Publicidad Engañosa


Piscinas por 50€ para 3 niños y su madre, en la que no cabe más que uno

Querétaro, 8 agosto 2022
Santiago Norte, periodista de Observador

          Un estudio español, recientemente publicado, demuestra a las claras que la publicidad se vale de cualquier elemento a la mano para vender sus productos al cautivo (y en ocasiones cautivado) consumidor. Dicho informe indica también que la ciencia es utilizada sin rubor alguno, a la hora de servir a la industria del engaño. Pues con argumentos científicos se venden desde jabones hasta automóviles, aunque la única ciencia que haya detrás de todo eso sea la palabrería.

          El robo más grande a la ciencia que yo he visto, por parte del publicismo, es que una crema dental impacta en la capa dentobacteriana y produce una barrera resistente al germen del mal aliento, al de la caries y al de gengivitis, con sólo una cepillada diaria. Y el que se ha hecho en nombre de la técnica, el de una marca de automóvil que produce una revolución aerodinámica tal, que al paso del vehículo la resistencia del aire deja en suspenso su peso.

          Dichas afirmaciones científicas ("probado en laboratorio", "contrastado por los técnicos"...) están presentes en la publicidad comercial de cada día, avalando productos y servicios desde la perspectiva sólida del conocimiento profundo.

          Pero aún hay más, pues la mayoría de anuncios de hoy día presentan, por si faltara más, a un señor (o señora) con la bata blanca de médico, o de ingeniero industrial. Y eso si no aparece dando fe de ello el jugador de fútbol Hugo Sánchez. Ése es el indicativo máximo de cientificidad, de profesionalismo doctoral, y de validación del conocimiento.

          Eso y, por supuesto, la demostración indemostrable de que el cosmético, aplicado sobre la cara, vuelve a reconstruir la capa epidérmica a través del exclusivo tratamiento (suizo) de moléculas inteligentes, que se internan por los poros de la piel hasta traer la frescura de los lagos helvéticos en el cutis de la señora.

          El estudio a que nos referimos apareció en la revista española Enseñanzas de la Ciencia, y deja al desnudo los sectores de la industria más proclives al abuso de la (inexactitud) científica: el de la cosmética y el de los automóviles. Explicaciones como que el coche de marras posee "suspensión independiente en las cuatro ruedas, con tren delantero triangulado de geometría optimizada, tren trasero de doble triangulación superpuesta, y planos controlados con gestión electrónica de amortiguación". Suena perfecto.

          En el informe del estudio se afirma que la ciencia se usa en publicidad por dos razones: 1º como respaldo de calidad (en la forma de actor famoso), pues se cree que el conocimiento científico está probado más allá de toda duda (lo que también es erróneo); y 2º porque la sociedad no tiene conocimiento científicos mínimos, ni para entender lo que se dice, ni para saber si es cierto o no. Las inexactitudes son pavorosas, pero no existe ni autoridad ni aparato crítico social capaz de pararlas.

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 Act: 08/08/22          @noticias del mundo             E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A