibía de Roma el inconveniente
de ser explotada económicamente.
Tuvo
lugar a través de la política romana de la ecumene,
según apunta el
profesor Plácido, y como sistema aplicado por Roma para integrar la multiplicidad de
pueblos y personas de toda la Hispania al completo.
En
ese sentido, la ecumene fue, según Plácido,
la universalización que hizo Roma de la contingencia, de la diversidad y del
caos, realizada en Hispania a través de múltiples dinámicas.
En la época republicana, la diversidad
de Hispania fue integrada en la lógica interna del sistema esclavista de Roma,
que tenía necesidad de que existiera diversidad para imponer sobre ella su
hegemonía.
La
romanización política consistió, pues, en
una composición heterogénea, en la que la unidad vino definida por la
implantación de la hegemonía.
Fue la implantación que hizo Roma en Hispania de una realidad desigual.
En paralelo, se estableció el control
ideológico.
La
construcción del limes-frontera
imperial cambió los métodos ecuménicos romanos en Hispania. Dos fueron las
intenciones del limes:
-la
marginalidad, siguiendo a Estrabón, al referirse a las provincias
imperiales,
-la
señal encargada de evitar el conflicto, siguiendo las crónicas de Ovidio.
En
este sentido, la romanización política imperial se pareció a la imagen de la chora,
con un centro poderoso y espacios limítrofes marginales.
La Roma imperial fue una entidad
incluyente. De ahí la importancia de lo griego como ideología ecuménica,
y la exclusión de todo lo que fuese bárbaro.
El proceso de pérdida de libertad comenzó a
ser percibido en Hispania desde la época de los Antoninos. Así, tuvo lugar la
introducción de factores contrarios a lo que fue la ecumene romana, republicana o imperial.
La integración de cristianos y bárbaros,
como protagonistas de la decadencia en lo positivo y en lo negativo, fue el espíritu
de la romanización tardo-imperial.
El
hibridismo cultural hispano-romano alcanzó todas las escalas. Así, en una
ciudad de la Bética, una persona podía vestir toga romana, comer a la manera
turdetana, orar según la tradición púnica, y enterrar a sus muertos según
ritos concluyentes.
La
romanización trajo consigo a Hispania un
marco de
nuevos
modelos culturales
romanos: sus hábitos, costumbres, gustos artísticos, creencias religiosas.
No
obstante, la sentencia de Estrabón de que “falta poco para que todos se hagan
romanos” estaría aludiendo más bien a categorías
jurídicas que culturales. Eso sí, las lenguas vernáculas hispanas
fue uno de los factores que quedaron rápidamente olvidados, tras una larga
etapa de bilingüismo.
La
interacción cultural indígena-romana trajo consigo fenómenos de convergencia
y validación
de antiguas
tradiciones, a lo largo de un gran periodo de tiempo.
Los ingredientes prerromanos diluyeron
su indígena identidad en la identidad romana, a juicio del profesor Bendala, como
unas “legumbres”[11]
que introdujésemos en una “batidora” y que, tras su acción,
quedaran subsumidas todas en una pasta
homogénea.
En este símil, el nuevo plato indígena-romano:
-era
degustable sin poder separar los ingredientes,
-era
saboreado con apreciación de la aportación de cada uno.
Cabe ver que la menestra fue cambiando de color
dominante, según iban desapareciendo los componentes indígenas
previos y se incorporaban los nuevos componentes romanos (madurez republicana,
inmigración itálica…).
d) Romanización social de Hispania
Es verdad que en la Bética y en contadas excepciones, la
batidora romana descrita por Bendala integró “legumbres” indígenas junto con las
romanas.
Pero generalizar tres o más
casos particulares[12] a regla general, en el espacio de casi 500.000 km2 y a lo
largo de 6 siglos de historia, parece algo bastante poco probable.
Es verdad que hubo focos locales que no fueron romanizados del todo, que
“escaparon” a cierto grado de romanización[13],
y que el interés prioritario de Roma en Hispania[14]
fue principalmente económico, y de ahí todo lo demás.
Las excepciones, pues, sólo pueden circunscribirse a ciertos focos locales, que:
-no
escaparon a la romanización,
-sí que mantuvieron elementos indígenas durante una familia o generación.
No
obstante, estas excepciones tampoco presentaron proceso de continuidad ni
paralelismo alguno con otras parecidas[15].
Roma fue ante todo una potencia militar, y el
calendario legionario marcaba el día a día
de Roma en Hispania[16].
Así, la anexión de Hispania como provincia romana
fue igual a la del resto de provincias, aunque tuviese alguna particularidad. Fue, ante
todo, una anexión militar, con procónsul, pretor, autoridad civil senatorial y
ecónomo imperial a su servicio.
Destacaremos 4 momentos importantes en esta romanización militar de
Hispania.
El primero, ocurrido en los años 218-206 a.C, tuvo por exponente a
Escipión, que en el transcurso de la II Guerra Púnica desembarcaba en
Ampurias-218 a.C[17]
y conquistaba Cartagena, Bailén y Cádiz-206 a.C, fundando además la colonia
de Itálica para preparar a los soldados para la Batalla de Zama-202 a.C. A su
vuelta de Africa, el general romano dejaba en Hispania el primer contingente de
itálicos, los soldados heridos que no tenían fuerzas para regresar a Italia[18].
El año 171 a.C. el Senado romano decide crear la colonia de
Carteya
para los hijos de soldados romanos, casados con mujeres hispanas.
En
el 138 a.C. Junio Bruto funda la colonia de Valentia con los veteranos del ejército,
combatientes de las Guerras lusitanas.
En
el 123 a.C. Cecilio Metelo crea las colonias de Palma y Pollensa, con 3.000
romanos oriundos de la península.
Así, toda la Hispania fue paulatinamente militarizándose, casando a
matrimonios mixtos de soldados romanos con indígenas y romanizando por la vía militar las estructuras familiares,
urbanas y sociales.
El concepto de Romanización fue algo que comenzó al mismo tiempo que la
conquista peninsular por parte de Roma, terminó exactamente el último día de
su presencia conquistadora en Hispania, y no fue en todos los lugares o momentos
igual.
-inicial gradualidad,
-posterior globalidad.
En este proceso
temporal, las regiones conquistadas con más anterioridad
se romanizaron antes y de manera más profunda que las que fueron conquistadas más
tarde[19].
Pero también hubo excepciones, o casos de no romanización, en enclaves
temporalmente “romanizados”.
Muchos lugares y sociedades locales guardaron, pues, distintos grados de
romanización, según su posición geográfica, temporal o estratégica, a los
planes colonizadores de Roma.
Pero los auténticos elementos de juicio para analizar la romanización
de la península Ibérica son los aportados por Blázquez y Plácido:
el económico y el político.
En efecto, fue la necesidad de explotación económica la que llevó a
Roma a la creación de rutas o vías de comunicación, colonias itálicas y
concesión del derecho de ciudadanía latino, implantación de destacamentos
legionarios… e incluso la asimilación de tradiciones indígenas. La economía
fue el auténtico móvil de operaciones de la República e Imperio romano[20].
Y junto al móvil económico, el móvil
político, esa
política global de ecumene
romana que absorbía pueblos y provincias. En este sentido, y como apunta el
profesor Bravo, ya en el comienzo
de la época imperial Augusto no configuró el nuevo orbe romano como un simple
conglomerado de provincias, sino como un sistema centralizado de poder:
-militar,
religioso, judicial y legislativo, en la persona del emperador,
-territorial,
con limes o fronteras fortificadas de forma estratégica
Según
el profesor Vigil, una de las causas de la escasa o “aparente” romanización del
norte peninsular fue el bajo
nivel cultural y
económico,
encontrado por los romanos cuando llegaron y lo conquistaron.
Pero
estudiemos el caso mediante un ejemplo: la ritual Inscripción de Erudino-399
d.C, dedicada al dios indígena Erudino en Pico de Dobra-Torrelavega, y
perteneciente al final de la estancia romana en Hispania.
En efecto, en la Inscripción de
Erudino nos encontramos con:
-dedicación
a un dios indígena,
-datación
romana, con la fecha del año,
-elementos
de culto público,
-el
nombre romano del dedicante.
Luego:
-el
cristianismo todavía no había impregnado el norte de España,
-los
funcionarios imperiales eran incapaces de imponer la ley romana.
Analizando la epigrafía completa del dedicante de la inscripción
anterior, nos encontramos con que su nombre era Cornelius:
-del
vico de los Aunigainos,
-perteneciente
a un gentilicio indígena.
Luego el simple empleo de nombres romanos no era prueba segura de
romanización, y sí de un modo distinto de romanización
que sufrió el norte hispano, en comparación con el resto peninsular.
Esta “aparente” o escasa romanización del norte peninsular quedó
también al descubierto en la utilización de nombres
norteños en la Alta
Edad Media, con estructuras indígenas y no con estructuras romanas.
En efecto, fueron estructuras indígenas
bajo-imperiales (y alto-medievales):
-poner
el nombre propio (poner el nombre propio),
-poner
el nombre de filiación (poner el nombre de pila del padre),
-poner
el gentilicio (poner la preposición de).
Podemos concluir, con el profesor Vigil, que Roma contribuyó a romper
toda organización tribal del norte de España.
Cada región del norte siguió diferentes ritmos en este proceso, y el País Vasco fue con mucho el más lento.
Manuel
Arnaldos
Mercabá,
diócesis de Cartagena-Murcia
más
información
Diccionario
Mercabá de Arqueología
Indice general de Enciclopedia Mercabá de Historia
________
[1]
En la I Guerra Púnica, del 264 al 241 a.C.
[2]
En la II Guerra Púnica, del 219 al 201 a.C.
[3] En la III Guerra Púnica, del 149 al 146 a.C.
[4]
Donde Siria pasó a control romano.
[5]
Donde Macedonia pasó a control romano.
[6]
Donde Egipto pasó a control romano.
[7] 1ª fase de conquista romana en la península Ibérica.
[8] 2ª fase de conquista romana peninsular. Según algunos autores, el suroeste peninsular portugués debe incluirse en la siguiente fase ocupacional, tras las Guerras lusitanas de Roma contra Viriato, 147-139 a.C.
[9]
3ª fase y más importante, de la conquista romana peninsular.
[10]
4ª fase y última, de la conquista romana de la península Ibérica.
[11]
Pone como ejemplo M. BENDALA.
[12] Existen, por supuesto, muchos más casos de indigenismo en la época romana en Hispania. En la Bética, y según F. PRESEDO, una aristócrata de Guadiaro-Cádiz adornaba una estatua de Diana con adornos semitas. Pero no dejan de ser elementos puntuales o aislados.
[13]
Muestren elementos indígenas o no.
[14]
Como decía J. M. BLAZQUEZ.
[15] Lo que no quita generalizar que eso ocurrió.
[16] El mes de Marzo (o de Marte, dios de la guerra) primero, y el mes de Ianuarus (o de Juno, cuyo templo quedaba abierto en tiempos de guerra) después, significaban el comienzo de todas las campañas militares, el inicio del curso militar.
[17]
El ejército romano expedicionario que desembarcó en Ampurias, según datos
de J. M. BLAZQUEZ, fue de 60 naves y 10.000 hombres.
[18] A ESCIPION el Africano se debe la creación de Itálica, en el año 206 a.C., para asentar los heridos del ejército romano de la Batalla de Ilipa, ciudad que puso en manos de Escipión toda la Baja Andalucía y le abrió el camino a Cádiz (cf. BLAZQUEZ, J.M; Romanización de Hispania, Madrid 2006, p. 14).
[19]
Es interesante, pues, todo el análisis realizado por M. VIGIL en torno a
las inscripciones rituales indígenas del mundo cántabro, y al alto grado
de “ausencia” romanizadora en toda la vertiente norteña peninsular.
Pero las razones son obvias. Pues los pueblos del norte fueron los últimos
en ser conquistados por los romanos (ya se había intentado en 138-132 a.C
sin éxito), y nadie antes lo había logrado. De hecho, hasta 7 legiones
tuvieron que ser movilizadas para ello, hasta que el 25 a.C. Roma alcanzara
la victoria.
Otro
elemento es interesante en el análisis del profesor VIGIL. El año 23 a.C,
el 100%
de astures y cántabros fueron vendidos como esclavos a Aquitania, o
aniquilados. AGRIPA degolló a todos los hombres con edad de llevar armas, y
vendió como esclavos a los ancianos, niños y mujeres. A otros
pueblos los obligó a abandonar las montañas y establecerse en los valles,
para poder ser vigilados más estrechamente. ESTRABON, OVIDIO, VIRGILIO,
PLINIO y OROSIO no pararán de recordar esta situación política del área
norte peninsular.
No es extraño, pues, cierta repulsa hacia lo romano en aquellas gentes, o como dice Marcelo VIGIL, que “esos grupos menores, rotos por los romanos, fueran posteriormente identificándose con el territorio ocupado, sin perder la noción de su origen y de su unidad de sangre”.
[20] En época imperial, las reformas económicas fueron n-ésimas, destacando sobre todo las de DIOCLECIANO y CONSTANTINO ante el grave peligro que suponía, políticamente para la península itálica y militarmente para el sostenimiento de las legiones, un decaimiento o devaluación de cualquier tipo de resorte económico, como la moneda, sistema de alimenta, prestamos a jóvenes, subsidios familiares… De hecho, la causa económica será una de los graves detonantes de la caída del Imperio romano.
[21]
cf. BRAVO, G; Historia de la Roma
Antigua, ed. Alianza, Madrid 2008, p. 67.