Maestros
por lotería
Esta vez nos hemos encontrado a Juanito un poco más
evolucionado. Estudió una carrera, de la cual no se ha titulado, pero las
presiones y las necesidades económicas hacen que nuestro buen personaje se
instale en las líneas de trabajo de una preparatoria. Así que se esmera en
cumplir puntualmente con su chamba y prepara sus clases, investiga, elabora
ejercicios. Todo va bien para Juanito cuando termina el ciclo escolar: entrega
sus listas finales, donde se incluyen algunos alumnos que no acreditaron la
materia. No falta el que viene a reclamarle. Unos días después Juanito es
citado por el director del colegio. Al entrar a su oficina se encuentra con un
alumno y su señora madre. Se puntualiza que el papá falleció hace algunos años
y que verdaderamente ha sido un sacrificio que el hijo asistiese a una escuela
particular. Para sorpresa de Juanito, el propio director solicita que le deje
algún trabajo extra al alumno para que pueda acreditar la materia.
Un maestro se enfrenta diariamente a diferentes situaciones y
retos en su andar por la enseñanza, y debe mantenerse moralmente como un
ejemplo. A un maestro se le encomienda la tarea mas compleja que pueda existir,
que es la formación de personas, y no importa de qué grado sean.
Seguramente usted recordará a quienes lo formaron. Desde
aprender el abecedario hasta lo último que haya estudiado, seguramente se
encontró por ahí a buenos maestros y a otros que, simplemente, le entraron
porque no les quedaba otra.
¿Cuál es dilema que se esta planteando? Para Juanito,
actuar con las reglas o no. En caso de no ser flexible probablemente tenga que
renunciar o esperar a que lo renuncien o que lo hagan a un lado. Para el
director el dilema es peor: ¿cómo involucra a un maestro en una situación
como estas?
Pero, por arriba de lo anterior, prevalece el deber que un maestro tiene: enseñar y formar. Ése es el gran objetivo de todo maestro. Y para ello se requiere estarse preparando permanentemente, se requiere estar alerta en todo momento, sus alumnos siempre lo observan, Así que el otro dilema para quien, como Juanito, decide enseñar, es comprometerse como él lo hizo y arriesgarse a ser criticado por exigir, más no resultar inadvertido por ser barco. Y, créame, que si hay un momento difícil para un maestro es al momento de calificar; es difícil separar la línea en la que un alumno reprobado es también responsabilidad de quien evalúa y no solamente de quien no acreditó. Bueno, y si usted fuera Juanito, ¿qué haría?
SERGIO
IBARRA, Querétaro, México
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