10 de Mayo

Viernes VI de Pascua

Equipo de Liturgia
Mercabá, 10 mayo 2024

a) Hch 18, 9-18

         Después de Filipos y Atenas, fue Corinto la siguiente gran escala de Pablo en su expansión del evangelio. Y una vez más, Pablo será citado ante la Justicia, acusado de ser un perturbador. Pero una noche, en una visión, el Señor dijo a Pablo: "No temas, habla sin callar nada, porque yo estoy contigo".

         Cuando se leen las cartas de San Pablo, se percibe que éstas están siempre llenas de la presencia de Jesús. Su nombre aparece 3 ó 4 veces en cada capítulo, y esto no era simplemente una manera de hablar. Pablo y Jesús vivían juntamente, y continuamente se comunicaban uno al otro en "una oración incesante" (Rm 1, 9). Los primeros cristianos estaban convencidos de la presencia de Cristo, y esto constituía su fuerza, y en las dificultades cotidianas se agarraban a esta certeza.

         Siendo Galión procónsul, los judíos se sublevaron contra Pablo, y le acusaron de "persuadir a la gente para que adore a Dios, de un modo extraño a la ley". Dicho procónsul era hermano de Séneca, y gobernó Acaya el año 52. Como se ve, la Iglesia estaba inmersa en el tiempo, en el mundo, en medio de políticas y de gobiernos.

         En ese invierno del año 52, y a causa de una climatología rigurosa, Pablo se queda bloqueado y no puede seguir navegando a ninguna parte. Y decide fundar en Corinto una comunidad vigorosa y bulliciosa, permaneciendo en ella 1 año y 6 meses, enseñando entre los corintios la palabra de Dios.

         Allí recibe Pablo noticias de las comunidades fundadas en Macedonia (la de Tesalónica y la de Filipos), y se pone entonces a dictar sendas cartas para fortalecerlos en su fe. Son los primeros escritos del NT, 22 años después de la resurrección de Jesús: las Cartas I y II a los Tesalonicenses.

         Es preciso tratar de imaginar aquella comunidad cristiana de Corinto, durante su 1º año de existencia. Pablo está allí proclamando la Palabra de Dios y haciendo presente a Cristo en sus eucaristías. Y desde el principio, y como instintivamente, los cristianos de Corinto se organizan en pequeños grupos, reuniéndose en torno al evangelio y a la eucaristía.

         Como Corinto era una ciudad pagana, y no podían edificar legalmente un lugar destinado al culto cristiano, los cristianos empezaron a reunirse en sus propias casas, como era el caso de la casa de Priscila y Aquila, un matrimonio fabricante de tiendas.

         Ha nacido una nueva comunidad, y en cuanto Pablo juzga que pueden prescindir de él, se ausenta de la ciudad y marcha en busca de otra fundación, dejando la responsabilidad a unos ancianos (presbíteros) a quienes ha nombrado cabeza de grupo. Señor, haz que los cristianos sean activos y responsables.

Noel Quesson

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         Meta de la acción misionera de Pablo son siempre los centros más importantes. Ahora lo será Corinto, "la ciudad de los dos mares", puente entre Oriente y Occidente, capital de la provincia romana de Acaya y floreciente centro comercial. En año y medio, Pablo funda la Iglesia de Corinto, y empieza a depositar en ella toda su enseñanza y esperanzas (y gobierno, a través de 2 de sus principales cartas).

         El relato destaca la dramática ruptura con la sinagoga judía (vv.5-7), las angustias del principio y el extraordinario éxito de la misión (vv.8-11) y la persecución de los judíos, que conducirán a Pablo ante el procónsul Galio (vv.12-17). Este episodio permite fechar los hechos, casi con certeza, en el año 52. En cuanto a lo que sigue a este relato, la acción cambia de escenario, y Pablo decide volver a Antioquía de Siria, dando por concluido su 2º viaje (vv.18-22).

         El capítulo de hoy narra cosas muy importantes sobre los ministerios en la Iglesia primitiva. Los vv. 2-3 nos presentan a Pablo trabajando con el matrimonio Aquila y Priscila en su oficio de fabricante de tiendas. Y surgen también los servicios de evangelización, que sin solución de continuidad van convirtiendo a muchos cristianos en ministerios estables (como será el caso de Apolo; vv.24-28).

         La comunidad colabora y siente la misión como una responsabilidad común. Es el caso de Crispo, prosélito "temeroso de Dios" que acoge a Pablo en su casa en el momento de la ruptura con la sinagoga (v.8). También el de Aquila y Priscila, que ofrecen a Pablo su hospitalidad en los tiempos difíciles del comienzo (vv.2-3) y lo acompañan tras su partida de Corinto (vv.18-19), completando la formación de los cristianos evangelizados por Pablo (vv.24-26).

         Todo esto podría ser una fuente de inspiración en nuestra Iglesia de hoy día, necesitada de libertad de acción y de poner en marcha nuevos estilos ministeriales. Pues sólo una comunidad solidaria y corresponsable, y un espacio abierto generosamente a las nuevas iniciativas, podrán desembocar en el futuro ministerial que la Iglesia necesita.

Fernando Casal

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         El recorrido que vamos haciendo de la mano de Hechos de los Apóstoles nos ha mostrado ya suficientemente el carácter firmísimo y perseverante del apóstol Pablo. Este es aquel hombre que sufrió naufragios, enfermedad, cárcel y azotes; que fue traicionado, pasó hambre y sed; que sufrió desvelos y carencia de lo necesario; que fue sistemáticamente apedreado y muchas veces sometido a la lluvia de los insultos y burlas. El hombre al que nada le detuvo, y admirablemente siguió adelante con paso recio, siendo capaz de cantar himnos a la gloria divina mientras padecía el hielo o las tinieblas de un calabozo injusto.

         Contemplando con asombro tanta fortaleza no puede menos de maravillarnos que Dios hoy se haya acercado con tanta compasión a darle consuelo y ánimo. Algo grande tenía que estar sucediendo; una misión singularmente ardua venía sobre sus espaldas acostumbrados al trabajo durísimo del apostolado entre los paganos. ¿Dónde se hallaba nuestro paladín y en qué misión se encontraba, para que Dios considerara con tanta providencia como ternura que era tiempo de dar fuerza nueva a su apóstol?

         La ciudad de hoy tiene un nombre propio: Corinto. Y también la misión a realizar: abrir espacio en medio de un paganismo tan agresivo como seductor, para que allí pudiera nacer una comunidad cristiana. ¡Qué locura! Una comunidad en torno al misterio de la resurrección, en medio de un pueblo saturado de religiones y filosofías, capaz de tragárselo todo (menos una cosa: que alguien pudiera vencer a la muerte).

         Para esa locura (que es también la que hoy necesitamos) de predicar en Corinto se requería, realmente, un empuje especial y una gracia particular. Y por eso Dios quiso hablar a Pablo en aquella visión nocturna, diciéndole: "No temas y habla sin callar nada, porque yo estoy contigo".

         Corinto no es algo del pasado, pues Corinto sigue llamándose hoy Nueva York, Amsterdam, París, Bogotá, Sidney, Río de Janeiro o Tokio... Corinto es también este mundo embriagado de placeres y teorías, desesperado y hambriento, enloquecido y mordaz, despiadado y anónimo en el que todo parece posible menos el amor, y donde todo tiene espacio menos la pureza. Señor, danos muchos apóstoles nuevos para este Corinto inmenso que es el mundo del III milenio.

Nelson Medina

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         La comunidad de Corinto iba a jugar una misión importante en la vida de Pablo y toda la Iglesia primitiva. Y por eso no es de extrañar que ya desde el principio se vean allí signos de la intervención divina especial.

         San Pablo experimenta aquí la protección especial de Dios, y dedica un largo trabajo de consolidación de la comunidad, tratando de ser eficaz con su palabra. Pues como le había dicho el Señor: "No temas, sigue hablando y no te calles". Oigamos a San Juan Crisóstomo, sobre este menester:

"En la cura de alma no hay nada de medios violentos, ni tampoco tenemos otro medio ni camino de salvación sino la enseñanza por la palabra. Este es el instrumento, éste es el alimento, éste el mejor temple del aire. La palabra hace veces de medicina, ella es nuestro fuego. Lo mismo si hay que quemar que si hay que cortar, de la palabra tenemos que echar mano. Si este remedio nos falla, todos los demás son inútiles. Con la palabra levantamos al alma caída y desinflamos a la hinchada, y cortamos lo superfluo, y suplimos lo defectuoso, y realizamos, en fin, toda otra operación conveniente para la salud de las almas" (Sobre el Sacerdocio, IV, 3).

         Con el Salmo 46 de hoy cantamos al Señor como rey del mundo. Por eso invitamos, con el salmista, a todos los pueblos a alabar al Señor, a batir palmas, a que lo aclamen con gritos de júbilo. Porque "el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra", y porque "él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones", así como "él nos escogió por heredad suya".

         Corinto fue el lugar en el que Pablo proclama con valentía el evangelio de salvación del Señor, a lo largo de un año y medio y hasta que la comunidad quedase consolidada en la fe. Aquí Pablo recibirá muchas persecuciones, pero el Señor le pide no tener miedo, pues él está a su lado y nadie pondrá la mano sobre él para perjudicarlo.

         Cuando llegue la hora de Pablo, éste no podrá escapar de dar el testimonio supremo de su fe (decapitado en Roma). Pero mientras llega su hora tendrá que estar aquí, y después ir allá y más allá, cumpliendo la misión que el Señor le ha confiado.

Manuel Garrido

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         Las palabras que el Señor le dice hoy a Pablo, en una visión nocturna, son de las que más veces se escuchan tanto en el AT como en el NT, dirigidas a personas a las que Dios ha elegido para ser sus testigos en el mundo: "No temas". Oyeron lo mismo Moisés y Jeremías y la Virgen Maria, y ahora Pablo.

         En el caso de Pablo, la estancia en Corinto debía serle difícil, por dificultades externas e internas. Y por ello, la voz del Señor le anima: "No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo". Y hay otro motivo que puede resultarnos sorprendente: "Muchos de esta ciudad son pueblo mío".

         La escena que describe a continuación Lucas es bastante cómica, porque el procónsul Galión (por cierto, hermano de Séneca) se desentiende irónicamente de la discusión, al ver que no afecta al orden público, sino a cuestiones internas de religión. Y por eso no hace caso al ver que los que apalean al jefe de la sinagoga judía (Sóstenes) son precisamente judíos.

         También hoy puede Dios decirnos: "Muchos de esta ciudad son pueblo mío". A pesar de la mala fama de Corinto (comercial, sexual, ludópata...), Dios espera que muchos se conviertan, porque están destinados a la vida. ¿Tenemos derecho a desconfiar nosotros, o desanimarnos, porque nos parece que nuestra sociedad está paganizada sin remedio? ¿No estarán destinados a ser pueblo de Dios tantos jóvenes a quienes vemos desconcertados en la vida, o tantas personas que parecen sumergidas irremediablemente en los intereses materialistas del mundo de hoy?

         Porque peor que las persecuciones exteriores (como la que le vino a Pablo en el curioso episodio de hoy ante el procónsul Galión) son las interiores: los temores y cansancios que podemos sentir cuando no vemos resultados en nuestro trabajo. ¿Quién somos nosotros para dimitir de nuestro empeño, cuando vemos que Dios tiene paciencia y sigue depositando su esperanza en personas a las que nosotros ya les hemos retirado todo voto de confianza?

José Aldazábal

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         Se nos cuentan hoy las peripecias de Pablo en Corinto, en aquel gran puerto situado en el istmo de Corinto (que unía la península Balcánica con la pequeña península del Peloponeso) y cuya ubicación estratégica había hecho de Corinto una ciudad rica y renombrada, desde épocas remotas.

         En el momento en que Pablo visita Corinto, ésta se ha convertido en la capital administrativa de la provincia de Acaya, sede del procónsul (el gobernador nombrado directamente por el Senado de Roma, para regir las provincias más importantes del Imperio).

         En Corinto se acumulaban y transferían mercancías de todas partes, había astilleros para la construcción de embarcaciones, ricas corporaciones de mercaderes y de artesanos, miles de esclavos que desempeñaban muy distintos oficios. Y no faltaban, por supuesto, los templos y los adoradores de las diversas religiones importantes del Imperio. Incluso los judíos tenían su poderosa e influyente sinagoga.

         La ciudad era famosa, además de su riqueza e importancia económica y comercial, por la corrupción de costumbres de sus habitantes, siendo un centro afamado, en todo el Mediterráneo, por un elemento distintivo: la prostitución, o el "estilo de vida a la corintia".

         La estancia de Pablo en Corinto fue larga (de un año y medio, según Hechos), y le permitió dedicarse al trabajo manual para ganarse la vida (actitud de la que siempre se glorió, para predicar más libremente el evangelio). Incluso sabemos que estuvo asociado a un matrimonio judío: Aquila y su esposa Priscila, convertidos al cristianismo y llegados a Corinto desde Roma (a raíz de la expulsión de Roma que el emperador Claudio decretó para todos los judíos, el año 49), no dudando en asociarse a Pablo en el trabajo laboral (de fabricar lonas) y evangelizador.

         En Corinto se formó una comunidad cristiana de numerosos miembros. Una comunidad inquieta, llena de entusiasmo y con la cual el apóstol, después de su partida, mantuvo una intensa correspondencia (y unas relaciones a veces tensas y difíciles, pero siempre francas y muy cercanas), siendo la de Corinto la comunidad cristiana de origen paulino que mejor conocemos.

         En la lectura de hoy se nos presenta el consuelo que recibe Pablo de Dios (para animarlo a perseverar en sus fatigas evangelizadoras) y el incidente ante el procónsul Galión (promovido por los judíos, contra Pablo y sus compañeros).

         En cuanto a las autoridades romanas, el libro de los Hechos sigue en su línea de presentarlas totalmente indiferentes frente al naciente cristianismo, en clara opción por esquivar los conflictos religiosos (hasta que en el año 80 tome cartas en el asunto, por la cada vez más notoria presencia e influencia de los cristianos en su seno romano).

Confederación Internacional Claretiana

 Act: 10/05/24     @tiempo de pascua         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A