CELTIBERIA
a) Geografía celtibérica
b) Política celtibérica
c) Sociedad celtibérica
d) Economía
e) Religión celtibérica
f) Lengua celtibérica
g) Principales pueblos celtibéricos
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Poblaba las zonas desde el valle del Ebro
hasta la Cordillera Ibérica. En todo este territorio se documenta una lengua,
emparentada con las lenguas célticas de Europa.
El
nombre de celtíberos viene a denominar, por tanto, a “los celtas de
Iberia”, dado que en ningún caso se puede negar su fuerte iberización.
El
marco de organización celtibérico básico es la ciudad-estado,
dotada de organización militar y política, y que repetidamente aparece en las
guerras contra los romanos. Aunque es todavía difícil datar el origen esta
urbanización, a pesar de poseer propia moneda e innovaciones tecnológicas.
En la organización política celtíbera
existía:
-una
asamblea popular,
-un
consejo aristocrático,
-unos
magistrados electivos.
Debió existir además un ejército celtibérico, compuesto por hombres
de distintos pueblos. Aunque lo que aparece con mayor relieve es el tribunal de
5 jueces, encargado de dirimir los litigios.
A veces se conocen conflictos
internos entre la asamblea y el consejo, como sucedió en Belgeda,
donde, ante las dudas del consejo sobre si guerra o paz con el invasor, la
asamblea popular cerró las puertas y quemó el senado.
Durante las guerras romanas, aunque cada ciudad define su política,
ciertas decisiones son tomadas en conjunto. Se puede hablar, en este sentido, de
la liga o confederación
celtibérica, que incluía a 5.000 hombres.
Ello se ve en Lutia, a la que Retógenes llegó solicitando refuerzos.
Los jóvenes estaban dispuestos a dárselos, pero los ancianos no, y éstos
avisaron a Escipión.
Las fuentes literarias reflejan una sociedad gobernada por aristocracias
militares, de grandes rebaños, y clientelas indígenas.
El aristócrata celtíbero se basaba
en el número de clientes, a los que hace luchar hasta la muerte.
Por debajo de la aristocracia, aparece la masa
popular, que carecía de iniciativa propia para proponer
resoluciones. Hay que suponer que esta masa poblacional estaría formada por
pequeños propietarios agrícolas, que llegada la necesidad, se armarían para
acudir al combate.
Distintos testimonios reflejan que existe un binomio
popular basado en la edad:
-los
iuvenes, de primer ímpetu formidable, y partidarios de la resistencia,
-los
maiores, capaces de ceder, y partidarios de negociar.
Se encubren, pues, bajo estas dos expresiones:
-el pueblo,
-una
aristocracia, dispuesta a transigir con el dominio extranjero a cambio de
conservar una parcela de poder.
La estructura económica depende de las circunstancias
ecológicas concretas. La base económica era agrícola y ganadera.
Las serranías sorianas, pobladas de bosques, contribuían a mantener las cabañas
de ganado vacuno y lanar (recordemos los sufrimientos romanos ante Numancia,
comiendo sólo a base de carne). Todos los clásicos coinciden en la buena
calidad de los caballos del interior.
La trashumancia era la auténtica
base económica, e incluía rutas trashumantes establecidas y diversos pactos de
hospitalidad, a lo largo de la Meseta Central.
A medida que nos traslademos hacia occidente y el valle del Duero,
encontraremos que la economía estará basada en los cultivos de regadío,
trigo, cebada y cereal, y en una auténtica propiedad
comunal. Los salmantinos y los palentinos, por ejemplo, ponían
juntos los frutos y repartían a cada uno su parte, castigando con la pena de
muerte a aquel que retenía algo y no lo entregaba a la comunidad. Sistema, por
otro lado, propio de estadios primitivos de cultura y de insuficiencia de
desarrollo, y no al revés.
Otro elemento importante es la explotación
minera del hierro y siderúrgica. Las citas clásicas sobre la
calidad de las espadas celtibéricas son abundantes, al igual que la cantidad de
explotación minera en los filones celtibéricos, como los del Moncayo.
La moneda, por último, también fue
un fuerte factor de urbanización, y servía para:
-expresar
la autonomía política de las ciudades,
-abastecer
a la población minera del entorno,
-pagar
los tributos a las potencias extranjeras.
Según los clásicos, los celtíberos adoraban a una divinidad, todas las
noches de plenilunio, bailando en circulo fuera de las casas.
Lo que sí conocemos son las inscripciones votivas que nos transmiten el
nombre indígena de alguna divinidad, como Lug.
Pero nada más, pues la religión celtíbera era una religión sin mitos
escritos.
Un rasgo distintivo de la religión celtíbera es la escasa tendencia al
antropomorfismo de las divinidades. La existencia de un culto público se
comprueba por los sacrificios públicos en santuarios a cielo abierto.
Los santuarios celtíberos debían
ser construidos en el claro del bosque, en la cima de la montaña, y a cielo
abierto, acumulaban las ofrendas de oro y plata, que nadie se atrevía a tocar.
Dentro de ellos, el banquete en torno al caldero sagrado parece haber sido un
elemento fundamental. La abundancia de exvotos presenta caballos, toros y pies
calzados.
El Santuario de Peñalva de
Villastar dejó constancia de esta piedad hacia Lug. En
él, el dios Lug recibía ofrendas de líquidos, una cofradía regulaba las
peregrinaciones y un tal sacerdote Togias dirigía el culto.
Aparte
del santuario de Lug, se ha encontrado la existencia, en Monreal de Ariza y en
Tiermes, de cuernas de toro y cuchillos relacionados con el sacrificio.
En cuanto a la existencia de druidas,
sabemos de:
-Olíndico,
que blandía una lanza de plata, enviada por los dioses, profetizaba el futuro,
y lideraba a un grupo de seguidores,
-mujeres
dotadas de profecía, antes de la llegada del Imperio romano bajo Galba.
El
calendario
religioso celtíbero tenía un día señalado, que era cuando se
celebraban todas las bodas, probablemente el día de la fiesta de Lug, o
Lugnasad, el 1 agosto.
Por lo que a creencias funerarias tenemos, se
comprueba el ritual de incineración, donde se acompañaba las cenizas del
difunto con sus armas inutilizadas. Por otra parte, parece que había conexión
entre la vida de ultratumba y la región celeste, a tenor de los abundantes símbolos
astrales descubiertos en las estelas celtibéricas.
Todos estos pueblos de Celtiberia transmiten una lengua
propia, que hemos llamado celtibérico. De acuerdo con las 165
inscripciones de textos, de longitud variable, podemos deducir que el origen o
parentesco lingüístico de la lengua celtibérica viene de una doble vía:
-de
las lenguas celtas del noroeste de Europa,
-de
las lenguas indoeuropeas del centro de Europa.
Los textos más largos e importantes recogidos de la lengua celtibérica
son los aparecidos en Botorrita-Zaragoza, y la inscripción rupestre de Peñalva
de Villastar, dedicada al dios Lug.
Un rasgo peculiar es que la escritura
celtibérica, cuando los celtíberos
comenzaron a escribir, la tomaron de los signos íberos vecinos, en la que cada
signo no tenía el valor de un fonema sino el de una sílaba.
Se trata, por tanto, de una lengua que se separó en fecha muy antigua
del tronco celta común.
g.1) Del Ebro
Los
lusones
era un pueblo autóctono celta, que se había ido desplazando hacia el valle del
Jalón. En esta zona quedaron incluidas Cascantum, Turiasu-Tarazona y Bursau-Borja.
Los
arévacos
se ubicaban en torno al río Areva, y era el más fuerte de los pueblos celtibéricos,
como se comprueba en la resistencia a Roma o guerra numantina (153-133 a.C). Sus
poblaciones más importantes eran Numancia, Pallantia-Palencia y Termes en
Soria.
Los
belos
se ubicaron en torno al valle de Huerva, y formaban una comunidad política
juntos con los titos. Sus poblados más importantes eran Segeda, Carbica y
Leucade.
Los
bebrices
se ubicaron en Teruel y Cuenca, y se alimentaban de leche, suero y quesos. Poseían
el santuario de Lug en Peñalba de Villastar.
Los
pelendones
se ubicaban en torno a las serranías sorianas, y aparecen citados muy tardíamente.
Sus poblados más importantes eran Vinuesa, Augustobriga-Agreda y Savia.
Los
olcades
se ubicaban en la Meseta meridional, y aparecen mencionados entre el contingente
de pueblos que Aníbal envío íntegramente a Africa en el s. III a.C, para
luchar contra Roma. Su ciudad más importante era Althía.
Los
berones
se ubicaban en el sur de la provincia de Álava, y fueron producto de la
inmigración celta. Su enclave más importante era Varea-La Rioja.
Los
vacceos
se ubicaban en torno al río Duero, y siguieron resistiendo tras la caída de
Numancia. Abarcaban extensos territorios de Valladolid, Zamora, Segovia y
Burgos: Avia, Rauda, Cauca, Intercatia-Paredes de Nava, Viminatium-León y
Septimanca-Simancas. Es en esta zona donde se desarrolla la “Cultura de
Medinilla”, propia de agricultores itinerantes que viven en pequeños poblados
de cabañas circulares de adobes. A partir del desarrollo de la metalurgia del
hierro, se configuraron auténticos núcleos proto-urbanos, que van a
protagonizar la resistencia contra los romanos.
Los
carpetanos
se ubicaban en la ribera del río Tajo, y aparecen ampliamente en las
expediciones de Aníbal. Tras atacar otros poblados, al pasar por esta zona, Aníbal
fue derrotado, lo que provocó una segunda vuelta púnica a la orilla del Tajo
para aplastar y reclutar a la población carpetana.
Su
principal ciudad fue Toletum-Toledo, emplazamiento estratégico del s. II a.C.
para atravesar la península, con su rey Hilerno, rey de toda la Carpetania.
Aparte, otros pueblos que pertenecían a Toletum eran Compluton-Alcalá de
Henares, Laminion, Barnacis, Ipsinon, Ilarcuris, Egelesta e Ilurbida. Lo que
puede comprobarse es:
-una
jerarquización de poblados,
-vínculos
culturales con el mundo ibérico,
-vínculos
lingüísticos con los lusitanos.
Junto a Toletum, la otra gran ciudad carpetana fue Alce, todavía sin localizar (quizás porque fue derrotada, saqueada e incendiada al completo). También destacó Talavera de la Reina, junto a la Sierra de San Vicente, y la fértil zona argentífera que fue los montes de Toledo y auríferos del Tajo.
Manuel
Arnaldos
Mercabá,
diócesis de Cartagena-Murcia