5 de Septiembre
Jueves XXII Ordinario
Equipo
de Liturgia
Mercabá, 5 septiembre 2024
a) 1 Cor 3, 18-23
La Iglesia de Corinto, como puede adivinarse a través de los textos de Pablo, estaba muy dividida. Distintas corrientes de pensamiento, y varios grupúsculos internos, estaban tenazmente aferrados a su sistema y concepción de las cosas. ¿Y cómo hallar la verdad en todo esto?
Lo dice Pablo: "Hermanos, que nadie se engañe". En efecto, es preciso no fiarse de uno mismo, ni mantener orgullosamente el propio punto de vista. A fuerza de defender las propias ideas acaba uno por contemplarse uno mismo, por escucharse a sí mismo y por no prestar atención a los puntos de vista de los demás... tal persona se encierra en su propia dialéctica.
Esforcémonos en reconocer la parte de verdad que hay en los que no piensan como nosotros. Y sepamos también admitir la parte de error en nuestras propias opciones. Porque "si alguno de vosotros se cree sabio, según este mundo, hágase necio para llegar a ser sabio; pues la sabiduría de este mundo es locura ante Dios".
Es propio de los sistemas filosóficos o políticos, y en cierta medida es normal, pretender encerrar, toda la realidad en lo observable. Ahora bien, desde el ámbito de la fe, el mundo no esta encerrado en sí mismo: lo atraviesan las intervenciones imprevisibles de las libertades humanas, y las de la libertad de Dios. La historia no puede reducirse pura y simplemente a mecanismos casi materiales. ¿Quién podía prever la encarnación de Dios, la crucifixión de Jesús? Y esto ha sucedido. Era una locura imaginar cosas semejantes. Fue obra de la sabiduría imprevisible de Dios.
Porque la Escritura dice: "Dios prende a los sabios en su propia astucia", y "¡cuán vanos son los pensamientos de los sabios!". Sólo Dios es verdaderamente sabio. Y su proyecto se cumplirá a pesar de todas las apariencias contrarias. Los cristianos de Corinto en ese momento no eran más que un grupo minúsculo inmerso en un mundo pagano extremadamente poderoso, sometido a corrientes de pensamiento en apariencia triunfantes.
Según todos los análisis humanos, el helenismo, con su civilización brillante que tan espléndidos monumentos ha dejado por todo el entorno del Mediterráneo, era el que tenía que perdurar. Ahora bien, "Dios atrapó a los sabios en su propia astucia", y fue el cristianismo el que tuvo un porvenir, con un grupito de personas que se reunían en torno a Pablo para oír la palabra de Dios y participar en la eucaristía.
Cuán audaces son estas palabras, las de que "Dios atrapó a los sabios en su propia astucia". Tras lo cual, termina Pablo animando a los corintios: "Todo os pertenece, Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente y el futuro: todo es vuestro, pero vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios".
Los apóstoles son para los fieles, y no los fieles para los apóstoles. Vosotros decís "yo soy de Pablo, y otro yo soy de Apolo". Pues bien, la verdad es exactamente lo contrario. No pertenecéis a estos ministros, sino que "son ellos vuestros servidores". Y llevado por este lirismo, Pablo llegará a decir que "todo el cosmos está al servicio" de ese puñado de pobres trabajadores del muelle que se reunían entonces en Corinto. Inmensa dignidad de los cristianos.
Noel Quesson
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Uno de los aspectos más interesantes de la 1ª lectura del día de hoy es la llamada al conocimiento verdadero, al que hoy nos invita el apóstol Pablo. Creer es un ejercicio dinámico, que no puede resumirse en "tener fe", como quien posee algo que ha quedado bajo su poder. Más bien, para Pablo ser cristiano es "quedar bajo el poder de la fe", entrando en un proceso que ha tenido su comienzo maravilloso cuando nos abrimos a la propuesta del amor divino pero que debe perfeccionar ese comienzo hasta "llegar a conocer con plenitud su voluntad" (como hemos escuchado hoy).
El tema de la sabiduría espiritual ya lo había tocado antes el apóstol, en el contexto polémico de la Carta I a los Corintios, en su cap. 2. Es fácil, en efecto, caer en el error de convertir el cristianismo en un sistema de ideas, una especie de filosofía, y por ello Pablo entiende que no podemos agarrar la esencia, la nuez del cristianismo, si no es por gracia.
Ser cristiano no se limita a ser un coleccionista de ideas que encajan bien unas en otras. Pablo ora por los corintios, y por nosotros, porque sabe que sólo en la gracia y por la gracia podemos llegar a descubrir la verdadera sabiduría, esa que nos mueve a agradar al mismo Dios de quien la recibimos.
Nelson Medina
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Seguimos a vueltas con la necedad y la sabiduría. San Pablo nos recuerda una vez más que la sabiduría que cuenta no es la que solemos valorar como tal sino aquella que, por venir de Dios, nos da las claves de la vida y de la muerte, del bien y del mal, de la alegría y del dolor... de todo aquello que, más pronto o más tarde, nos enfrenta a todos con la verdad más honda, la única que realmente importa.
Curiosamente, este secreto se descubre a los de corazón sencillo. Es el salmo responsorial de hoy el que nos proporciona la clave: "Encuentra a Dios el hombre de manos inocentes y limpio corazón, el que no entrega su alma a la mentira y nunca jura en falso". La transparencia es condición indispensable para llegar a ser sabio, para llegar a comprender el mundo que nos rodea, el por qué y el para qué de nuestros días sobre la tierra. Es la meta de la búsqueda en la que, de un modo u otro, solemos empeñar la existencia.
Olga Molina
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Dios es el origen de todo y de todos. Nuestra confianza no está puesta en manos de los hombres, aún cuando sean considerados los más sabios conforme a los criterios de este mundo. Por eso nosotros no anunciamos cosas terrenas, sino a Jesucristo, que el Padre Dios nos entregó no sólo como Salvador nuestro, sino también como aquel que nos hace conocer a Dios y el amor que, como Padre nuestro, nos tiene.
Así, perteneciendo a Cristo, unidos a él mediante una Alianza nueva y eterna, junto con él pertenecemos a Dios Padre, no como simples criaturas suyas, mucho menos como extraños que lo invocan, sino como hijos en el Hijo. Por eso, aprendamos a vivir totalmente comprometidos como de hijos de Dios.
Unidos a él, demos testimonio de él en el mundo. Pero no sólo como fruto de nuestras investigaciones y estudios eruditos conforme a la ciencia de este mundo, sino conforme a la experiencia que tengamos del amor salvador de Dios, viendo así nuestros estudios sólo como auxiliares y no como fuente de salvación (la cual sólo procede de Dios de un modo gratuito hacia nosotros).
José A. Martínez
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La 1ª lectura de hoy nos habla del saber, del conocimiento, de la sabiduría. Cuántos esfuerzos hacemos para aprender, cuánto hemos estudiado en nuestra vida... para que luego se nos diga en la Carta I a los Corintios que "la sabiduría de este mundo es una tontería". Entonces, ¿hemos estado perdiendo el tiempo aprendiendo y estudiando? No, no lo creo, porque cuanto más aprendemos y conocemos, más podemos caer en la tentación del poder, usado de forma arrogante.
Mantenerse en la humildad sabiendo que eres una persona culta, con títulos y diplomas, o sencillamente porque sabes más del que tienes al lado, de tu vecino o de tu compañero de trabajo, no es nada sencillo. Nos da seguridad y tranquilidad controlar una situación desde lo alto de nuestros conocimientos, nos proporciona armas que los demás no tienen y que además pueden infundir temor.
"Si alguno cree que es muy sabio, y que sabe mucho de las cosas de este mundo, para ser sabio de verdad debe comportarse como un ignorante". Esta es la clave que nos da la primera lectura, sobre el cómo ser sabio. Más allá de todo el saber, el conocimiento y la sabiduría humana, lo que realmente importa es ser conocedores de los caminos que nos llevan al reino de Dios y ser capaces de transmitirlos.
Carlo Gallucci
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Ayer acusaba Pablo a los corintios de inmaduros e infantiles, por las divisiones que se suscitaban entre ellos. Y hoy vuelve al tema desde la perspectiva de la sabiduría.
Si los corintios se creen "sabios según el mundo", entonces sí que se explican estas divisiones sobre Apolo y Pablo (esta vez añade también a Cefas- Pedro, que por lo que se ve también tenía allí sus fans). Pero eso no es sabiduría, sino necedad a los ojos de Dios. Deberíamos juzgar las cosas y las personas desde una mentalidad espiritual y madura.
Esta mirada la expresa Pablo con una profunda y lúcida gradación: "Todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro; vosotros de Cristo, y Cristo de Dios".
Esta visión sí que es una interpretación espiritual de la historia, que, a la vez, relativiza nuestras preocupaciones y celos en la vida de la comunidad. Nada es absoluto, sino Cristo y Dios. Y lo demás (incluidos los ministros de la Iglesia) son relativos. Morirá Apolo y morirá Pablo, y morirá el papa actual y el siguiente. Pero Cristo "es el mismo ayer, hoy y siempre", y es el que, a través de esta Iglesia frágil y caduca, nos va llevando a todos a Dios.
Ésta es la clave de la sabiduría espiritual, la sabiduría del "grupo que busca al Señor", del que habla el salmo responsorial de hoy. El que sigue criterios humanos y se cree listo, "sus pensamientos son vanos" y "Dios lo caza en su astucia".
En nuestra vida de Iglesia se establecen a veces una serie de divisiones, más o menos sutiles, basadas en lo que Pablo llama claramente necedades. Damos importancia a lo que no la tiene. Los ministros de la Iglesia no son los protagonistas, y su elocuencia o sus carismas personales (que ojalá no sean pequeños) no son el factor determinante. Están al servicio de la comunidad ("son vuestros"). Son colaboradores de Dios. No vale la pena que por unas cualidades más o menos se produzcan tensiones tontas. Ni porque ellos se lo creen ("¿qué tienes que no hayas recibido?", nos dirá Pablo pasado mañana) ni porque sus oyentes o fieles toman partido por uno u otro.
José Aldazábal
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En días anteriores, el apóstol Pablo ha denunciado actitudes equivocadas y violentas que tienden a generar divisiones y desórdenes en Corinto, y en cualquiera de nuestras comunidades cristianas o ciudadanas. Hoy redondea su pensamiento y nos indica que (mirando los traspiés de los demás) no debemos tenernos por mejores: nadie debe dejarse engañar teniéndose a sí mismo por sabio.
Por nuestra sabiduría, llegamos a conocer y comprender ciertas actitudes humanas más o menos nobles. Pero si a esa sabiduría no le añadimos la sabiduría de Dios, que él nos ha revelado con amor, de poco nos vale.
Según la sabiduría de Dios, hay que armonizar todas las cosas en Cristo, y con Cristo en Dios. A nadie le beneficia obrar de modo que genere distanciamientos y divisiones. ¿No es uno Cristo? ¿No es uno nuestro Dios? Pues no rompamos nuestra unión con él y nuestra mutua comunión.
Grabemos en nuestra alma esta bellísima expresión de Pablo: "Todo es vuestro, vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios". Armonía perfecta, sentimiento noble, vivencia profunda. Muchas habrán sido en la historia las glosas escritas a esta frase de Pablo. Nosotros podemos recrearnos en 3 comentarios teológicos muy breves.
En 1º lugar, en el orden de la naturaleza (incluido el hombre) todo ha sido creado para gloria de Dios. Pero esa creación ha sido ordenada y permite a cada cosa disfrutar de sus propias perfecciones y beneficiarse de las perfecciones de las demás. Cada elemento tiene valor en sí mismo y en el conjunto a que pertenece. Y en ese esquema de la creación el ser humano es como la conciencia del cosmos, su palabra, su vibración. Por eso, todo es de él.
En 2º lugar, en el orden de la gracia todo ha quedado sometido a Cristo, Señor de todo y de todos. Él es nuestra cabeza, la fuente de nuestra vida como hijos, el amigo que nos acompaña y anima, y nos lleva al Padre.
En 3º lugar, en el orden de la creación y re-creación todo acontece conforme a los designios del Padre, que nos convocó a la vida, que nos envió al Hijo, y que nos espera al final de la historia. Incluso lo que no entendemos ahora se nos hará luz en la eternidad.
Dominicos de Madrid
Act: 05/09/24 @tiempo ordinario E D I T O R I A L M E R C A B A M U R C I A