FOCIO
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Madrid, 1 septiembre 2022
Manuel Arnaldos, licenciado en Historia

a) Vida

            Nació en Constantinopla en torno al 810[1]-815[2], y murió en el Monasterio de Amoniakon el 891[3]. Era hijo de Sergio, profesor de la universidad[4] y posteriormente aspatharios (guardia personal) del palacio imperial. Y de Irene, que habría sido monja antes de casarse[5] y de tenerle de forma extramatrimonial, para desesperación de su padre[6] y de los obispos de la ciudad[7]. Una vez nacido, el abad del Monasterio de Maximine lo bautizó y le dio el nombre de Focio (lit. iluminado) diciendo: “Quizás la ira de Dios se aparte de él”[8].

            Debido a la posición social de su familia[9], tanto Focio como sus 3 hermanos obtuvieron una educación superior, y ocuparon altos cargos imperiales. Además, uno de sus tíos paternos fue el patriarca Tarasio[10], un defensor del culto a las imágenes[11]. Por todos estos vínculos, cabe considerar a Focio miembro de la aristocracia palatina bizantina, con la condición de patricio. La familia era claramente ortodoxa, y habría sufrido alguna persecución en tiempos de los iconoclastas (bajo León V, del 813 al 820).

            En cuanto a su juventud, el propio Focio dice que tuvo una inclinación pasajera por la vida monástica, pero que las perspectivas de una carrera en el mundo pronto las eclipsaron[12]. Por el testimonio de Nicetas (en su Vida del Patriarca Ignacio) sabemos que tomó la costumbre de leer todo lo que pudo, en todas las facetas del conocimiento cultural (incluida la medicina), dedicando muchas noches sin dormir a dicha tarea[13]. También leyó mucho sobre teología, como atestigua el hecho de que el 43% de sus obras sean religiosas, frente al 57% de obras laicas o paganas[14]. Una doble filiación temática que quizás tuviera que ver con las 2 bibliotecas que consultaba Focio en la capital del Imperio: la universitaria y la patriarcal.

            Una vez muerto el emperador Teófilo I (ca. 842) subió al poder como regente la pariente de Focio (la emperatriz Teodora), y Focio comenzó a enseñar en la universidad (ca. 850) y a ascender en la corte, en la que llegó a ostentar del cargo de protoasekrétis (jefe de la cancillería imperial[15]), cargo previo al patriarcado en los casos de su tío Tarasio y de Nicéforo[16].

            Como alto cargo de la corte, Focio residía en Constantinopla, pero también tuvo algunas misiones diplomáticas exteriores, como la famosa embajada “a los asirios” de Bagdad (ca. 851) junto a Constantino el Filósofo[17], como representante diplomático de Bizancio ante el califa Mutawakkil. Poco después, luchó Focio para proteger los derechos del trono ecuménico de Constantinopla, ante las interferencias del ambicioso Nicolás I en el sur de Italia, Sicilia y la península de los Balcanes.

            El 857 fue nombrado Focio patriarca de Constantinopla, tras haber sido depuesto por el nuevo emperador (Miguel III) el hasta entonces patriarca (Ignacio), y eso que era Focio una persona laica[18]. Aunque Focio accedió a ordenarse sacerdote, la irregularidad de su elección fue condenada oficialmente por Roma (ca. 863), y un nuevo emperador (Basilio I) le obligó a dimitir (ca. 867), volviendo a ser de nuevo Ignacio el patriarca[19]. Un sínodo latino del 869 condenó a Focio y se posicionó en su contra[20], mientras que un sínodo griego del 879 se posicionó a su favor, y con la venia de Juan VIII lo devolvió al patriarcado de Constantinopla.

            Entre su I y II patriarcado ejerció Focio de preceptor de los hijos de Basilio I[21], entre los cuales se encontraba el futuro emperador León VI[22]. Y entre la labor que ejerció en ambos patriarcados, cabe destacar el trabajo misionero que inició entre los eslavos, con el soporte de su pupilo León VI[23] y con la ayuda inestimable de los hermanos Cirilo y Metodio de Tesalónica. Llevó así Focio el cristianismo a Rusia, Bulgaria, Moravia, Croacia y Eslovenia.

b) Obra

            El viaje de Focio a Bagdad (ca. 851), o su inmediata vuelta, pudo ser el inicio de la escritura de la obra de Focio[24], aunque Treatgold la sitúe en el 845[25]. Ello sin descartar que su obra fuese reescrita, o al menos aumentada, durante el periodo en que Focio desempeñó su II patriarcado (879-891)[26]. Ehrhard juzga a Focio como un literato distinguido, pero no como teólogo de 1ª fila[27]

            La obra de Focio incluye escritos poéticos y en prosa, obras literarias y obras teológicas. Sus obras más significativas son Lexicon, Ecclesiastic Compendium y Myriobiblion (o Bibliotheca), que contiene los análisis literarios de 280 obras estudiadas por Focio, muchas de las cuales ya no existen. La Amphilochia es una importante colección de ensayos dogmáticos, mientras que su Mistagogia es un ensayo anti-filioque, y presenta todos los argumentos relacionados con la enseñanza sobre la procesión del Espíritu Santo solo del Padre. Su Contra Maniqueos refuta la herejía maniquea y advierte sobre los peligros que entraña para la fe ortodoxa. Aunque el Nomocanon y Eisagoge ciertamente reflejan las opiniones de Focio, y se le atribuyeron durante años, probablemente fueron escritos por sus alumnos.

            Su obra se compone principalmente de una colección de citas de los filósofos griegos y de otras fuentes. Su erudición es vasta, y probablemente no tuvo igual en su época, pero adoleció de poca originalidad (como en su controversia contra los latinos[28]) salvo en el asunto del filioque (en que parece ser más original). Su éxito como arma arrojadiza fue posiblemente mayor que su valor real[29].

c) Erudición

            Focio fue uno de los sabios más famosos de todo el Medioevo, y eso que no tuvo maestros dignos de mención[30], o por lo menos él nunca habla de ellos. Su aptitud para la oratoria fue más bien natural, debió ser extraordinaria, y su dedicación fue colosal.

            Hasta los enemigos de Focio apreciaban su innata sabiduría. Nicetas, amigo y biógrafo de su rival Ignacio, alaba la habilidad de Focio en gramática, poesía, retórica, filosofía, medicina, derecho y “en toda ciencia”[31]. Y hasta el mismo papa Nicolás I, en el calor de la lucha, escribe al emperador Miguel III: “Considera cuidadosamente como Focio puede permanecer a pesar de sus grandes virtudes y conocimiento universal”[32]. Lo que sí es curioso es que un hombre tan sabio nunca aprendiera latín. 

            Ya desde muy joven hizo el 1º esbozo de su enciclopedia Myrobiblion, y también muy pronto comenzó a enseñar gramática, filosofía y teología en su propia casa, a un número creciente de estudiantes. Lo que daba a entender que esa era una vocación literaria que Focio nunca abandonaría, aunque su carrera pública le llevase a ser un hombre polifacético de estado, con mando militar incluido.

d) Comunicación

            Por lo que puede verse de sus cartas[33], los diferentes períodos de la vida de Focio acabaron siempre con éxito, y mantuvieron todos ellos un mismo hilo comunicativo[34]. En dichas cartas no habla casi nunca Focio de literatura clásica (por ejemplo), pero las alusiones a los clásicos son frecuentes en ellas, con la habilidad de no caer en la pedantería. Son un ejemplo, pues, de que cualquier oyente se daba perfecta cuenta de que estaba ante un hombre impregnado de profunda cultura antigua, y habilísimo a la hora de transmitirla.

            Sí que estaba profundamente obsesionado Focio por las cuestiones de la gramática, lengua y estilo, y él mismo se esfuerza en transmitirlas de acuerdo a un canon persuasivo, como ve Ziegler[35]. En muchas partes hace alusión Focio a las exigencias del género, no dudando en poner de modelo de persuasión, en carta dirigida al obispo de Cízico[36], a Basilio de Cesarea y a Libanio.

            Uno de los pasajes expresivos más bellos de Focio es la carta que dirige al papa Nicolás I, en la que se lamenta de haberse apartado de la tranquila vida de la docencia. Aunque también merece la pena mencionar su carta nº 1[37] (una larga instrucción al joven rey Miguel I de Bulgaria, sobre los deberes del soberano) y su exhortación a Nicocles de Isócrates[38], para muchos el más acabado modelo de comunicación.

            Por otra parte, la longitud de sus exposiciones es extremadamente variable[39], y su temática totalmente adaptable. Podemos encontrar referencias, por tanto, tanto a la fábula de Prometeo y al Pluto de Aristófanes[40], como a Homero, a Edipo o a la Esfinge[41]. Los temas teológicos, en este proceso comunicativo, también salpicaban el contenido y el estilo de la exposición, en todas sus variantes[42].

e) Pensamiento

            Hay un dato de la personalidad de Focio que nos interesa poner de relieve: su pasión por enseñar. Pasión de la que tenemos noticia por su correspondencia al propio papa Nicolás I[43], en la que se lamenta por tener que dividir el tiempo entre sus cargos en la corte y sus alumnos. Pero ¿qué enseñaba Focio?

            Las cartas y su Amphiloquia son las que mejor responden a esta pregunta, pues en ellas nos muestra Focio que, tanto sus conocimientos como sus enseñanzas, tenían siempre un bagaje enciclopédico, con cierta obsesión por la gramática (en la que se muestra muy riguroso con los errores de lengua, y se declara aticista convencido). De esta vocación enciclopédica dio fe hasta una biografía en eslavo de los misioneros Cirilo y Metodio, en la cual se dice textualmente que “Focio estudió a Homero y la geometría, así como la dialéctica y todas las otras disciplinas filosóficas”.

            Hay que aclarar también que, a juzgar por sus propias noticias, las enseñanzas de Focio no fueron sólo de carácter privado (en círculos personales, o restringidos, o sectoriales), sino que fueron de absoluto dominio público, como se deduce de lo que cuenta Aretas de Cesarea, uno de sus discípulos mas ilustres.

            Según Focio, la autoridad política era igual a la autoridad eclesiástica en el gobierno de un pueblo, y las funciones del emperador y del patriarca eran paralelas. La teoría de Focio, conocida como Teoría del Control Dual, coloca la responsabilidad del bienestar material de los súbditos en manos del emperador, y la del bienestar espiritual en manos del patriarca. En otras palabras, el gobierno se había de distribuir por igual entre emperador y patriarca, y ambos habían de trabajar en armonía por el bien de la sociedad.

            Dentro de la Iglesia, Focio pensó que la verdadera comunión era imposible sin la coexistencia del dogma y el ethos. Sin embargo, vio la importancia de aceptar una diversidad de instituciones y costumbres eclesiásticas, bajo los efectos del Espíritu. Como resultado del trabajo misionero, surgieron nuevas iglesias eslavas que demandaban autonomía, lo que llevó a Focio a hacer cambios en las organizaciones eclesiásticas, que hasta ese momento se habían mantenido uniformes.

f) Recopilación cultural

            Fue llevada a cabo Focio a través de su Myriobiblion (o Biblioteca), en el que fue coleccionando las descripciones de los libros que él había leído, con notas y a veces copiosos extractos. Contiene 280 noticias de libros[44], que abarcan todos los temas posibles: teología, filosofía, retórica, gramática, física, medicina.... Y cita tanto a paganos como cristianos, tanto las Actas de los Concilios como las Actas de los Mártires, y todo ello sin orden preestablecido.

            Se trata de la obra más importantes de Focio, que él tituló como “Inventario y enumeración de los libros que he leído, o de los cuales nuestro querido hermano Tarasio me pidió un análisis general”[45]. Una colección de reseñas bibliográficas que ascienden a un total de 280, a excepción del códice 268 (del que afirma expresamente que no lo ha leído[46]), y que Focio va recopilando a petición de su hermano Tarasio, quien había sido enviado a Oriente[47].

            Entra en juego aquí un intenso debate en torno a 2 cuestiones, la de identificar la expedición de Focio a la corte árabe-asiria de Bagdad (pues se alega que fue en ese momento donde procedió a la redacción de la obra[48]), y la de conocer la metodología empleada (sobre si fue compuesta de memoria o no[49]). Con todo, dejamos abierta la puerta de esta interesante problemática, para quien quiera profundizar más, y pueda hacerlo a voluntad.

            Cada uno de los 280 códices de dicha Biblioteca es de extensión es variable (desde los 2 renglones hasta las 70 páginas), y su presentación sigue una pauta que se repite de manera frecuente, ya que en 1º lugar hace un resumen del texto en cuestión, para después añadir información relativa al autor (biografía) y una crítica referente al estilo[50]. Cabe destacar el magno tamaño de la obra, ya que la edición impresa de la misma ocupa aproximadamente 1.500 páginas[51], lo cual no es un dato baladí.

g) Literatura

            En lo que concierne a las obras de literatura, y dejando a un lado su inestimable labor poética[52], destaca la presencia inestimable en la Biblioteca de Focio de Plutarco, con sus biografías y ensayos (códice 216), las novelas Clitofonte y Leucipa de Aquiles (en el códice 87), y toda la obra de Luciano (en el códice 128[53]). Tampoco debemos pasar por alto su recomendación del glosario de Heladio (en el códice 145), enmarcado en un contexto de preocupación por el estilo por parte del autor[54]. Aunó también Focio críticas a los autores Demóstenes (en el códice 265[55]), Basilio Magno (en el códice 141) y Damascio (en el códice 191), y compuso con especial interés la biografía de Isidoro (en el códice 181[56]).

            Eso en cuanto a lo aportado por Focio en su Biblioteca, pues en su Lexicon (Lexeon Synagoge), compilado en gran parte por sus estudiantes y bajo su dirección[57], editó y comentó Focio los diccionarios griegos más antiguos (el Pausanias, el Harpokration, el Diogenianos, y el Aelius Dionysius)., con la intención de que sirvieran para mejor leer a los clásicos griegos. Todos ellos compuestos por Focio o bajo su dirección, salvo el defectuoso Códice Galeano[58], no suyo sino escrito hacia el 1200.

            Pero hablemos ya del Lexicon, cuya redacción se debió realizar en plena juventud, y revisar y completar durante su I patriarcado[59]. Las fuentes empleadas para su elaboración fueron abundantísimas (tales como Diogeniano, Elio Dionisio, Pausanias o Frínico)[60], aunque la parte esencial parece corresponderse con un glosario cuya autoría es atribuida a Cirilo[61].

            En lo que respecta al caso particular de Frínico, parece haber utilizado no pocas referencias extraídas de la comedia antigua y la tragedia clásica (ésta en menor medida)[62]. Por lo cual resulta acertado decir que la presente obra literaria de Focio fue una obra rica, sobre todo en la gran cantidad de literatura griega (aunque fragmentaria) que presenta[63].Como curiosidad, comentar que en la carta dedicatoria con que comienza la presente obra, aparece indicada ya la intención de Focio: “Lista alfabética de palabras que confieren particular elegancia a las composiciones de oradores y prosistas”[64].

h) Filología

            Focio creó una auténtica escuela (con sus alumnos, y él personalmente) encargada del estudio de los textos, con la misión de confirmar su autenticidad y adjuntarles una crítica a los mismos. Es lo que se desprende del códice 88 de su Biblioteca, en el que Focio se cuestiona la autoría del texto que está trabajando[65]. Se esboza así, a través de esta ingente tarea, una obra cuyo valor es, a la postre, importantísimo.

            Ya hemos comentando la preocupación de Focio por los problemas de lengua y vocabulario. Unido a esto, la gran cantidad de obras leídas (y resumidas para la Biblioteca), así como las interpretaciones sobre significados de palabras que Focio se fue encontrando, no podía por menos que cristalizar en una obra propia de lexicografía. Fue el origen del Lexicon de Focio, principal obra lexicográfica medieval sobre el griego antiguo[66], y fuente de todas las demás[67].

            Pero lo más interesante del Lexicon de Focio es la enorme cantidad de terminología clásica explicada y transmitida, aparte de rescatar cientos de fragmentos perdidos de la literatura griega[68], la mayoría todavía sin publicar y que podrían dar un vuelco a autores como Eurípides y Esquilo[69].

i) Filosofía

            En cuanto a sus propias ideas filosóficas, por las alusiones que hace Focio en su Amphilochia[70] se nos muestra partidario de Aristóteles, e intérprete para sus discípulos de sus Categorías y de las controversias respeto a los genera y los species. Así como se desprende que tiene a Platón en menos valoración, y se opone a su Teoría de las Ideas. En todo caso, era Focio un seguidor profundo de todos los filósofos griegos, y hacía leer sus obras en voz alta en todos sus círculos, y hacer constantes resúmenes de ellas.

            A lo largo de todas sus obras, Focio realiza breves referencias a autores y sus teorías filosóficas, como la hecha a Platón (en el códice 212) y al comentarista aristotélico Amonio (en el códice 187[71]). Por otro lado, dedica 2 códices al neoplatónico Hierocles (los códices 214 y 251) y uno a Diodoro de Tarso y su tratado sobre la predestinación (el códice 233[72]), para acabar referenciando a Enesidemo y su tratado a favor del escepticismo filosófico (en el códice 212), o a Nicómaco de Gerasa y su simbolismo de los números (en el códice 187[73]).

            Pero fue sobre todo en su Amphilochia donde Focio despliega toda su labor filosófica, como obra que dedica a uno de sus discípulos favoritos (Amphiloco of Cizico[74]), mientras permanecía en su exilio del 869-879. Se trata de un corpus de cuestiones filosóficas en disputa, con el que Focio analiza 324 temas de discusión[75] a través del esquema pregunta-respuesta y dificultad-solución.

            La mayor parte de las cuestiones planteadas tratan de temas religiosos[76], pero también versan sobre filosofía (sobre todo la de Aristóteles[77]) y mitología (sobre todo sobre las sibilas[78]), y algunas sobre la lengua[79]. En general, Focio aporta la visión de los padres griegos (Epifanio, Cirilo de Alejandría, Juan Damasceno...), y en especial la de Teodoreto[80]. Y siempre rezumando amor por la filosofía clásica, por sus textos y autores, como queda bien reflejado en su relativa familiaridad con Platón (cuestión 101), en su serie de comentarios alusivos a las Categorías de Aristóteles (cuestiones 137-147[81]), o en su enumeración de las profetisas sibilinas (cuestión 150).

            También aporta explicaciones a cuestiones relacionadas con el calendario romano (cuestión 242), con las distintas fechas para dar comienzo el nuevo año (cuestión 134), con lo relativo a la medicina antigua (cuestión 322[82]) o con las reglas gramaticales[83], entre otras.

j) Teología

            En cuanto a la temática religiosa presente en su Biblioteca[84], muestra Focio interés por el misterio de la encarnación (códice 222), por las enseñanzas de Cirilo de Alejandría (códice 229) y por todo lo relacionado con la herejía[85]. En todo caso, su teología se deduce del cargo que ostentó: patriarca de Constantinopla.

            Pero es en su Mistagogia (Peri tes tou hagiou pneumatos mystagonias[86]) donde muestra Focio sus principios teológicos más importantes, sobre todo en su doctrina del Espíritu Santo. Según Focio, la latina cláusula del filioque, que afirma que el Espíritu Santo procede pater filioque (lit. del Padre y del Hijo”) era teológicamente inaceptable, porque introducía un nuevo principio en la Trinidad (al hacer depender la procesión del Espíritu Santo de la procesión del Hijo), y creaba así una unión desigual.

            Hace así Focio una defensa de la única procesión del Padre (basada en Jn 15, 26), que Eutimio Zigabeno recogió en su Panoplia y que aupó a los polemistas ortodoxos contra los latinos, durante siglos[87].

            Su tratado Contra Roma como Primera Sede fue una auténtica bomba bizantina contra Roma, aunque sólo fuese la ultima parte, o suplemento, de sus Colecciones (con frecuencia escritas de forma separada). Su disertación sobre la Reaparición de los Maniqueos (Diegesis peri tes manichaion anablasteseos[88]) fue una refutación en 4 libros contra los paulicianos. Y su obrita Contra los Francos y otros Latinos, atribuida a Focio, no es auténtica[89], sino que fue escrita después de Cerulario[90].

            Entre sus homilías, Hergenrother menciona 22 sermones de Focio[91], de los que 2 fueron impresos cuando Hergenrother escribió (uno sobre la natividad de la Virgen, y otro en una dedicación de una nueva iglesia durante su II patriarcado[92]). Más tarde publicó Hergenrother 83 homilías más de Focio, de diferentes temáticas[93].

k) Historia

            La historia es un campo que también tiene cabida en la Biblioteca de Focio, con 37 códices dedicados a personajes y libros de la historia, 20 de ellos de la antigüedad[94]. Y es que “no debe olvidarse que los textos históricos ocupan un lugar de privilegio en su Biblioteca, nos recuerda Wilson[95]. Este mismo autor opina que Focio fue un lector omnívoro de la historia, tanto por su interés en autores tan anecdóticos como Memnón, como en su gran extensión, selección premeditada y narración clara y sencilla[96]. Pues para Focio la historia debía ser de fácil lectura, como bien deja claro a la hora de hablar de Arriano:

“Este autor no es inferior a ninguno de los mejores historiadores. Es excelente en su narrativa concisa y nunca compromete la continuidad de su narración con digresiones o añadidos a destiempo. Innova más en la sintaxis que en el vocabulario, pero lo hace de tal manera que su narración no podría ser más clara y vívida utilizando otro recurso”[97].

            De hecho, Focio es el único autor que nos transmite referencias completas sobre las obras perdidas de Arriano[98].

            A Herodoto y su Historia dedica Focio su códice 60, y de él dice que “introduce muchas fábulas y digresiones”, pero “con un estilo nada oscuro, sino dulcificante”. Así como termina su reseña con una anécdota apócrifa sobre Tucídides (que lloró cuando oyó una lectura pública de Heródoto), recogida, según él mismo dice, en la Vida de Tucídides de Marcelino[99].

            A Agatárquidas dedica Focio sus códices 213 y 250, y de él dice que “domina el estilo ático, proporciona muchos detalles geográficos y etnográficos[100] y crea fascinación por los personajes fantásticos que describe, si bien está falto de claridad y sobrado de detalles aburridos”. Así como aporta noticias sobre el Mar Rojo y Eritrea[101].

            A Dionisio de Halicarnaso y sus Antigüedades Romanas dedica Focio sus códices 83 y 84, y de él dice que “su estilo y dicción están marcados por la innovación, su interés por los detalles producen una cierta simplicidad en los sentimientos, y su interés por las digresiones alivian al lector del aburrimiento, refrescando y reviviendo la historia”[102]. Así como que “su estilo es más elegante pero no más agradable, no insertando nada que no sea absolutamente necesario”[103].

            A Diodoro Sículo y su Biblioteca de Historia dedica Focio sus códices 70 y 244, y de él dice que “su estilo es claro, sin adornos y admirablemente adaptado”, así como considera creíbles sus datos sobre hombres con características físicas de mujer.

            A Josefo y sus Antigüedades Judías y Autobiografía dedica Focio sus códices 47, 76 y 238, y de él dice que “mantiene un estilo de alto interés”, así como se detiene en algunas anécdotas sobre el asedio romano a Jerusalén y el cargo del sumo sacerdote de Jerusalén[104].

            A Justo de Tiberiades y su Crónica de Reyes Judíos dedica Focio su códice 33, y de él critica que “sufre del fallo común de los judíos: el no mencionar ni la venida de Cristo, ni los acontecimientos de su vida, ni los milagros realizados por él”[105].

            A Memnón y su Historia de Heraclea Póntica dedica Focio las únicas noticias que se conocen sobre él y su obra (los libros IX al XV, pues el resto ya estaba perdido), y de él dice que son interesantes sus localismos[106] y “su estilo llano, sin florituras y sin digresiones innecesarias”.

            A Apiano y su Historia de Roma dedica Focio las únicas noticias que se conocen de su obra, deteniéndose en la guerras civiles (al parecer, de una manera reelaborada[107]). Así como introduce una breve biografía que según él obtuvo de un epítome (o resumen) existente en el hoy perdido Onomatologus de Hesiquio[108].

            A Cefalión y su Historia de Asiria dedica Focio su códice 68, y de él critica que no dice nada de sí mismo, salvo que la escribió durante su exilio en Sicilia, lo cual es para Focio “un indicativo de su poco carácter”.

            A Plutarco y sus Vidas Paralelas dedica Focio tan sólo algunas reseñas, lo cual no significa que no leyera toda su obra[109], sobre todo la existente en su momento (que es la única que hoy se conserva). Así como alaba sus conjeturas y comentarios a sus personajes[110].

            A Africano y su Historia dedica Focio su códice 34, y de él alaba “su estilo conciso, que no deja nada importante sin contar”. Así como comparte con él su visión de la sucesión de imperios en Oriente[111], y de él cita algunas obras (Celti y Cartas Apologéticas) de las que no había noticia.

            A Dexipo y sus Historia tras Alejandro, Breve Historia y Escíticas (sobre los godos) dedica Focio sus códices 82 y 83, y de él dice que “su estilo está libre de redundancias, es masivo y es digno”, así como debería ser llamado un segundo Tucídides, “aunque éste escriba de forma más clara”[112].

            A Dión Casio y su Historia dedica Focio su códice 71, aunque no llegó a leer sus 80 libros sino por encima. Así como se entretiene en lo referente a Alejandro Severo, y aporta una biografía sobre el autor cuya fuente no ha llegado a nosotros[113].

            A su Herodiano y su Historia dedica Focio su códice 99, y de él dice que “no se detiene en lo superfluo, pero tampoco omite nada necesario”, resumiendo en pocas palabras que “pocos hay superiores a él en las buenas cualidades como historiador”[114].

            A Eusebio y sus Historia Eclesiástica y Apologética Cristiana dedica Focio nada menos que 9 códices, así como le atribuye un Encomio del emperador Constantino cuya autoría algunos discuten[115]. Focio elogia el estilo de Eusebio, aunque critica algunos cambios en las palabras para obtener más efecto”, así como no posicionarse sobre las opiniones de Arrio (lo cual le induce a pensar que este autor podría ser herético).

            A Praxágoras y su Constantino el Grande dedica Focio su códice 62, y se entretiene en la fundación de Bizancio (no Constantinopla) que hizo Constantino (a la que Focio llama “su propia ciudad”).

            A Teopompo y sus Filípicas dedica Focio las únicas noticias que se conocen de sus 4 libros perdidos (de los 33 que escribió), así como recoge detalles desconocidos de la vida del autor, alguno de ellos (como que él y Éforo fueron pupilos de Isócrates) absolutamente ciertos y claros[116].

            A Eunapio y su Crónica de Dexipo dedica Focio una dura crítica, por haber criticado a Constantino y alabado a Juliano, lo cual es lógico (por ser Focio cristiano, y no historiador) pero no honesto (a la hora de meterse a comentarista de la historia).

            A Olimpiodoro y su Historia de Roma dedica Focio las únicas noticias que se conocen de él y de su obra, si exceptuamos a Filostorgio y Sozomeno[117]. Pero de él dice que su obra “no merece ser clasificada como historia”[118], así como critica su falta de estilo, la sequedad del mismo, y el hecho de dividir de manera artificial su obra en libros, aumentando su extensión con prefacios y profusas dedicatorias al emperador Teodosio II”, lo cual achaca Focio a “la época época decadente en que se escribió”: el s. V[119].

l) Otras temáticas

            La participación de Focio en las discusiones políticas de su tiempo determinaron directamente el campo del derecho de los primeros gobernantes en los países eslavos (Moravia, Eslovenia, Eslovaquia, Chequia, Croacia, Serbia, Bulgaria, Rusia, Ucrania...), y contribuyeron a la formación de leyes y a la regulación de las relaciones entre los diferentes estados bizantinos.

            En cuanto a sus temáticas de derecho, el Nomocanon de Focio es el clásico código legal de la Iglesia ortodoxa. Un código que sería revisado y aumentado por los sínodos de 861 y 879, en tiempos de Focio y probablemente a instancias suyas. Destaca también en esta materia sus Exposiciones (Eunagolai kai apodeixeis akribeis[120]), una serie de preguntas y respuestas sobre puntos del derecho canónico, a forma de justificar indirectamente sus propias reclamaciones y pronunciamientos.

            Curiosamente, el área de las ciencias naturales tiene también cabida entre las lecturas de Focio, ya que en su Biblioteca da cabida a Dioscórides y su Tratado de Botánica (códice 178), a Galeno y su De Sectis (en el códice 164[121]), a Oribasio (en el códice 217), a Aecio (en el códice 221) y a Vindanio y su Tratado de Agricultura (en el códice 163[122]).

m) Ruptura con Occidente

            La controversia por el patriarcado entre Focio e Ignacio había supuesto que tuviesen que posicionarse, e implicarse, la propia corte bizantina (a favor de Focio[123]) y el propio papado romano (a favor de Ignacio[124]), con legados de ambas partes que iban y venían para condenar a Focio (los latinos) o tratar de salvarlo (los bizantinos).

            Esto provocó el inmediato posicionamiento de Focio, que por supuesto se puso de parte de la corte bizantina (de Miguel III), y en contra del papado romano (de Nicolás I). Hasta que el 867 decide llevar la guerra al campo enemigo, excomulgando al papa y a sus legados latinos bajo las razones de que éstos:

-ayunan en domingo,
-no comienzan la cuaresma hasta el miércoles de ceniza (en vez de 3 días antes, como en Oriente),
-no permiten que los sacerdotes se casen,
-no permiten que los sacerdotes administren la confirmación,
-han añadido el filioque al credo.

            Debido a esos errores, Focio declaró que el papa y todos los latinos son precursores de la apostasía, servidores del Anticristo y merecedores de mil muertes, por mentirosos y luchadores contra Dios”[125]. De repente, ese mismo año 867 Miguel III fue asesinado, y Basilio I ocupó su lugar. Focio fue expulsado del patriarcado, y poco después moriría (ca. 891), pero la semilla del cisma Oriente-Occidente ya estaba sembrada, a través del potente Partido anti-Romano que Focio había fundado, encargado de seguir negando la primacía papal y listo para la ruptura total entre Oriente y Occidente, del 16 de julio de 1054.

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  Act: 01/09/22       @fichas de filosofía            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A  

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[1] cf. Ahrweiler, H; “Sur la carriere de Photius avant son patriarcat”, en Byzantinische Zeitschrift, LVIII (1965), pp. 349.

[2] cf. HERGENROTHER, J; Photius, Patriarch von Konstantinopel, sein Leben, seine Schriften u. das griechische Schisma, Ratisbona 1869, p. 316.

[3] cf. Wilson, N. G; Filólogos bizantinos, ed. Alianza, Madrid 1994, p. 113.

[4] cf. Nogara, A; “Sergio il confessore e il codice 67 della Biblioteca di Fozio patriarca di Costantinopoli”, en Aevum, LII (1978), pp. 261-266.

[5] cf. BEKKER, E; Corpus Scriptorum Historiae Byzantinae, Bonn 1838, p. 668.

[6] Que quiso matarlo junto con su madre, hasta que según la leyenda un obispo le dijo: No puedes impedir lo que Dios ha ordenado. Cuida de ti mismo”. Su madre también soñó que daría a luz un demonio, según la leyenda.

[7] Según la leyenda, que dice además que un obispo (MIGUEL DE SYNNADA) predijo antes de su nacimiento que llegaría a ser patriarca, pero que traería tanto mal que hubiera sido mejor que no naciera. 

[8] cf. HERGENROTHER, J; op.cit, pp. 318-319.

[9] Al ser su padre hermano del patriarca TARASIO (784-806, en cuyo tiempo se celebró el CONCILIO II DE NICEA), y su madre cuñada de la emperatriz TEODORA, esposa del emperador TEOFILO I.

[10] Al que FOCIO llama patrotheios (lit. tío del padre) en sus cartas 1, 4 y 5.

[11] cf. FOCIO, Cartas, 2.

[12] cf. MIGNE, J. P; Patrologia Graeca, vol. CII, París 1868, columna 1020.

[13] cf. Smithies, A; Nicetas David: The life of Patriarch Ignatius, ed. Dumbarton Oaks Studies, Washington 2013.

[14] cf. Treatgold, W. T; The nature of the Bibliotheca of Photius, ed. Dumbarton Oak Studies, Washington 1980.

[15] cf. OikonomidEs, N; Les listes de preseance byzantines des IX et X siecles, ed. CNRS, París 1972, p. 310.

[16] cf. Lemerle, P; “Libri, studi e scelte di lettura di un dotto bizantino: Fozio, en Cavallo, g; Libri e lettori nel mondo bizantino. Guida storica e critica, ed. Laterza, Roma 1990, pp. 65-84.

[17] cf. Posadas SAnchez, J. L; La Historia antigua en la Biblioteca de Focio, en Panta Rei, XXI (2016), p. 89.

[18] cf. Serrano Aybar, C; Focio, transmisor de Cultura Clásica, en Erytheia, VI (1985), p. 230.

[19] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 231.

[20] cf. DVORNIK, F; The Photian Schism. History and Legend, Cambridge 1948.

[21] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 231.

[22] Ciertas obras consultadas cometen un error involuntario, pues nombran a LEON IV en vez de a LEON VI (a quien realmente pretenden hacer referencia).

[23] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 231.

[24] Aunque Wilson data dicha embajada durante el periodo de ausencia de FOCIO por su exilio, hacia el año 838 (cf. Wilson, N. G; Filólogos bizantinos, ed. Alianza, Madrid 1994, p. 139). Desde nuestro punto de vista, es muy difícil que, con 28 años de edad, FOCIO hubiera podido leer ya casi 300 libros, alguno de ellos con muchos volúmenes.

[25] cf. Treatgold, W. T; The nature of the Bibliotheca of Photius, ed. Dumbarton Oak Studies, Washington 1980.

[26] Por ejemplo, se han señalado evidencias de obras ya escritas, pero no publicadas, hasta el año 879. Por lo que debieron ser añadidas con posterioridad al envío de su Biblioteca a TARASIO (ca. 845) (cf. Maraglino, V; Reconsidering the date of Photius’ Bibliotheca: the biographical tradition of Gregory the Great in chapter 252, en Ancient Society, XXXVII (2007), pp. 265-278).

[27] cf. Krumbacher, K; Byzantinische Litteratur, ed. Verlag der Wissenscharften, Berlín 2017, pp. 74-77.

[28] En que se limitó a recoger las acusaciones de los bizantinos anteriores a él

[29] cf. Fortescue, A. H. T; The Orthodox Eastern Church, Londres 1907, pp. 372-384.

[30] Hergenrother, sin embargo, hacer notar que durante la infancia y juventud de FOCIO había muchos y buenos maestros en Constantinopla, y arguye que por su conocimiento exacto y sistemático de todas las ramas del saber no pudo haber sido totalmente autodidacta (cf. Hergenrother, J; op.cit, p. 322).

[31] cf. MANSI, G. D; Sacrorum Conciliorum Nova Amplissima Collectio, Florencia 1798, vol. XVI, p. 229.

[32] cf. FOCIO, Cartas, 98.

[33] Unas cartas de FOCIO de las que Migne publicó 193 (en 3 diferentes volúmenes), y Balettas editó una colección más completa (en 5 partes unificadas).

[34] cf. Balettas, J; Photiou epistolai, Londres 1864.

[35] cf. ZIEGLER, K; “Photios 13”, en Real Encyclopadie der Classischen Alterturuswissuschaft, XX (1941), columna 763.

[36] cf. MIGNE, J. P; op.cit, vol. CII, columna 861 b-d.

[37] cf. FREESE, H; The Library of Photius, vol. I, ed. McMillan, Londres 1920.

[38] cf. MATHIEU, G; BREMOND, F; Isócrates 18: a Nicocles, ed. Belles Lettres, París 1962.

[39] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 232.

[40] cf. FOCIO, Cartas, 83-85.

[41] cf. Wilson, N. G; Filólogos bizantinos, ed. Alianza, Madrid 1994, pp. 163-164.

[42] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 233.

[43] cf. MIGNE, J. P; op.cit, vol. CII, columna 597 b-d.

[44] O mejor dicho, 279 libros, porque el libro 89 se ha perdido.

[45] cf. Posadas Sanchez, J. L; “Raíces tardo romanas de la Universidad europea: la Universidad Imperial de Constantinopla”, en Bravo Castañeda, G; Gonzalez Salinero, r; La aportación romana a la formación de Europa: naciones, lenguas y culturas, ed. Signifer, Madrid 2016, p. 90.

[46] cf. Posadas Sanchez, j. l; op.cit, p. 90.

[47] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 234.

[48] cf. Hagg, T;Photius at work. Evidence from the text of the Bibliotheca”, en Greek, Roman and Byzantine Studies, XIV (1973), p. 213.

[49] cf. HAGG, T; op.cit, p. 213.

[50] cf. WILSON, N. G; op.cit, pp. 138-139.

[51] cf. HAGG, T; op.cit, p. 214.

[52] Faceta poética de FOCIO que se sale ya de los márgenes de este artículo. No obstante, la labor de Focio poeta, así como todas sus poesías, se encuentra editada en MIGNE, op.cit, volumen CII, columnas 575 a 583.

[53] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 152.

[54] cf. Ibid, p. 152. [55] cf. Ibid, p. 158. [56] cf. Ibid, p. 160.

[57] cf. Krumbacher, K; op.cit, p. 521.

[58] Un Codex Galeanus que tuvo en su poder Tomas Gale, y ahora está en Cambridge.

[59] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 237.

[60] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 136.

[61] cf. Ibid, p. 136.

[62] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 238.

[63] cf. Ibid, p. 238.

[64] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 135.

[65] Debido a que su autor no estaba claro, pues si bien era conocido el nombre y su actividad (GELASIO DE CESAREA, obispo de Cesarea), las posibilidades apuntaban a 3 hipotéticos candidatos: todos Gelasio, y todos obispos de dicha diócesis.

[66] Muy por encima de las etimologías Genuinum, Magnum, Gudianum, Symeonis...

[67] Entre las que cabe destacar:

-el Codex Galeanus, del s. XIII, llamado así por haber pertenecido a Thomas Gale, y que en la actualidad se encuentra en la Biblioteca Trinity College de Cambridge;
-el Codex Berlinensis Graecus, del s. XIII, que contiene la 1ª parte del Lexicon de Focio, y hoy se conserva en Berlín;
-el Codex Zavordensis, del s. XIII, descubierto por Lino Politis en el Monasterio San Nicolás de Zavorda (Macedonia), y que contiene el texto completo del Lexicon de Focio.

[68] Como se ve en la glosa 342-b, que recoge un fragmento perdido de SIMONIDES.

[69] Pues la última revisión de ESQUILO se remonta a la de Mette (ca. 1959).

[70] cf. MIGNE, J. P; op.cit, vol. CI, columnas 760-812.

[71] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 150.

[72] cf. Ibid, p. 150. [73] cf. Ibid, p. 150. [74] cf. Ibid, p. 167. [75] cf. Ibid, p. 167.

[76] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 233.

[77] cf. FOCIO, Amphilochia, 137-147.

[78] cf. FOCIO, Amphilochia, 150.

[79] cf. FOCIO, Amphilochia, 21.

[80] Un TEODORETO de cuyas Obras Bíblicas sólo quedan fragmentos, principalmente el Catenas.

[81] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 167.

[82] cf. Ibid, p. 168.

[83] cf. Serrano Aybar, C; op.cit, p. 233.

[84] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 147.

[85] cf. Ibid, p. 147.

[86] cf. MIGNE, J. P; op.cit, vol. CII, columnas 264-541.

[87] No voy a mencionar las obras teológicas de FOCIO, que se salen de nuestro tema. Pero se pueden leer en MIGNE, J. P; Patrologia Graeca, vol. CII, París 1868. Así como encontrar un excelente estudio que de ellas hace ZIEGLER, K; “Photios 13”, en Real Encyclopadie der Classischen Alterturuswissuschaft, XX (1941), columna 763 y ss.

[88] cf. MIGNE, J. P; op.cit, vol. CII, columnas 9-26.

[89] cf. HergenrOther, J; Monumenta graeca ad Photium eiusque historiam pertinentia, Ratisbona 1869, pp. 62-71.

[90] cf. HERGENROTHER, J; Photius, Patriarch von Konstantinopel, sein Leben, seine Schriften u. das griechische Schisma, Ratisbona 1869, pp. 172-224.

[91] cf. HERGENROTHER, J; Photius..., Ratisbona 1869, p. 232.

[92] cf. MIGNE, J. P; op.cit, vol. CII, columna 548.

[93] cf. HergenrOther, J; Monumenta..., Ratisbona 1869, pp. 62-71.

[94] cf. Posadas Sanchez, j. l; op.cit, p. 90.

[95] cf. WILSON, N. G; op.cit, p. 141.

[96] cf. Ibid, p. 141.

[97] cf. FOCIO, Myriobiblion, XCII, 73a.

[98] cf. Coppola, C; L’Historia Romana di Appiano e i Parthica di Arriano nella Biblioteca di Fozio”, en Gallo, I; Studi salernitani in memoria di R. Cantarella, ed. Universidad de Salerno, Salerno 1981, pp. 475-491.

[99] cf. Wilson, N. G; The Libraries of the Byzantine World, en Greek, Roman and Byzantine Studies, VIII (1967), pp. 53-80.

[100] cf. Sanchez Leon, M. L; “En torno a la transmisión de la obra de Agatárquides”, en Hispania Antiqua, XI-XII (1985), pp. 183-195.

[101] cf. FREESE, J. H; The Library of Photius, vol. I, ed. McMillan, Londres 1920.

[102] cf. FOCIO, Myriobiblion, LXXXIII, 65a.

[103] cf. FOCIO, Myriobiblion, LXXXIV, 65a.

[104] cf. Maas, M; “Photius’ treatment of Josephus and the high priesthood, en Byzantion, LX (1990), pp. 183-194.

[105] cf. FOCIO, Myriobiblion, XXXIII, 6b.

[106] cf. Kaldellis, A; “The Byzantine role in the making of the corpus of classical historiography: a preliminary investigation, en Journal of Hellenic Studies, CXXXII (2012), pp. 71-85.

[107] cf. Amerio, M. L; “Appiano in Fozio, en Quaderni di Storia, XXXII (2006), pp. 303-309.

[108] cf. Treatgold, W. T; The nature of the Bibliotheca of Photius, ed. Dumbarton Oak Studies, Washington 1980.

[109] cf. TREATGOLD, W. T; “Photius on the transmission of texts (Bibliotheca), en Greek, Roman and Byzantine Studies, XIX (1978), pp. 171-175.

[110] cf. SCHAMP, J; “A propós du Plutarque de Photios, en Revue des Études Grecques, XCV (1982), pp. 440-452.

[111] cf. Mendels D; “Greek and Roman history in the Bibliotheca of Photius, en Byzantion, LVI (1986), p. 197.

[112] cf. FOCIO, Myriobiblion, LXXXII, 64a.

[113] cf. Treatgold, W. T; The nature of the Bibliotheca of Photius, ed. Dumbarton Oak Studies, Washington 1980.

[114] cf. FOCIO, Myriobiblion, XCIX, 84b.

[115] cf. Wilson, N. G; The Libraries of the Byzantine World, en Greek, Roman and Byzantine Studies, VIII (1967), pp. 53-80.

[116] cf. Ottone, G; “In corsa nello stadio della storia: Eforo e Teopompo secondo Fozio”, en Parola del Passato: Rivista di Studi Antichi, LXVIII (2013), pp. 241-288.

[117] cf. Wilson, N. G; The Libraries of the Byzantine World, en Greek, Roman and Byzantine Studies, VIII (1967), pp. 53-80.

[118] cf. FOCIO, Myriobiblion, LXXX, 56b.

[119] cf. Stickler, T; Das Geschichtswerk des Olympiodor von Theben, en Bleckmann, B; Griechische Profanhistoriker des fünften nachchristlichen Jahrhunderts, ed. Steiner, Stuttgart 2014, p. 101.

[120] cf. HERGENROTHER, J; Photius..., Ratisbona 1869, pp. 165-170.

[121] cf. Wilson, N. G; Filólogos bizantinos, ed. Alianza, Madrid 1994, p. 151.

[122] cf. Wilson, N. G; op.cit, p. 151.

[123] cf. Posadas Sanchez, j. l; op.cit, p. 89.

[124] cf. HERGENROTHER, J; Photius..., Ratisbona 1869, pp. 439-460.

[125] cf. HERGENROTHER, J; op.cit, pp. 642-646.