SHALEM

Ciudad de Paz, igual que en el capítulo anterior. Hay civismo en las calles y buena educación. Sus habitantes se llevan bien y se interesan los unos por los otros, pero con cierto vacío interior y de destino.

Cuando empiezan los problemas familiares (divorcios, custodias...) surge cierto individualismo, y los zalemitas prefieren no hablar y escapar, a recriminarse.