BABILONIA
a) Geografía
babilónica
b) Política
babilónica
c) Urbanismo
babilónico
d) Economía
babilónica
e) Religión
babilónica
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Mesopotamia (lit. “país de entre-ríos”, en griego) fue la civilización surgida a los pies ecológicos del Tigris y Eufrates, a los que se unieron los cauces del Karun y del Khera. Se trató, pues, de zonas de regadío y terreno abierto (creciente fértil).
Se puede decir que el marco geográfico mesopotámico:
-nació
por el 7.000 a.C, como unidad diferenciable de sociedades y ocupaciones,
-creció desde el 3.400 a.C, con los primeros documentos escritos,
-enfermó hacia el 354 a.C, con las rebeliones internas persas,
-murió hacia el
312 a.C, con la pérdida de capitalidad de Babilonia por la joven Seleucia.
El mapa mental o mapa de las 4
regiones, según el título que se daban así mismos los reyes del III milenio
a.C, era en la Mesopotamia antigua:
Subartu (N)
Amurru (O) Babilonia Elam (E)
Súmer (S)
En
efecto, Levante mediterráneo, montes del Cáucaso, mesetas iraníes y Egipto,
constituyeron las fronteras limítrofes de Mesopotamia.
b) Política babilónica
Tras el Imperio de Akkad, culmen de la cultura semita-sumeria, los clanes amurru-amorreos asumen el poder político en
Mesopotamia, a la que imponen sus
estructuras macro-familiares.
Babilonia,
nuevo estado fundado por los amorreos en el sur de Mesopotamia, va a ser el
centro del mundo y en cierto sentido la continuadora de la línea sumeria y
acadia. El acadio babilonizado será la lengua internacional.
Ahora
bien, todas las dinastías que gobernarán Babilonia van a ser extranjeras:
amorreas primero, casitas, asirias y caldeas después. Eso sí, con cierto sello
babilonizador, que irá marcando todos los ritmos culturales.
En el norte, también otro jeque amorreo fundará un nuevo estado,
Asiria,
en el futuro competidor de Babilonia.
El nacimiento de Babilonia sucedió el 1.900 a.C. en la antigua y perdida
aldea de Babil,
uno de los poblados cinturón de Ur III, hermano de Isin, Larsa, Sippar y
Esnunna, y como todos ellos, ocupados por los amorreos.
Hammurabi,
sexto de los reyes amorreos que ocuparon Babil, será el auténtico fundador de
la supra-regional Babilonia, allá por el 1.790 a.C:
-incorporando
a su reino los territorios cinturones de Ur,
-controlando
todas las rutas comerciales hacia el Mediterráneo,
-conquistando
los territorios sirios de Mari y Alepo,
-colocando
al insignificante Marduk como dios nacional de Babilonia.
Hammurabi supo combinar imperialismo con un modelo de actuación justa,
plasmando en su Código de Hammurabi todos los
principios de la doctrina social mesopotámica:
-el
ojo por ojo y diente por diente,
-el
manual de sólida costumbre y buena conducta,
-la
protección legal de las clases desfavorecidas.
En
temas científicos,
en esta etapa se tradujeron al acadio-babilónico los mitos más relevantes de
la Antigüedad, así como numerosos textos sumerios. Se adaptaron los cultos
antiguos sumerios, se elaboraron las bases teológicas de la nueva religión, y
se realizaron avances en matemáticas, astronomía, medicina, química y
lexicografía.
Del
1.500 al 1.150 a.C, Babilonia va a estar regida por reyes de origen casita,
población procedente de los montes Zagros, y presente en la ciudad desde el
1.700 a.C. Ya Babilonia I había dejado entrar a población extranjera de todos
los lugares. En estos 450 años de Babilonia II, la población casita será la
que se haga con el poder.
En el campo interior, la sociedad
casita fue tranquila, sin fragmentaciones o rivalidades.
En
el campo
exterior, los casitas inventaron los carros ligeros de guerra, como
grandes peritos en la doma de caballos que eran, para repeler eventuales
agresores y reforzar sus fronteras.
La
cultura
casita de Babilonia va a ser continuadora de la amorrea, aunque con ciertas
estructuras clánicas. Todos los textos van a seguir siendo redactados en
acadio. Se compondrán bellos poemas orientalizados, como el del Justo
sufriente, sobre el cuidado o no de la divinidad.
La
religión
casita va a introducir el santuario real, dedicado a las divinidades casitas
Simaliya y Suqamuna.
Finalmente,
en el 1.150 a.C. un grupo autóctono, con el auxilio elamita, impone
agresivamente en Babilonia su poder, dándose por terminada la época clásica
babilónica.
Durante tres siglos, Babilonia había estado luchando por mantener un
equilibrio con los asirios. No obstante, la presión se fue agrandando, hasta
que se hizo ya insoportable.
Fue
Tiglatpileser
III de Asiria, en el 727 a.C, el
encargado de poner a Babilonia bajo dominio asirio. No lo hizo bajo la violencia
bélica, sino reclamando su derecho al trono babilónico.
Salmanasar V, Sargón II y Senaquerib, hasta el 625 a.C, también
ejercieron su soberanía sobre Babilonia,
teniendo que hacer frente a esporádicas revueltas
caldeas, de algunos jeques caldeos que ya merodeaban por la zona
Uno de estos jeques caldeos, Nabopalasar, sería el que finalmente quitaría
Babilonia al Imperio asirio, el año 625 a.C, para dársela a los clanes
arameo-caldeos. Poco duró, un siglo, la golosina babilónica para Asiria.
Se puede decir que la aportación
asiria a Babilonia dejó:
-inseguridad
general,
-desplazamiento
poblacional hacia el medio rural,
-aumento
de sectores desarraigados y marginales,
-producción
literaria de la Teodicea babilónica y
Epopeya de Erra,
-abundantísima
producción científica, médica, astronómica y matemática.
Se dice que el rápido final del Imperio asirio en Babilonia pudo ser
debido a su prepotente actitud frente a los sectores extranjeros de la ciudad.
De hecho, eso mismo sucederá en el final de la misma Assur y Nínive, cuando
una coalición de medos se empeñe en la destrucción de todo vasallaje asirio
feudal.
En
Babilonia, un jeque caldeo, Nabopalasar, vasallo feudal de los asirios, decidió
una alianza
con los medos, montañeses iraníes, y enemigos por lo mismo de
Asiria, para usurpar el trono babilónico. Esto sucedería el año 625 a.C,
mismo año en que la misma coalición, medo-caldea, destruye la ciudad asiria de
Nínive, y se reparten las tierras:
-Babilonia,
para los caldeos,
-el
norte, para los medos.
La etapa caldea de Babilonia va a ser muy efímera, pues el Imperio persa
ya está avisando a la puerta. Pero sus monarcas, sobre todo Nabucodonosor, van
a poner Babilonia a la altura de la primera capital
del mundo, en riqueza, cultura, religión, ejército y arquitectura,
poniendo en vilo a la misma Egipto.
En
efecto, fue Nabucodonosor II, excelente político, y casado con una meda, el
encargado de someter para Babilonia, entre el 600 y 570 a.C, y con un ejército
impresionante de tropas:
-toda
la Mesopotamia norte, sur y central,
-Siria,
Anatolia y Samaria,
-el
reino de Judá-Jerusalén,
-el
reino faraónico de Egipto.
Tras
invadir Egipto, Nabucodonosor avasalló a los egipcios a pagar de botín:
-30.000
kg de plata y 30.000 kg de estaño,
-300.000
kg de cobre y 6.000 lingotes de cinc,
-decenas
de miles de tejidos de lujo, lana y púrpura.
En otras invasiones, el botín consistía en esclavizar a la población,
destruir todo lo encontrado, seleccionar a lo más selecto de sus intelectuales
para sí.
Babilonia se convirtió en un jardín
colgante, una maravilla del mundo:
-en
arquitectura, con 2 murallas, 3 ríos, 8 canales, 8 puertas, 24 calles, 43
templos, palacios, vías procesionales, la puerta de Istar, el Zigurat de Babel de 90 m.
altura…
-en
matemáticas, con el cálculo aritmético, álgebra, geometría, topografía,
astronomía…
-en
religión, con 55 santuarios de Marduk, 300 santuarios a los Igigi, 600
santuarios a Annunaki, 180 altares a Istar, 180 altares a Adad, 12 altares a las
divinas Pléyades…
A la muerte de Nabucodonosor, la cultura y la política pasaron a manos
de las castas sacerdotes. Su sucesor, el rey
caldeo Nabónido, nada pudo hacer ante las intrigas palaciegas y
presión de los sacerdotes, que le acusaban de heterodoxo y trastornado por
querer introducir cultos de 2000 años atrás.
Nabónido, en extrañas circunstancias, salió hacia Arabia con el fin de
reclutar jeques para su causa. El pueblo empezó a despreciarlo y odiarlo.
En este contexto, la llegada de Ciro
de Persia ante las murallas de Babilonia, el año 539 a.C, fue toda
una aclamación liberadora. Llegaba el mesías salvador.
c.1) Ciudad
Abarcaba el ámbito de:
-el
núcleo urbano de intramuros,
-las
aldeas cercanas explotadas por los habitantes del núcleo urbano.
Desarrolló las funciones de:
-administración
de los bienes,
-defensa
militar de los habitantes,
Se
echa en falta, por tanto, la promoción cultural, el comercio de larga distancia
o una organización financiera.
Su
edificación
urbana tenía 4 partes:
-muralla,
dotada de varias puertas, cada una de ellas abierta a barrios sociales
respectivos,
-muelle
fluvial, bolsa de intercambio, estación de las caravanas, con cierta
autonomía administrativa,
-extramuros,
zona de los urubarum-suburbios, llenos
de barracas y almacenes,
-intramuros,
corazón de la ciudad, amurallado casi al completo, formado por el bittum-templo,
el ekallum-palacio y los domicilios privados. Los dos primeros, como
centro del suministro económico.
Era el centro del estado babilónico,
así como el líder y patrocinador de la ciudad y la divinidad local.
En consecuencia:
-el
templo urbano era el centro de la administración y del gobierno,
-las
tierras del templo eran el centro de la actividad económica.
El
templo urbano
era el lugar donde trabajaba jerárquicamente la nobleza ciudadana:
-el
sanga-sacerdote, director supremo,
-los
inspectores y capataces, supervisores del sacerdote,
-los
escribas, anotadores y escritores.
Las
tierras del
templo era el lugar donde vivía toda la población:
-cultivando
tierras, como los agricultores,
-cuidando
los rebaños, como los ganaderos,
-transformando
los productos, como los cerveceros, panaderos, caldereros, cesteros,
curtidores...
Con
el paso del tiempo en Babilonia, la autoridad
fue pasando poco a poco a manos de los reyes, y la economía de los templos fue
siendo asumida por el estado. Esto trajo como consecuencia el ocaso
del templo en pro del palacio, aparte de que:
-el
dueño de la ciudad ya no sería el dios, sino el rey y una burguesía de
terratenientes, campesinos adinerados y arrendatarios de parcelas,
-el
rey se iría convirtiendo en el vicario del dios, apoyándose en el templo para
acreditar su prestigio,
-el
dios personal iría creciendo en veneración, decreciendo la piedad en torno al
dios de la ciudad,
-la
religión de estado pasaría a convertirse en la religión de cada gobierno de
turno,
-el
templo pasaría a integrarse en una vida diferente civil.
En
Babilonia, hablar de realeza es hablar de una abstracción, pues bajo la
denominación de rey se ocultaba una gran variedad de formas de gobierno. No
obstante, se daba el título de sarrum-rey
al representante humano establecido por la divinidad para regir la comunidad
civil.
Al rey
se le solían añadir otros títulos
complementarios para diferenciarse de otros reyes de la zona, dada la
enorme fragmentación política. De ahí los títulos de gran rey, rey del
universo, rey de las cuatro regiones… dados más por el deseo del monarca que
por realidad histórica.
No obstante, todo rey
babilónico tenía unos deberes:
-ser
miembro, patronímicamente, de una dinastía legítima,
-tener
excelentes cualidades, predestinadas por los dioses,
-hacerse
temido dentro y fuera de su país,
-mantener
el culto, bienestar y equilibrio del pueblo,
-ganar
las batallas y guerras.
En
cuanto a la elección
divina del rey, la monarquía babilónica fue algo “que bajó del
cielo”, una fuerza o esencia sobrenatural para los humanos. Sin dar sentidos
teológicos, y quedándose siempre en pura fraseología, dos son las líneas
ideológicas del rey:
-vicario
del dios, participante activo en todas las ceremonias religiosas, supervisor
de los templos y el culto, sujeto del dios y no de la ciudad;
-elegido
del dios, y cuya decisión ha de ser aceptada por todos. Al rey no se le
elige, sino que lo imponen los dioses por ser, aunque de distinta naturaleza, su
hijo y su amado.
De
ahí sus raíces santas, ritualismos para evitar la impureza, abluciones,
protección especial, compañía constante de adivinos, exorcistas, magos y médicos.
Aunque siempre el rey fue humano, o el “más famoso de los humanos”;
En
cuanto al poder
del rey, cada soberano babilónico ejerció su autoridad de un modo peculiar, sin
tener más límites que los impuestos por los intereses económicos de las
familias dominantes. La voluntad del rey era la única fuente de poder, sin más
ministerios o delegaciones.
Cuando la extensión del
reino sobrepasaba los límites que permitían
las particiones territoriales, a lo nuevo anexionado no se le concedía ningún
tipo de autonomía.
En
cuanto a las funciones
del rey, el monarca babilónico era el gran patriarca de familia,
cuya misión principal era regular las relaciones de la comunidad. De ahí que
se le defina como:
-el
“buen pastor”, que ha de conducir a su rebaño, alimentarlo y defenderlo
de las agresiones exteriores,
-el
“pater familias”, velando por la justicia y el equilibrio, con
actuaciones concretas, enérgicas e implacables,
-el
“ensanchador del país”, buscando nuevas fuentes de materias primas,
saneando el erario mediante la consecución de botines.
En
cuanto a los grupos de poder, las asambleas
ciudadanas representaron el contrapeso al poder establecido, aunque
sin organización alguna. Los grupos de ancianos o de jóvenes guerreros,
convocados ocasionalmente, son el primer organismo democrático babilónico.
Por
otro lado, era costumbre situar a miembros de la familia real en los puestos
clave de estos grupos, en calidad de generales, prefectos o grandes sacerdotes.
La
figura del primer
ministro fue creada para encargarse de la administración periférica,
y tenía acceso a la información reservada. Era elegido por el monarca por
mantener una misma ideología de manera relativamente estable.
Estaba constituida por entramados
muchos y simples.
Se
trató de una economía
de subsistencia. Pues la población de la ciudad subsistía a base de
las raciones en especie que les distribuía el templo o el palacio. La casa debían
edificársela ellos mismos, al igual que la cerámica, costura… Los ciudadanos
sólo dependían del exterior para obtener la madera, el bronce.
En
las estepas, la comunidad se surtía de sus propios productos, cultivados en
parcelas, y podía vender en la ciudad, mediante el trueque, lo restante.
Se
trató de un intercambio
de excedentes. Pues el templo y el palacio eran los únicos que
almacenaban, acumulando excedentes para intercambiarlos por otros bienes, como
joyas, oro, plata, armas y vasijas de lujo, muebles, telas, alfombras. Cuando se
hacía necesario, las grandes organizaciones importaban materias primas a la
ciudad.
Y
para ello fue clave la figura
del tamkarum-mercader, caravanero que actuaba por encargo del palacio
o del templo, en calidad de prestamista y financiador de las actividades
estatales.
A partir del II milenio
a.C. se puede hablar de espíritu proto-capitalista babilónico,
con la compra al por mayor de lana, cebada, dátiles y cebollas.
d.1) Sector público
Tenía una fuerte base
ideológica:
la propiedad incondicional de las tierras por parte del dios y del rey.
El trabajo estaba a cargo de los hombres que se ponían bajo la protección
del dios o del rey para escapar a las calamidades.
Y dos eran sus elementos más característicos:
-el
sistema de raciones, pues todo el personal que trabajaba en el templo
o en palacio recibía el sustento en forma de raciones en especie;
-la
cesión de parcelas, sustento complementario al sistema retributivo
de raciones. En ocasiones, el templo o el palacio cedían temporalmente parcelas
en usufructo o alquiler, recibiendo a cambio servicios extra (militares…) o
cargas fiscales.
Predominó siempre en épocas centralistas, a nivel de iniciativa privada. La macro-familia va a ser la única
alternativa económicamente viable al tempo o al palacio babilónico.
En
cuanto a la propiedad
familiar, las casas o comunidades macro-familiares, organizadas jerárquicamente
por genealogía patriarcal, podían llegar a constituir, si se hacían estables,
territorios bien definidos o pueblos. Aquí, todo miembro de la comunidad tenía
derecho a participar activamente en el cultivo.
En
cuanto al tejido
social, la sociedad babilónica era un tejido de sectores
dependientes. En este tejido entraban:
-los
nobles, no existentes nunca por herencia hereditaria, y que los pocos
existentes nunca fueron clasistas. Lo que sí importaba era el dinero o posición
económica que se tenía, y esto sí que no estaba libre de tensiones;
-el
awilum-hombre libre, que no
necesitaba de otros para su subsistencia, como eran los trabajadores privados
como artesanos, mercaderes y pescadores, o los funcionarios ligados a la
administración palaciega, como los escribas;
-el
muskenum-mezquino, individuos
pertenecientes a los grupos sociales más débiles, base de la pirámide social
desprotegida, a lo mucho súbditos o siervos del rey;
-el
wardum-esclavo, situados fuera del
contexto social, reconocidos por todos por un mechón que se les cortaba en el
pelo, o por una marca que se les marcaba en la muñeca. Podían existir esclavos
hechos a la fuerza[1]
o por propia voluntad[2].
Los hijos de esclavos no eran esclavos sino como el resto de población.
En Babilonia no existía una denominación concreta para el efecto
nómada. Casi siempre se refiere a los habitantes de las tiendas o
habitantes de las estepas. Incluso se utilizan gentilicios para referirse a
ellos: los amorreos, los haneos, los sureños, los norteños…
En su inmensa mayoría, estos pueblos nómadas de la estepa hablaban los
mismos dialectos babilónicos.
En
cuanto a la relación
nomadismo-urbe, el nomadismo nada tiene que ver con camellos de larga
distancia. Significa:
-enclaves
de pastos alternados, unos en verano y otros en invierno. Incluso existen
clanes en parte sedentarios y en parte nómadas;
-intercambio
de productos con las urbes más cercanas, de rebaños, asnos de transporte,
leche y bisutería…
En
cuanto a los conflictos
nomadismo-urbe, ambos sectores coexistieron en un clima de desprecio
mutuo. No fueron raras las invasiones nómadas y de montañeses, y de ahí las
murallas de contención de las ciudades. La
desconfianza venía de que:
-había
clanes agresivos y amenazadores,
-ciertos
clanes podían aupar con tropas a un determinado rey,
-tenían
la suficiente cohesión como para dotarse de propio rey.
Babilonia contó con 3 pueblos totalmente nómadas:
-los
amorreos,
que procedían de las estepas sirias, al oeste del Eufrates. De ahí la
denominación de amurru-amargos, los
del mar Amargo-Mediterráneo. Aparecen en el III milenio a.C. y se van a fusionar con
las estructuras babilónicas coincidiendo con el Mito de Martu;
-los
arameos,
que procedían también de las estepas sirias, y fueron creando pequeños
estados independientes, fruto de la trashumancia, allá donde iban. Aparecen en
el II milenio a.C, y van a dominar totalmente el I milenio a.C. a nivel lingüístico.
Asentados en la zona de Caldea, acabarán arameizando Babilonia en el 625 a.C;
-los habiru, que procedían de todos los sitios, y fueron bandas de salteadores que operaban por doquier durante todo el II milenio a.C. Reclutaban a la gente marginal de las urbes, mendigos, prostitutas o incluso reyes destronados[3], y los integraban en bandas criminales, sin cultura ni lengua propia.
e) Religión
babilónica
Fue
producto de los dioses, el destino, y mantuvo desde el principio una gran simbiosis
respecto al legado sumerio-semita.
La
práctica
religiosa no era sino la proyección de 2 dimensiones:
-lo
superior a lo humano, de donde surge el temor ante el poder y voluntad de
los dioses,
-la
protección de la ciudad, donde entra en acción la devoción popular en los
dioses patronos
La palabra dios aparece escrita en los
textos sumerios mediante el signo AN[5],
y se anteponía a todos los nombres de la esfera divina. No hay fragmento del
mundo y de la historia que no estén bajo el dominio de un ser divino.
Se trataba de un dios
físico, una especie de luz, que tenía su origen en el orden
natural. De ahí la especialización de las divinidades:
-Utu-Samas,
dios Sol,
-Nanna-Sin,
dios Luna,
-Inanna-Istar,
diosa Venus.
En
este sentido, el panteón era la reproducción de la organización estatal, con
su propia jerarquía
de dioses:
-An-Anum,
dios rey,
-Kingal-Rabphuri,
dios responsable de la asamblea,
-Diku-Dayyanu,
dios portavoz de los dioses peritos,
-Dingir-Ilum,
dios portavoz de los grandes dioses.
En las ciudades-estado babilónicas, cada ciudad
disponía de su propio panteón particular. Es lo que se ve en el dios urbano
Marduk, dios nacional de Babilonia.
En otros entornos, otros templos
rurales tenían otras teologías, que matizaban diferentes aspectos de las
mismas divinidades. Es lo que se ve en os
dioses amorreos, los
dioses hurritas,
Se trata casi siempre de dioses protectores ante los fenómenos
naturales. Pero por dentro albergaban los ideales
políticos y culturales de sus lugares. Eso sí, con una teología
política puesta al servicio del pueblo, y dejando asomar piedad popular por
todos los lugares y momentos, como se ve en:
-Dingir-Ilum,
dios de la protección personal,
-Nergal,
dios del infierno.
Manuel
Arnaldos
Mercabá,
diócesis de Cartagena-Murcia
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