Televisión o Abuelita


Hogares actuales, en que se cambian los valores humanos por un aparato tecnológico

Querétaro, 26 septiembre 2022
Joaquín Alonso, periodista de Observador

          La televisión, ese anteojo con que el hombre mira a larga distancia, atraviesa un intenso período de perfeccionamiento. Los técnicos se empeñan en entregar al mundo un aparato cada día más perfecto y más rico de posibilidades, y los usuarios se empeñan en poner en ese aparato toda su distracción, información y comunicación con el mundo.

          La televisión es un invento lleno de perfección científica, elaborado a través de una técnica paciente y concienzuda. Y el ser humano es tan imperfecto que hasta vende su grandeza por hacerse con él, poniéndolo como juguete en las manos del inconsciente niño y sin importar lo que para ello haya que pagar. Se enciende, y ya está.

          Por fortuna, los expertos van cayendo cada vez más en la cuenta de este apego y dependencia a la televisión de las personas, desde los sociólogos hasta los neurólogos. Pues los problemas que provoca en el hombre la televisión son cada vez mayores, conforme este aparato va ensanchando sus posibilidades. Son reveladoras, a este respecto, las preocupaciones de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, que no duda en afirmar que "los programas televisados deforman la mentalidad y el criterio del adulto", así como "deterioran con mayor facilidad la cera suave de la infancia".

          Desde siempre había sido la madre o la abuela quienes llevaban al niño a los jardines y mundos de la fantasía, en el relato delicioso de la caída de la tarde. En la magia con que narraban de noche sus cuentos, la imaginación del niño construía sus sueños, trabajaba los datos recibidos, y ya desde pequeño se iba convirtiendo en el obrero de su pequeño paraíso.

          Poco después, ese niño empezó a leer por sí mismo esos cuentos, y el relato oral de la abuela quedó desplazado por la lectura directa de los libros. Surgió entonces toda una literatura infantil, rica en enseñanza y entretenimiento. Fue el momento de los grandes escritores, que pusieron su ingenio al servicio de la niñez, sin que por eso perdiesen celebridad y nombradía.

          Un poco más adelante, el niño continuó leyendo cuentos, pero cuentos gráficos donde la palabra era sustituida por una imagen. O a lo mucho cuentos escritos por el mundo comercial, que se preocupaban por el mensaje lanzado y no por la gracia del arte, ni la más mínima preocupación por la pedagogía.

          Hoy día, la literatura infantil ha llegado a su ocaso, pues al cuento oído, o al cuento leído, ha sucedido otro tipo de cuento: el cuento visto, que es el que ofrece el aparato televisivo.

          Cuando la abuelita y la madre han venido a ser sustituidas por un aparato electrónico, los niños se alejan más rápidamente del seno del hogar, terminan más rápidamente la etapa primordial de su vida y frenan más bruscamente el desarrollo plenario de sus capacidades, así como la relación afectiva con sus seres más queridos.

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 Act: 26/09/22          @noticias del mundo             E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A