VIA
DE FUENFRIA
b)
Contenido de
la Vía de Fuenfría
Roma articulaba perfectamente todas sus provincias y territorios. Con
orden a facilitar el desplazamiento de legiones y administración, la República
romana reabrió caminos naturales y ganaderos ya existentes, y calzó aquellos
tramos que por causas físicas, atmosféricas o de explotación, requerían un
especial tratamiento.
La
red viaria imperial, con los precedentes republicanos, atendió principalmente a
dos fines[1]:
-favorecer
el desplazamiento de las legiones,
-agilizar
los intercambios comerciales.
Sin embargo, por las vías romanas comenzaron pronto a circular ideas,
religiones, costumbres y el correo oficial imperial. Augusto dotó a las vías
de estaciones, para permitir el descanso a los funcionarios, mensajeros y
caballos.
Las redes viarias se internaban en las periferias y el interior, y podían
tener forma radial (como la gala) o forma cuadrangular (como la hispana).
La
vía XXIV romana, conocida como Vía Antoniana, fue la que quedó recogida en el
Itinerario de Antonino, de finales del
s. III, y que unía Emérita
Augusta-Mérida con César Augusta-Zaragoza,
pasando en su parte central a través de Coca-Segovia, Miacum, Titulcia y
Complutum.
El
Itinerario
de Antonino fue una guía
de caminos imperiales del s. III, donde se citaban distintas rutas y
estaciones (o lugares de
descanso), con las distintas etapas que había entre ellas, y en las que se
especificaba las distancias existentes.
Fue el paso de montaña que atravesaba la Sierra de Guadarrama, a lo largo de
la vía XXIV Antoniana, y unía las zonas de Segovia y Madrid. Con una altitud
de 1.796 m, y sorteando los conocidos Siete Picos, el paso fue creado por Roma
para comunicar ambas vertientes de la sierra, uniendo las Dehesas de Cercedilla,
en el Valle de la Fuenfría (al sur), con el puerto y con Segovia.
Con el
paso de los siglos, junto a la vía romana se han añadido:
-el
paso que acondicionó Felipe V de España para comunicar Madrid con La Granja,
-la
Carretera de la II República española,
-una
pista forestal y senderos que ascienden a montañas cercanas.
CONTENIDO
DE LA VIA DE FUENFRIA
La
calzada romana de la Fuenfría, en el
término municipal de Cercedilla-Madrid,
es uno de los restos de la vía romana hispana que unía Segovia con Miacum. Cruzaba la Sierra de
Guadarrama por el valle de la Fuenfría, el puerto de la Fuenfría y el valle de
Valsain. La obra romana, muy transformada por las grandes reformas que sobre
ella realizó Felipe V de España en 1722, data del s. I-IV d.C.
La
calzada fue declarada Bien de Interés Cultural en 1981, comprende el tramo de
la vía XXIV romana, tiene una longitud aproximada de 10,5 km,
salva
una diferencia de cota de 746 m. entre la parte inferior del valle y el Puerto
de la Fuenfría, y tiene una pendiente media del 7,8%.
La
calzada
fue construida entre los ss. I-IV para unir ciudades como Segovia y Toledo
(el tramo del s. I venía de Segovia y seguía hacia Los Molinos, Collado
Mediano, Alpedrete y Galapagar. A partir de ahí continuaba hasta Titulcia).
La
aparición del miliario de Cercedilla en 1910 permitió a Antonio Blázquez
adscribir con seguridad el paso de la Fuenfría a esta vía XXIV.
La
Comunidad de Madrid inauguró el 3 agosto 2009 la primera fase de
acondicionamiento de la Calzada, bajo la dirección del director general de
Patrimonio Histórico, José Luis Martínez-Almeida, y el director general de
Iberpistas, José Antonio López Casas. El proyecto fue dotado con un
presupuesto de 577.088 €, con cargo al 1%
cultural del Ministerio de Fomento, y empezó a ser gestionado por Iberpistas.
No
obstante, ya desde los años de 1990, Patrimonio
Histórico de Madrid venía actuando sobre esta vía, estudiando su trazado y
cronología. A partir de 2006 los avances permitieron obtener una visión histórica
y arqueológica más precisa, y comenzaron las obras de recuperación.
En
la 1ª fase de recuperación, de los tramos I y II de la calzada, la Comunidad
de Madrid invirtió 86.785 €. Durante esta fase se hicieron labores de
limpieza, poda y tala de vegetación, acondicionamiento de los encuentros con
otras vías, y solución de problemas de drenaje y corrientes de agua. Además,
se instalaron hitos o señales, para ponerla en valor.
Pero
los trabajos no terminaron con los tramos I y II. Ahora la Comunidad de Madrid
trabaja en los tramos III, IV, V, VI y VII, desde su encuentro con el Camino
Viejo a Segovia hasta el Centro de Educación Ambiental de las Dehesas.
Unas actuaciones que están permitiendo recuperar cinco kilómetros más de la
calzada.
Los
recientes trabajos arqueológicos realizados por el gobierno de Madrid en esta
calzada están aclarando las dudas surgidas desde los años 80, en torno a la
romanidad o no de la calzada de la Fuenfría.
En
este sentido:
-los
tramos enlosados hasta ahora (el I y II), corresponden al s. XVIII,
-ya
se ha empezado a descubrir el verdadero trazado de la vía romana, del s. III.
El
camino romano descubierto no es siempre coincidente con el anterior, y es
mucho más ventajoso en cuanto a su tránsito (abrigo de los vientos,
pendientes más suaves…).
El
problema está en que “no es la única vía que pasa por este valle de la
Fuenfría (asegura el director científico de los trabajos, Germán Rodríguez),
ya que esta zona presenta una gran riqueza de caminos históricos”.
Y
es que, efectivamente, en esta zona se encuentran también el Camino Viejo a
Segovia, la vía borbónica, el Camino Schmidt y la Carretera de la II
República española.
Precisamente,
durante mucho tiempo la calzada romana se confundió con la vía borbónica, un
camino que usaban los borbones del s. XVIII para ir a la Granja de San
Ildefonso[2].
Gracias
a los hallazgos de platos y cerámicas empleadas para reparar los baches, se ha
podido saber que la calzada se usó hasta el s. IV.
Si
algo merece ser destacado, es que no nos encontramos con la típica calzada
romana con su típico enlosado romano. Este tipo de vías, fuera de las
ciudades, y en este caso por montaña, fueron construidas por los romanos de una
forma diferente. Llevaban piedras y tierra para un mejor discurrir de carros y
animales, y poseían unos márgenes que marcaban el límite de la vía y
canalizaban el agua de la zona.
La
calzada romana de la Fuenfría mantiene la tipología constructiva de caminos
romanos:
-construida
sobre un statumen-base de cimentación,
a base de piedras de mediano tamaño,
-sobre
la que se iban añadiendo piedras de menor tamaño, mezcladas con tierra en una
capa intermedia,
-acabándose
con una capa de rodadura no pavimentada, de tierra mezclada con pequeñas
piedras.
“En
estos sitios se han formado profundos barrancos y a ello se debe el
descubrimiento de la miliaria, tendida y enterrada a unos 700 metros del puente
de Santa Catalina, y tan desgastada que con dificultad puede leerse:
V
S P N L Q J L V CIDll D. AVG. TRIB. C. .VII[3].
Al
lado hay otra piedra más pequeña, que también tuvo letras que hoy no se
pueden leer. Continúan visibles los vestigios del camino al cruzar el arroyo
Pedregoso y el de Pino Ubero, cerca de la casa de los guardas del monte, que
queda a su derecha; y más adelante, en los arroyos de Majavilán y Barranco de
Peña Tejonera. Pero donde vuelve a encontrarse en mejor estado es en el Puente
del Descalzo”.
Es Antonio Blázquez quien nos habla, como principal exponente de la romanidad
de la calzada, en 1912 en la Real Academia de la Historia. Aporta además la principal prueba material de la romanidad de la Fuenfría.
En
efecto, la presencia de la miliaria, con la datación, localización y dedicación,
de la vía XXIV romana a su paso por la Fuenfría, parece ser un hecho
incontestable.
“En
cuanto a la inscripción de la piedra miliaria (continúa apuntillando Blázquez),
nunca se puede partir de una hipótesis para rectificar un hecho. Y aquí, lo
indiscutible es que la piedra señala un año, un consulado. Sólo en el caso de
que ningún emperador hubiera logrado esta dignidad siete veces, podríamos
resolver la cuestión dando más valor a la historia que a la miliaria.
Pero
en el caso presente, por fortuna, no es así; tenemos certeza de que hubo un
emperador, Vespasiano, que fue cónsul ocho veces, y por tanto que tuvo que
serlo vn[4]”.
Otra
prueba de la romanidad del miliario de Cercedilla es su paralelo en el miliario
núm. 4.814 de Hibner (encontrado en Portugal), en el que, exceptuando los años
de tribunado, imperio y consulado (que allí son ix, XII y vin) nos encontramos
con que:
I
VI P • CAES • VESP • AVG PONT • MAX • T R I B • POT VIII •
IA1P-XVII - P ' P ' C O S * Vil (i).
Es la defendida por los profesores Fernández, Jiménez y Martín, tras
sus excavaciones de 1996 en el Parque de Riofrío, y para quienes la calzada
pertenecería a un tramo del posible camino que unía los Reales Sitios de San
Ildefonso y Riofrío desde el s. XVIII.
El
buen estado de conservación del empedrado descubierto, que constituye un
cimiento del camino originario, unido a sus características constructivas,
longitud, anchura de vía y señalización con hitos, así lo confirmarían.
“Esta
excavación arqueológica (acaban diciendo los profesores mencionadas), junto a
la intensa labor de archivo realizada, permite una aproximación al conocimiento
de las comunicaciones en el inicio de la dinastía borbónica[5]”.
A esta hipótesis medievalista de la calzada de la Fuenfría se une otra,
quizás más radical, quizás con menos argumento. Es la aportada por los
profesores Rodríguez, Moreno y Rivas, para quienes la “romanidad” de la
tradicional calzada romana es inversamente menos proporcional que la
“romanidad” del Camino Viejo a Segovia.
Dicho
con sus propias palabras, “creemos que el camino viejo a Segovia, (el
construido bajo Felipe V de España y completamente reparado por Carlos III de España, para ir del
Monasterio del Escorial al Palacio de la Granja), sus condiciones de trazado y conservación,
es mucho más típico de un origen romano que la conocida como Calzada Romana[6]”.
La
prueba aportada por los últimos citados es todavía más “contundente” que
los argumentos exprimidos: “Galapagar, en donde se ha excavado la calzada[7]”.
Es un hecho que en la zona de Madrid se cruzaban dos importantísimas vías romanas:
-la
vía Emérita Augusta-Caesaraugusta,
-la
vía Astúrica Augusta-Simancas.
Ambas
quedan reflejadas en el Itinerario
de Antonino, y el cruce de ambos caminos se producía en Titulcia[8],
un lugar aún no identificado.
Existen
tres hipótesis a la hora de encuadrar en estos itinerarios el paso del puerto
de la Fuenfría.
Según
Jiménez Gadea, la
vía que procedía de Astorga (o “ruta del esparto”), era la que cruzaba la
Fuenfría (tras lo cual, ésta seguía hasta Cercedilla, continuaba por
Alpedrete hasta Villalba, pasaba por Torrelodones y las Rozas, llegaba a la estación
de Miacum[9],
y bajaba hasta Titulcia, para continuar su camino hacia Zaragoza).
Según Gonzalo Arias, Titulcia estaba situada entre Villaviciosa y Las Rozas, y Miacum en torno a Alpedrete. Luego no era dos, sino tres, las vías que se cruzaban en Madrid: la de Mérida a Zaragoza, la del Esparto y la de la Machota. Y sería en esta vía de la Machota[10] donde se encuadraría el paso de la Fuenfría (el recorrido por Madrid se haría por Fuenfría, Cercedilla, El Escorial, y ya hacia Toledo).
Según Sánchez Albornoz, la vía romana no pasaría
por la Fuenfría, ni por uno ni por otro sitio, sino por el Puerto de Somosierra[11],
puerto natural de no excesiva dificultad, que enlazaba Clunia y Uxama, en la
meseta superior, con la vía principal de Mérida a Zaragoza, independientemente
de que ésta pasara o no por Complutum.
Sin
duda alguna, y tras todo lo analizado, tendríamos que acudir a elementos
terceros en cuestión, si queremos saber qué nos dicen de los elementos en
litigio sobre la Fuenfría: su romanidad o su modernidad. Se trata, pues, de
analizar sus puentes, elemento sine qua
non la calzada en particular, y la vía en general, nunca podría haber sido
llevada a término.
Veamos que nos dicen los estudios de
Cesario de Miguel y Eced[12]:
-Puente de Enmedio: el de mayor altitud, a 1.600 m. altura. El peor conservado de todos. Las procedentes de los derrumbamientos tienen ya parcialmente cegada la entrada del agua del arroyo, en el túnel por la cara norte.
-Puente del Descalzo: el más conocido de todos, y el más fotografiado. Está en la terminación la carretera asfaltada de Las Dehesas. El firme se conserva en muy buen estado, pero la bóveda tiene un desprendimiento en el centro.
-Puente de la Venta: en el esquinazo que forma la actual finca de Montes Claros, junto a la puerta principal de entrada a la carretera que sube a Las Dehesas. El más pequeño de todos. Conserva todavía vestigios de su antepecho original.
-Puente del Reajo: o del Molino. Puente precioso, posiblemente retocado en la zarpa por Obras Públicas en 1917, cuando cubrió el arroyo de la Venta en el túnel del ferrocarril para construir la carretera.
-Puente de Matasnos: sobre el Arroyo de los Puentes que, aunque no sea romano, está emplazado donde anteriormente lo hubo.
Como se aprecia, los puentes que fueron romanos todavía siguen con
cierto funcionamiento, ya sea mediante reparaciones que se les hizo[13],
ya sea casi 1.700 años después[14].
“Los hechos son testarudos”, se dice habitualmente en arqueología. Y
en algunas épocas de la historia, se construyeron así para que siguieran
siendo testarudos, en el futuro y en propaganda.
En
los casos de ética profesional (entrando ya en otro campo, como es obvio) se
dice que en caso de duda, hay que rechazar lo más arriesgado.
También
se dice en historia (entrando en otro campo, naturalmente) que una tradición
milenaria necesita, para ser derribada, la demostración de otra tradición que
esté a la misma altura cultural que la que quiere derribar.
Por
todo eso, si la calzada de la Fuenfría no es romana:
-¿por
qué son tan testarudos los hechos de romanidad, que siguen en pie 1.700 años
después?
-¿no
sería demasiado arriesgado negar la intervención imperial en el centro
peninsular, núcleo y nudo de todas sus vías legionarias, comerciales, económicas?
-¿qué
altura cultural ofrece la hipótesis de no romanidad?
Si no tuvo fuerza el Imperio romano para construir un paso necesario y de
unión peninsular, en su máximo apogeo y para la zona de Madrid-Fuenfría, no
es creíble que lo tuviera en número de motivos, en personal obrero, en interés
propagandístico… el borbónico Felipe V de España o la decadente económicamente
II República
española.
La calzada de la Fuenfría fue, por tanto, construida por el Imperio
romano.
BLAZQUEZ,
A; Vía romana de Segovia a Madrid,
Madrid 1912.
Manuel
Arnaldos
Mercaba,
diócesis de Cartagena-Murcia
versión
imprimible
Indice:
www.mercaba.org/EnciclopediadeHistoria/1.htm
_______________________________________
[1]
cf. BRAVO, G; Historia de la Roma
Antigua, ed. Alianza, Madrid 2008, pp. 68-69.
[2]
“Nos dimos cuenta de que no podía ser vía romana por la pendiente que
tenía. Las calzadas romanas sólo tienen un 10% de pendiente, y la vía
borbónica tenía un 25%.
Tras hacer catas vimos qué parte era romana porque aparecieron materiales
de la época”, señala G. RODRIGUEZ.
[3]
La columna miliaria se conserva en el Museo Arqueológico de Madrid. Según el
croquis
del doctor A. BLAZQUEZ, se encontró en lugar próximo al puente romano de
la Venta, o Montes Claros. Los miliarios solían tener inscritos la fecha de
construcción de la vía y el recorrido en millas de la misma, desde su
origen. En este caso, la presente miliaria hace alusión a VESPASIANO,
emperador romano que subió al trono en el año 70 d.C.
[4]
cf. BLAZQUEZ, A; Vía romana
del puerto de la Fuenfría, Madrid 1911.
[5]
cf. FERNANDEZ, S; JIMENEZ, C; MARTIN, A; La calzada de Rio frío, La Granja, Segovia, Madrid 1997.
[6]
cf. RODRIGUEZ, J;
MORENO,
I;
RIVAS,
J; La Vía Romana del Puerto de la
Fuenfría. Desde Segovia a Galapagar, Madrid 2004.
[7]
No obstante, y tras otra serie de estudios de ingeniería técnica, J.
RODRIGUEZ e I. MORENO se desmarcan de la visión más radical de J. RIVAS, y
llegan a admitir que el citado Camino Viejo a Segovia utilizó tramos del
camino de FELIPE V DE ESPAÑA y tramos de la vía romana, existiendo así tres caminos
distintos (en algunos tramos, existe calzada con material entero romano, y
en otros tramos, existe calzada con material enteramente borbónico).
[8]
Según la arqueología moderna, Titulcia estaría situada en torno a
Aranjuez; según el Anónimo de
Rávena, cosmografía del s. VII, el cruce debió producirse en
Complutum.
[9]
Según los seguidores de esta interpretación, Miacum estaba situada en la
madrileña Casa de Campo, junto al Arroyo Meaques.
[10]
Llamada así porque al pie del pico del mismo nombre, en el término
municipal de El Escorial, se conserva un tramo en bastante buen estado.
[11] Se basa, principalmente, y junto con otros autores (TORRES BALBAS…) en que ésta era la ruta utilizada en época medieval temprana, y en los restos romanos aparecidos en Talamanca.
[12]
cf. DE MIGUEL Y ECED, C; La
Vía romana a su
paso por Cercedilla, Madrid
1980.
[13]
Es decir, para su re-utilización.
[14]
Es decir, que se hicieron para durar, con vistas a un imperio o estructura
imperecedera.