MOGROVEJO
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Lima, 1 septiembre 2020
Carlos Aburto, doctor en Humanidades

            Abagado español del s. XVI y licenciado en Derecho por la universidad de Salamanca, perteneció Toribio de Mogrovejo a una familia leonesa de amplia base cultural, con una cuantiosa biblioteca familiar incluida[1]. Ejerció la docencia en el Colegio Mayor San Salvador de Oviedo, hasta que es nombrado inquisidor de Granada a la edad de 32 años y dirige dicho tribunal con mano fuerte, destituyendo a la mayoría de sus miembros.

            Estando en Granada fue designado arzobispo de Lima por Felipe II de España, propuesta a la que accedió tras el convencimiento al que le llevaron sus familiares, diciéndole que “si deseaba ser mártir (que es lo que él siempre decía) aquélla era una buena ocasión de serlo”. Tras recibir el diaconado y las órdenes mayores en Salamanca, así como la consagración episcopal en Sevilla, partió Mogrovejo rumbo al Perú en 1580, desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda y acompañado de un séquito de 22 personas a su servicio.

            Tras 3 meses de navegación y varias escalas[2], avistó las costas desérticas del Perú y, en lugar de seguir navegando 40 días más, decidió desembarcar en Paita, a 1.100 km al norte de la capital. Recorrió la costa peruana a pie hasta su llegada a Lima el 24 mayo 1581, entrando por el barrio de los pescadores camaroneros y llegando desde allí a la iglesia del hospital de San Lázaro. Le esperaba una extensa diócesis, vacante desde la muerte de Jerónimo de Loaysa, ocurrida 5 años antes.

a) Cuidado indiano

            El aspecto crucial del gobierno de Mogrovejo fue su política de visitas eclesiásticas[3] por toda su archidiócesis de Lima, que entonces comprendía medio territorio del Perú[4]. Todo ello a través de difíciles itinerarios y trayectos de viajes, que le obligó a atravesar desiertos, escalar montañas y pernoctar en las punas, desafiando todo tipo de peligros. Pero todo bajo una idea inquebrantable: el cuidado de los indios, sus nuevos feligreses.

            Se dice que confirmó Mogrovejo a más de 1.000.000 de personas[5], y que debió andar algo más de 6.000 km en sus recorridos, entrando en los territorios más remotos y sin exceptuar ningún tipo de montañas, así como visitando Jauja, Huancabamba, Motilones, Moyobamba... Lo cual acabó generando celos en el virrey Hurtado de Mendoza, que se quejó ante el rey Felipe II de “no haber visto jamás al arzobispo, porque no para entre los indios”.

            Como parte de su programa de visitas, fue estableciendo Mogrovejo escuelas de alfabetización y medios para la catequesis, participando él mismo en estos programas y dando muestras de un profundo celo y paciencia con los indios, como buen maestro suyo que fue.

            Invirtió muchos esfuerzos Mogrovejo en ayudar a los más pobres a través de obras de caridad, en las cuales invertía gran parte de las rentas de su diócesis e incluso en muchos casos repartió sus propias pertenencias. También ayudó de una forma peculiar al levantamiento del Hospital de San Andrés, poniendo a su servicio sanitario a su propia servidumbre.

            No obstante, no perdió nunca Mogrovejo su fuerte personalidad, sobre todo a la hora de enfrentarse al poder y en poner a éste (incluso al Consejo de Indias y al Cabildo de Lima) al servicio de los indios. Un choque con el poder civil que llevó a cabo el prelado, según su biógrafo “no por altivez ni por su grave compostura, sino por aquellos indios a quienes representaba, pues sobre sí mismo sólo decía palabras de desprecio”.

b) Dignidad indiana

            Mogrovejo no consideró a los indios herejes, sino menores de edad y neófitos. Es verdad que tuvo que esbozar ciertas pautas para extirpar sus idolatrías, así como obligarles a aprender las oraciones, aunque fuese en su propia lengua nativa. Pero todo eso lo hizo por ellos, y para que pudiesen recibir el viático y la comunión, y tuviesen pleno acceso al resto de sacramentos y privilegios de la Corona española, incluido el de plena libertad de casamiento y movimiento[6]. En ese ejercicio de deberes (y acceso a derechos) no cejó nunca Mogrovejo, obligando a sus curas a que visitasen las doctrinas (colegios) 7 veces al año, revisando su funcionamiento y a los doctrineros.

            La I Visita de Mogrovejo al Perú-1584 constituye el primer censo en la historia de Perú, pues en ella el leonés fue haciendo un inventario en cada pueblo visitado, indicando el nº de indios tributarios, el nº de viviendas y haciendas, y otros datos sobre agricultura, ganadería, costumbres...

            Tuvo también una labor destacada Mogrovejo en el funcionamiento de la Universidad San Marcos de Lima[7], a la que dotó de altura académica, profesores de Salamanca, varios Colegios Mayores anejos y los mismos privilegios que gozaban las universidades de Castilla. Así mismo, consiguió el establecimiento de una cátedra de lenguas autóctonas, obligando a todos los predicadores a su asistencia y titulación.

            Favoreció Mogrovejo el establecimiento de las casas de divorciadas, así como monasterios para monjas y el Seminario tridentino de Lima, el 1º del Perú. Una fundación y levantamiento del Seminario, el año 1591, que colmó los recelos del virrey Mendoza. Pues no sólo creaba Mogrovejo estructuras por su cuenta, sino que en este caso... ponía en su puerta principal su propio escudo de armas, y no el virreinal. El virrey envió a las autoridades a intervenir en la administración del centro, y el arzobispado contestó con una oposición tenaz, forjando así un seminario al más puro estilo tridentino.

            El extremado celo de Mogrovejo por la situación de los indios acabó irritando a las autoridades. El virrey acusó al prelado ante Felipe II de “incapaz, y de pasar todo el tiempo entre indios miserables”. La Audiencia de Lima denunció al prelado ante el Consejo de Indias por “no pagar el dinero debido a los corregidores, de sus Cajas de la Comunidad”, que era donde se guardaba el dinero procedente del tributo eclesiástico, y que según Mogrovejo debía servir para el bienestar de los indios, y no para las intromisiones y abusos de los corregidores[8]. Lo cual degeneró en una propia denuncia que hizo el obispo Mogrovejo, al enviar un Memorial a Roma con informaciones sobre las intromisiones del virrey del Perú en asuntos eclesiásticos[9].

            Otro incidente ocurrió a propósito del Cercado de Lima, cuando el virrey Mendoza decidió movilizar a los indios del barrio de San Lázaro al Cercado, sin previa autorización. El arzobispo Mogrovejo regresó entonces a la ciudad y apoyó la resistencia de los indios, provocando que fuesen devueltos a San Lázaro. Y otro incidente tuvo lugar a razón de la ley de protocolo para las ceremonias y eventos públicos. Pues el virrey dejó de asistir a la catedral por su disgusto con Mogrovejo, y en cierta ocasión que ambos fueron invitados a una ceremonia pública, el virrey había mandado colocar la silla del arzobispo detrás del dosel. Mogrovejo procedió a colocar él mismo la silla en el dosel, contestando al virrey que “bien cabemos ambos, que todos somos del Consejo de su Majestad”.

c) Cultura indiana

            Una de las claves para la introducción de la cultura local en América del Sur fue la celebración de los concilios limenses[10], que Mogrovejo impulsó con todas sus fuerzas y a los que invitó a los obispos de Quito, Charcas, Cuzco, Santiago y Tucumán. Se trataron de unos concilios que lucharon por solventar los inconvenientes, denuncias y reclamaciones presentadas por o contra los indios, así como trazar los alineamientos para la evangelización y culturización de América del Sur.

            Destacó entre ellos el Concilio III de Lima-1582, que se alargó durante largos 14 meses y que estableció los cimientos del Derecho Canónico Indiano, vigente durante más de 330 años en todo el continente americano[11], y con todo un aparato jurídico y administrativo al respecto. Elaboró en él Mogrovejo un catecismo trilingüe (en quechua, aimara y castellano), bajo la idea de forjar una “nueva cristiandad indiana”[12] y con la ayuda de los teólogos más doctos y los más expertos lingüistas[13], así como solventando las reticencias de algunos obispos sufragáneos. Impuso en él Mogrovejo la lengua aborigen como la lengua oficial para la predicación, así como decretó bajo decreto jurídico:

-la supresión del mercadeo que los clérigos hacían con los indios adoctrinados por ellos,
-la admisión a las órdenes sagradas a los indios y mestizos,
-la fundación de seminarios en todas las diócesis andinas,
-la celebración de visitas canónicas a todos los territorios eclesiásticos,
-la elaboración de sermonarios y manuales de confesión, para evitar abusos al respecto.

            El Concilio III Limense fue aprobado en Roma por el Papa Sixto V[14], y en Madrid por el rey Felipe II[15]. Y a partir de ahí comenzó su puesta en práctica, que Mogrovejo llevó a cabo de forma enérgica, a través de 13 sínodos revisivos y varios miles de km. realizados, en los que quedó zanjada:

-la prohibición de fumar para los sacerdotes,
-la reducción del número de adoctrinados por doctrinero,
-la conservación del apellido paterno, para los hijos varones,
-la conservación del apellido materno, para las hijas hembras,
-la supresión del velo femenino, que hasta entonces se obligaba a llevar a las mujeres de conducta relajada.

            Las primeras desavenencias coloniales vinieron por parte de los encomenderos, que se sintieron ofendidos por varios decretos de Lima III, que promulgaban excomuniones contra ellos. Otras nuevas desavenencias tuvieron lugar con la Audiencia de Lima y el virrey del Perú, cuando el prelado decidió convocar un IV y V Concilios de Lima, y en las que tuvo que intervenir el propio Consejo de Indias mediante cédulas reales. Y no faltaron las controversias con el propio cabildo y cargos eclesiásticos, al verse éstos en peligro de extinción si no cumplían con sus deberes, especialmente en su atención a los indios.

            Mogrovejo ejerció en todas estas decisiones y ejecuciones una fuerte mortificación sobre su cuerpo, así como una renuncia casi total al propio sueño y alimento, llevando a cabo numerosos ayunos y abstinencias. Pero lo hizo en favor de aquellos indios a los que amaba, y a los que dotó con una cultura propia y de primer nivel mundial, sin complejos respecto a ninguna otra parte del globo terráqueo. Tras una fiebre que se hizo crónica en el final de sus días y a consecuencia de las tercianas, falleció el santo en la ciudad de Saña, el 23 febrero 1606 y en plena visita pastoral.

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  Act: 01/09/20       @fichas de filosofía            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A  

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[1] Cuantiosa biblioteca que trasladó MOGROVEJO de su casa natal de Mayorga a América, una vez que el prelado decidió trasladarse allí.

[2] En una de las cuales, en Chagres (Panamá), casi perece, al ser derribado de la mula. 

[3] En las que MOGROVEJO realizó 3 visitas al Perú:

-la I Visita eclesiástica, de mayo 1584 a enero 1591,
-la II Visita eclesiástica, de julio 1593 a mayo 1598,
-la III Visita eclesiástica, de enero 1605 hasta su muerte, ocurrida en marzo de 1606.

[4] Incluyendo todo el norte del Perú, los confines de las provincias de Ica ( por la costa) y los valles de Jauja ( por la sierra), hasta el territorio de Quito y Popayán.

[5] Sin olvidar aquella confirmación que realizó en el poblado de Quivi el año 1597, a una joven llamada ISABEL FLORES, a la que confirmó con el nombre de Rosa, y que en el futuro sería SANTA ROSA DE LIMA.

[6] Derecho mediante el cual los indios podían disfrutar de plena libertad en todos los territorios de la Corona española, para casarse fuera de su ayllu.

[7] Fundada en 1551 por el arzobispo LOAYSA, como 1ª universidad del continente americano.

[8] Una denuncia que fue resuelta a favor del arzobispo MOGROVEJO, mediante una Real Cédula del Consejo de Indias que instaba al virrey del Perú (Conde de Villar don Pardo) a apoyar al arzobispo en su denuncia hacia los corregidores.

[9] Asunto que disgustó tremendamente al Consejo de Indias, quien llegó a pensar la posibilidad de llamar al arzobispo a la propia España.

[10] Siendo entre ellos los principales:

-el Concilio I de Lima-1551, impulsado por LOAYSA como primer concilio de toda América,
-el Concilio II de Lima-1567, impulsado por LOAYSA e implantador de las directrices de Trento en 250 decretos,
-el Concilio III de Lima-1582, impulsado por MOGROVEJO e impulsor de la cultura indiana americana,
-el Concilio IV de Lima-1591, impulsado por MOGROVEJO y organizador de la nueva estructura cultural local,
-el Concilio V de Lima-1601, impulsado por MOGROVEJO y expresión de la máxima cohesión colegial local.

            Unos concilios de Lima que completaron en América del Sur el impulso cultural que supuso en América del Norte:

-la Junta de México-1546, convocada por su prelado ZUMARRAGA,
-el Concilio I de México-1555, convocado por su prelado MONTUFAR,
-el Concilio II de México-1565, implantador de las directrices de Trento,
-la Junta de Santo Domingo-1576, convocada por su prelado CARVAJAL,
-la Junta de Santa Fe-1584, convocada por su prelado ZAPATA,
-el Concilio III de México-1585, convocado por su prelado CONTRERAS.

[11] Hasta la celebración del Concilio Latinoamericano de 1899.

[12] De hecho, el Catecismo Trilingüe-1582 del Concilio III de Lima fue el primer libro impreso en todo el continente americano.

[13] Como el jesuita ACOSTA.

[14] El 26 octubre 1588, mediante Bula Papal.

[15] El 2 septiembre de 1591, mediante Cédula Real.