ROUSSEAU
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San Sebastián, 1 septiembre 2023
Fernando Savater, catedrático de Filosofía

a) Vida y Obra

            Jean Jacques Rousseau nació en Ginebra en 1712, en una familia modesta y protestante de la cual recibió una deficiente educación. Su madre murió como consecuencia de su parto, y su padre tuvo que huir de Ginebra por una disputa con un militar. Su hermano mayor también desaparece, y Jean Jacques se queda solo en el mundo cuando tiene solamente 10 años, siendo confiado al cuidado del pastor Lambercier hasta 1724, fecha en la que Rousseau comienza a trabajar en diferentes oficios.

a.1) Niñez

            Fue así vagabundeando el pequeño Rousseau por distintas ciudades, hasta que con 12 años es acogido en Annecy por madame Warens, una ferviente católica que lo envía a Turín para que sea bautizado y convertido al catolicismo. En Turín se ganó Rousseau la vida al servicio de madame Vercellis, hasta los 17 años.

            Con 18 años deambula Rousseau por numerosas ciudades, dedicándose a enseñar música, hasta que un año después madame Warens le consigue un empleo en el catastro de Saboya. Allí reside durante 8 años, y es el momento en que empieza a estudiar por su cuenta música, filosofía, química, matemáticas y latín.

            Con 29 años viaja Rousseau a París para presentar un nuevo sistema de notación musical, que la Academia de París considera ni útil ni original. Y en adelante sigue viviendo de la música, dando clases, copiando partituras y componiendo óperas, a pesar que en los salones se le consideraba de inferior condición social. También conoce a Therese Levasseur, con la que mantiene relaciones estables de las que tendrá 5 hijos, todos ellos enviados a un orfanato al poco tiempo de nacer.

a.2) Juventud

            Con 32 años publica Rousseau su ópera Musas Galantes, y lee en el periódico que se celebraba un concurso de ensayos en la Academia de Dijon, cuyo tema versaba sobre si debían considerarse beneficiosas para la moral humana las artes y las ciencias. Dicho concurso lo ganó Rousseau en 1750, con el ensayo Discurso sobre las Ciencias y las Artes y con una postura pesimista que se oponía abiertamente al pensamiento de los ilustrados, pues defendía que las artes y las ciencias (fuentes de perversión y esclavitud) contribuían esencialmente a la degeneración y envilecimiento del hombre.

            El Discurso causó tantas controversias que Rousseau tuvo que abandonar su puesto, y dedicarse a trabajar como copista de música. En 1752 presenta en la corte su ópera Adivino del Pueblo, y en 1754 publica una de sus grandes obras: Discurso sobre la Desigualdad entre los Hombres, en la que lleva a cabo una dura crítica de las instituciones políticas y sociales, como grandes corruptoras de la inocencia y bondad naturales del hombre. De ella dijo Voltaire que era un libro contra el género humano, que cuando se lee entran ganas de andar a cuatro patas.

            Sin embargo, Rousseau estaba convencido del hipotético tránsito del estado natural al estado social, como una degeneración (no un progreso) proveniente de las desigualdades sociales que surgen con la propiedad privada, el derecho para protegerla, y la autoridad para que se cumpla ese derecho. Las leyes establecidas en toda sociedad son siempre leyes que defienden al poderoso y a su poder, apuntala Rousseau, frente a los no poseedores de propiedad.

            El rechazo ilustrado a sus ideas contribuyó a agriar todavía más el carácter de Rousseau, que en adelante busca tranquilidad en el retiro del bosque de Montmorency, instalándose en 1756 en la casa de campo de madame Epinay, junto con Therese y la madre de ésta.

            Al año siguiente Rousseau se enamora de la condesa Houdetot, y su mujer y protectora lo expulsan de la mansión. Rousseau sigue viviendo en el bosque, pero en una casita aparte del mariscal de Luxemburgo. Es la etapa final de su vida, y la más fecunda.

a.3) Madurez

            En 1761 escribe Rousseau su Nueva Eloísa, en la que manifiesta con toda claridad su espíritu pre-romántico. Y en 1762 publica sus 2 obras más importantes: el Contrato Social (de poco impacto, en un principio) y Emilio (o Sobre la Educación), que produce una verdadera conmoción. Una orden del Parlamento de París condena el libro a ser quemado, como obra impía por sus ideas sobre la religión natural, así como decreta la orden de detención de Rousseau.

            Rousseau se ve obligado a ir cambiando de residencia constantemente, a medida que su Contrato Social y Emilio son condenados por las autoridades de diversos lugares (Ginebra, Holanda, Berna...). Finalmente, tuvo que refugiarse en Inglaterra en 1766, invitado por el filósofo Hume. El empirista inglés pensaba que podría conseguirle una pensión del rey Jorge III de Inglaterra. Pero sus graves trastornos mentales, y el empeoramiento de sus manías persecutorias, enfrentaron a Rousseau con todos sus amigos, incluido Walpole.

            En 1767 regresa a Francia, escribe Confesiones y tiene intención de confundir a todos sus enemigos. La verdad es que nadie le hizo caso, y tuvo que recurrir a su viejo oficio de copista de música para poder vivir. Son los años en que compone los Diálogos-1775 (o Rousseau, juez de Jean Jacques) y Sueños del Paseante Solitario-1776.

            Un admirador suyo, el marqués de Girardin, le recoge en su palacio de Ermenonville, a unos 50 km al noroeste de París. Será su última residencia, ya que dos meses después, el 2 julio 1778, falleció como consecuencia de una apoplejía, si bien algunos sospechan sobre la posibilidad del suicidio.

            Rousseau se convirtió en uno de los pensadores más atípicos de la Ilustración, anticipándose a lo que sucedería pocos años después, en la Revolución francesa-1789 y en la Comuna de París (que elevó su popularidad, al considerarlo su principal fuente de inspiración). Incluso pareció también influir en el lejano Jefferson, a la hora de elaborar su Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

b) Pensamiento

            En su Discurso sobre las Ciencias y las Artes sostiene Rousseau que el desarrollo de las ciencias y de las artes (entendiendo por artes a las técnicas) ha corrompido las costumbres, haciendo perder a la gente el gusto por la libertad. E insinúa que la gentileza y los buenos modales no son más que vil adulación.

            Según Rousseau, todos los ejemplos históricos (Grecia, Roma, China, Alemania...) lo prueban: la fuerza y la virtud de los pueblos están en razón inversa de su grado de refinamiento. Pero nacidas del orgullo del hombre:

-las ciencias han alentado la ociosidad, y han destruido la moral,
-las artes se han aliado con el lujo, el cual es corruptor y económicamente ruinoso.

            En su Discurso sobre la Desigualdad sostiene Rousseau que la degeneración social era producto de las desigualdades sociales que surgen con la propiedad privada, el derecho para protegerla, y la autoridad para que se cumpla ese derecho. Y sobre todo por las leyes que establecen esa desigualdad. Esta situación no es superable, apunta Rousseau, e incluso puede ser mitigada a través de:

-una sana vuelta a la naturaleza,
-una educación que fomente la autonomía del hombre.

            En su Emilio sostiene Rousseau la creencia en la bondad natural del hombre, y que la tarea educativa ha de consistir en seguir los dictados de la naturaleza y los sentimientos naturales del amor (a sí mismo y al prójimo). Frente a la fría cultura racionalista y libresca, propone Rousseau una educación que siga y fomente los procesos naturales humanos, sin alterarlos.

            El ejemplo lo tenemos en Emilio (protagonista de la obra), que es educado en el campo (alejado de los hombres y de los libros) y que, merced a su búsqueda de libertad (el fin), encuentra en la naturaleza (el medio) su mejor maestro. El niño se formará por su propia experiencia, bajo la vigilancia de un preceptor, Hasta que el niño se sociabiliza y pierde su bondad e inocencia natural.

            La educación comprende así, para Rousseau, 3 ámbitos principales:

-la formación física,
-la formación moral,
-la formación política.

            En cuanto a los sentimientos del amor, Rousseau distingue entre:

-el amor propio, que es el que nace de la competencia con los demás,
-el amor de sí, que es la estima natural por la propia vida y la conservación, y que siempre es correcto.

            En el Contrato Social, Rousseau busca las formas de paliar la degeneración a la que nos vemos abocados en el estado social, ya que el hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado.

            Y propone la transformación del orden social desde el interior mismo de la sociedad, sin violencia y a través de un contrato que acerque a las personas a su estado natural. Se trata de un pacto entre la comunidad y el individuo, en la búsqueda de una voluntad general que sea distinta a la suma de las voluntades individuales, y que se constituya en fundamento de todo poder político.

            El objeto de dicha voluntad general ha de plasmarse un una ley, apunta Rousseau, que jamás debe apuntar a lo particular, sino siempre a lo general. Al obedecer la ley, el ciudadano es libre, y al entregar toda su persona a la voluntad general, no se pone bajo algo que es extraño a sí mismo. En consecuencia, toda elección equivocada, o aquella que no esté de acuerdo con la voluntad general, habrá de ser considerada como elección no libre, porque en ella el individuo no se ha liberado de su querer particular.

            El Contrato Social termina con un capítulo Sobre la Religión Civil, sobre una nueva religión cuyos dogmas refuerzan en el ciudadano el cumplimiento de sus deberes sociales. Es en lo que ha de estar interesado el estado, y sobre todo el soberano.

            Según Rousseau, la razón nos lleva al conocimiento del Creador, aunque no podamos conocer su naturaleza. Y si existe el mal en el mundo, no es culpa del Creador, sino de la libertad humana. Frente a la realidad del triunfo de la injusticia en el mundo, Rousseau postula la inmortalidad del alma. Propone así Rousseau una religión natural, y no sólo civil, en que Dios sea anunciado por un sentimiento interior. Pero nunca una religión revelada, por interponer libros, sacerdotes y ritos entre el hombre y Dios.

c) Antropología

            En su Discurso sobre las Ciencias, comienza fustigando Rousseau la hipótesis mantenida por Hobbes de un estado de naturaleza en el que el hombre estaba en guerra contra el hombre, siendo cada uno enemigo del otro y viviendo todos en el miedo, la desconfianza y el terror.

            Frente a dicha tesis, Rousseau sostiene la creencia en la bondad natural del hombre, y concibe que el estado natural del hombre, antes de surgir la vida en sociedad, era bueno, feliz y libre. El buen salvaje vivía independiente, guiado por el sano amor a sí mismo.

c.1) Hombre natural

            Uno de los principales preceptos que presenta Rousseau es que el ser humano es bondadoso por naturaleza, y no tiene maldad hasta que la sociedad quien le corrompe. Como escribió en 1754:

El primer hombre que, habiendo hallado un pedazo de tierra, dijo "esto es mío", y encontró que la gente era lo suficientemente ingenua para creerle, ese hombre fue el verdadero fundador de la sociedad civil. De cuántos crímenes, guerras y asesinatos, de cuántos horrores y desgracias podría haber salvado nadie a la humanidad, tirando de las estacas, o llenando la zanja, y llorando a sus compañeros: cuídate de escuchar a este impostor; estás perdido si olvidas que los frutos de la tierra nos pertenecen a todos, y la tierra a nadie.

            A este ser primitivo lo llamó Rousseau hombre natural”, y a su forma de vivir estado natural”, la cual situó muy por delante (en importancia) de su estado o situación de sociabilidad. En concreto, se trata de un ser humano:

-en su esencia más profunda,
-sin razón y sin predisposiciones,
-que responde a la compasión, limitado por la piedad,
-que se mueve por amor a sí mismo, buscando la auto-conservación.

            Se trata de un ser transparente, sin segundas intenciones, con mucha inocencia y sin conocimiento del concepto de moralidad, que vive lleno de felicidad y está dispuesto a convivir de forma pacífica con todo lo que le rodea. No está predispuesto a actuar de forma maligna, es independiente y libre a la hora de hacer sus propias elecciones, y presenta una libertad tanto física como en el ámbito de la conciencia.

            Rousseau afirmó que el estado del desarrollo humano asociado, al que llamó estado salvaje (de donde provendría su concepto de “buen salvaje”), era el mejor o más óptimo, entre el extremo de los brutos animales y la decadente civilización. Sobre todo porque era el estado adoptado por esa persona en específico, con relación a su situación actual (como bien explicará Rousseau en sus Confesiones).

c.2) Hombre social

            Además del hombre natural, Rousseau indicó que existe un hombre histórico, que corresponde a aquel ser humano que vive y se desenvuelve dentro de una sociedad. Se trata de un hombre que se generó como consecuencia del surgimiento de 2 conceptos impensables en el estado de la naturaleza, y a la vez esenciales para el estado social: el poder y la riqueza.

            Para Rousseau, el hecho de vivir dentro de una sociedad, con sus características específicas, implica que el ser humano puede desarrollar sus capacidades cognitivas, como la imaginación, el entendimiento y la razón. Pero también implica que necesariamente se tornará maligno, perdiendo la bondad que tenía originalmente.

            Y esto porque, en dicho contexto de sociedad competitiva, el hombre se vuelve competitivo, y empieza a ir en busca del mero beneficio propio, en lugar de buscar generar armonía en su entorno. Empieza a cultivar egoistamente un amor propio desfavorable (para el resto de los hombres), y acaba a moviéndose tan sólo bajo el egocentrismo.

            Como consecuencia de esta opresión social generalizada, el hombre vive una opresión constante, que le impide disfrutar de una real libertad. Es decir, que bajo el contexto del estado social, el hombre pasa a vivir como un esclavo, y la capacidad del ser más fuerte es la que tendrá más preponderancia.

            En general, las actitudes déspotas de este ser histórico no salen a la luz de forma evidente, sino que se van encubriendo bajo la herramienta del comportamiento social, en el cual tiene amplia participación la educación.

            Al mismo tiempo, dado que el comportamiento social se encarga de esconder las verdaderas intenciones de los hombres, no es posible comprender realmente cuál es el nivel de corrupción de este hombre social, para poder así reconocerlo y hacer algo positivo al respecto.

d) Educación

            En su Emilio sostiene Rousseau la creencia en la bondad natural del hombre, luego la tarea educativa consistiría en seguir los dictados de la naturaleza, y los sentimientos naturales del amor a sí mismo y del amor al prójimo. Se trata, por tanto, de una educación natural, basada en la investigación amplia sobre la esencia del ser, y no sobre elementos tradicionales que plantean estructuras sociales aprendidas.

            Una educación cuyo proceso ha de llevarse a cabo mediante la experiencia del mundo, partiendo de los sentidos. Es decir, se ha de poner al niño en contacto directo con las cosas, de manera que la sensación y la experiencia sean las únicas fuentes de conocimiento en los primeros años de su vida.

            En este sentido, para Rousseau son muy valiosos los impulsos primarios y espontáneos que tienen los niños al estar en contacto con la naturaleza. Y esos impulsos serían los mejores indicadores de cómo debe comportarse en su afán por rescatar su esencia natural.

            Y esto porque dichos impulsos han sido censurados frecuentemente por la educación formal, con la que se ha tratado de enseñar a los niños de forma prematura, para desarrollar su inteligencia y prepararse para las labores que se supone tendrán en la adultez. Frente a este tipo de educación formal (o educación positiva), Rousseau postula una educación negativa, consistente en preservar al niño del vicio y del error, más que en enseñar la virtud y la verdad.

            En un siguiente momento, el camino educativo ha seguir ha de adentrarse en la educación intelectual, cuyo método es semejante:

-hay que inculcar al niño esas ideas,
-orientando su interés y atención hacia ellas,
-de manera práctica,
-sin pretender darle razones que no entiende.

            Por último, Rousseau plantea la educación moral del individuo, capaz de desarrollar y desplegar las pasiones y sentimientos naturales del hombre, comenzando por la voz de la conciencia y como fruto de la doble relación del hombre consigo mismo y con los demás.

            En resumidas cuentas, Rousseau plantea impartir una “educación negativa”, a través de la cual promover el desarrollo de los sentidos y la evolución de los primeros impulsos naturales. Pero para ello es necesario fortalecer el “órgano del saber” (en este caso, los vinculados a los sentidos), para luego poder desarrollarlo a su máxima expresión y así generar un escenario que permita que la razón evolucione en armonía con los impulsos primitivos. Veamos las 4 fases del proceso educativo de Rousseau:

d.1) Educación del cuerpo

            Es la 1ª fase educativa de la persona, que ha de promoverse entre los años 1-5 del niño. Y su finalidad es propiciar en el niño un cuerpo fuerte, sin mencionar para nada los aspectos de aprendizaje cognitivo, sino concentrándose tan sólo en el conocimiento de sí mismo.

d.2) Educación de los sentidos

            Es la 2ª fase educativa de la persona, que ha de desarrollarse entre los años 5-10 del niño. Y su finalidad es hacer consciente al niño del mundo que le rodea, por medio de lo que perciba a través de sus propios sentidos. Se ha de buscar, por tanto, un acercamiento y conocimiento de la naturaleza. Y un entrenamiento de los sentidos del niño, de forma que pueda luego hacer uso de estos de la forma inconsciente.

            Este aprendizaje ayudará al niño a despertar y estimular su curiosidad, y a demostrar interés por lo que le rodea, haciendo de él una persona despierta e indagadora. Así mismo, esta enseñanza acostumbrará al niño a obtener conclusiones coherentes y justas por sí mismo, basándose en lo que perciben sus sentidos y en sus propias experiencias. De forma que va cultivando la razón.

            Se trata de un fase educativa sin participación del maestro, salvo en los casos de tener que una guía de referencia. En este último caso, sin participación evidente o directa del maestro en el proceso, pues el objetivo principal es que el niño vaya acumulando experiencias y aprendiendo de estas por sí mismo.

            Se trata de un escenario sin enseñanza de la escritura, dado que Rousseau considera más importante desarrollar la curiosidad y el interés que imponer una actividad. Un niño que cultive el interés y el deseo por indagar, asegura Rousseau, “podrá obtener herramientas (como la lectura y la escritura) por sus propios medios”.

            Del mismo modo, se trata de un proceso sin amonestaciones por las actividades mal realizadas o mal enfocadas, pues el conocimiento de lo que es correcto, y de lo que no, debe llegar por medio de la experiencia propia.

d.3) Educación del pensamiento

            Es la 3ª fase educativa propuesta por Rousseau, que ha de llevarse a cabo entre los años 10-15 del joven. Y su finalidad es alentar al joven a alimentar su intelecto, despertando sus intereses y acostumbrándolo a indagar y obtener conclusiones propias basadas en sus experiencias personales. La idea es que el joven puede acceder por sí mismo a los conocimientos del intelecto, sin necesitar de tutores que se los impartan a través de sistemas formales.

            A pesar de que hasta este momento el joven no cuenta con esos conocimientos básicos (como leer y escribir), la predisposición a aprender, y el entrenamiento que ha tenido en instruirse a sí mismo, harán que el aprendizaje de estas competencias sea mucho más rápido. Es decir, que el joven aprenderá por su innato deseo de aprender, y no porque un sistema lo empuje a ello (a través de la memorización mecánica o estándares sociales, que no llegar al hecho mismo del aprendizaje).

            Para Rousseau, es fundamental que los conocimientos de las ciencias naturales, como las matemáticas y la geografía, vayan siempre acompañados del aprendizaje de sus actividades manuales paralelas, como el caso de aprender el oficio de trabajar en la madera al mismo tiempo que se aprende la estructura de un árbol.

d.4) Educación de la moral

            Es la 4ª fase del proceso educativo de la persona, que ha de ser ofertada entre los años 15-20 del joven. Y su finalidad es alentar al joven a llevar a cabo una reflexión profunda sobre los conocimientos religiosos, y sobre cuáles son las relaciones que existen entre cada individuo y su entorno, obteniendo unas consecuencias que puedan prolongarse durante el resto de su vida.

            Para Rousseau, es fundamental que este conocimiento moral y religioso llegue al joven cuando tiene al menos 18 años, pues es en este momento cuando podrá comprenderlos verdaderamente, y no tendrá el riesgo de adquirirlos de forma abstracta.

            Rousseau considera que las etapas anteriores han preparado al joven para este momento, pues hasta ahora se ha conocido a sí mismo, y a partir de ahora ha de reconocer al prójimo. De igual forma, al haberse acercado antes a la naturaleza, ha desarrollado una especie de admiración por un ente superior, y ese tipo de admiración podrá seguir teniéndolo en el mundo social, si vincula este sentir con la religión.           

e) Política

            La última de las alternativas que expone Rousseau para su estado social es la opción por el carácter político de las personas, o con énfasis en el ciudadano. Fue la propuesta que hizo en su Discurso sobre la Desigualdad y el Contrato Social, y con ello critica a aquellos que reconstituyen un estado de naturaleza ficticio para justificar la sociedad de desigualdad que pretenden establecer.

            Se está refiriendo, por supuesto, a:

-Hobbes, el cual presentaba el estado de naturaleza como un estado de guerra”, porque lo que le importaba en el fondo era legitimar la monarquía absoluta[1],
-
Locke, el cual imaginaba al hombre natural como un propietario, a fin de fundar en la naturaleza y en la razón un estado liberal de propietarios[2].

            Rousseau es perfectamente consciente del carácter hipotético de su propia descripción del estado de naturaleza, como algo verosímil pero sin fundamento histórico. Y por eso, si en el Emilio ha tratado de educar a la persona conservando en ella toda la bondad natural del hombre, en el Contrato Social manifiesta otra manera de paliar la degeneración a la que nos vemos abocados en el actual estado social, bajo la máxima de que el hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado.

            Es decir, los hombres deben establecer un nuevo contrato social, que los acerque a su estado natural. Un contrato bajo forma de pacto de la comunidad con el individuo y del individuo con la comunidad, desde el que se pueda generar una voluntad general que sea:

-distinta a la suma de las voluntades individuales,
-el fundamento de todo poder político.

            La soberanía ha de emanar, por tanto, de esa voluntad general, a forma de soberanía estatal. Y la libertad individual ha de constituirse, a través de la voluntad general, en una libertad civil igualitaria.

            A diferencia de Locke, Rousseau no distingue entre unos derechos que se entregan y otros que se conservan, y por eso viene a defender una enajenación total, capaz de fundamentar la igualdad y la seguridad. De esta manera, la igualdad no será la de los despojados, sino la de los asociados.

            Con respecto a la libertad, ya hemos dicho que el hombre libre es aquel que sólo obedece a sí mismo, y por eso en el estado de naturaleza todo hombre es libre. Pero en el estado de sociedad, una vez realizado el contrato social, todo asociado está sujeto a la voluntad general. En pura lógica, el asociado únicamente será libre si la obediencia a la voluntad general equivale a la obediencia a sí mismo.

            Con respecto a la servidumbre, ya hemos dicho que ésta consiste en estar sometido a una voluntad particular distinta de la de uno mismo. Pero si la voluntad de uno mismo es hacer un contrato social, y asociarse a la voluntad general, por consecuencia aparece inmediatamente un nuevo ser: la comunidad. El término fue usado por Montesquieu en su Espíritu de las Leyes, y va a ser la clave de la política rousseana.

            Este nuevo ser está pensado con categorías personales. Es decir, es un yo común, que tiene su vida propia y propia voluntad. Una voluntad común que, llamada voluntad general, ha de ser distinta:

-a la voluntad de cada individuo en particular,
-a la simple suma de todas las voluntades particulares.

            La voluntad general es una facultad propia del cuerpo colectivo, consistente en el deseo colectivo, permanente y racional de realizar todo lo que vaya en interés de la comunidad. Su objeto, por tanto, es el bien común, razón de ser de dicho cuerpo colectivo. La voluntad general es, por definición, justa. Pero su formación puede ser viciada, y la mayoría puede equivocarse.

            El objeto de la voluntad general es la ley, que jamás debe apuntar a lo particular, sino siempre a lo general. Y es propio de la soberanía, indivisible e inalienable, elaborar esa ley general. Al obedecer la ley general, el ciudadano es libre.

            Rousseau concibe la libertad como la facultad, propia de cada humano, de hacer predominar su voluntad genérica sobre su voluntad particular. La elección equivocada, o aquella que no está de acuerdo con la voluntad general, es una elección que no merece el calificativo de libre, porque es una elección en la que el individuo se ha dejado arrastrar por lo superficial, lo caprichoso o lo episódico. Su voluntad no es libre porque no se ha liberado del querer particular.

            Bajo la luz de dicha consideración, es donde cabe interpretar la conclusión que ofrece Rousseau: al individuo que se niegue a obedecer la voluntad general se le obligará a ser libre[3]. Es decir, habrá que obligar a asociarse a la comunidad.

e.1) Contrato estatal

            La noción de contrato social había sido propuesta ya por los ingleses Hobbes y Locke, aunque el significado que le dio Rousseau fue diferente, según expuso en su Contrato Social-1762.

            En líneas generales, Rousseau no consideraba válido un contrato o pacto que estuviera basado en la obligación, dado que en el mismo instante en el que hay coacción se pierde la libertad, la cual forma parte fundamental de los principios naturales a los cuales el hombre debe regresar. Es decir, que dicho contrato social ha de tener como base la libertad del individuo, sin presuponerla frente a la superioridad del orden político y social establecido.

            La idea de Rousseau era pasar de la libertad individual de cada persona a una libertad de carácter político y civil. Lo más importante es que los individuos puedan encontrar una manera de asociarse, por medio de la cual se obedezcan a sí mismos y a nadie más, manteniendo su libertad.

            A través de esta vía, los hombres ofrecen un sometimiento voluntario al orden establecido, buscando el bienestar de la comunidad y no únicamente el suyo. En este contexto, Rousseau introduce el concepto de voluntad general.

            Por otro lado, esta voluntad general no corresponde a la suma de las voluntades individuales de todas las personas (o voluntad de grupo), sino que surge de las conclusiones generadas por las asambleas de ciudadanos.

            Existe un sometimiento al orden establecido, por tanto, pero solamente a las normas y a los órdenes que los mismos individuos han generado en esta asociación, de forma racional y buscando el consenso. Es decir, que no se trata de una participación basada en la imposición.

            Así mismo, el reconocimiento de los semejantes es uno de los pilares fundamentales de este contrato, dado que todos los miembros de la sociedad comparten los mismos derechos y deberes.

            Para Rousseau, la implementación de este contrato social es la única forma a través de la cual será posible vencer las injusticias y las maldades que han traído los modelos anteriores, y lo único que busca es la trascendencia y felicidad del ser humano.

f) Teología

            Rousseau incluye en el Emilio un relato, la famosa Profesión de Fe del Vicario Saboyano, sobre un pobre y honrado eclesiástico católico, que ayuda a un joven vagabundo (cuyos datos biográficos reflejan al propio Rousseau) y al que confía sus más íntimas convicciones religiosas y morales. Se trata del más famoso manifiesto de religión natural.

            En la 1ª parte de dicha Profesión, Rousseau comienza diciendo que la razón nos lleva al conocimiento del Creador, aunque no podamos conocer su naturaleza. Y frente a la negación de Dios por la presencia del mal en el mundo, el pensador suizo recuerda que es la libertad humana la causa del mismo.

            Frente a la realidad del triunfo de la injusticia en el mundo, Rousseau postula la inmortalidad del alma, pues todas estas ideas no son producto de un razonamiento riguroso y apodíctico, sino que se encuentran en el fondo de nuestro corazón.

            La 2ª parte de la Profesión está dedicada a rebatir las religiones reveladas, en su pretensión de monopolio de la verdad. Y viene a defender las diversas religiones con expresiones sociales concretas, las derivadas de la única religión natural, y las religiones culturales.

            En la religión natural profesada por Rousseau, Dios es anunciado por un sentimiento interior, y se manifiesta en sus obras. Y el culto esencial es el culto del corazón. Por ende, las religiones reveladas son violentas por interponer libros, sacerdotes y ritos entre el hombre y Dios.

            No cabe para Rousseau, por tanto, el materialismo y el ateísmo de los enciclopedistas, que disolvía la libertad del individuo en cadenas de determinaciones causales, y que hacía imposible la fundamentación de la moral. Ello puede ser interpretado como un cierto regreso a una moral del sentimiento, de cierto corte agustiniano o pascaliano.

            Es aquí donde entra en juego la utilidad de la religión, por su aporte a la sociedad. O lo que en su Contrato Social definirá Rousseau como religión civil: una nueva religión, cuyos dogmas refuercen en el ciudadano el cumplimiento de sus deberes en cuanto tal.

            Esto es lo que únicamente interesa al estado sobre la religión, y su aplicación ha de entrar dentro de las competencias del soberano. Las opiniones religiosas que estén más allá de esta esfera de utilidad no competirán al estado, y por consiguiente serán guardadas por cada individuo para su intimidad. Se trata de una profesión de fe que obliga al ciudadano, pero sin forzar su libertad interior.

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  Act: 01/09/23       @fichas de filosofía            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A  

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[1] HOBBES sostenía en su Leviatán-1651 que el estado de la naturaleza era más bien un escenario de caos y violencia, y que era a través de la aplicación de una fuerza mayor como los seres humanos podían superar ese estado violento.

            Esta noción se fundaba en la idea de que la naturaleza se basa principalmente en el sentido de conservación. Por lo tanto, dado que todos los seres humanos provenimos de la naturaleza, y albergamos ese principio básico, la búsqueda de la auto-conservación sólo genera violencia y enfrentamientos.

            Al no existir un orden natural que regule este comportamiento, Hobbes consideraba necesaria la creación de un orden artificial, encabezado por una autoridad que gozara del poder absoluto. Luego los seres humanos deben renunciar a su libertad (que forma parte de ellos, de forma natural), y cederla a una figura que represente la autoridad. En caso contrario esa naturaleza llevaría irremediablemente a los conflictos.

            Lo principal de este planteamiento es que el contrato social se basa en la sumisión, lo cual elimina de inmediato el carácter consensuado del pacto, y plantea un contexto más bien de coacción.

[2] LOCKE sostenía en su Ensayos sobre el Gobierno Civil-1690 que el ser humano era naturalmente religioso, y que esa religión era en esencia cristiana. Esta esencia implica que el ser humano pertenece a Dios, y no a los demás humanos. Por lo cual el hombre goza de libertad, y tiene el deber de proteger tanto su propia vida como la de sus semejantes.

            En vista de esto, para Locke no era necesaria una comunidad como tal. Sin embargo, indica que en algunos casos puede ocurrir que existan hombres que no estén dispuestos a cumplir con estos derechos y deberes naturales, o que se presenten conflictos en los cuales sea complicado encontrar una solución. Por ello, establece Locke la necesidad de crear un contrato que busque únicamente resolver ese tipo de situaciones, a través de la existencia de una figura de autoridad.

            Las leyes sobre las cuales debía descansar ese contrato fueron planteadas por Locke como una continuación de los principios naturales, haciendo énfasis en el respeto a la igualdad, libertad, vida y propiedad. Según lo cual, el ser humano renuncia a su derecho a poner en práctica la ley natural por sí mismo, y cede esta obligación a los entes creados para tal fin dentro de la comunidad.

            El ente encargado de dirimir los conflictos debía ser para Locke el parlamento, como grupo de individuos que representaban a la comunidad. Luego son 2 los momentos que Locke establece en la generación del contrato: la creación de la comunidad y la creación del gobierno.

[3] cf. ROUSSEAU, Contrato Social, I, 7.