LIBRO DE LOS MUERTOS

 

Colección ritual del Antiguo Egipto,

sobre sus creencias y conjuros al más allá

 


Pesaje de Almas, con Anubis, la pluma de Maat, Ammit y anotaciones de Thot

Madrid, 1 septiembre 2019
Manuel Arnaldos, historiador de Mercabá

           En el Egipto Antiguo tenemos ejemplos de utilización de jeroglíficos para tareas no administrativas, como fue el caso de la literatura religiosa, principal género literario egipcio y en el que destacaron los Textos de las Pirámides y el Libro de los Muertos.

           Un poco más adelante, aparecieron en Egipto las primeras obras de literatura novelesca, que entraron en uso como manuales escolares. Fue el caso de la Historia de Sinhué (que bien pudiera ser una autobiografía) y del Cuento del Naufrago, o Cuento de los dos Hermanos.

           Entre medias de ambas, religión y novela, nunca faltaron en el Antiguo Egipto numerosos ejemplos de literatura sapiencial, como la Sátira de los Oficios, las Instrucciones para el rey Merikare (compilada por Kheti III) y el Diálogo de un hombre con su Alma[1].

           Por último, los textos históricos solieron reducirse a la sucesión de nombres de faraones, crecidas del Nilo y algún que otro hecho sobresaliente ocurrido en alguno de sus reinados. Todo ello incluyendo[2] los textos propagandísticos estatales, las narraciones de victorias del faraón y las inauguraciones y dedicaciones faraónicas.

a) Libro de los Muertos del Antiguo Egipto

           Fue el conjunto de conjuros, oraciones y consejos que la literatura egipcia fue recopilando a lo largo de los siglos, y que plasmó de forma conjunta a lo largo del II milenio a.C, sobre los rituales y creencias de la religión egipcia, existente desde los comienzos de la civilización egipcia del III milenio a.C.

           La mayoría de sus textos fueron recopilados por los sacerdotes egipcios en el s. XVI a.C, de las pinturas y jeroglíficos existentes en las serdab-capillas funerarias de la antigüedad egipcia, y pivotaron siempre en torno al momento crucial de la religión egipcia: el Juicio de Osiris:

-sucedido a la muerte de una persona, sobre la conducta que ha tenido en su vida,
-en el amenti-inframundo, o lugar temporal de las almas de los difuntos,
-con el veredicto de Osiris, sobre su definitiva 2ª muerte o recompensa del cielo,
-con la subida al aaru-cielo, o morada de los dioses, que se ofrecía como premio al alma del difunto,
-con una transfiguración del cuerpo, o metamorfosis que debía aceptar el alma para ir al cielo,
-con el viaje al más allá, hacia el cielo, a través de la luz divina y luego a través de una serie de pruebas que el alma tenía que superar.

           Un Juicio de Osiris, en el inframundo, que tenía como momento trascendental el pesaje de las almas, en que:

-Anubis, el guardián de las tumbas, sacaba el corazón al difunto y lo colocaba en la balanza de Maat, diosa de la Justicia,
-Thot, representante de Ra, anotaba el resultado del pesaje del alma, sobre sus merecimientos respecto a la pluma de Maat,
-Ammit, el demonio multiforme, se devoraba el corazón del difunto y ocasionaba su 2ª y definitiva muerte, si el resultado del pesaje salía desfavorable.

a.1) Oraciones e Imprecaciones del Libro

           Incluye 13 oraciones a favor de los dioses:

-oración a Ra, Dios Creador (Oración XV y CXL),

-oración a Hathor, la diosa madre (Oración CIII),

-oración a Osiris, hijo preferido de los dioses, resucitado y juez de los humanos (Oración CXXVIII y CLXXXIII),

-oración a Isis y Neftis, hijas de los dioses (Oración XXXVII),

-oración a Horus, protector de Egipto (Oración CLXXIII),

-oración a Thot, dios de la sabiduría (Oración XCV, XCVI, XCVII y CLXXXII),

-oración a los 4 dioses superiores (Oración CXXVI),

-oración a todos los dioses (Oración CLXXII).

           Incluye 8 imprecaciones contra los demonios:

-para rechazar al demonio Sobek, bajo forma de cocodrilo (Imprecación XXXI y XXXII),

-para rechazar al demonio Amau, bajo forma de gato (Imprecación XL),

-para rechazar al demonio Apofis, bajo forma de serpiente (Imprecación VII, XXXIII, XXXIV y XXXIX),

-para rechazar a todos los demonios (Imprecación XXXVI).

a.2) Conjuros del Libro

           Incluye 33 conjuros para la vida social:

-a la hora de edificar una casa (Conjuro CLII),

-a la hora de navegar por los mares (Conjuro CLIII),

-para volver a casa, tras una expedición (Conjuro CXXXII),

-para vencer al enemigo (Conjuro LXV y XIX),

-para evitar las matanzas del enemigo (Conjuro XLII),

-a la hora de esculpir un djed, o pilar de Osiris (Conjuro CLV),

-para proteger a Elefantina (Conjuro CXXVII),

-para proteger Iunu, templo creacional de Dios en Heliópolis (Conjuro LXXV y LXXXII),

-a la hora de entrar en el templo de Heliópolis (Conjuro CXXIII),

-a la hora de entrar en el templo de Abidos (Conjuro CXXXVIII),

-a la hora de entrar en el templo de Karnak (Conjuro CXXV),

-para confesar los pecados (Papiro I Nu, Papiro I Nebsenti y Conjuro XIV),

-para descifrar los misterios de Heliópolis (Conjuro CXV),

-para conocer el destino de Buto (Conjuro CXII),

-para conocer el destino de Nejen (Conjuro CXIII),

-para conocer el destino de Khemenu (Conjuro CXIV y CXVI),

-para tener conocimiento de las almas (Conjuro CVIII y CIX),

-a la hora de escribir los acontecimientos presentes (Consejo CLXXIX),

-a la hora de utilizar las figurillas mágicas (Conjuro VI),

-a la hora de imponer un talismán (Conjuro CLVI, CLVII, CLVIII, CLIX, CLX y CLXVII),

-para resucitar a un muerto (Conjuro II y CLIV).

           Incluye 32 conjuros para el momento de la muerte:

-a la hora de poner al difunto en el lecho funerario (Conjuro CLXIX y CLXX),
-a la hora de embalsamar y amortajar al difunto (Conjuro CLXII y CLXVI),

-para evitar la dislocación de la cabeza (Conjuro XLIII),

-para evitar la dislocación de las piernas (Conjuro LXXIV),

-para evitar la dislocación de los brazos (Conjuro XLV),

-para restituir al difunto su boca (Conjuro XXIII),

-para restituir al difunto su vista y oído (Conjuro CLXXVIII),

-para restituir al difunto su corazón (Conjuro XXVII),

-para restituir al difunto su memoria (Conjuro XXV y XC),

-para restituir al difunto la respiración (Papiro III Nu y Papiro II Nebsenti),

-para restituir al difunto sus rasgos humanos (Conjuro CLXXXVIII y LXXXIX),

-para su transformación en halcón (Conjuro LXXVIII),

-para su transformación en loto sagrado (Conjuro LXXXI),

-para su transformación en fénix (Conjuro LXXXIII y CXXIV),

-para su transformación en garza (Conjuro LXXXIV),

-para su transformación en golondrina (Conjuro LXXXVI),

-para su transformación en serpiente (Conjuro LXXXVII),

-para santificar el alma del difunto (Conjuro C, CXXX, CXXXIII y CXXXIV),

-a la hora de imponer al difunto la vestidura de la pureza (Conjuro CLXXI),

-a la hora de aprovisionar al difunto con víveres (Conjuro CXLVIII),

-a la hora de hacer las ofrendas a los dioses por el difunto (Conjuro CV, CVI y CLXVIII).

a.3) Plegarias y Consejos del Libro

           Incluye 26 plegarias para la bajada al inframundo:

-para la bajada al amenti, o inframundo del juicio (Plegaria XIII, XVII, XCII, CXXII y CLXXX),

-para comparecer ante el tribunal de Osiris (Plegaria CLXXXI),

-para saber responder a los dioses del inframundo (Papiro II Nu),

-para no ser condenado en el juicio de Osiris (Plegaria XXVIII, XXIX y XXX),

-para no ser castigado con la 2ª muerte, o muerte definitiva del alma (Papiro IV Nu, Plegaria XLIV y CLXXVI),

-para superar los ataques de malos espíritus en el inframundo (Plegaria LXII y CLXIII),

-para salir triunfante del inframundo (Papiro III Nebsenti, Plegaria XVII, XLVI, LIV, LV, LVI, CLXXII y CLXXVII),

-para saber cruzar el restau, o puerta de salida del inframundo (Plegaria CXVII, CXVIII y CXIX).

           Incluye 32 consejos para la subida al más allá:

-para la salida del alma hacia la luz del más allá (Consejo LXIV, LXVI, LXVIII y LXIX),

-para llegar al más allá (Consejo III, LIII y CLXI),

-para saber conducirse en el más allá (Consejo XII, XCI, XCIII, XCVIII y XCIX),

-para atravesar los 14 iats, o regiones del más allá (Consejo CXLIX),

-para esquivar a los gigantes arrits, en el más allá (Consejo CXLIV),

-para saber dominar las aguas del más allá (Consejo LVII, LXI y LXII),

-para atravesar los 21 pilones de sekht ianru, o santuario del Cielo (Consejo CXLV),

-para abrir las 4 puertas del Cielo (Consejo LXVTI y CLXXIV),

-para ser recibido en el Cielo (Consejo LX),

-para poder vivir con Ra, Dios Creador (Consejo CI, CII, CXXXI y CXXXVI),

-para poder habitar entre los grandes dioses (Consejo CIV),

-para poder habitar con los bienaventurados (Consejo CX),

-para no trabajar en el Cielo (Consejo V),

-para recibir un trono en el Cielo (Consejo XLVII),

-para ser un dios iluminador de las tinieblas, en el Cielo (Consejo LXXX),

-para ser un dios de la fertilidad, en el Cielo (Consejo LXXXVIII),
-para ser un príncipe de los dioses, en el Cielo (Consejo LXXIX).

b) Oraciones a favor de los dioses

           Destaca la Oración de Ra, dios creador:

       Yo soy Ra, que hace fuertes a quienes ama. Soy el creador del universo, que oculta el destino cósmico en un bello árbol sagrado. Yo soy el que va hacia adelante, cuyo nombre es un misterio. Yo soy el Ayer, «el que contempla millones de años». Ése es mi nombre. Yo recorro los caminos del cielo. He aquí que me ha sido otorgado el título de Señor de la Eternidad. He aquí que abro las puertas del cielo y que envío nacimientos a la tierra. Yo soy el Ayer, yo soy el Hoy de las generaciones incontables. Yo soy el que os protege todos los días de nuestra vida. Oh vosotros, residentes de la tierra y del cielo, los del norte, del sur, del este y del oeste. Algunos rayos de mi Ser llegan a vuestros pechos, pero mis formas las oculto en mí, pues yo soy aquel a quien nadie conoce. No es posible regresar a la época lejana en que el cielo fue creado por mí, en que la Tierra fue separada, en que fueron ubicados en lugares distintos los seres nacidos del cielo y los nacidos de la Tierra. Una radiación de luz fluye de todo mi Ser. Yo soy un Solitario inmerso en mi soledad. No pasa un día sin mi saludable intervención, soy el gran nudo del destino que descansa en el Ayer, y en mi mano reposa el destino del presente. Por nadie soy conocido, pero yo os conozco. Soy el Amo del Trono, libre de todo mal, que recorro los tiempos y los espacios (Oración XLII).

           Destaca la Oración de Thot, dios santificador:

       Yo soy Thot, el bienamado de Ra. Mis manos son puras y mi letra es perfecta. Odio el mal y detesto la iniquidad, y establezco por escrito la justicia divina. Yo soy el pincel con el cual el dios del universo escribe. Soy el amo de la rectitud y la lealtad, el señor de la verdad y de la justicia. Yo aniquilo la mentira y declaro la verdad ante Ra, y mis palabras tienen poder en los dos mundos. Al que vence victorioso yo lo humillo, y al débil escarnecido yo lo levanto. Yo hago llegar hasta Osiris, el Ser Bueno, yo hago penetrar a Ra en el seno de los misterios sagrados, donde los espíritus vuelven a la vida y el alma del amenti. Yo corono con el éxito todo lo que Ra emprende. Observa, yo vengo hasta ti, yo soy Thot. Yo apaciguo a Horus, yo domo a los espíritus rojos y a los demonios de la Revuelta. Yo llevo las ofrendas de los espíritus santificados. Yo abro los caminos hacia el bien. Gloria a Ra y Osiris, el Eterno y el Infinito (Oración CLXXXII).

           Destaca la Oración a Osiris, dios salvador:

       Salve, oh Osiris, el Ser Bueno triunfador, hijo de Nut y primogénito de Ra, dios antiguo. Tú eres el dueño de la Vida, el gran príncipe del Occidente y del Oriente. Tú fuiste coronado en Neminesu con la corona Atef. Tú eres el amo de la potencia del Aliento, señor de la sala de los ritos teúrgicos, amo de todas las ofrendas y de las fiestas de Djedu. A ti te santifica el sabio Thot, a ti te exalta Horus en todos los rincones del Universo, por ti Isis y Neftis unen sus esfuerzos. El Verbo sale de tu boca y da a Horus más vigor que a todos los demás. Salve, Osiris. Mira, yo me acerco a ti, y te ofrezco mis ofrendas. Yo luché contra tus enemigos, y he vengado lo que te hicieron. A medida que me levanto bajo los rasgos de mi alma, esta alma te glorifica. Salve, oh Osiris. He aquí que tu doble llega frente a ti. Tú te encuentras en paz, en tu kahotep. Yo te adoro y te abro los caminos. Salve, oh Osiris. Aquí estoy, ante ti. Pongo entre tus manos a tus enemigos, traídos de todas partes. Tú eres digno de recibir el Cetro de la Justicia y el Pedestal, que tus pies aplasta al caminar. Tú llevas a los dioses su alimento espiritual, y a los que están en las tumbas les haces llegar ofrendas sepulcrales. Oh dios poderoso. Tu inmenso poder ha quedado en las manos de los seres por ti elegidos. Tú habitas en los cuerpos gloriosos, tú reúnes los atributos de todas las divinidades. Tú voz declara la verdad, el día de las ofrendas, en las fiestas de Ugá (Oración CXXVIII).

           Destaca la Oración de Horus, protector de Egipto:

       Salve, oh Osiris, príncipe del juicio, gran divinidad. Estoy aquí, señor divino, el único digno de Ra. Sé glorificado, tú, viviendo por la verdad de la palabra. Heme aquí que llego ante ti, Yo, tu hijo Horus, que llego para vengarte. Yo traigo a la diosa de la Justicia hasta los lugares donde tú reinas rodeado de las jerarquía divinas. He vencido a tus enemigos, he consolidado y sostenido a todos los que en la Tierra participan de tu ser. Oh, Osiris, yo soy tu hijo Horus, para que tu rostro ilumine los mundos (Oración CLXXIII).

c) Imprecaciones contra los demonios

           Destaca la Imprecación contra Apofis, demonio disfrazado bajo la forma de serpiente:

       Retrocede y aléjate de aquí, oh Apopi, o serás asfixiado en las honduras del lago del Cielo, allí donde tu Padre celestial había ordenado que murieses. Aléjate del sitio donde da la luz Ra. Retrocede pues, demonio, ante los rayos de la luz de Ra. Los dioses destrozan tu pecho, la diosa Maat te impulsa lejos de su senda. Desaparece, pues, Apopi, tú que eres adversario de Ra. Desearías surcar las regiones orientales del Cielo esparciendo la destrucción entre truenos. Pero de pronto Ra abre las puertas del horizonte, en el instante mismo en que tú apareces, y te destroza y te hunde. Apopi ha sido derribado por Ra, ha sido atado y encadenado por las divinidades. Todas ellas te encadenan, y Ra está conforme. Apopi ha sido abatido, se aleja el enemigo de Ra. Tú serás eternamente emasculado, tú, Apopi, el adversario de Ra. No gozarás ya de los placeres del amor, porque Ra te detesta y ha cortado mil veces tu cara, y golpeado tu cabeza, y fracturado tus huesos y seccionado tus miembros. Él te hace retroceder, y por él has sido condenado (Imprecación XXXIX).

           Destaca la Imprecación contra Amau, demonio disfrazado bajo la forma de gato:

       Aléjate de mí, demonio Amau, pues el dios y señor de la región de los muertos te aborrece. Te conozco, te conozco, te conozco. Aléjate, demonio, no me ataques, pues soy inmaculado y me adapto a los ritmos cósmicos, no te aproximes, tú que vienes sin ser llamado. Tú no me conoces a mí, demonio, y no sabes que yo estoy salvaguardado contra tus encantamientos. Pues bien, sábelo: estoy a resguardo de tus garras, y ten por ciero que Horus cortará tus uñas. Ciertamente, ya fuiste destruido por él en Pe y en Dep, con tus filas de demonios en orden de combate (Imprecación XL).

           Destaca la Imprecación contra Sobek, demonio disfrazado bajo la forma de cocodrilo:

       Aléjate de mí, demonio con rostro de cocodrilo, y que no esté en tu mano la fulgurante llama, ni que tu veneno llegue hasta mí, ni que tu fuego me perjudique. Tú que te nutres de los que devoran las basuras, tú que persistes entre desperdicios y excrementos, tú que vives de las violencias que utilizas hora tras hora. Mírame, estoy sano y salvo, andando entre flores plenamente abiertas. Sabe, pues, que no seré entregado a ti, no lo seré. Pues mi alma está con el Padre celestial, y él nos libra de todos vosotros, demonios con forma de cocodrilo (Imprecación XXXII).

d) Conjuros para la vida social

           Destaca el Conjuro a la hora de construir una casa, en que se explica que:

       Anubis me pidió que construyera en la tierra una casa, en la zona de Kheraha, cerca del santuario de Sekhem. También me pidió que le pusiera en la puerta una inscripción, para que los que la transitaran ofrecieran libaciones. Cuando la acabé, Osiris dijo a los dioses que le rodean: «Observad aquella casa que está allí. Fue construida y santificada, está protegida por barreras mágicas; ofrecedle vuestra veneración y glorificadla, venid a ella todos los días, y renovad a sus habitantes su juventud» Yo me muevo ya por ella hacia la izquierda y hacia la derecha, y los que viven alrededor me observan y me saludan, con gritos de alegría (Conjuro CLII).

           Destaca el Conjuro a la hora de escribir los acontecimientos presentes, en que se dice:

       Oh Ayer, provéeme con tu luz. Ven sobre mí, Hoy, que has creado el Mañana. Ayer traspasé la puerta de la muerte, y heme aquí que llego hoy al final de mi viaje. Oh, poderosa diosa, ábreme la puerta de entrada del sendero. Heme aquí que escribo sobre mi enemigo y le someto; se ha rendido, y no se le dará libertad. Yo soy un escriba que, pincel en mano, anota todo lo que ocurre a mi alrededor. Guarda mi poder, oh diosa Sekhmet, y haz que yo posea, de forma verdadera, las esencias y las formas de todo lo que ocurre (Conjuro CLXXIX).

           Destaca el Conjuro para descifrar los misterios de Heliópolis, en que se dice:

       Oh, espíritus de Heliópolis. Soy el gran vidente, el sumo sacerdote de Heliópolis, el heredero de su heredero, y al que nadie sobrepasa en saberes ocultos. He cumplido ya los días en las sombras del pasado, he contactado ya con los espíritus de las épocas antiguas, he recorrido ya el amanecer y devenir de los tiempos. Ahora me adentro en la región de las tinieblas, y despojo de mi cara el velo, para ver frente a frente al Ojo centelleante que me mira. Oh vosotros, espíritus divinos de Heliópolis, sabedlo: yo os conozco. ¿Acaso no he ido más allá de todos los obstáculos, gracias a mi energía? ¿No he hablado, acaso, con los dioses? Verdaderamente os conozco, y os pido que ahora me desveléis los misterios de la hebill que luce el niño divino en la frente. Oh vosotros, espíritus divinos de Heliópolis, vosotros que sois Ra, Shu y Tefnut (Conjuro CXV).

           Destaca el Conjuro para purificar los pecados, en que se dice:

       Salve, dios grande, Señor de la verdad y amo poderoso. He llegado hasta ti para pedir perdón. Permíteme contemplar tu radiante belleza. Sé tu ensalzado, y también las 42 dignidades que te rodean, en la gran sala de la verdad. Tu eres el Señor del orden del Universo, cuyos dos ojos son las dos diosas hermanas. Es así que yo traigo en mi corazón la verdad y la justicia, porque he sacado de él todo el mal. De todo ese mal os pido perdón, de si he hecho mal a los hombres, o empleé la violencia con mis parientes, o reemplacé por la injusticia a la justicia, o frecuenté a los malos, o hice trabajar a otros para mi beneficio, o intrigué por ambición, o di malos tratos a mis servidores, o blasfemé de los dioses, o privé al pobre de su alimento, o hice sufrir a otro, o hice llorar a mis semejantes, o traté de aumentar mis dominios usurpando los campos de otros, o manoseé los pesos de la balanza y de su astil, o quité la leche de la boca del niño, o me apoderé del ganado en los campos, o pesqué peces con peces muertos, o puse obstáculos en las aguas cuando debían correr, o violé las reglas de las ofrendas de carne. Ahora, ya soy puro, soy puro, soy puro, soy puro (Papiro I Nu).

           Destaca el Conjuro a la hora de utilizar las figurillas mágicas, en que se dice:

       Oh figurilla mágica, óyeme. Como sea convocado a realizar tareas de toda índole, que no entren en mis planes, entonces, oh figurilla mágica, que posees instrumentos que yo no tengo, tú serás la condenada en mi lugar, y los vigilantes de Duat te enviarán a cultivar campos, a colmar de agua los canales, a transportar arena del este al oeste. Estate presta, y cumple mis órdenes, pues tú debes obedecer al hombre en su requerimiento (Conjuro VI).

           Destaca el Conjuro a la hora de imponer un talismán, que hay que recitar sobre una hebilla de cornalina que haya sido sumergida en ankham-agua floral, engarzada en una tablilla de madera de sicómoro. Tablilla que era a continuación puesta en el cuello del protegido, y por medio de la cual los poderes de Isis le protegerían:

       Oh Isis, que tu sangre actúe sobre esta hebilla, que actúe tu radiación, que actúe la fuerza de tu magia eficaz. Acoge bajo tu protección, oh diosa, a este espíritu, y no dejes que se le acerquen los demonios, que inspiran asco y horror (Conjuro CLVI).

           Destaca el Conjuro para resucitar un muerto, en que se dice:

       Oh dios del disco lunar, que resplandeces en las soledades nocturnas. Yo me presento ante ti, entre los moradores del Cielo que te circundan. Oh, Osiris, accede a mi voluntad y resucita a este muerto, tú que lo puedes todo en la región de los muertos y en la región de los vivos. Que se haga en cualquier lugar, y también en éste, lo que te guíe el deseo (Conjuro II).

e) Conjuros para el momento de la muerte

           Destaca el Conjuro a la hora de poner al difunto en el lecho funerario, en que se dice:

       He aquí que doy una vuelta a tu carne y consolido tus huesos. Tus miembros desparramados yo los recojo con mucho cuidado; bien custodiados están los miembros de tu Cuerpo. Anubis, el gran solitario de las colinas de Occidente, te pone de pie. Que él te dé de nuevo vigor y coloque en orden las vendillas mortuorias. Ptah-Sokari te trae los ornamentos de su templo. En tu frente se fija una diadema centelleante de blancura. He aquí que tu cuerpo se acomoda sobre tu lecho de muerte. Avanza en paz, y en paz dirígete hacia la mansión de la eternidad, hacia la morada del tiempo sin límites. Que nadie se oponga, el momento ha llegado (Conjuro CLXX).

           Destaca el Conjuro a la hora de embalsamar al difunto, recitado sobre la imagen de un dios con el brazo levantado, un corazón en su pecho y plumas en su cabeza, y con el difunto pintado con las piernas separadas (al igual que un escarabajo) y dos brazos extendidos. Todo ello pintado con polvo de lapizlázuli mezclado con líquido kami, sobre la pintura de una venda de lino:

       Salve, Osiris, padre mío divino. Aquí estoy ante ti para embalsamar los miembros de este difunto. Embalsama tú sus miembros y conviértelos en estables e inmutables, para que no sepa lo que es la putrefacción. Oh Señor de los ataúdes, que los gusanos no invadan su cuerpo, ni conozca el destino común a todos los animales y bestias creadas por ti. Licuefacta este cadáver, para que a que su alma emprenda tranquila su vuelo. Que sus huesos no se disloquen, que su carne no se pudra y llene de hedor, que sus miembros no se conviertan en líquido nauseabundo. Que este cadáver no sepa lo que es la corrupción, ni sirva de alimento a los gusanos. Es a ti a quien toca decidir mi suerte, oh Osiris, padre divino; tuyos serán eternamente los miembros de este cuerpo. Oh Kepra, dios del devenir, permanece con este cadáver para siempre, por toda la eternidad, e infunde en él la fuerza de la vida desbordante. No lo conviertas en la nada, ni apagues sus ojos, ni bloquees sus oídos al sonido de las palabras, ni separes la cabeza de su cuerpo, ni arranques su lengua. Que este cuerpo se conserve inmutable e imperecedero para siempre, y no sea destruido por toda la eternidad (Conjuro CLIV).

           Destaca el Conjuro para que le sea devuelto al difunto su corazón, recitado sobre un escarabajo de piedra ornado de cobre y decorado con un anillo de plata, que había que colocar sobre el cuello del difunto[3]:

       Que mi corazón ib llegue a mí de mi madre celeste. Que mi corazón hati me llegue y dé vida, tras mi presencia ante los jueces divinos. Oh mi corazón ib, oh mi corazón hati, salve, oh entrañas mías. Oh, tú, dios encargado de la balanza del juicio, tú eres mi Ka, pues habitas en los límites de mi cuerpo. Tú que eres la emanación de la divinidad, da forma y vida a mis miembros. Que mi corazón no sea corrompido ni repugne ante los señores todopoderosos, que rigen los destinos de los hombres. Que mi corazón no sea devorado por Ammit, cuando mis palabras sean pesadas en la balanza del juicio (Conjuro XXX).

           Destaca el Conjuro para santificar el alma del difunto, recitado sobre un manuscrito de papiro virgen, puro de toda escritura anterior, escrito con granos abut y líquido anti; un manuscrito que había que poner sobre el pecho del difunto, sin que tocara ninguno de sus miembros:

       Parecido al fénix divino, navega alma al más allá, y hacia el Oriente dirígete, igual que Osiris avanzó hacia Djedu. Abre las cisternas del Nilo, sigue los caminos de Ra. Avanza protegido por Sokari, al igual que la gran diosa en su culminación. Glorifica a Ra y únete a los espíritus que le adoran. Sé igual que esos espíritus. Que el poder mágico de Isis te santifique. Que ella enrolle tus cuerdas y rechace al cruel Apopi, y le haga volver atrás en su camino. Que Ra tienda sus brazos hacia ti, y no te rechace. Porque todo lo eres gracias a él, y puedes quedar santificado gracias a su poder (Conjuro C).

           Destaca el Conjuro a la hora de imponer al difunto la vestidura de la pureza, recitado después que el cuerpo del difunto haya sido lavado, purificado y envuelto con las vendas menkh o shesa de momia; después de haberle calzado las sandalias y cuando se le hayan untado los ojos con antimonio, y todo el cuerpo con pomada anti:

       Yo os invoco, oh gran jerarquía de los dioses, oh pequeña jerarquía de los dioses, vosotros que habitáis en el océano celeste. Dad a este difunto el sitio donde a su doble le place estar. Imponed vosotros a este difunto, oh dioses del cielo y de la tierra, esta vestidura de pureza. Dadle el vigor y la fuerza, gracias a los poderes de esa vestidura de pureza. Aniquilad con ella el mal, para que no aprese su alma. Que con ella sea reconocido como puro y casto, cuando llegue el día del juicio. Destruid con ella, oh dioses, el mal, para que se apodere de su alma (Conjuro CLXXI).

           Destaca el Conjuro a la hora de hacer las ofrendas a los dioses por el difunto (de incienso, carne, aves, pan, cerveza y legumbres), recitado sobre una imagen de la diosa Mut con tres cabezas, y dos enanos con los brazos levantados a cada lado de la estatua, con los brazos levantados. Todo ello pintado de color anti, sobre una tableta de piedra verde o sobre las vendillas ans:

       Salve, directora alada de los dioses, a quien las vendas ans han dado el poder mágico. Tú, oh diosa, que has sido coronada con las diademas del sur y del norte, soberana única de tu padre, que fuiste coronada en lugares silenciosos. Observa, mira las ofrendas sepulcrales de este difunto, que pongo en tus manos. Ponlas tú en la proa de la barca de Ra, tu padre divino, para que le sean agradables y se apiade de esta alma (Conjuro CLXIV).

f) Plegarias para la bajada al inframundo

           Destaca la Plegaria para saber responder a los dioses del inframundo, recitada con imágenes de lo que acontece en la sala de la Verdad y la Justicia, sobre una teja hecha de tierra:

       Yo os saludo, oh divinidades que habitáis en la gran sala de justicia. Yo os conozco, en verdad y conozco también vuestros nombres. No me abandonáis a la cuchilla del verdugo, no insistáis sobre mis pecados ante el dios que es vuestro Señor, haced que escuche la verdad el Señor del Universo. Porque yo hice en mi vida en la tierra todo lo que era verdadero y justo, y jamás maldije a los dioses. Mi forma de proceder era la que dictaban las buenas costumbres de los dioses, y he hecho lo que ellos aman. Di pan al hambriento y agua al que padecía de sed, di vestido al hombre desnudo y una barca al náufrago. He lavado mi pecho y lo he purificado, he purificado mi espalda y mis entrañas en el lago de Maat. Espíritus divinos, libradme, dadme protección, no me acuséis frente a la gran divinidad...

       Los dioses hablan de mí, y dicen: «Que se acerque», «¿quién eres? ¿cuál es tu nombre?».
—Flor de Olivo, ese es mi nombre.
       Saliendo del espacio, una voz me contesta «pasa». Y he aquí un pequeño bosque y, después, una ciudad. Y una voz me pregunta: «¿Qué encontraste en tu camino?».
—Un pie y una pierna.
—¿Qué les has dicho?
—Alegría y serenidad.
—¿Qué te han dado?
—Una antorcha encendida y una tablilla de cristal.
—¿Qué has hecho con esos dones?
—Los he enterrado,
al alba cerca del lago, en medio de los canales.
—¿Qué encontraste en ese lugar?
—Un cetro de piedra.
—¿Qué has hecho después de haber enterrado la antorcha encendida y la tablilla de
cristal?
—Pronuncié palabras de potencia, desenterré la tablilla, apagué la antorcha, rompí la tablilla de cristal, excavé el lago…
—Tú conoces la doble cara de la Verdad y la Justicia;
puedes franquear la puerta de la sala de Maat.
       Entonces, el cerrojo de la puerta me dijo:
—No entrarás,
si no me dices mi nombre secreto.
—Cetro de Hathor es el nombre de tu pie izquierdo, y
Corredor de Khas el de tu pie derecho.
—Me conoces. ¡Puedes pasar!
       Entonces, el guardián de la sala de la Verdad y la Justicia, me dijo:
—Yo te presentaré si me dices mi nombre secreto.
—Tú eres el que escarba las entrañas del hombre.
—Te anunciaré a la divinidad, pero dime todavía esto:
¿Quién es el dios que gobierna en esta hora?, ¿cuál es su nombre?
—¡Thot, ése es el dios!
—Atraviesa la puerta y acércate,
dijo la voz de Thot invisible. Pero primeramente dime, ¿por qué razón llegas aquí?
—Vine hasta aquí para que me anuncien.
—¿Cuál es tu condición? ¿Qué clase de hombre eres?
—Ya estoy purificado de todos los pecados.
—Te anunciaré a la divinidad
que ha de juzgarte, si me dices todavía lo siguiente: ¿Cuál es el nombre de la divinidad que está protegida por el Cielo? ¿Quién es?
—Es, ¡Osiris!
—Atraviesa el umbral. Sí, verdaderamente, podré anunciarte.
Haré llegar el pan de tu comunión, el vino de tu comunión
y todas las ofrendas sepulcrales que te destinan. Todas ellas son emanaciones de Ra (Plegaria II Nu).

           Destaca la Plegaria para no ser condenado en el tribunal de Osiris, recitada para que en el pesaje de las almas las virtudes del difunto alivien sus malos actos de la vida, y éstos no le hagan prisionero de los demonios y malos espíritus, que desean devorar su alma:

       El sacerdote dice por sí: oh vosotras, soberanas jerarquías del inframundo. Es aquí que, secundado por este difunto, llego a vosotras. Que me quede para siempre, pues, con vosotras...

       El sacerdote dice por el muerto: salve, Osiris, amo del restau, dios bueno del santuario de Abidos. Es aquí que llego ante ti, fiel de corazón al camino del bien, y con ideas nunca habitadas por el mal. Que pueda ahora presentarme ante el altar del Señor, ante el dueño de la verdad y la justicia. Que mi alma no sea rechazada por ti, y pueda yo salir de esta región de los muertos. Que pueda contemplar eternamente los espíritus divinos del cielo. Yo te saludo, oh rey del inframundo, príncipe del reino del silencio. Estoy aquí, ante ti, para que se cumplan tus deseos y las normas de tu reino. Dadme un sitio en tu reino, junto al Amo de la Verdad y la Justicia. Que pueda yo habitar en la región de los bienaventurados. Oh Thot, tú que logras que Osiris triunfe sobre sus enemigos, protégeme de mis enemigos en esta noche siniestra, en esta noche de batallas, y destruye sólo a los enemigos del Señor de los Mundos. Aboga por mí, ante los tribunales de Osiris (Plegaria XVIII).

           Destaca la Plegaria para no ser castigado con la 2ª muerte, o muerte definitiva del alma:

       Oh Thot, respóndeme, ¿qué sucedió con los condenados en otro tiempo? «Han engendrado guerras, desencadenado desastres, cometido calamidades, creado demonios, hecho estragos y destrucciones», me contesta la voz de Thot...

       Oh Thot, no encuentro aire puro para respirar, y no hay agua en este lugar. No te percibo por ningún lado, ni tampoco se adivina en las tinieblas otra cosa sino abismos y precipicios. ¡Qué oscuridad impenetrable! Mis pasos exploran con titubeos el camino y avanzo a tientas, siento a mi alrededor el paso de las almas desgraciadas. Es imposible vivir en este lugar, sin la paz del espíritu. Me falta aire y agua, y la paz en mi Espíritu...

       No seas muy duro ni muy cruel conmigo, oh Thot. Heme aquí que renuncio al alma de Seth. Observa cómo continúo siendo fiel a tu tableta, oh Thot, y estoy dispuesto a recibir la marca de tu pincel. Heme aquí que traigo tu tintero. Yo no soy, en verdad, uno de esos espíritus que preparan a escondidas la obra del mal. Que no sea hacia mí dirigido el castigo, el veredicto de la segunda y definitiva muerte...

       En verdad, siento miedo al ver el aspecto de mi cuerpo. Siento miedo, oh Osiris, padre mío. Haz por mí lo que tu propio padre Ra hizo por ti. Yo soy en verdad tu hijo, oh Ra, mi Padre divino. Tú creaste para mí la vida, la fuerza y la salud! Dadme, oh Ra, la gracia para que los días de mi vida se conduzcan hacia al seno de la beatitud y no del mal (Plegaria CLXXV).

g) Consejos para la subida al más allá

           Destaca el Consejo para la salida del alma hacia la luz del más allá, que el difunto debe llevar aprendido de memoria para recitar en caso de que, tras su paso por el inframundo, pueda salir hacia la plena luz del día, hacia el más allá[4]:

       Oh Ra, tú eres el Hoy, tú eres el Ayer, tú eres el Mañana, permaneciendo siempre joven y vigoroso. Tú eres el que, en otra época, creó a los dioses, y con tu esencia secreta nutriste a las divinidades del duat, del amenti y del cielo. Tu fulgor ilumina a todo ser resucitado, tras pasar por el reino de los muertos y ser transformado según tu voluntad. Ahora yo busco tu senda afanosamente, voy hacia su morada secreta a través de un camino que apunta al cielo, donde tú mismo eres el Señor del santuario...

       Oh Ra, tus caminos son dulces y placenteros, los caminos recorridos por tus rayos solares. Agranda para mí tus senderos luminosos, en mi vuelo hacia las regiones celestiales. Expande tu luz sobre mí y llegaré ante ti. Atravesaré las regiones del cielo a través de tu luz, que emana rayos en mi corazón. Ya llego a ti victorioso. El esplendor de tu luz es enorme en medio del magnífico ordenamiento, es el renacimiento del día, cruza el firmamento y deslumbra con sus fulgores y radiación. Ciertamente, yo soy el que estoy caminando hacia la plena luz del día...

       Cuando entres en esta ciudad celeste de Khemenu, oigo de fondo, y sepas cruzar la puerta del Este, los primogénitos de los dioses se adelantarán a tu encuentro, y te saludarán con gritos de alegría (Consejo LXIV).

           Destaca el Consejo para saber atravesar el más allá, que el difunto debe llevar aprendido de memoria, para recitar en cada momento de dificultad por el más allá, en su camino hacia el Cielo:

       Que el amplio cielo se abra ante mí, y las puertas de la tierra húmeda sean cerradas con cerrojo ante mí. Que el gran Nilo celeste se adapte a los ritmos de Ra. Otorgadme, oh dioses, poder sobre las aguas del cielo, pues el día de las tempestades en la tierra ya quedaron atrás, tras dominar el alma de Seth, nuestro adversario. He aquí que voy por el costado del camino, y por él adelanto a los poderosos dioses que van saliendo a mi paso, y tras ellos llego a otro dios fulgurante y acorazado de fórmulas mágicas, que surge en esta dificultad y cuyo nombre me pide que revele. Ciertamente, tu nombre es «dios de brazos poderosos» (Consejo LX).

           Destaca el Consejo para esquivar a los gigantes arrits en el más allá, que el difunto debe llevar memorizado y repetir 2 veces a cada uno de los arrits que le vayan surgiendo en su camino por el más allá, al mismo tiempo que le ofrece a cada uno: la cadera, cabeza y pie de toro, 4 recipientes llenos de sangre ( que no sea del corazón), 16 panes blancos, 8 panes khenfu, 8 panes hbenu, 8 vasos de cerveza, 8 celemines de grano, 4 vasos de leche de vaca, hierba y aceitunas verdes, pomada de linimento para los ojos, pomada hatet e incienso encendido:

       Al primer arrit le diré: «Cabeza hacia Abajo» es el nombre de tu guardián, «Averiguador» el de tu vigilante y «Voz Baja» el de tu alguacil. Al segundo arrit le diré: «Gloria Extensa» es el nombre de tu guardián, «Rostro del Revés» el de tu vigilante y «Amo» el de tu portero. Al tercer arrit le diré: «Come Basura» es el nombre de tu guardián, «Rostro en Vela» el de tu vigilante y «Chillador» el de tu alguacil. Al cuarto arrit le diré: «Cara de múltiples Voces» es el nombre de tu guardián, «Corazón en Vela» el de tu vigilante y «Sefialado» el de tu portero. Al quinto arrit le diré: «Come Serpientes» es el nombre de tu guardián, «Tragador» el de tu vigilante y «Cara de Hipopótamo» el de tu alguacil. Al sexto arrit le diré: «Moldeador de Panes» es el nombre de tu guardián, «Rostro Llevado» el de tu vigilante y «Guardián del Lago» el de tu portero. Al séptimo arrit le diré: «Cuchillo» es el nombre de tu guardián, «Gran Voz» el de tu vigilante y «Terror de los Demonios» el de tu alguacil...

       Salve, oh arrits, salve a vosotros que a Osiris informáis de lo que las dos tierras necesitan. Verdaderamente, yo os conozco. Pues en el seno de Osiris he purificado mi alma, y en la ciudad de Pe he recibido un cuerpo glorioso. Yo recorro la casa del horizontes, junto al resto de divinidades santificadas. Ahora soy uno de ellos, y voy navegando por el océano celeste, y estoy protegido por la barca sagrada de Ra. No os opongáis, pues, a mi avance. No alejéis de mí a Osiris, vuestro Señor (Consejo CXLIV).

           Destaca el Consejo para atravesar los 21 pilones del santuario del Cielo, que el difunto debe recitar a cada uno de ellos de memoria, si quiere ir atravesando el santuario de Sekht Ianru, o santuario del cielo, para encontrarse con Ra:

       Oh tú, primer pilón del templo divino, conozco tu nombre y al espíritu que monta guardia junto a ti. Tu nombre es «Señora de las Murallas», y el nombre del espíritu que monta guardia es «Nerau». Oh tú, segundo pilón del templo divino, conozco tu nombre y al espíritu que monta guardia junto a ti. Tu nombre es: «Señora de las Profundidades», y el nombre del espíritu que hace guardia es «Mesptaha». Oh tú, tercer pilón del templo divino, conozco tu nombre y al espíritu que monta guardia junto a ti. Tu nombre es: «Señora de la Navegación», y el nombre de tu guardián es «Bek». Oh tú, cuarto pilón del templo divino, conozco tu nombre y al espíritu que monta guardia junto a ti. Tu nombre es «Señora de las Calamidades», y el nombre de tu guardián es «Golpeaganado». Oh tú, quinto pilón del templo divino, conozco tu nombre y al espíritu que monta guardia junto a ti... (Consejo CXLV).

           Destaca el Consejo para abrir las 4 puertas del Cielo, que el difunto debe recitar para poder traspasar las 4 aberturas del cielo: la del viento norte, bajo dominio de Osiris; la del viento sur, bajo dominio de Ra; la del viento oeste, bajo dominio de Isis; la del viento este, bajo dominio de Neftis. Pues en el instante en que el muerto penetra en el Cielo, cada uno de estos vientos penetra en las ventanas de su nariz, y si no sabe contestar se quedará sin respiración:

       Aquí tenéis las palabras de Thot para pronunciarlas en cada puerta del Cielo y poder entrar a la morada de Ra. En la primera hay que decir «aquí me veis que me abro camino hacia el disco solar, donde verdaderamente Ra vive y ha muerto la tortuga». En la segunda hay que decir «aquí veis como mi cadáver se purifica, pues también los huesos de Osiris están purificados, donde verdaderamente Ra vive y ha muerto la tortuga». En la tercera hay que decir «el que habitó el ataúd no temerá el alcance del mal, donde verdaderamente Ra vive y ha muerto la tortuga». En la cuarta hay que decir «aquí veis que ya estoy protegido por Kebhsenuf, la inerte carne del difunto, donde Ra es el que vive y ha muerto la tortuga». Entonces, oíd, se descorren los cerrojos de las puertas, y puedes traspasar el umbral de Ra (Consejo CLXI).

h) Comentario del Libro de los Muertos

           La religión egipcia tenía para todo una explicación divina. En ella, la figura de Maat (diosa de la justicia), del resto de dioses y maestros de ceremonias, fueron armonizando todo contratiempo de la historia. Egipto ofició las creencias en la vida de ultratumba, la inmortalidad del alma y la otra vida más allá de la muerte. Con el tiempo, momificaron a los difuntos con esa finalidad.

           Es curioso ver cómo los mediterráneos antiguos que perdían la fe se volvían constantemente hacia los egipcios Isis y Osiris, que les prometían la inmortalidad. Y es que, en efecto, la religión egipcia tuvo siempre una atracción occidental bastante curiosa. Sin embargo, la religión egipcia fue una religión oscura y de difícil análisis actual, y con poca idea de qué es lo que pensaban exactamente los egipcios de su propia religión.

           Como consecuencia, han llegado a nosotros varias teologías incongruentes entre sí, desde nuestro punto de vista racional, aunque no desde el punto de vista del antiguo egipcio. Varias son las coordenadas:

           1º Su primitivismo. La religión egipcia presenta probablemente un legado de épocas muy primitivas. Sus dioses tienen más que ver con totemes y espíritus africanos o amerindios que con los dioses clásicos. Es probable que en un principio los dioses egipcios fueran patrones de los nomos-circunscripciones territoriales, y el sacerdote local estuviese acostumbrado a exaltar a dicho dios como el supremo. Y esto devino en que el Egipto unificado al dios, de procedencia del nomo de la dinastía reinante, acabase teniendo dioses supremos distintos, en distintas épocas[5].

           2º Su conservadurismo. Que rehusaba de forma absoluta ser adaptado a la razón. De aquí se obtenían, como consecuencia, enormes contradicciones internas, interminables número de dioses y funciones cruzadas. Todo lo cual nos hace sospechar que los egipcios no fueron capaces de controlar su religión ni reducirla a un sistema racional (como sí lo había hecho la mitología y panteón griego y romano).

           3º Su culto a Osiris. Era el único punto de la religión egipcia que ofrecía algo de coherencia, y que fue lo que atrajo a griegos y romanos posteriormente. Estos dioses prometían una resurrección en un más allá, éste último no terrible como el mesopotámico o sombrío como el grecorromano, sino completo[6]. En este punto la religión egipcia superó a las de su entorno, haciendo que el culto a Osiris e Isis perdurase hasta bien entrado el s. V a.C. y compitiese con el cristianismo (que tenía las figuras de Jesucristo y María).

h.1) Sobre los dioses egipcios

            Atón, único dios primigenio, creó el mundo a partir del caos primordial, haciendo una esfera sostenida por 9 columnas. Pero se manifestaba a sus criaturas a través de 3 emanaciones, a forma de divinidad trinitaria:

-Jeper, emanación de Atón para el amanecer,
-Ra, emanación de Atón para el día,
-Apis, emanación de Atón para el atardecer.

           A su vez Atón creó a:

-Geb, la tierra,
-Nut, la bóveda celeste,
-Shu, el aire.

           Nut y Geb tuvieron 4 hijos, que se casaron entre sí:

-Osiris, dios humano de la vegetación, e hijo primogénito de los dioses,
-Isis, diosa humana de la fertilidad, casada con el anterior y con el que tuvo a Horus (el dios halcón),
-Seth, dios humano del desierto, la guerra y prácticas sexuales heterodoxas,
-Neftis, diosa humana del bajo Egipto, casada con el anterior[
7].

           Por envidia, Seth mató a Osiris y esparció sus trozos por el Nilo. Hasta que sus hermanas recogieron sus trozos, los momificaron, hicieron resucitar a Osiris, y éste resucitado le dio a Isis un hijo. Horus, hijo de Osiris e Isis, mató a tu tío Seth, y Osiris se encargó entonces de abrir a los hombres el camino del más allá.

h.2) Sobre la maat

           Significaba orden y justicia moral, y fue el único concepto incuestionable que siempre guió y unificó a la milenaria historia de Egipto durante 3.000 años, así como el concepto que auspició la concepción atemporal de tiempo en Egipto (concepto atemporal egipcio que chocó sobremanera al clásico concepto cíclico de tiempo, o al cristiano concepto lineal de tiempo[8]).

           Y es que Egipto, país agrícola, necesitaba de un orden determinado, y que todo funcionase siempre igual. Tras el final de la inundación, por ejemplo, venía siempre el momento de las obras públicas. Y sin estas represas y cuidado de los canales, el hambre futuro estaba asegurado.

           Por otro lado, Egipto tenía distintas unidades políticas con distintas organizaciones. Y para que esto no fuese un caos, y sí ayudase al desarrollo, entre todos había que evitar el caos, independientemente de lo demás.

           El garante de la maat era el faraón, poderoso en la maat y restaurador de la maat[9] desde dos puntos de vista sociales:

-cosmológico, como responsable del orden en el mundo, de que Ra saliera o se ocultase, de las crecidas del Nilo o no[10];
-sociopolítico, como responsable de que las estructuras egipcias continuasen como en los inicios de su historia, de que Egipto estuviera libre de sus enemigos. No obstante, ello no implicaba inmovilidad[
11].

           Desde el punto de vista religioso, la maat aparece personificada en el Libro de los Muertos como la diosa de la justicia (representada con una pluma en la cabeza) en el momento de la muerte, cuando ante su pluma se pesaba el alma del difunto (llevada por Anubis, con veredicto de Thot), para obtener la eternidad o ser devorada por Ammit.

h.3) Sobre el más allá egipcio

           Los antiguos egipcios tenían propias fórmulas de enterramiento. Siguiendo el ritual del Libro de los Muertos se hacían una serie de conjuros destinados a que el alma del difunto pudiera presentarse en el más allá sin demasiadas complicaciones.

           Tras pasar ciertas puertas y ritos previos, el difunto se presentaba ante un tribunal presidido por Osiris. Allí, en una balanza, era pesado su corazón junto a Maat, la pluma de la Justicia y la Verdad. El resultado del pesaje del alma del difunto:

-si era ecuánime, permitía al alma ascender al cielo,
-si no era ecuánime, prestaba su corazón a un monstruo para ser devorado, o dejaba de existir.

           Los difuntos tenían varios tipos de alma, y necesitaban un soporte material en el mundo para existir en el más allá. De ahí la insistencia en la momificación y preservación del cuerpo, el enterramiento con todo su ajuar, y una serie de pinturas a su lado con alimentos para el más allá.

h.4) Sobre el clero egipcio

           Fue el primer estadio organizado e influyente desde los tiempos más remotos del Egipto Antiguo. Tenía su centro de operaciones en Heliópolis, Ciudad de Ra y sede del Templo de Iunu, que fue el primigenio que Dios plantó en la tierra, y del que fue creando a todos los seres de la tierra.

           El sacerdocio, en su origen no organizado sino subordinado al sumo sacerdote del dios local, fue dedicando pronto recursos considerables, llegando a convertirse en una profesión muy especializada, al servicio de los dioses estatales (Ra de Heliópolis, Ptah de Menfis, Amón de Tebas...). Ya como estado sacerdotal bien organizado, los sacerdotes fueron inventando la matemática, la medicina, la astronomía, la arquitectura y la escritura jeroglífica, así como fueron los primeros administradores del primitivo estado egipcio. De su seno salieron los sumos sacerdotes, y de entre los sumos sacerdotes salía el faraón.

           Los sumos sacerdotes fueron a la vez políticos y eclesiásticos, dirigiendo un auténtico enclave dentro del estado egipcio, y disponiendo de una serie de sirvientes:

-los que hacían las ofrendas florales,
-un jefe de camareros,
-un supervisor de su granero, almacenes y ganado,
-cazadores, campesinos, tejedores, artesanos, joyeros, escultores, carpinteros, diseñadores, archiveros y policías.

           A finales del Reino Medio los templos sacerdotales se habían constituido en un estado dentro del estado. Esto llegó a tal punto que fue realmente una de las causas de la caída del esplendor egipcio, y su entrada en el periodo de caos del III Periodo Intermedio.

           Libres de impuestos, los sacerdotes tenían más influencia sobre el faraón que el faraón sobre ellos.

h.5) Sobre las fundaciones funerarias

           Los grandes complejos funerarios faraónicos, de los cuales la pirámide era un elemento más, se sostenían económicamente mediante el concierto de un conjunto de tierras reunidas, conocidas con el nombre de fundación funeraria.

           A su vez, los cortesanos solían pedir autorización al faraón para establecer sus propias fundaciones funerarias, con el objeto de mantener el culto funerario de su mastaba. Hay que recordar que en Reino Antiguo todas las tierras de Egipto pertenecían al faraón, el cual premiaba a la burocracia concediéndole el usufructo de dichas tierras, que a su muerte revertían en él.

           Las fundaciones funerarias substraían perpetuamente tierras de las manos del faraón, e incluso permitían realizar herencias encubiertas, al nombrar los cortesanos o sacerdotes (encargados de la fundación funeraria) por herederos a sus propios hijos. A finales de la dinastía VI, 2/3 de las tierras de Egipto estaban en manos de fundaciones funerarias.

h.6) Sobre el pueblo llano egipcio

           El abismo entre élite y masas, élite de escribas y masas sin instrucción, era enorme. Diversos sabios exhortaban a no ser arrogantes por los conocimientos. Pero muy a menudo, especialmente con los oficiales de baja graduación, prevalecía la idea de que el escriba existía para guiar al ignorante como a un asno de carga[12].

           Pero el ideal expresado por los sabios en sus enseñanzas era que el oficial tenía que actuar con consideración hacia el débil y el indefenso. Si un campesino pobre se retrasa en el pago de los impuestos, “perdónale dos tercios de ellos”, decía un proverbio egipcio[13].

           La prosperidad de Egipto dependía de la agricultura. Por eso, en esta idealización rural, a los magnates les gustaba presentarse trabajando en sus campos, cultivando sus jardines, viñedos, huertos y almacenes. Se idealizaba al campesino[14]:

-atareado en los campos, en las épocas de la siembra o de la siega,
-sesteando durante el descanso del mediodía,
-echando un trago de la bota de vino,
-trabajando duramente cuando se le requería grandes esfuerzos.

Madrid, 1 septiembre 2019
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[1] Nuevo y sorprendente en Egipto es el Diálogo de un hombre con su Alma, en el que el hombre representa la buena época antigua, ordenada y piadosa. En su narración aparecen los temas más significativos de la cultura de su tiempo, como el juicio tras la muerte, la esperanza en la vida ultraterrena, el pecado y su perdón, la vanidad de las cosas de este mundo, la miseria del tiempo presente y el deseo de morir.

           Por el contrario, el alma, que sostiene las ideas nuevas con escéptica y mordaz ironía, exhorta a entregarse al goce y a olvidar las preocupaciones.

[2] Exceptuando el viaje de WANAMON, texto autobiográfico en papiro, y algunas cartas o decretos, encontrados gracias a la sequedad y desiertos egipcio, podemos decir que los egipcios no consideraban la historia como un género literario sino como exhortaciones del faraón.

[3] El Conjuro precedente fue hallado en la ciudad de Khemenu (Heliópolis Magna), a los pies de una efigie que simbolizaba al dios THOT. La inscripción, grabada en un bloque de hierro en la propia escritura de dios (en su jeroglífico), fue descubierta en épocas del faraón MENKAURA (del 2.700 años a.C) por el príncipe real HERUTATAF, con ocasión de su viaje de reconocimiento de los templos.

[4] Este Consejo también fue encontrado en la ciudad de Khemenu (Heliópolis Magna), a los pies de la estatua del dios THOT y rellena de lapizlázuli. El hallazgo fue obra del príncipe real HERUTATAF en uno de sus viajes de inspección a los templos egipcios, en tiempos del faraón MENKAURA (del 2.700 a.C). Su escriba NEKHT, que le acompañaba, consiguió descifrar su sentido oculto, y enseguida el príncipe hizo llegar su contenido al rey.

[5] Así pues, tenemos:

-en el Reino Antiguo la supremacía de PTAH de Menfis,
-en el Reino Nuevo la supremacía de AMON de Tebas.

[6] Aunque algunos textos nos sitúan el más allá egipcio como unos verdes campos de cereal en el cielo y otros como un mundo subterráneo por donde pasa el sol en su camino de su ciclo diario.

[7] SETH estaba envidioso de OSIRIS, por lo que en una fiesta le preparó una trampa y lo encerró en un arcón y lo asfixió. ISIS intentó recuperar el cuerpo, por lo que Seth lo desmembró y enterró sus pedazos por todo Egipto. Isis fue recogiendo los fragmentos de OSIRIS, lo momificó (siendo la 1ª momia), y lo resucitó, por lo que desde entonces reina entre los muertos.

[8] Según los egipcios, cuando los dioses sacaron el mundo del caos en la colina primigenia, le impusieron la MAAT (orden), con carácter de inmutabilidad y eternidad.

[9] De ahí la escasez de códigos legales, ya que la ley viene directamente del faraón o de sus representantes. Su palabra era la ley, la justicia, y los ciudadanos confiaban en su palabra.

[10] A finales del Reino Nuevo, se suceden una serie de crecidas catastróficas, y en la mentalidad egipcia, esto significaba que el faraón no estaba siendo correcto.

[11] Los faraones aparecen muchas veces estereotipados en inscripciones. Los 9 arcos del Templo de Hatshepsut, por ejemplo, simbolizaban los 9 pueblos peligrosos para Egipto.

           Desde el Reino Antiguo, en la iconografía faraónica aparece el faraón ajusticiando a los enemigos, e incluso como esfinge protectora. En la Baja Epoca, se retomara con mayor énfasis esta iconografía, ante los momentos de mayor peligro para Egipto.

[12] El visir PTAHOTEP afirmaba que un buen discurso era más raro que una piedra preciosa, aunque se desarrollara entre sirvientas y junto a las piedras de molino.

[13] En la Sátira del Comercio el escriba nos ofrece el relato del granjero que luchaba contra la sequía, la langosta, los ratones, los ladrones y los cobradores de impuestos.

[14] En el Cuento de los dos Hermanos la vida rural se nos describe fatigosa, pero digna y creadora de una paz interior, y en la que el héroe es un simple muchacho que trabaja en las tierras de su hermano. La siembra y la siega eran trabajos que, incluso los más importantes del país, esperaban poder desempeñar en los campos del más allá osiríaco, donde el trigo alcanzaba 9 codos de altura, aunque las figuras shawabti se encargarían de las más pesadas tareas de la prestación personal.