2 de Octubre

Jueves XXVI Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 2 octubre 2025

Neh 8, 1-12

         Leemos hoy una página capital para entender lo que es una liturgia de la Palabra. En esta época, la ley de Moisés acaba de ponerse por escrito, gracias al intenso trabajo de los escribas. Se inaugurará una ceremonia que pasará a ser tradicional en las sinagogas y las comunidades cristianas. Llegada la fiesta del séptimo mes, todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza situada frente a la puerta de las aguas.

         El 1º elemento de la liturgia es la asamblea. El culto verdadero, no es, en primer lugar el cumplimiento formal de unos ritos, es, ante todo, una comunidad reunida. La primera exigencia de una liturgia es estar juntos, codo a codo delante de Dios.

         Se pidió al escriba Esdras que trajera el libro de la ley, y se congregó a toda la asamblea, compuesta de hombres, de mujeres y de todos los niños con uso de razón. Y Esdras, vuelto hacia la plaza, hizo la lectura. Estaba de pie sobre un estrado de madera. Todo el pueblo le veía porque dominaba la asamblea.

         Se realza, pues, la importancia del libro, así como la del lector. Pero no se trata de un libro ordinario, ni de una lectura banal: se trata de una Palabra de Dios que se va a proclamar, con solemnidad. Danos, Señor, da a todos los hombres el respeto de tu Palabra.

         Y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: "Amén, Amén". Tras lo cual se inclinaron y se postraron ante el Señor, rostro en tierra. Cuando Dios habla, hay que responder. Y la respuesta normal es un asentimiento, un . El amén que hemos conservado del hebreo tiene ese significado.

         Amén significa "así es", y viene a ser como un resumen de la fe, o respuesta del hombre a la revelación que Dios nos propone. Notemos que la asamblea no se contenta entonces con un mero asentimiento de los labios: todo el cuerpo participa de ese que proviene del fondo del ser. Se alzan las manos, luego todos se prosternan hasta el suelo.

         Espectáculo que sorprende; cuyo sentido se ha perdido en nuestras iglesias occidentales llenas de sillas y de bancos. Los jóvenes hoy encuentran de nuevo esta expresión en la liturgia. Los pueblos africanos y asiáticos pueden enseñarnos algo, respecto a esto: la asamblea de miles de musulmanes haciendo la gran postración es digna de ser contemplada.

         Esdras leyó en el libro de la ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido para que los asistentes comprendieran la lectura. Es esencial que la palabra de Dios sea proclamada en la lengua propia de aquellos a quien va dirigida. Dios habla para hacerse entender, y de ahí la finalidad de las múltiples traducciones en todas las lenguas del mundo, y también la finalidad de los comentarios exegéticos y de las homilías que ayudan a comprender y aplicar la Palabra de Dios.

         Y empezó Esdras a decir: "Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis". Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley. En efecto, la palabra de Dios nos interpela. Nos revela nuestros pecados. Escuchar a Dios es oír unas exigencias infinitas que nos hacen sentir tanto más nuestras pobrezas. Domina ciertamente la alegría, una atmósfera de fiesta. La alegría de Dios, ¿es de veras mi fortaleza?

Noel Quesson

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         El Israel vuelto del exilio de Babilonia tiene conciencia de un nuevo principio dentro de la continuidad de la historia de salvación. El pueblo ha vuelto a nacer después de la gran prueba. El recuerdo del primer nacimiento (la liberación de Egipto y la siguiente adquisición por parte de Dios por medio de la alianza del Sinaí) está vivo entre los restauradores. Y se compara la liberación de Egipto con la de la cautividad de Babilonia, que ya Isaías II había descrito como un nuevo éxodo. Hay que completarlo, pues, con la renovación de la alianza.

         Los primeros regresados habían hecho ya bastante con conservar el rescoldo del fuego sagrado de la esperanza, pero ahora, conseguida una cierta estabilidad, Esdras se dispone a hacerlo con toda solemnidad y convoca, en honor de Dios, una reunión festiva de todo el pueblo (qahal, ekklesía, iglesia), la asamblea del pueblo congregada para el culto. Israel renueva, actualiza, la Antigua Alianza.

         Esto lleva consigo, como en la sinaítica (Ex 20,1-1; 24,11) la proclamación de la ley y un sacrificio de comunión, una comida sagrada (Ne 8, 1-8.9-12). Palabra y sacrificio de comunión, he aquí dos realidades litúrgicas íntimamente unidas. La reunión festiva de los cristianos, la liturgia eucarística (lectura de la palabra, comida sagrada), continúa renovando la alianza definitiva entre Dios y los hombres en Jesucristo. Notemos la importancia y el papel esencial que tiene la proclamación de la palabra.

         Asistencia, versión en la lengua del pueblo, esfuerzo por penetrar el sentido (homilía, estudio asiduo, meditación profunda, oración humilde) son requisitos indispensables para una provechosa proclamación de la palabra. Esto ya se advierte en la asamblea de Esdras: "Leían el libro de la ley de Dios traduciéndolo y explicándolo para que se entendiese la lectura" (Ne 8, 8).

         Después de este momento, la celebración de la fiesta de los tabernáculos (Ne 8, 13-18) une todavía más la renovación de la alianza con los acontecimientos del Sinaí, cuando el pueblo habitaba en tiendas en el desierto.

         Una actuación histórica (liberación de Egipto, liberación de Babilonia) fundamenta la alianza de Dios con el pueblo. La ley da las estipulaciones, pero no tiene sentido si no es en el marco de la alianza y de la historia. No es un absoluto. Dios es señor de la ley y los hombres son los beneficiarios dentro de las circunstancias siempre cambiantes de la historia.

         El judaísmo posterior a Esdras (algunos ven su origen en la lectura solemne que Esdras hace de la ley) tenderá a hacer de esa ley un absoluto. Jesús se verá obligado a hacer una reordenación de valores (Mc 2, 23-28).

Josep Rives

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         Con la diligente colaboración de Nehemías y de Esdras y de los levitas, se llegó a una reconstrucción humana y religiosa de aquella generación que había vuelto del destierro bastante tocada en su identidad social y religiosa.

         Aquella asamblea de Jerusalén, de la que hoy leemos un resumen (en el libro de Nehemías ocupa los cap. 8-10) es un acontecimiento fundamental en la historia de Israel: la solemne renovación de la Alianza. Una página espléndida, llena de sentido para el futuro:

-se reúne la gran asamblea,
-todos escuchan con atención el libro de la Alianza, que proclama el sacerdote Esdras,
-se dividen en grupos y los levitas van explicando a todos el sentido de lo que acaban de leer,
-la gente se llena de alegría y llora de emoción al escuchar esta Palabra,
-y lo celebran después con comida y bebida y una gran fiesta.

         Da un poco de envidia el que aquel pueblo se congregara con tanto entusiasmo a escuchar la Palabra que tenían un tanto olvidada, y que los levitas lograran explicárselo "de forma que todos comprendieron la lectura". Ahora escuchamos la Palabra, por ejemplo en la Eucaristía, sin tanta emoción. Y tampoco parece tan eficaz el ministerio de los monitores que la presentan o de los lectores que la proclaman o de los predicadores que la explican y aplican.

         Sin embargo, eso es lo que Dios quiere. Jesús dijo que la Palabra es una semilla que tiene que producir fruto en nosotros. Sin la solemnidad de aquella ocasión, pero sí con la constancia de la eucaristía celebrada cada domingo (o cada día) y con la pedagogía de una oportuna homilía, la palabra de Dios va iluminando nuestro camino y dándonos fuerza para ir mejorando nuestra vida.

         En esta tarea privilegiada de la evangelización, todos aportan su colaboración: el sacerdote, los lectores y los catequistas. Ojalá también ahora el pueblo cristiano pueda sentir una profunda alegría "porque han comprendido lo que les han enseñado". No se trata de anunciar cosas peregrinas: de la Palabra de Dios es de donde nos viene la luz y la alegría y la libertad. Como dice el salmo de hoy, "los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón, y dan luz a los ojos".

José Aldazábal

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         El pueblo judío se ha reunido para recordar el camino por el desierto, cuando sus padres habitaron en tiendas de campaña y recibieron la ley por medio de su santo siervo Moisés. Ante la lectura de las palabras que contienen la ley de Dios, y ante la explicación de la misma, el Pueblo reconoce que no ha sido fiel al Señor, y se entristece y llora.

         Pero hay que celebrar al Señor que ha sido misericordioso con su pueblo; que ha levantado su castigo contra él y, como signo de su perdón, le ha reinstalado en la tierra prometida. Por eso hay que alegrarse en el Señor y celebrarlo, pues celebrar al Señor es nuestra fuerza. Pero no basta con alegrarse con el Señor. Si en verdad hemos vuelto a él necesitamos, finalmente, volver la mirada hacia los que nada tienen y compartir con ellos nuestros alimentos y lo que tengamos.

         Quien escucha la palabra de Dios y la pone en práctica; quien no sólo ama a Dios sino también a su prójimo; quien en el amor al prójimo no se limita con respetarle sino que procura su bien, ese ha comprendido las cosas que el Señor nos ha enseñado por medio no sólo de su Palabra, sino por medio de su mismo ejemplo, pues, hecho uno de nosotros, salió al encuentro del pecador para perdonarlo, y al encuentro del necesitado para socorrerlo.

         Por medio de su ley, el Señor ha iluminado el camino del creyente. Por eso hemos de conocerla y meditarla para convertirnos en sabios y llegar a vivir con rectitud del corazón. El Señor nos ha indicado que quien quebrante uno de estos mandamientos, el más mínimo, y enseñe eso a los demás, será el más despreciable en el Reino de los Cielos.

         Sabemos que la salvación nos ha llegado por medio de Jesucristo; mas no por eso debemos dejar de meditar su Palabra y ponerla en práctica, pues la ley nos ayuda a manifestar, con obras, la salvación que Dios nos ha concedido, amando a Dios sobre todas las cosas y amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Dominicos de Madrid

 Act: 02/10/25     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A