8 de Mayo

Miércoles VI de Pascua

Equipo de Liturgia
Mercabá, 8 mayo 2024

a) Hch 17, 15-22

         De todos los discursos misioneros dirigidos a los paganos, el más largo es el de Pablo en el Areópago de Atenas, dirigido a las élites atenienses. Un discurso en el que Pablo demuestra cómo el apóstol adapta su mensaje al auditorio ante el que se encuentra.

         Por ese motivo, escoge Pablo tan sólo un tema bíblico para su discurso, el más susceptible de ser comprendido por los paganos: el conocimiento de Dios. Sin duda, no fue Pablo el 1º en confrontar las ideas de 2 mundos diferentes, pero sí el 1º que verosímilmente se aprovechó de las búsquedas y experiencias de los autores sapienciales y helenistas.

         Pero ¿cómo puede un pagano conocer a Dios? Para un judío, la ignorancia del paganismo era fruto de las pasiones desatadas (Rom 1,18-32; Sab 13,14; Ef 4,17-19). Pero Pablo no opta por esa vía, sino que parte de los ejemplos de piedad de los paganos: la dedicación de un altar al "Dios desconocido".

         En efecto, el apóstol manipula un poco el epitafio de dicho altar (que estaba en plural, y que expresaba un sentimiento de temor ante los maleficios de los dioses, que los atenienses habrían podido olvidar) y manifiesta su simpatía por dicho temor pagano, aludiendo a que no deben caer los atenienses en esa ignorancia temerosa, sino optar por tomar conciencia del asunto religioso, conociendo mejor a ese "Dios desconocido".

         El 2º tema que plantea Pablo es que Dios no habita en templos construidos por hombres (v.24). Pablo recoge una corriente del pensamiento griego, pero que era igualmente una idea bíblica que Esteban había ya defendido ante un auditorio judío (Hch 7, 48) y que se remonta a las antiguas polémicas de Israel contra la idolatría (v.25; Sal 113; Is 44,9-20; Jer 10,1-16).

         Pablo presenta hábilmente, pues, argumentos típicamente bíblicos, pero conocidos por el paganismo griego. Y subraya que el cristianismo, tanto para los paganos como para los judíos, es una llamada a la espiritualización de su concepción de Dios, y del culto que le es debido.

         En 3º lugar Pablo presenta la pertenencia a la raza de Dios a partir de una cita de un filósofo griego (v.28), pero comprendida a la manera bíblica (v.26) como un anuncio del reagrupamiento de la humanidad, tras el nuevo Adán (Rom 5,12-21; 1Cor 15,21-22) y la filiación divina.

         Los últimos versículos del discurso son los que provocan la ruptura. Pues en ellos Pablo acumula una serie de expresiones totalmente incomprensibles para los griegos. En 1º lugar, la idea de un ahora (v.30) y no del eterno retorno helénico. Es decir, de un momento privilegiado en la historia, en el que tendría sentido la noción de un juicio de Dios (v.31) con marcado acento escatológico (en disarmonía con las concepciones paganas, de subrayado carácter antropocéntrico de la divinidad). Y en 2º lugar, la idea de una resurrección de la carne, sobre la que el auditorio pedirá a Pablo que se detenga, pues se trataba de una concepción que ni siquiera numerosos judíos podrían admitir (vv.31-32).

         Puede ser instructivo criticar el discurso de Pablo a la luz de las dificultades encontradas por los cristianos para explicitar su fe ante los ateos. Porque aunque hoy el contenido cultural ha cambiado, no así lo ha hecho el contexto en que sucede: la profunda secularización, en que los puntos de fricción siguen siendo los mismos (tanto para cristianos como para ateos).

         En 1º lugar hemos de reconocer en Pablo una preocupación real por atender a la mentalidad de sus interlocutores. En efecto, Pablo abandona la argumentación clásica del kerygma apostólico (de cultura demasiado bíblica) para tratar de conocer las principales corrientes espirituales del paganismo griego, especialmente la concepción de una paternidad universal (v.28) y una religión liberada del materialismo y formalismo (v.29).

         He aquí 2 actitudes particularmente importantes en el diálogo contemporáneo entre cristianos y ateos: la conciencia común de la dignidad humana, y una superación conjunta del fenómeno mitológico (en búsqueda dialogada de la verdad racional).

Maertens-Frisque

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         En el exordio del Discurso del Areópago de hoy (vv.22-23), Pablo parte de un hecho concreto que ha observado en Atenas: un altar "al Dios desconocido". Pablo lo toma como una señal positiva de la búsqueda de Dios en la civilización helenística, y califica a los atenienses de pueblo "muy religioso".

         La "inscripción al Dios desconocido" no está muy atestiguada en los documentos antiguos, y posiblemente hubo una inscripción "a dioses desconocidos" que Lucas puso en singular. En todo caso, dicho altar manifiesta ignorancia respecto del Dios verdadero (que ellos adoran sin conocer), y por eso Pablo les anuncia al Dios desconocido, para que superen dicha ignorancia.

         En la parte narrativa del discurso (vv.24-29), que podríamos llamar preparatio evangélica, Pablo comienza de una manera reposada a exponer su visión del Dios creador, lo que implica una crítica a la idolatría (vv.24-25). Pablo se inspira en esta sección claramente en el AT, pero asume conceptos e ideas de la filosofía griega, para que sus oyentes puedan sentirse identificados con su discurso. Pablo parte de la idea bíblica de Dios y desde ahí hace una crítica a los templos y a las ofrendas que la humanidad presenta a Dios.

         La doble crítica se apoya en el AT, pero también algo de este criticismo puede encontrarse en los mismos filósofos griegos. El Creador del mundo no necesita santuarios, y el que nos da vida, aliento y todas las cosas, no necesita ofrendas. Si Dios no puede ser poseído o capturado por templos y ofrendas, entonces la idolatría como intento humano por deformar o controlar la imagen de Dios, no tiene fundamento. Pablo no está aquí especulando racionalmente, sino exponiendo su fe fundada en la revelación bíblica.

         En la 2ª parte de esta sección narrativa (vv.26-29), Pablo entra en la relación de Dios creador con la humanidad y su crítica al politeísmo. Dios creó de uno solo toda la humanidad (lit. "hizo de uno toda raza de hombres"). Pablo anuncia aquí la unidad de todo el género humano. A esta humanidad universal Dios dio dos objetivos, expresados en el texto por los verbos habitar y buscar.

         Para cumplir el 1º objetivo de habitar toda la tierra, Dios marcó los tiempos y los límites. Se refiere a la separación de las estaciones y a la separación de la tierra y el mar (abismos) y de la tierra y el firmamento, datos tomados de la creación del mundo tal como aparece en el Génesis. El 2º objetivo es buscar a Dios, al interior de toda la tierra habitada.

         Esta búsqueda es posible, aunque sea a tientas, porque Dios no está lejos: en él vivimos, nos movemos y existimos. En estos versículos Pablo asume temas conocidos de la filosofía griega: la idea universal del ser humano y su razón de ser en la búsqueda de Dios. El sentido de la filosofía era esta búsqueda de Dios.

         Pablo fundamenta su fe en la tradición bíblica (de forma implícita, pues no tiene sentido hacer citas), pero asume los temas filosóficos corrientes e incluso cita (v.28b) a uno de sus filósofos. El v. 28a ("en él vivimos, nos movemos y existimos") es bíblico y filosófico a la vez, pero en su aspecto filosófico aparece cuasi panteísta. La expresión "como ha dicho alguno de vosotros" (v.28) se refiere a lo que sigue: "Porque somos también de su linaje". Pablo usa esta cita contra el politeísmo (v.29).

         En síntesis: si toda la humanidad viene de Dios y fuimos creados para habitar toda la tierra y en ella buscar a Dios en el cual vivimos, nos movemos y existimos, entonces no debemos pensar que la divinidad sea semejante al oro, la plata o la piedra modelada por el ingenio humano. La conclusión es evidente para Pablo, que tiene en su mente toda la tradición bíblica, pero ¿habrá sido igualmente evidente para la asamblea de los filósofos en el Areópago?

         Terminada la parte narrativa del discurso (vv.24-29), donde Pablo ha llegado a la conclusión que tanto la idolatría como el politeísmo contradice lo que sabemos de Dios, tanto por la Biblia (implícita en el discurso) como por la filosofía (citada explícitamente), Pablo pasa ahora a la parte argumentativa, donde confronta directamente a los filósofos con el evangelio (vv.30-31). Tenemos aquí tres ideas fundamentales: el anuncio de la conversión, el juicio del mundo según justicia y la resurrección de Jesús como garantía.

Fernando Casal

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         En el Areópago de Atenas Pablo expone a los atenienses un sermón preparado con esmero, sobre el conocimiento del verdadero Dios. Hasta que, llegado el momento de abordar el tema de la resurrección de Cristo, los oyentes se apartan de él con burlas, imbuidos por una mentalidad ambiental que era inaccesible a semejantes doctrinas.

         En nuestro mundo secularizado, este suceso es de gran importancia, y nos anima a seguir luchando por una seria conversión de las ideas, tratando de hacer prevalecer lo sagrado. San Pablo debió quedar muy abatido tras su actuación en Atenas, y por eso escribió no mucho después a los corintios: "Me he presentado a vosotros débil y con mucho temor y temblor, sabiendo que mi mensaje y mi predicación no se han basado en palabras persuasivas de sabiduría, sino en la manifestación y poder del Espíritu" (1Cor 2, 3-4).

         Dios creó todas las cosas y en ellas dejó sus huellas. Nosotros lo reconocemos, y por eso invitamos a toda la creación a una alabanza agradecida, con el Salmo 148 de hoy:

"Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto, alabadlo todos sus ángeles, alabadlo todos sus ejércitos. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. Él aumenta el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, y de Israel su pueblo escogido".

         Pues como nos dice Taciano:

"La obra que por amor mío fue hecha por Dios no la quiero adorar. El sol y la luna hechos por causa nuestra; luego, ¿cómo voy a adorar a los que están a mi servicio? Y ¿cómo voy a declarar por dioses a la leña y a las piedras? Porque al mismo espíritu que penetra la materia, siendo como es inferior al espíritu divino, y asimilado como está a la materia, no se le debe honrar a par del Dios perfecto. Tampoco debemos pretender ganar por regalos al Dios que no tiene nombre; pues el que de nada necesita, no debe ser por nosotros rebajado a la condición de un menesteroso" (Discurso contra los Griegos, 4).

         Hemos escuchado cómo Pablo acepta que "somos estirpe de dioses", y que "en Dios vivimos, nos movemos y existimos". Sobre todo porque ese Dios "hasta ahora desconocido" es el creador y único Señor de todo, que nos ha sido revelado en Cristo.

Manuel Garrido

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         Pablo predica esta vez en Atenas, en medio de un Areópago que era el centro simbólico del pensamiento filosófico y religioso griego. El suyo es un discurso típico de cómo hay que presentar el plan de Dios a paganos. En este caso, a los pensadores griegos.

         Pablo se adapta a la manera de pensar de los atenienses, se hace "griego con los griegos" y capta así su atención y benevolencia, con su alusión al altar "del Dios desconocido". Tras lo cual, en seguida les habla del Dios creador, de cómo éste no puede habitar en templos humanos y de cómo podemos conocerle a través de la naturaleza.

         Más aún, afirma Pablo que "somos estirpe suya" (citando a un pensador griego) y que, por tanto, le hemos de buscar dentro de nosotros mismos, porque "en él vivimos, nos movemos y existimos". Invita a los atenienses, por tanto, a una espiritualización de su religión, para llegar por ella a Cristo Jesús, el enviado por Dios y el resucitado por él de entre los muertos.

         Es precisamente aquí, al hablar de la resurrección de Cristo (que se ve que los griegos no pueden entender), cuando se produce una curiosa reacción, claramente negativa y totalmente irónica por parte de la mayoría (aunque sí hay algunos que abrazan la fe).

         Pablo, una vez más, nos da la lección de saberse adaptar a su auditorio, a la hora de anunciar la fe en Jesús. A los judíos les habla a partir del AT. A los griegos, a partir de su literatura, de su visión religiosa del cosmos y la divinidad, y de su actitud de búsqueda y curiosidad (al menos filosófica) de la verdad. A todos les predica a Jesús, pero desde el mundo de valores de sus oyentes.

         Nosotros seguimos teniendo este problema del lenguaje. El Concilio II Vaticano puso a la Iglesia en diálogo con el mundo y con sus varias religiones. Pero no es fácil este diálogo. ¿Cómo podemos anunciar a Cristo a la juventud de hoy, o a los alejados, o a los agnósticos? ¿Cómo podemos tomar como puntos de partida tantos valores que hoy son apreciados (la igualdad, la dignidad, la ecología, la paz) para pasar claramente al mensaje de Jesús y proponerles su persona y su Evangelio como la plenitud de esos y de otros valores?

         Se puede decir que a veces la Iglesia ha sido lúcida en la adaptación, pero que otras veces no ha tenido ese fino instinto de encarnación cultural, no sabiendo aprovechar valores autóctonos, sino destruyéndolos. Todo lo contrario que hizo Pablo, no sólo por la firmeza de su camino (no hay nada que le cierre caminos cuando él quiere, ni siquiera los fracasos que va cosechando, como en este caso de Atenas) sino también por su creatividad: cuando un recurso no da resultado, busca otros. Pero nunca se resigna a callar.

José Aldazábal

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         Pablo tenía como lema anunciar el evangelio "primero a los judíos y luego a los paganos", y eso es lo que hizo en Atenas. No obstante, como la predicación en la sinagoga no surtió efecto alguno, decide acudir a la plaza pública (al Areópago, en el corazón de la Acrópolis) y dirigirse directamente a los griegos.

         Atenas era el centro de la cutlrua cultural. Sus templos ricamente decorados y las innumerables estatuas de fina talla le daban un ambiente de singular finura artística. En sus plazas se reunían a conversar filósofos, predicadores de religiones orientales, poetas y gente atraída por la novedad. Las corrientes filosóficas y éticas predominantes eran el estoicismo y el epicureismo. Con ellas intentó Pablo establecer diálogo.

         El estoicismo, o "filosofía de la puerta", pretendía alcanzar la perfección por medio de la ascética. El hombre sabio debía mantenerse imperturbable ante el mundo y aceptar su destino como un camino inexorable. El epicureísmo, o "filosofía del jardín", buscaba el estado de perfección prescindiendo de los deseos innecesarios. De este modo, el filósofo alcanzaba un placer duradero, afectivo y espiritual. La filosofía estaba destinada a curar los males del alma. Pablo, desde su pretensión de ortodoxia, no pudo entablar diálogo y, aunque no lo persiguieron, salió hacia Corinto.

Servicio Bíblico Latinoamericano

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         De todas las peripecias que pudieron tener lugar durante la evangelización en Atenas, sólo se nos ha relatado una, la del discurso de Pablo ante el Areópago, tal vez por tratarse de un episodio de un gran contenido simbólico.

         El Areópago era el lugar destinado para la asamblea de los ex-magistrados de la ciudad, que ejercía las funciones de alta corte de apelaciones (a forma de academia de jurisprudencia). Se reunía en una colina donde soplaba el viento, haciéndola propicia para reuniones en días calurosos.

         Pues bien, a esa colina es a la que se sube Pablo, después de observar atentamente la cantidad de magníficos edificios, esculturas, altares, arcos y plazas columnatas, que hacían de la ciudad un verdadero museo viviente, del cual sus habitantes se sentían muy orgullosos.

         Pablo trata de hablar a los atenienses de lo que todo ser humano, con las solas fuerzas de su razón, puede saber de Dios. Pero arranca su discurso captando la atención de los oyentes, y alagando la gran sensibilidad religiosa de sus costumbres (por la cantidad de altares dedicados a los distintos dioses, y hasta por un altar "al Dios desconocido", como si quisieran asegurarse de no dejar de adorar a ninguno).

         Al llegar a este punto, Pablo les dice que ese Dios desconocido por ellos es el que viene a predicarles. Se trata, claro está, del único Dios vivo y verdadero que Pablo conoce desde su juventud, el creador sabio del mundo y del género humano, el Padre providente que alimenta a sus hijos permitiendo el sucederse de las estaciones y haciendo fecunda la tierra.

         Pablo llega incluso a referirse a uno de los poetas griegos que hablaba de que los seres humanos somos, de alguna manera, descendencia, estirpe de Dios. Al final los exhorta a convertirse ante la proximidad del juicio divino que Dios va a realizar por su elegido, a quien resucitó de entre los muertos.

         No ha mencionado Pablo a Jesús sino tácitamente, pero la expresión "resurrección de los muertos" hace que los magistrados interrumpan el discurso burlándose, o dándole largas a Pablo a quien prometen escuchar en otra ocasión. Es que el mensaje de la resurrección choca contra el escepticismo de estos hombres acostumbrados a disfrutar al máximo la vida porque no esperan, según las concepciones filosóficas griegas, ninguna vida más allá de la muerte.

         El relato culmina con la noticia consoladora de que un tal Dionisio (miembro de la Asamblea) abrazó la fe, una mujer llamada Dámaris y algunos más. No se cuenta otra cosa de la evangelización en Atenas. Se dice lacónicamente que Pablo marchó hacia Corinto. De todos modos parece que se fundó una pequeña comunidad que, con el tiempo, dada la importancia histórica y cultural de la ciudad, llegó a ser una de las más renombradas Iglesias de todo el mundo griego.

         Tal vez para Pablo la evangelización de Atenas fue un fracaso, allí no hubo judíos que se opusieran, ni autoridades que persiguieran a los misioneros. Tan solo la condescendiente ironía de los sabios magistrados llenos de filosofía. Por eso, más tarde Pablo dirá que la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios (1Cor 1, 19-31).

Confederación Internacional Claretiana

 Act: 08/05/24     @tiempo de pascua         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A