PERSIA
a) Origen
de Persia
b) Expansión
de Persia
c) Caída
del Imperio persa
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Durante
el II milenio a.C. algunos grupos
arios se establecieron en la meseta iraní; los medos y los persas
eran dos de ellos.
La
meseta iraní, en constante relación con asirios y elamitas, había puesto su
primitiva capital en
Ecbatana, cruce de caminos muy
diversos, pero con clara tendencia mesopotámica.
La
particularidad más llamativa de los persas fue su religión mazdeísta en torno al
dios Ormuz[1].
Era una religión dualista, de principio bueno y principio malo, fundada y
propagada por Zoroastro entre las clases altas iranias, entre el 1.000 y 600
a.C.
Con
la asimilación cultural de la vieja
Susa, y la fundación de la nueva capital, Persépolis,
se fundan los cimientos propios de la cultura persa, fundidos con elementos
egipcios y mesopotámicos.
Llegado
el siglo VI a.C, el clan
aqueménida se hizo con el control del imperio persa y medo, e inició
una decidida política expansionista.
Ciro
II
fue el gran monarca persa y el auténtico fundador del Imperio persa. Con el
reclutamiento de un impresionante ejército, Ciro II conquistó, del 545 al 525
a.C:
-el
valle del Indo,
-Arabia,
la Bactria, Sogdiana y Asia central,
-Babilonia,
Egipto y toda la Mesopotamia,
-Fenicia,
Siria, Lidia, Anatolia y todo el Mediterráneo oriental.
Cambises I, sucesor de Ciro II, murió en su intento de saltar a la Europa occidental.
Darío
I, político hábil y conciliador, decidió organizar y estabilizar
lo conquistado, dividiendo los extensos territorios en 20 provincias o satrapías,
poniendo a su frente a miembros de la familia real. Pero aún así, decidió ser
él quien diera el salto a Europa, sometiendo la cuenca del Danubio, Tracia y
Macedonia, al vasto Imperio persa.
Con la toma persa de Babilonia en el 539 a.C, Ciro
II había tenido cuidado en ganarse el favor de los sacerdotes de
Marduk. De hecho, no se presenta en Babilonia como el conquistador, sino como un
legítimo sucesor de la cultura y paz babilónica.
De hecho, la época persa no supuso en Babilonia, culturalmente, un
cambio radical de los esquemas simbólicos precedentes. Tanto Ciro como Darío
I comprendieron que la religión era un componente esencial dentro
del macro-sistema persa, permitiendo el desarrollo normal del culto.
Algo diferente supuso la llegada, el 482 a.C, de Jerjes
I a Babilonia:
-retirando
la estatua del dios Marduk,
-destruyendo
todos los zigurats de la ciudad,
-prohibiendo
la celebración de la fiesta primaveral.
La sublevación no se hizo esperar, y tras 20 años de protestas, fue Artajerjes
I el que tuvo que permitir reanudar el culto, restaurar los templos,
reponer las festividades. A cambio, los sacerdotes debían pagar unos impuestos.
b.2) Conquista de Elam
Fue el núcleo de la colonización persa sobre Mesopotamia, en la llanura de Susa,
entre los ríos Karun y Karheh, y en el descenso de los montes Zagros. Desde la
planicie de Susa, se podía alcanzar la meseta persa por una serie de vías y
puertos de montaña.
Poblada desde antiguo por población sumeria, la llegada de los elamitas de los montes
Zagros a Susa había acarreado numerosos conflictos a la ciudad, aparte de crear
en el II Milenio a.C. un conglomerado cultural
sólo apto para ser resuelto por la definitiva colonización persa de la ciudad.
Así, se fue creando en Susa paulatinamente:
-una
escritura autóctona, de carácter logográfico,
-un
sistema gráfico linear, todavía sin descifrar,
-nuevas
vías comerciales, hacia el altiplano persa y Asia interior.
Con la bajada a Susa de los grupos arios iraníes, en sus vertientes de medos y persas, y tras la
fundación de la nueva capitalidad en Persépolis, Elam origina, ya en el I
milenio a.C, la creación del gigante Imperio persa.
Los griegos ya habían hecho acto de presencia en Mesopotamia en épocas
anteriores, habían conquistado las costas jonias de Anatolia, e impregnado de
helenismo toda la cultura siro-mesopotámica.
Con la llegada de Alejandro III de Macedonia, en el s. IV a.C, aleccionado por su padre Filipo de Macedonia, y por los mejores consejeros
griegos, Grecia sometía Egipto y se lanzaba sobre la conquista del
impresionante Imperio persa.
En la Batalla de Issos-Anatolia del 333
a.C, Alejandro pone el pie en Asia, infringe la primera derrota a Darío III de
Persia, y
reclama para sí todo el Imperio aqueménida, buscando una confrontación
definitiva.
En la Batalla de Gaugamela-Kirkuk del
331 a.C, Alejandro sella la derrota definitiva de los persas. Darío III de
Persia huye y
Alejandro entra victorioso en Babilonia y toda la Mesopotamia, rumbo a Susa,
Persépolis[2]
y el Indo.
Manuel
Arnaldos
Mercaba,
diócesis de Cartagena-Murcia
más
información
Diccionario
Mercabá de Arqueología
Indice
de Enciclopedia Mercabá de Historia
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