TERESA DE JESÚS

 

            Cumbre del siglo de oro español, y principal impulsora de la Contrarreforma renacentista, Teresa de Jesús (conocida en su época como Teresa de Ahumada) aparece en la historia, geografía y cultura española del s. XVI como uno de los mayores genios de la historia del pensamiento, con raíces puramente españolas y el mas cotidiano que-hacer, clavado en la razón, a la realidad simple, y al sencillo milagro de hablar con Dios a todas horas.

            La poética la presenta como uno de los más grandes consolidados y pilares del pensamiento, no sólo en su aspecto religioso (admirable y primordial), sino por una obra literaria mundialmente conocida, y en la que se define como una de las más grandes conocedoras del alma humana. Gracias a una admirable fuerza psíquica, y a una aguda inteligencia, el misticismo de Teresa llega a humanizarse, a cobrar la maravillosa sencillez de una claridad simple y luminosa.

            Teresa Sánchez-Cepeda Ahumada nació el 28 marzo 1515 en la ciudad de Ávila. Su padre fue Alfonso Sánchez de Cepeda, descendiente de familia judía conversa. Desde sus primeros años mostró Teresa una imaginación vehemente y apasionada. Su padre, aficionado a la lectura, tenía algunos romanceros; esta lectura y las prácticas piadosas comenzaron a despertar el corazón y la inteligencia de la pequeña Teresa con seis o siete años de edad.

            Parece que perdió a su madre hacia 1527, o sea a los 12 años de edad. Ya en aquel tiempo era muy aficionada a la lectura de libros de caballerías, y empezó a llevar, hasta los 19 años, una juventud frívola y distante por las calles y escuelas de su ciudad.

            En medio de esta juventud reacia a todo, llega a decir a su padre que deseaba ser monja, pues ella creía, según nos narra después, que el haberlo dicho bastaría para no volverse atrás. Su padre contestó que no lo consentiría mientras él viviera. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, entró el 2 noviembre 1533 en el convento de la Encarnación de Ávila, y allí profesó el 3 noviembre 1534.

            Tras una vida dedicada a las más altas cumbres de la vida mística, literaria, fundacional y contrarreformista, por todos los caminos de la España del XVI, murió en la noche del 4 octubre 1582. Su cuerpo fue enterrado en Alba de Tormes, y su influencia empezó a crecer por toda la geografía europea y pensamiento mundial. En 1670 su cuerpo, todavía incorrupto, se deposito en una caja de plata.

            En 1626 las Cortes de Castilla la nombraron copatrona de los Reinos de España. Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca.

NADA TE TURBE

 

Nada turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

 

Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.

 

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

 

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.

 

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.

 

Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.

VUESTRA  SOY

 

Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?

 

Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad
la gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

 

Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes,
vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?

 

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

 

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

 

Dadme muerte, dadme vida,
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué queréis hacer de mí?

 

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno, o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?

VIVO SIN VIVIR EN MI

 

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

 

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero
.

 

Esta divina prisión,
del amor con que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

 

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡qué duros estos destierros!
¡esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

 

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

 

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

 

Mira que el amor es fuerte;
vida no me seas molesta,
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

ESTATE SEÑOR

 

Estate, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y, cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

 

Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

 

Por eso, más que a la muerte,
temo, Señor, tu partida
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das
sé que alcanzarla no puedo
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas.

NO ME MUEVE

 

No me mueve, mi Dios,
para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve
el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

 

Tú me mueves, Señor,
muéveme el verte
clavado
en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo
tan herido;
muévenme tus afrentas
y tu muerte.

 

Muéveme en fin, tu amor,
y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo
yo te amara,
y aunque no hubiera infierno,
te temiera.

 

No me tienes que dar
porque te quiera,
pues aunque lo que espero
no esperara,
lo mismo que te quiero
te quisiera.