Políticamente Corrupto, no Correcto


Sobornos y comisiones políticas, por callarse y seguir la versión oficial

Querétaro, 25 julio 2022
Jesús García, periodista de Observador

          La verdad es un cuchillo afilado, una llaga incurable y un ácido corrosivo. Son palabras de Mika Waltari, que nos vienen muy bien para describir la línea discursiva por la que los políticos nos quieren hacer pasar: lo políticamente correcto.

          En efecto, hay una especie de moda que nos dice que la verdad es muy relativa (yo tengo mi verdad, tú tienes la tuya, él tiene la suya...), viniendo a decir (solapadamente) que no habría una verdad única (Dios, la realidad real, el firmamento...), sino multitud de verdades que hay que tolerar y aceptar.

          Por supuesto, estas verdades correctas serían aquellas que ellos mismos han fabricado y dictado como tales, apoyadas en sus propias ideas y difundidas por doquier por ellos mismos, en un intento mediático por adueñarse de la verdad (de Dios, de la realidad, del firmamento...) y quitar del medio aquellas auténticas verdades que a ellos les están molestando (la moral, la conciencia, la libertad...).

          Utilizan para ello los fabricantes de verdades 2 caminos: el manipuleo de las palabras, y la Regla de lo Políticamente Correcto (RPC). Del manipuleo lingüístico tenemos claros ejemplos en términos tales como "uniones de hecho" (en vez de uniones adúlteras o licenciosas), "interrupción voluntaria del embarazo" (en vez de asesinato del embrión concebido o bebé), "asistencia a una muerte digna" (en vez de matar al enfermo terminal o no terminal)... todo ello recordando y emulando lo mismo que hacía el nazismo de Hitler.

          Pero lo más macabro es el espíritu de "lo políticamente correcto". Porque se da el pego de estar fomentando la urbanidad y el respeto humano, mientras lo que está tratando de conseguir es que renuncies a tus propias convicciones, que estés de acuerdo con todo tipo de ideas (sobre todo las suyas: adulterio, aborto, homosexualidad, eutanasia...), y que pases a la lista negra de los negacionistas si no aceptas esta correcta verdad (de lo políticamente correcto).

          Lo políticamente correcto lleva a sus conferenciantes y simpatizantes a advertir, como principio iniciático: "No soy semántico". A lo que cada uno de nosotros debería contestar: "Pues mejor séalo, ¿no? Porque mayor luz haremos en nuestros debates".

          ¿Recordáis la aparición de la Biblia Políticamente Correcta? Sucedió el 1 octubre 1995 en Estados Unidos, donde al ponerse a la venta la 1ª Biblia "políticamente correcta", los seguidores de esa tendencia sustituyeron el Padre Nuestro por el Padr@ Nuestr@.

          En efecto, la nueva versión de la Biblia, que hace poco publicó la Oxford University Press, eliminaba lo que el traductor consideró "viejos términos inaceptables", y empezó a presentar a un Dios con sexo neutro. Además, el término Señor quedaba proscrito (al denotar una lucha de clases), Jesucristo se sentó a la "izquierda y derecha del Padr@" (ya que no se podía discriminar a los zurdos), y el infierno dejaba de ser un lugar oscuro (por estar prohibido señalar al color negro). En definitiva, a Jesús no iban ciegos ni paralíticos, sino personas con habilidades diferentes.

          Hablando más allá de lo macabro de esta estrategia política, o de lo anecdótico de la Biblia, ¿os imagináis a San Pablo, o a Dante Alighieri, o a Séneca, o a Aristóteles, levantando la cabeza y viendo lo que ocurre?

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