20 de Abril

Sábado III de Pascua

Equipo de Liturgia
Mercabá, 20 abril 2024

a) Hch 9, 31-42

         Las iglesias gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, tras el período de crisis y persecución provocado por las verdades que valientemente había proclamado el diácono Esteban, y la activación interior que había elaborado la Iglesia universal (todavía judía, de forma mayoritaria).

         Pero vayamos al texto concreto de hoy, porque hoy nos habla en plural: las iglesias. En efecto, se trata de una nueva costumbre que, de forma generalizada, se va a ir imponiendo en los escritos primitivos, y que nos dar a entender que cada comunidad se va constituyendo como una iglesia total, con toda su originalidad.

         Tras lo cual, se nos dice que el conjunto "de las iglesias" se comunica entre sí, y éstas "se edifican y viven en el temor del Señor, llenas de la consolación del Espíritu Santo". Para los primeros cristianos, la vida transcurre sencillamente, en la pena y en la alegría, en la persecución y en la paz. Lo aceptan todo como viniendo del Señor, y todo lo aprovechan para edificar, construir y avanzar:

-"en el temor del Señor". Es decir, estimulados por sus exigencias;
-"en la consolación del Espíritu". Es decir, arrastrados por su amor.

         Ayúdanos, Señor, a desarrollar esas actitudes primitivas, y sobre todo a:

-ser activos y constructivos, preguntándonos qué es lo que tengo que construir yo, o edificar hoy;
-ser exigentes, preguntándonos qué santo temor es el que he de tener yo, y si me he adormecido alguna vez;
-vivir alegres y tranquilos, preguntándonos cual es mi consuelo, y si realmente el Espíritu de Dios es mi alegría.

         Volviendo al texto, nos dice el cronista Lucas que entonces Pedro curó a un paralítico (Eneas de Lida) y resucitó a una mujer (Tabita de Jaffa). Efectivamente, los hechos de los apóstoles reproducen los hechos de Jesús, y por eso ¡los tullidos andan, y los muertos resucitan! La vida surge allá donde el decaimiento y la muerte hacen su obra. La resurrección de Jesús continúa y trabaja a la humanidad desde el interior, y ante ella el mal retrocede.

         Tabita era "rica en buenas obras y en limosnas que hacía". Las viudas de la ciudad mostraron a Pedro las túnicas y mantos que confeccionaba cuando estaba con ellas. En su sencillez esas túnicas y esos mantos son una llamada. Se las muestran a Pedro para que entienda mejor, y ¡cuán útil sería que ella resucitase, para poder continuar!

         Entonces Pedro hizo salir a todos, y, puesto de rodillas, oró: "¡Tabita, levántate!". Siempre la misma frase: "¡levántate!". La misma que Pedro había dirigido ya al mendigo de la Puerta Hermosa de Jerusalén, la misma que Jesús había dicho tan a menudo a los enfermos y a los pecadores (Mt 9,5; 17,7; Jn 5,8).

         Toda Joppe (actual Jaffa, ciudad de Tabita) supo la noticia de esa resurrección, y muchos creyeron en el Señor. El milagro está en función de la fe, y la fe se propaga.

Noel Quesson

*  *  *

         Después del relato de la conversión de Saulo, el libro de los Hechos vuelve a fijar su atención en Pedro, no sin hacernos antes un balance muy positivo de la situación de la Iglesia: gozaba de paz (tras la tormenta de la persecución) y se encontraba ya extendida por toda Israel (Judea, Galilea y Samaria).

         Hoy contemplamos a Pedro como misionero itinerante. Ha dejado Jerusalén (la comunidad inicial que se ha formado en ella) y se ha encaminado a la región costera, haciendo escala en Lida (a medio camino entre Jerusalén y el mar) y curando allí a un paralítico (Eneas).

         Se trata de curaciones similares a las que hacía Jesús, y en este caso sirvieron para manifestar la misericordia de Dios (para con los más necesitados) y corroborar la predicación de la Buena Noticia (que es a lo que se dedican los apóstoles). La fe cristiana se extiende por los alrededores de la ciudad y por la planicie del Sharon, entre las altas montañas y la llanura de la costa.

         Estando Pedro en Lida, le informan de la muerte de una discípula cristiana: Tabita, famosa por sus obras de caridad en la ciudad portuaria de Jaffa (Joppe o Yafo, hoy suburbio de Tel Aviv). La comunidad ha hecho llamar a Pedro porque sabían que se encontraba en la vecina Lida. Y Pedro se dirige sin tardanza hasta allí.

         Cuando llega allí, Pedro se pone a reproducir el milagro de Elías al resucitar al hijo de la viuda (1Re 17, 17-24), de Eliseo al resucitar al hijo de la Sunamita (2Re 4, 18-37) y de Jesús al resucitar a la hija de Jairo (Mt 9, 18-26) y al hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 11-17). Pedro resucita a Tabita orando por ella, y Tabita se presenta viva a la comunidad. Porque la Buena Noticia, el evangelio que predican los apóstoles, es vida y resurrección, y el Señor quiere que lo sepamos con certeza.

         Los primeros cristianos comprendieron que solo una particular y especial intervención divina podía explicar la prodigiosa difusión del evangelio, tanto en Israel y países limítrofes como poco después por todo el Imperio Romano. Por eso no dudaron en contar las acciones portentosas, que se asemejaban a las de Jesús, y que habían sido hechas por los apóstoles para corroborar su predicación. Más adelante se contarán acciones similares obradas por Pablo. Y es que el Espíritu actúa con poder en los apóstoles, para mover a los seres humanos a creer en Jesús.

Juan Mateos

*  *  *

         La actividad apostólica de Pedro se desarrolla, en un principio, dentro de un período de paz para la Iglesia. El apóstol cura a un paralítico de Lida y resucita a una mujer en Jaffa, provocando con ello nuevas conversiones. La asamblea eucarística realiza y construye continuamente la comunidad de salvación, que es la Iglesia. En ella encontramos la paz del Espíritu Santo y el aliento para una vida al servicio del Señor y de los hermanos. O como San Cipriano comenta:

"En los Hechos de los Apóstoles está claro que las limosnas no sólo ayudan al pobre. Habiendo enfermado y muerto Tabita, que hacía muchas buenas obras y limosnas, fue llamado Pedro y apenas se presentó, con toda diligencia de su caridad apostólica, le rodearon las viudas con lágrimas y súplicas, rogando por la difunta más con sus gestos que con sus palabras. Creyó Pedro que podría lograrse lo que pedían de manera tan insistente y que no faltaría el auxilio de Cristo a las súplicas de los pobres en quienes él había sido vestido. No dejó, en efecto, de prestar su auxilio a Pedro, al que había dicho en el evangelio que se concedería todo lo que se pidiera en su nombre. Por tal causa se interrumpe la muerte y la mujer vuelve a la vida y con admiración de todos se reanima, retornando a la luz del mundo el cuerpo resucitado. Tanto pudieron las obras de misericordia, tanto poder ejercieron las obras buenas" (Sobre las Obras y Limosnas, 6).

         Con su resurrección Cristo ha vencido a la muerte. Las cadenas que nos ataban han quedado definitivamente rotas. Jesús nos ha salvado ¿Cómo pagar tan inmenso bien? La Santa Misa es la acción de gracias más agradable al Padre. Con el Salmo 115 de hoy decimos:

"¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Y cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Señor la muerte de su fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava. Tú rompiste mis cadenas, y por eso te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor".

         En conclusión, la 1ª lectura de hoy nos muestra las delicadezas del divino amor. Y la oración humilde de Pedro, que se sintió movido por el Espíritu a realizar esa maravilla (curando al paralítico de Lida y resucitando a la viuda de Jaffa). Un signo de la ternura de Dios. No importa qué tipo de enfermedad o qué sentido tenía aquella muerte. Lo que nos valen son los signos que hablan de Dios y de su amor.

Manuel Garrido

*  *  *

         En la historia de la primitiva Iglesia, se llega a una etapa de paz. Y aprovechando la ocasión, el primado de la Iglesia (Pedro) hace un recorrido por las comunidades cristianas de toda Israel (a modo de visita pastoral) para reanimarlas en su fe.

         Su presencia va acompañada por 2 hechos milagrosos: la curación de un paralítico (Eneas) en Lida, y la resurrección de una discípula (Tabita) que había fallecido en Jaffa. La fuerza curativa de Jesús se ha comunicado ahora a su Iglesia, en la persona de Pedro, que explícitamente invoca a Jesús: "Eneas, Jesucristo te da la salud, levántate". Y también al resucitar a la mujer, cuando Pedro se arrodilla y se pone a rezar, antes de mandarle: "Tabita, levántate". Es lo que ya había hecho a la puerta del Templo de Jerusalén, cuando curaron al paralítico "en el nombre de Jesús".

         Vemos los protagonistas de la historia de la Iglesia: Jesús, su Espíritu y la comunidad misma, con sus ministros. Jesús, desde su existencia gloriosa, sigue presente a su Iglesia, la llena de fuerza por su Espíritu y sigue así actuando a través de ella. Se explica por ello que Lucas pueda describir un panorama tan optimista: "La comunidad se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo".

         Como Pedro en su tiempo, deberíamos ser cada uno de nosotros buenos conductores de la salud y de la vida del Resucitado. Celebrar la Pascua es dejarnos llenar nosotros mismos de la fuerza de Jesús, y luego irla transmitiendo a los demás, en los encuentros con las personas. ¿Curamos enfermos, resucitamos muertos en nombre de Jesús? Sin llegar a hacer milagros, pero ¿salen animados los que sufren cuando se han encontrado con nosotros? ¿Logramos reanimar a los que están sin esperanza, o éstos se sienten solos y no tienen ganas de luchar?

José Aldazábal

*  *  *

         Tras el asesinato de Esteban y la conversión de Saulo, la situación de las comunidades tiende a estabilizarse. Pedro aprovecha dicho ambiente de paz, y comienza lo que pasó a ser su 1ª visita pastoral. En su 1ª escala (Lida) encuentra una comunidad paralizada (Eneas) y en su 2ª escala (Jaffa) encuentra una comunidad que ha perdido su vitalidad (Tabita).

         En Lida se hallaba una parte de la comunidad (Eneas) paralizada desde hacía 8 años. Pero el requerimiento de Pedro la reanimó, y le permitió reincorporarse y volver a caminar. La comunidad que lo acompañaba también cambió de actitud y allí muchos "se convirtieron al "Señor". De este modo, Lida quedó restablecida y "continuó creciendo espiritualmente".

         A la comunidad de Joppe (hoy Jaffa) acude de emergencia a Pedro, pues una mujer llamada Dorca (o Tabita, fam. Gacela) había muerto y la comunidad perdía vitalidad. Dorca había sido una persona de servicio activo y permanente (que hacía el bien y ayudaba a los necesitados), y su grupo de amigas viudas certifica ante Pedro su gran solidaridad.

         En paralelo con la acción de Jesús (Lc 8, 49-56), Pedro restablece la vida de Dorca, llamándola por su nombre arameo (Tabita). Ella se incorpora y, con la ayuda de Pedro, se pone de pie. La comunidad se alegra (especialmente el grupo de viudas) y comienza a crecer, recuperando las fuerzas perdidas.

         Termina la 1ª visita pastoral de Pedro con la visita a la casa de Simón, curtidor de pieles que vive junto al puerto de Jaffa. El oficio de curtir pieles era despreciable para los judíos, y la cercanía al mar no era cosa muy loable a los ojos del puritanismo judío.

         La presencia de Pedro en esta casa (en la que se va a quedar a vivir) demostrará que las comunidades cristianas están empezando a desprenderse de su vieja mentalidad judía, convirtiéndose en núcleos de alegría saludable y centros de revitalización para los misioneros.

Servicio Bíblico Latinoamericano

 Act: 20/04/24     @tiempo de pascua         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A