3 de Diciembre

Martes I de Adviento

Equipo de Liturgia
Mercabá, 3 diciembre 2024

a) Is 11, 1-10

         La hermosa imagen del tronco y del renuevo le sirve a Isaías, el profeta de la esperanza, para anunciar que, a pesar de que el pueblo de Israel parece un tronco seco y sin futuro (en tiempos del rey Acaz I de Israel), Dios le va a infundir vida y de él va a brotar un retoño que traerá a todos la salvación.

         Jesé era el padre del rey David. Por tanto el "tronco de Jesé" hace referencia a la familia y descendencia de David, que será la que va a alegrarse de este nuevo brote, empezando por las esperanzas puestas en el rey Ezequías. La "raíz de Jesé" se erguirá como enseña y bandera para todos los pueblos.

         Esta página del profeta fue siempre interpretada, por los mismos judíos (y mucho más por nosotros, que la escuchamos 2.000 años después de la venida de Cristo Jesús) como un anuncio de los planes salvadores de Dios para los tiempos mesiánicos.

         El cuadro no puede ser más optimista. El Espíritu de Dios reposará sobre el Mesías y le llenará de sus dones. Por eso será siempre justo su juicio, y trabajará en favor de la justicia, y doblegará a los violentos. En su tiempo reinará la paz. Las comparaciones, tomadas del mundo de los animales, son poéticas y expresivas. Los que parecen más irreconciliables, estarán en paz: el lobo y el cordero.

         Son motivos muy válidos para mirar al futuro con ánimos y con esperanza. El Salmo 71 hace hoy eco a este anuncio alabando el programa de justicia y de paz de un rey bueno, destacando sobre todo que en sus intenciones entra la atención y la defensa del pobre y del afligido.

José Aldazábal

*  *  *

         La profecía de Isaías sigue siendo hoy el sueño de todo el pueblo de Dios, de todo el que espera que Dios reine, por fin, con su "reino de paz y de justicia". Isaías, un profeta de la corte y amante de la dinastía davídica, esperaba al rey Mesías del linaje de David. Y esperaba que el reinado de éste descendiente sea en verdad un reinado de fidelidad a la ley de Dios.

         Aquí Isaías no predica nada más que lo que le correspondía hacer al rey como tal: gobernar al pueblo según los preceptos de Dios. Si solamente hace eso, ya no habrá pobreza, ya no habrá injusticia, ya no habrá abuso del derecho, ya no habrá opresión.

         Es interesante ver cómo la profecía no se dispara hacia un "más allá" celestial. El profeta espera que en verdad un rey reine de esta manera. Y el modo de reinar y de impartir la justicia ha de ser a favor de los pobres. ¡Hace tanto que vienen padeciendo que Dios vendrá a hacerles justicia cuando llegue este Rey! Y será tan eficaz y tan justo, que no necesitará la violencia para imponerse: "su palabra derribará al opresor", dice el profeta. Es la promesa más esperada, y aún no cumplida totalmente.

         Pero esto no puede ser comprendido por todos. Es necesario un corazón pobre para comprender la necesidad de se haga justicia por los pobres. Solo quien está padeciendo puede comprender la salvación. Solo quien está oprimido puede comprender la grandeza de la liberación. Por eso la esperanza de que se cumpla esta profecía es propiedad de los pobres.

         Son los pobres los que esperan que por fin el opresor sea derribado, que la justicia algún día falle en favor de ellos. Y por eso son los pobres los que, a la vez, con sus palabras y sus vidas van derribando los argumentos y las estructuras de los opresores.

Servicio Bíblico Latinoamericano

 Act: 03/12/24    @tiempo de adviento         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A