17 de Abril

Miércoles III de Pascua

Equipo de Liturgia
Mercabá, 17 abril 2024

a) Hch 8, 1-8

           El día de la muerte de Esteban se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Y todos los cristianos, a excepción de los apóstoles, "se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria".

           Esta frase tan sencilla expresa el comienzo de la gran expansión misionera de la Iglesia, provocada por la persecución de la Sinagoga Liberta de Jerusalén (ya explicada el lunes). El movimiento está en marcha, y el evangelio no queda encerrado en el lugar de su nacimiento (Jerusalén) ni en su medio primitivo (el mundo judío).

         De este modo, la Iglesia no será una simple prolongación del judaísmo (y sus estrechas cerrazones nacionalistas), sino que llevará el evangelio "hasta los confines de la tierra". El evangelio está destinado a todas las naciones, y debe ser proclamado en todas las lenguas, como había recordado el Espíritu Santo en Pentecostés.

           Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de Jesús. Como era el caso de Felipe, que bajó a una ciudad de Samaria y allí predicó a Cristo. Como los demás cristianos, Felipe (otro diácono, como Esteban) había huido de Jerusalén, y en su camino de huida pasó por Samaria (aquel territorio de bastardos, mezclado con gentiles y un tanto herético; Jn 4,9; 8,48). La multitud samaritana, de forma unánime, escuchaba con atención las palabras de Felipe, y hubo una gran alegría en aquella ciudad.

           Efectivamente, Felipe "ha predicado a Jesús" y, contrariamente a lo que podía pensarse, su predicación obtiene un gran éxito en ese mundo nuevo que no está enfundado en sus propias certezas y apriorismos.

           Quería detenerme en la expresión "las palabras de Felipe", porque la palabra de Dios ha de transmitirse a través de palabras humanas, y yo también he de repetir la Palabra divina a mi manera y temperamento, con las palabras de mi época y de mi ambiente.

         Se trata del problema del lenguaje, que es uno de los grandes problemas de la transmisión de la Buena Nueva de Jesús. Porque para anunciar las cosas eternas, hay que encontrar el lenguaje más apropiado de hoy día, y el más entendible para los hombres de hoy.

           En cuanto a la expresión "la alegría llenó aquella ciudad", se trata de uno de los signos evangélicos. Cuando la Palabra de Dios es anunciada con las "palabras de Felipe" (es decir, con el lenguaje más apropiado para los hombres de hoy), esto provoca una gran alegría. Ah Señor, ojalá tu Iglesia sea siempre una fuente de alegría, un lugar festivo, una fiesta interior, el pueblo de los salvados, el pueblos de los salvadores, y que emane de los cristianos y de sus asambleas ese algo que da ganas de llegar a serlo. ¡Que tengan rostros alegres!

Noel Quesson

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           El martirio de Esteban, a quien cabe el glorioso título de protomártir de la Iglesia (el 1º mártir), no es más que el comienzo de una persecución violenta (la 3ª, y la más generalizada) contra la comunidad cristiana de Jerusalén. Seguramente que ya no es un pequeñísimo grupo sin importancia, sino que ha crecido mucho hasta hacerse notar y llenar de preocupación a las autoridades. Los cristianos tienen que abandonar la ciudad, y se dispersan por Judea y Samaria, y otras regiones inmediatamente vecinas al perímetro de la capital.

           Se trata de una onda expansiva que irá creciendo más y más, hasta abarcar toda Israel, todo el Medio Oriente, todo el norte de Africa, toda la Europa mediterránea y hasta la India, Armenia y el Caucaso. El libro de los Hechos nos irá mostrando esta prodigiosa expansión.

         Antes de pasar a mayores detalles acerca de la persecución, piadosamente se anota el entierro de Esteban por parte de algunos fieles. Para los judíos, y en general para todas las culturas antiguas, y hasta nuestros días, se consideraba una acción caritativa el entierro de los muertos y una desgracia terrible que algún cadáver quedara insepulto o no poder enterrar a los seres queridos.

           La piedad de los que sepultaron a Esteban contrasta con la crueldad que se asigna a Saulo, el joven a cuyos pies los que lapidaron a Esteban colocaron sus mantos. Se dice que entraba hasta las casas y arrastraba a la cárcel tanto a los hombres como a las mujeres. Era inusual que las mujeres fueran encarceladas. Pero es que la mujer jugará un papel importante en el libro de los Hechos. Ellas también tendrán que sufrir por la fe y dar testimonio de Cristo.

           Así como "la sangre de los mártires es semilla de cristianos", según el famoso dicho de Tertuliano, así también "los cristianos perseguidos se convierten en misioneros" y evangelizadores, en sus desplazamientos. En este caso, se nos presenta a Felipe, otro del grupo de los Siete servidores (diáconos) que, como Esteban, pertenecía a la comunidad de Jerusalén.

           Felipe va a Samaria, la antigua capital del reino norte de Israel (ca. s. VIII a.C) y en época romana totalmente imbuida en el paganismo. Allí predica Felipe y, según el libro de los Hechos, constata el éxito de su predicación con toda una serie de exorcismos y sanaciones.

         La frase final de la lectura es muy significativa: "la ciudad se llenó de alegría". Los perseguidos y desplazados (y por tanto misioneros) provocan alegría por donde pasan, anuncian la Buena Noticia por la que son desterrados, y provocan admiración en los paganos.

Juan Mateos

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           Escuchamos hoy un relato muy complejo, compuesto por: condena y muerte de Esteban, huida de los cristianos, entierro del mártir, persecución de Pablo, difusión del evangelio por medio de quienes huían de Jerusalén, acogida del mensaje de Cristo por grupos selectos. Una historia viva, sufrida, con sudor y lágrimas. ¡Así nació el cristianismo!

           La violencia de la persecución contra el grupo de Esteban (en la que tuvo parte activa Saulo) obligó a la dispersión de sus miembros por Samaria, en donde de este modo se expandió el mensaje cristiano. Felipe, uno de los Siete, proclama la Palabra y obra curaciones. San Juan Crisóstomo, en su homilía sobre este pasaje, nos dice que "los cristianos continuaron con la predicación, en vez de descuidarla". Y San León Magno que:

"La religión, fundada por el misterio de la cruz de Cristo, no puede ser destruida por ningún género de maldad. No se disminuye la Iglesia por las persecuciones, antes al contrario, se aumenta. El campo del Señor se viste entonces con una cosecha más rica. Cuando los granos que caen mueren, nacen multiplicados" (Homilía sobre Pedro y Pablo, 3).

           La acción redentora de Cristo despliega su poder salvador en nuestra vida, y el cristiano recibe y proclama esta salvación en la comunidad eclesial: "Que toda la tierra aclame al Señor sus maravillas". Así lo proclamamos con el Salmo 65 de hoy:

"Aclama al Señor, tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria y decid a Dios: Qué terribles son tus obras. Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, y sus temibles proezas en favor de los hombres. Pues él transformó el mar en tierra firme, y a pie atravesaron los hebreos el mar. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente".

Manuel Garrido

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           Después del martirio de San Esteban se originó una persecución contra los cristianos en Jerusalén, que dio lugar a que éstos se dispersaran por las regiones vecinas (Hch 8, 1-8). La Providencia se sirvió de estas circunstancias dolorosas para llevar la semilla de la fe a otros lugares que de otro modo hubieran tardado más en conocer a Cristo. El Señor siempre tiene planes más altos. Los mismos perseguidores, que pretendían ahogar la semilla de la fe recién nacida, fueron la causa indirecta de que muchos conocieran la doctrina de Cristo.

           No debemos sorprendernos, por tanto, por las dificultades ( de un signo u otro), pues son algo de lo que podemos sacar mucho bien. Cuando el ambiente se aleja más de Dios, deberemos sentir como una llamada del Señor a manifestar con nuestra palabra y con el ejemplo de nuestra vida que Cristo resucitado está entre nosotros, y que sin él se desquician el mundo y el hombre. Cuanto mayor sea la oscuridad, mayor es la urgencia de la luz. Deberemos luchar entonces contra corriente, apoyados en una viva oración personal, fortalecidos por la presencia de Jesucristo entre nosotros.

           La unión con Dios a través de las adversidades, de cualquier género que sean, es una gracia de Dios que está dispuesto a concedernos siempre, pero como todas las gracias, exige el ejercicio de la propia libertad, y nuestra correspondencia.

Teresa Correa

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           Escuchamos hoy el relato de la 3ª persecución (y definitiva, por su virulencia y consecuencias) contra los cristianos en Jerusalén, que tuvo como consecuencia la dispersión de gran parte de cristianos fuera de Jerusalén (tal vez sus grupos más liberales, los de habla griega).

           Parecía que esto iba a ser un golpe mortal para la Iglesia, y para Jerusalén sí que lo fue. Pero sirvió para que la Iglesia se hiciera más misionera, y como consecuencia de ello la fe en Cristo se empezó a extender por Samaria y más lejos, pues "los prófugos iban difundiendo la Buena Noticia". El día de la ascensión Jesús había anunciado a sus discípulos que fuesen sus testigos en Jerusalén, y tras ella en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo (Hch 1, 8). Y ellos, ahora, lo empiezan a realizar.

           Para aquella comunidad de Jerusalén, lo que parecía que iba a ser el principio del final, fue la gran ocasión de la expansión del cristianismo. Así ha sucedido cuando en otras ocasiones cruciales de la historia se han visto cerrar las puertas a la Iglesia en alguna dirección (con las invasiones de los pueblos bárbaros, con el hundimiento del Imperio Romano, o con la pérdida de los estados pontificios). Siempre ha habido otras puertas abiertas y el Espíritu del Señor ha ido conduciendo a la Iglesia de modo que nunca faltara el anuncio de la Buena Noticia y la vida de sus comunidades como testimonio ante el mundo.

           Uno de los diáconos helénicos de Jerusalén (Felipe) es el que asume la evangelización en Samaria, y "la ciudad se llenó de alegría". Aunque no aparece en el texto de hoy, sí que sabemos (por otras fuentes) que dicha predicación de Felipe había atraído a muchos al bautismo, y que tras el bautismo bajaron a Jerusalén (donde todavía permanecían Pedro y Juan) para completar su iniciación, recibiendo allí la imposición de manos y el don del Espíritu Santo.

           No habría que asustarse demasiado, por tanto, por las dificultades y persecuciones que sufre la comunidad cristiana. Siempre las ha experimentado y siempre ha prevalecido. Pues lo que a nosotros nos puede parecer catastrófico (los ataques a la Iglesia y sus pastores, la falta de vocaciones, la secularización de la sociedad...) puede que sea ocasión para el bien, la purificación, el discernimiento y un renovado empeño de fe y evangelización, por parte de la comunidad cristiana (guiada y animada por el Espíritu.) Dios escribe recto con líneas que a nosotros nos pueden parecer torcidas.

           Si tenemos fe y convicción, acabaremos comunicando la Palabra, de una manera o de otra. Es lo que sucedió en la 1ª comunidad de apóstoles y discípulos: nadie les logró hacer callar. Si una comunidad cristiana está viva, las persecuciones exteriores no harán sino estimular a nuevos modos de evangelizar. Lo peor no está en los factores externos, sino en una vida interior inerte al testimonio.

José Aldazábal

 Act: 17/04/24     @tiempo de pascua         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A