ROMANTICISMO

a) Origen del Romanticismo
b) Características románticas

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a) Origen del Romanticismo

            Surgió como movimiento cultural a finales del s. XVIII en Alemania[1], y se expandió hacia Reino Unido, Italia y España a inicios del s. XIX. Tuvo como ideal la rebelión contra la razón ilustrada francesa, que había creado estragos y eliminado los sentimientos de la gente popular. Sus maneras y desarrollos fueron distintos en cada país, según cada oposición local a Francia.

            Tuvo dos etapas, según recoge Baudelaire en su Qué es el Romanticismo-1846:

-romanticismo histórico, restaurador del medievalismo,
-romanticismo moderno, experimental con todos los elementos de actualidad.

            Pivotó en torno a una forma de sentir que recogió los temas desdeñados por los modernos, o desconocidos hasta entonces, con la idea de volver a introducir la intimidad e infinitud en el alma humana[2].

            Tuvo como ingredientes iniciales:

-los valores medievales, como recurso que se añora y recupera,
-el liberalismo, frente a todo despotismo político ilustrado,
-la conciencia del yo, autónomo y subjetivo, dotado de sentimientos e imaginación,
-la intuición popular, no sometida a condicionamientos intelectuales,
-la mirada ingenua y conmovedora, con la que ha de mirar el artista,
-la sensibilidad, ligada a las vivencias individuales e irrepetibles,
-la sensorialidad, teniendo experiencia de las cosas que se hablan,
-un carácter nacionalista, como clave de lectura de la historia e identidad propia,
-la sobrenaturalidad, única capaz de alcanzar lo no conocido, partes oscuras de la naturaleza, el interior del alma humana,
-la creatividad, o idea del genio creador con su universo propio
[3], sin recurrir a la imitación clásica.

b) Características románticas

            El Romanticismo fue subjetivo y no homogéneo, en su forma de concebir al hombre y la naturaleza. Se opuso a toda regla estereotipada, y primó la capacidad creativa del ser humano, sin límite normativo alguno.

            De ahí que tuviera como rasgos principales:

-la vitalidad, frente a la linealidad simétrica,
-lo inacabado e imperfecto, frente a toda definición cerrada,
-el dinamismo, frente al reposo,
-lo sensorial, para estimular al espectador,
-lo abierto, y expansivo,
-el desprecio por las categorías tradicionales, que habían reducido la subjetividad al último estrato de las ciencias menores
[4].

            En cuanto al concepto de belleza, el Romanticismo supo contar con la vieja fórmula de armonía, canon y virtud[5]. Pero le añade sus dos nuevos atributos, misteriosos y latentes: lo sublime y lo pintoresco.

            Lo sublime fue teorizado por Burke en su Indagación filosófica sobre lo sublime y bello-1757, y viene a resumirse en la búsqueda de lo asombroso, irresistible, inalcanzable, admirable, reverente y respetuoso. Debe ir encaminado a romper los raciocinios y percepciones habituales, y a poner el verdadero centro del universo en la infinitud desconocida[6]. No obstante, también son elementos románticos que excitan la imaginación, según el pensador inglés:

-la atracción por la grandeza,
-el tamaño y anchura de perspectivas,
-los campos abiertos sin cultivar,
-los portentos naturales,
-las grandes empresas, que dilatan el corazón,
-las sorpresas desconcertantes,
-lo que hace sentir estupor, horror y terror
[7],
-el gusto por el miedo
[8].

            Lo pintoresco fue teorizado por Price en su Ensayos sobre lo Pintoresco-1795[9], y viene a resumirse en la búsqueda de lo novedoso, singular, arcaico, apartado, incivilizado, nunca visitado. Se obtiene por medio de la curiosidad, y explica por qué nos sentimos atraídos por algunos aspectos de la naturaleza, y no por otros.

 

Manuel Arnaldos   
Mercabá, diócesis de Cartagena-Murcia    

más información
Diccionario Mercabá de Arqueología

Indice general de Enciclopedia Mercabá de Historia   

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[1] Aunque el término no apareció hasta inicios del s. XIX, como expresión de “lo poco probable”, dentro de los folletines baratos de la literatura popular.

[2] Definición más exacta del Romanticismo, a la que se podrían añadir las definiciones de:

-elemento irracional, a nivel de sentimiento, intuición y entusiasmo mental,
-insumisión radical, a toda regla aceptada o conceptual,
-subjetivismo total, sin universalidad alguna,
-convicción espiritual, que prima el qué al cómo, y deja en un segundo plano las formas,
-lo fantasioso, que enriquece la realidad con una imaginación sobre-humana y contradictoria,
-lo secreto, que profundiza en los fenómenos profundos de la existencia,
-lo experimental, que no acepta lo que otro cuenta o pinta,
-lo grotesco, con mezcla de todo sin forma alguna,
-lo provocativo, mediante la belleza perturbadora y dinámica de la naturaleza.

[3] Bajo el eslogan de “me sorprendo de que me sorprenda”.

[4] Como mero complemento de la literatura. Lo que no quita que la literatura sirviera de guía al Romanticismo, pero siempre sin anular la comprensión de cada aportación individual por sí misma, y no en relación a nada.

[5] Y no como el cubismo, futurismo… y resto de vanguardias del s. XX, que se pasarán al polo opuesto: la anulación de la belleza.

[6] De la que el hombre no pasa de ser un mero espectador. Es el momento en que el Romanticismo desmonta al hombre como centro del universo, 200 años después del giro antropológico iniciado por DESCARTES.

[7] Pues la alegría no existe para los románticos, y esa ausencia debe ser contrarrestada por el gusto por lo triste, solitario, silencioso, oscuro… y demás elementos negativos de la vida.

[8] Pues lo peligroso y descontrolado para la vista también debe ser objeto del disfrute. Gusto por el miedo que puede ser alimentado por el paso de la luz a la oscuridad, la luz rápida, intensa y móvil…

            Ejemplos como la noche, gobiernos despóticos donde se oculta el jefe para provocar temor, oscuridad de los templos, ceremonias druidas en medio de los bosques… deben ayudar a mostrar todo lo que escapa a la vista, concluyen los románticos.

[9] Sobre la base de los viejos estudios de JOSEPH ADDISON en su Placeres de la Imaginación-1712.