AMÉRICA DE BAUDRILLARD

 

Sensacional en lo humano y natural,

pero necesitada de freno en sus costumbres

 


Los Ángeles, prototipo de convivencia humana atrapada por el consumo obsesivo

Madrid, 1 octubre 2018
Manuel Arnaldos, historiador de Mercabá

            Estados Unidos fue la inventora e implantadora de la cultura pop actual, surgida tras la II Guerra Mundial y tras varios vaivenes dados con anterioridad en el mundo expresionista europeo. Se trató de la estructura socio-cultural pop que implantó en los años 50 en su propia América, y años después en el mundo entero, para llenar de contenido su incuestionable Imperio económico intercontinental, pivotado en torno al estado de bienestar.

            Jean de Baudrillard fue de los pioneros en pedir la instauración de una nueva post-estructura social, así como revisar profundamente las bases humanas de ese estado de bienestar. Pero todo ello sin crear estructuras paralelas (marxismo, jipismo...) ni anti-sistema, sino más bien “amando lo que hay de bueno” y “purificando lo que hay de malo”.

            Presentamos a continuación las dos obras principales del pensador francés, América sobre el aspecto cultural del Imperio americano, y Sociedad de Consumo sobre el aspecto económico del Imperio americano.

a) Baudrillard

            Hijo de campesinos ahorradores, Jean Baudrillard (Reims 1929-París 2007) había mostrado su interés por todas las ramas del saber humano desde pequeño. De joven ingresó en la Universidad Nanterre de París, donde se licenció en filología germánica para comprender a Marx, se doctoró en sociología bajo Henri Lefebvre, y se quedó de profesor adjunto.

            Tras los procesos de descolonización de los años 60 comenzó a interesarse por la política, fundando la revista Utopía y haciéndose pasar por libre-pensador, intelectual y dialogante con un marxismo al que consideraba ya anticuado[1]. Participó en la Revolución de Mayo-1968, siguiendo por momentos los principios existencialistas de Sartre[2] y del hombre unidimensional de Marcuse[3], bajo los lemas de “haz el amor y no la guerra”, y la liberación sexual como medio para llevarla a cabo[4].

            Hasta que abandonó esas ideologías juveniles y empezó a interesarse por la economía, llegando a la conclusión de que el origen del consumo estaba en la adquisición de objetos y en la publicidad de mensajes y signos. Pues:

-el productor “no sólo ofrece su producto, sino una serie de productos del mismo contexto”,
-el consumidor “no sólo busca un objeto, sino estar a la altura en la nueva moda de la opulencia”.

            En los años 90 analizó Baudrillard el periodismo, al que criticó por hacer de coartada cínica a la política norteamericana[5], no publicar datos sino omitirlos[6] y forjar una realidad que en realidad no está sucediendo.

            Tras el año 2000 vio que era necesario argumentar desde la historia, criticando el anti-sistémico Fin de la Historia de Fukuyama[7], analizando las causas de los Atentados de New York-2001[8] y no descubriendo elementos comunes para la Constitución europea-2005[9].

b) América de Baudrillard

            Intenta explicar la realidad social y cultural de Norteamérica, a forma de viaje que realiza a través de los distintos paisajes de Estados Unidos. Nos invita a contemplar estampas de esta sociedad, y de una moral y estilo de vida concreto que se desprende de ella.

            Así mismo, denuncia la modernidad, pues sus procesos políticos son meros simulacros que se han fabricado para mentir al hombre.

b.1) California

         Hace una comparativa entre el desierto y la ciudad en California, así como entre la sociedad campestre y urbana. Así, concluye Baudrillard que se trata de una sociedad californiana con fuerte carácter primitivista, que no ha perdido su primitivismo del todo:

Su refinamiento tecnológico, su buena conciencia brutal, incluidos los espacios abiertos a la simulación, constituyen la única sociedad primitiva actual”.

En cuanto a las relaciones entre el desierto y la ciudad californianos, éstos guardan más semejanzas de lo imaginable, y de cosas que en principio deberían ser contrarias:

Existe, desde luego, el choque inaugural de los desiertos y el deslumbramiento californiano, pero cuando éste pasa, comienza el segundo esplendor del viaje, el de la distancia excesiva e ineluctable, el de la infinitud de los rostros y las distancias anónimas, o el de algunas formaciones geológicas milagrosas, que, a fin de cuentas, no pregonan la voluntad de nadie, pese a conservar intacta la imagen de la alteración”.

La cultura americana es heredera de los desiertos. Estos no son una naturaleza opuesta a las ciudades, sino que designan el vacío, la desnudez radical que existe tras cualquier institución humana”.

b.2) New York

Destaca por su organización, edificios y calles vivas, así como por el estilo de vida de sus ciudadanos. Para Baudrillard esta ciudad guarda una estrecha relación con las antiguas capitales de los antiguos imperios. Nos habla del extremo luminoso, superficial, racial, estético y dominador, y de una luminosidad y movimiento que es lo que da vida en las calles:

Nada tan intenso, tan electrizante, tan vital y animado como las calles de New York. Siempre lucen llenas de la multitud, el tráfico, la publicidad, a veces con violencia y otras con desenvoltura. Abarrotadas por millones de personas errantes, indolentes, violentas, que parecen no tener nada que hacer, y sin duda no lo tienen a no ser producir la trama permanente de la ciudad. La música está por todas partes y el tráfico es intenso”.

Se trata de un mundo donde todo es movimiento y velocidad, violencia y ruido, multitud de personas y de coches. Y de un mundo, sin embargo, donde los hombres suelen vivir una vida solitaria:

El número de gente que piensa sola, que canta sola, que come y habla sola por las calles es pavoroso. Es una soledad que marca a las personas y provoca en sus rostros expresiones que se atribuían a la vejez y la muerte en las culturas arcaicas”.

En esta individualidad, la sinceridad brilla por su ausencia y la intercomunicación personal no existe. Un síntoma de esta realidad es que “la gente sonríe, sonríe incluso cada vez más, aunque nunca los unos a los otros sino siempre para sí mismos”.

En realidad no se trata de una sonrisa verdadera sino especie de contagiosa crispación de los maxilares bajo el efecto del calor humano. Es la eterna sonrisa de la comunicación, la misma con la que el niño despierta a la presencia de los demás, o mediante la cual se pregunta desesperadamente por la presencia de los demás, y equivale al grito primigenio del hombre solo en el mundo. Sea lo que sea, aquí te sonríen, y no por cortesía ni seducción. Esas sonrisas solo significan la necesidad de sonreír… Carece de segundas intenciones, pero se mantiene a distancia… sonrisa inmunitaria, sonrisa publicitaria… a falta de identidad, los americanos poseen una maravillosa dentadura”.

Aquí nadie mira a los demás. Se tiene demasiado miedo a que se nos arrojen encima con una petición insoportable, sexual, de dinero o de afecto. Todo está cargado de una violencia sonambúlica, y es preciso evitar el contacto para eludir esa descarga potencial. Al haber sido liberados los locos, todo el mundo es para el otro un posible loco”.

En esta sociedad tan peculiar, se ha llegado a la pérdida de la identidad de las personas. De ahí que los graffitis no sean sino un intento desesperado por recuperarla.

Los graffiti tampoco dicen otra cosa que: ¡Me llamo Fulano y existo! Sirven de publicidad gratuita a la existencia. ¿Es necesario demostrar constantemente la propia vida? Curioso signo de debilidad”.

En parte, se trata de una identidad que se ha perdido por el afán de libertad desmedida y mal entendida.

La América contemporánea es el universo de después de la orgía… finalizada la orgía, finalizada la liberación… y surge la interrogación sobre su propia definición: ¿soy sexuado?, ¿de qué sexo soy?... La liberación sumió a todo el mundo en un estado de indefinición… Nadie sabe donde está… Los signos de lo masculino se inclinan hacia el grado cero, y los de lo femenino también…ni masculino, ni femenino, pero tampoco homosexual”.

La falta de comunicación provoca la violencia. Pues al no existir diálogo, la única forma de solucionar las diferencias es a través de la violencia. Una violencia producida por causas individualistas, por la nula capacidad para encontrarse con el otro. Y una violencia que llega a impregnar todas las relaciones sociales:

La violencia no está en las relaciones sociales sino en todas las relaciones, y elevada a la enésima potencia. La misma sexualidad ha quedado en cierto modo superada como forma de expresión, pues aunque aparezca en todas partes ya no tiene oportunidad de materializarse en relaciones humanas y amorosa y se volatiliza en la promiscuidad de los instantes, en múltiples contactos efímeros”.

En New York, el torbellino de la ciudad es tan grande, y tanta la fuerza centrífuga, que resulta sobrehumano pensar en vivir en pareja, compartir la vida de alguien. Unicamente as tribus, las pandillas, las mafias, las sociedades iniciáticas o perversas y determinadas complicidades, pueden sobrevivir, pero no las parejas”.

La comunicación interpersonal  está en New York encarcelada, dentro de una cárcel que llamamos tecnologías, y que aquí hacen de interlocutoras interminables entre el hombre y la máquina:

¿Creeis que se ha vuelto interactivo, que se le ha abierto al mundo? No, solo se ha conseguido crear un circuito integrado niño-máquina. Otra máquina que ayuda a este aislamiento y que es el icono norteamericano es la televisión. Ésta funciona en todas las casas, incluso en las vacías y las cadenas funcionan 24 horas. Las pantallas se han convertido en algo tan americano que para comprender este país es necesario ir de la pantalla a la calle y no al revés, como nos dice el mismo autor: la realidad americana es anterior al cine, pero, tal como es hoy, hace pensar que se construyó en función del cine y que sólo fuera la refracción de una gigantesca pantalla… La MGM y Disneylandia, aquí se encuentra, entonces, el microcosmos de occidente… No es el menor encanto de América que incluso fuera de la salas de cine todo el país sea cinematográfico… la ciudad americana parece salida del cine. Por lo tanto, para captar su secreto no hay que ir de la ciudad a la pantalla, sino de la pantalla a la ciudad”.

La gente circula alocada por las calles de esta ciudad, con una locura especial que cada vez se va agrandando, hasta no diferenciar a los que sí están y no están realmente locos.

En New York los locos fueron liberados… apenas se distinguen de los demás punks, junkies, drogadictos, alcohólicos o miserables que la frecuentan. No habría razón alguna para que una ciudad tan loca mantuviera a sus locos a la sombra”.

Muchas de las cosas que hacen las personas de esta ciudad son cosas sin sentido. Por eso son capaces de bailar en la calle un rap y correr un maratón, sin saber lo que representa esa danza de la muerte o carrera olímpica:

El maratón de New York… todos buscan la muerte, la muerte por agotamiento que sufrió el maratoniano de hace dos mil años, que, no lo olvidemos, llevaba a Atenas el mensaje de una victoria. Sin duda ellos también sueñan con transmitir un mensaje victorioso, pero son demasiado numerosos, y su mensaje ya no tiene otro sentido que el de su llegada misma, al término de un esfuerzo sobrehumano e inútil”.

¡Hemos ganado! resopla el griego de Maratón al expirar. ¡Lo hice! suspira el maratoniano, desplomándose exhausto sobre la hierba de Central Park… delira por una victoria vacía y se exalta una proeza sin consecuencias”.

En medio de este mundo de locura, encajan muy bien las diferentes obsesiones, como la de protegerlo todo, detectarlo todo, delimitarlo todo… a forma de simulacro:

Todo merece protección, embalsamamiento, restauración. Todo es objeto de un segundo nacimiento, aquel eterno del simulacro… Habiendo perdido el bautismo original, sueñan con bautizarlo todo por segunda vez”.

b.3) Portville

Se trata del punto intermedio entre la ciudad y el desierto. Refleja la vida de un pueblo americano normal y corriente, y puede ser entendido desde su diferente vida diurna y nocturna. Así, mientras el día refleja la soledad más absoluta, la noche vive la comunión de los hogares y la fiebre del sábado noche:

El único signo de vida es la bandera americana, muy cerca del centro muerto. La noche parecerá otro lugar, aunque siempre arrastrando un poco ese desierto matutino. “la noche desciende lentamente sobre Porteville, y comienza la fiebre del Saturday Night, American graffiti... Los coches suben y bajan las dos millas de la arteria principal, en una procesión lenta o rápida. Un desfile colectivo, bebiendo, comiendo helados, llamándose de un coche a otro”.

Además del televisor, otro elemento cultura propio de los americanos es el coche: único elemento cultural y móvil. Nada de centros culturales, ni de distracción”.

b.4) La utopía realizada

Baudrillard presenta a América como el lugar ideal donde todo es posible, como el lugar donde todas las utopías del viejo continente fueron puestas en práctica. Y esto fue posible por su pragmaticidad, por carecer de pasado y por no dar importancia al origen racial.

Al desconocer la acumulación primitiva del tiempo, vive en una actualidad perpetua. Al ignorar la acumulación lenta y secular del principio de verdad, vive en la simulación perpetua en la actualidad perpetua de los signos”.

Y esta el la principal ventaja de los EE.UU, pues son los pueblos sin origen y que creen en sí mismos donde está el futuro poder. Pues el mundo americano es:

-positivista, acrítico, contracorriente, materialista, repentino…
-lo que todo el mundo ha soñado, ve bien y acaba creyendo.

Los americanos viven en una paradoja. Los europeos poseemos espíritu crítico, cosa que los americanos no, algunos intelectuales europeos envidian esta característica europea. Estos intelectuales americanos van contracorriente de lo que constituye su situación original, ya que el encanto y la fuerza de la incultura americana provienen precisamente de la materialización repentina y sin precedentes de los modelos. Al igual que la historia europea y el marxismo no cruzan el océano para asentarse en América, la modernidad tampoco cruza el océano para asentarse en Europa. Todos los mitos de la modernidad son actualmente americanos. Lo tienen todo. No necesitan nada. Es cierto que envidian y admiran nuestra cultura, pero en el fondo les parecemos como una especie de Tercer Mundo elegante”.

Lo que choca con el viejo poder europeo, pues:

Los europeos nunca tendremos la misma libertad que los americanos. “No aquella, formal, que consideramos asegurada, sino la concreta flexible, funcional, activa, que vemos funcionar en la institución americana, y en la cabeza de cada ciudadano. Nuestra concepción de la libertad jamás podrá rivalizar con la suya, espacial y móvil, que se desprende del día que se liberaron de esa centralidad histórica”.

América es la cultura de la promiscuidad, del mestizaje, de la mezcla nacional, de la rivalidad y de la heterogeneidad:

No se trata de igualdad o libertad formal, sino de libertad de hecho, que se expresa en la rivalidad y el desafío, y ello confiere una vivacidad singular, una tonalidad abierta a la confrontación de las razas”.

Para los americanos, lo real no va unido a lo imposible, no hay que analizar ni conceptualizar. Pues sólo hay que llevar a cabo la materialización de ideas, a través de una constante publicidad:

Todo en América deber ser hecho público y mostrado al exterior. Es lo que podemos observar en la bandera americana, que aparece en todos los contextos de la vida cotidiana de los americanos”.

Los americanos poseen una libertad de gesto:

Circular es su comportamiento natural, la naturaleza es una frontera y un lugar de acción. Nada que ver con el romanticismo deformado y la quietud galo-romana que pueblan nuestro tiempo libre”.

En la sociedad americana se nota cierta indiferencia entre sus miembros, esto es a la vez positivo y negativo. Cuando nadie está ya obsesionado por el que dirán ni los prejuicios, aparece una mayor tolerancia a la vez que también una mayor indiferencia. Al dejar de buscar la mirada del otro, acabas por no verle. Así, en la calle, la gente se cruza sin mirarse, lo cual si bien parece una muestra de discreción y civismo, también lo es de indiferencia. Pero al menos no es afectada. Resulta a la vez cualidad y ausencia de cualidad”.

América es el centro mundial de la inautenticidad:

Estamos condenados a lo imaginario y a la nostalgia del futuro. El modo de vida americano es realmente ficcional, ya que supera lo imaginario en la realidad”.

La sociedad americana ha llevado a cabo una liberación de todos los efectos: la política, la publicidad, la sexualidad... Liberación que ha llevado a cabo cambiando de costumbres y modas y no según la moral. Se trata de una liberación sistemática, práctica, empírica y en continua transformación de todas las cosas.

Nosotros filosofamos sobre el final de muchas cosas, pero aquí terminan realmente. Aquí ya no hay territorio (sino, justamente un espacio prodigioso), aquí donde lo real y lo imaginario han terminado (abriendo todos los espacios a la simulación). Aquí, por lo tanto, hay que buscar el tipo ideal del fin de nuestra cultura. El modo de vida americano, aunque lo consideremos ingenuo y culturalmente nulo, nos dará un completo cuadro analítico del fin de nuestros valores con la envergadura que le confiere la dimensión geográfica y mental de la utopía”.

b.5) El fin de su poder

Los años 1950 fueron los de mayor auge de los Estados Unidos. En la actualidad se ha perdido parte del poder, pero su modelo sigue estando fuerte, y el único a seguir para el resto del mundo. América, según Baudrillard, muestra una preocupante falta de esperanza:

De pronto descubrimos que puede disfrutarse con la liquidación de una cultura y exaltarse con la consagración de la indiferencia”.

Ni el desierto ni el juego son espacios libres: son espacios finitos, concéntricos, que carecen en intensidad hacia el interior, hacia un punto central: el alma del juego es similar al corazón del desierto y la extrema rareza de las huellas y su significado conducen a los hombres a buscar la instantaneidad de la riqueza”.

Se trata de un poder norteamericano basado en la asociación constante de política y publicidad, y en que la política de los dirigentes siempre va a depender de la mala o buena publicidad que se haga de ellos:

Los americanos, como todo el mundo, no tienen ánimos de preguntarse si creen o no en los méritos de sus dirigentes o en la realidad del poder. Eso les llevaría demasiado lejos. Prefieren simular que creen, siempre que se les facilite la creencia. Hoy en día, gobernar significa ofrecer muestras aceptables de credibilidad. Igual que en la publicidad, y se obtiene el mismo resultado, la adhesión a un guión escrito, sea cual sea, político o publicitario. El de Reagan es las dos cosas a la vez, y además logrado”.

La política se está volviendo, así, en los EE.UU, en su punto débil y negativo. Pues no aspira ya a socializar, a integrar ni a crear nuevas libertades, sino a tener un buen equipo publicitario. Así como empieza a valorar a sus líderes por su imágen o éxitos, y no por sus cualidades o experiencia:

Es posible que América ya no sea lo que fue, pero prosigue adelante por el peso de la inercia, en una situación de histeresia del poder”.

c) Sociedad de Consumo de Baudrillard

        En cuanto a la liturgia formal del objeto, analiza Baudrillard que en USA:

Hoy en día hay una multiplicación de objetos, servicios, bienes materiales… que van mutando la especie humana. Vivimos el tiempo de los objetos, bajo el ritmo que ellos imponen”.

El amontonamiento es el rasgo más impresionante, y está creando un paisaje primario donde nunca debe aparecer la escasez”.

Los objetos son organizados en forma de panoplia, de colección de cosas que se evocan entre sí. Pues pocos objetos son ofrecidos solos, sin un contexto consumidor. Así, el individuo se ve atrapado dentro de un cálculo que hacen entre sí los mismos objetos”.

La síntesis del amontonamiento y del cálculo es el gran centro comercial, donde se prostituye la cultura local, o a lo mucho se le transforma en otro ingrediente más del lujo. Estos drugstores-centros drogaticios pueden llegar a constituir ciudades enteras, con toda una vida cotidiana a su alrededor: piscinas, clubs, bibliotecas, bosques de abetos, cines, rampas de esquí, ludotecas... Hemos llegado al punto donde el consumo se apodera de toda la vida, de todas las actividades, del medio ambiente y de una felicidad abstracta”.

Hoy los acontecimientos del mundo no son producto de la actividad humana, sino del valor del intercambio”.

        En cuanto al estatuto milagroso del consumo, propone Baudrillard que en USA:

Hoy día, los bienes de consumo no se ofrecen como algo perteneciente al mundo del trabajo, sino al mundo del poder. Así, la relación del consumidor con el mundo real no es la del interés; es la de la curiosidad, la del desconocimiento”.

Lo que caracteriza a la sociedad de consumo es la universalidad, producida por la comunicación de masas. Toda información es recibida bajo la misma forma, totalmente actualizada, con un flash o foto-impacto que triunfa por igual en todas partes, por el vértigo de las palabras que se dicen o fuerzan”.

De este modo, vivimos al amparo de los signos, y en la negación de la realidad, y esta vida cotidiana resultaría insoportable sin el simulacro de las imágenes”.

Se trata de la mentalidad consumidora, privada y colectiva, como fantasmas que vienen a adquirir significación primero en la imagen, y luego a ser consumidos”.

Esta inversión de valores es obrada por la televisión y la tecnología. De este modo, cobra nueva vida el mito del Cargo, donde la abundancia se vuelve cotidiana y trivial, como un milagro que ocurre todos los días”.

Así mismo, la vida cotidiana es la disociación de una praxis total en una esfera trascendente (abstracta y cultural) y en una esfera inmanente (cerrada y familiar). Se desea a la sociedad de consumo como a una Jerusalén rodeada, rica y amenazada. Esa es su ideología”.

De este modo los pueblos subdesarrollados viven la ayuda caritativa como algo natural, como algo que se les debía desde hace mucho tiempo, como una medicina surgida por arte de magia”.

        En cuanto al derroche, se da cuenta Baudrillard de que en USA:

Todas las sociedades han derrochado más allá de lo necesario, consumando más que consumiendo, y acumulando más que apropiándose”.

El consumo derrochador se ha convertido en una obligación cotidiana, en una institución forzada, en un impuesto indirecto que todo individuo debe pagar, en una obligación del orden económico”.

La sociedad de consumo necesita objetos para destruirlos, como elemento destructivo que lleva dentro de sí toda producción. Además, no hay intermedio entre ambos”.

En cierto modo, el derroche no distingue ya entre lo necesario y lo supérfluo, pues siempre se mueve en el nivel de la ostentación. Es lo que se ve en el cubo de la basura, lleno de máquinas que se han usado dos años en vez de amortizarlas, lleno de vidrios que en cualquier siglo de oro se hubiesen reciclado”.

El sistema económico es un derroche festivo que no tiene mayor opción que devorar sus excedentes, practicando una preconcebida destructividad como algo complementario al cálculo de productividad”.

El consumo se basa en la utilidad imperativa de los bienes, tanto por parte de un individuo privado que tira sus bienes según la moda, cuanto por parte de los países que a nivel colectivo se dedican a quemar las reservas de la supervivencia”.

        En cuanto al balance de la abundancia, apunta Baudrillard a que en USA:

El nivel de vida medio se ha elevado más del doble de 1950 a 1967, así como retrocede el porcentaje de gasto en alimentación para subir los gastos alimenticios fuera del domicilio. Así mismo, los gastos en higiene han pasado del 6 al 11%, los gastos en transporte del 6 al 9%. Los gastos en alquileres se han triplicado, y los gastos en amueblar el propio domicilio ha pasado del 8 al 64%”.

Los ciudadanos gastan en comida y consumen energía casi el triple que los campesinos. Los ejecutivos gastan tres veces más que los ciudadanos, y el campesino consume tres veces más pan que el industrial”.

Disponer de la última moda lo puede hacer el 10% de los obreros y el 14% de los empresarios, disponer de automóvil el 47% de los obreros y el 89% de los empresarios”.

        En cuanto a la mística del PIB nacional, sostiene Baudrillard que en USA:

Nos referimos aquí al más extraordinario bluff colectivo de las sociedades modernas, a esa magia blanca de la cínica de producción, a esa suma de factores sin ninguna relación, que no incorpora los elementos negativos sino que suma sólo los positivos[10]”.

Se llega así al resultado de que toda cosa producida es positiva. Como se ve en el caso absurdo de la luminosidad del aire en París, algo residual pero que se traduce en aumento de la producción eléctrica y riqueza social”.

Y es que la sociedad de consumo no crece sólo a costa del gasto individual, sino también a costa de los gastos públicos de la administración, y con mayor intensidad. No obstante, el presupuesto público del estado no redistribuye más del 20% de su PIB, y produce sólo escasos efectos sobre la discriminación social”.

En lo que concierne a la eficacia de los equipos colectivos, las encuestas muestran un frecuente “despiste” de los poderes públicos, para con los más desfavorecidos y la “clientela” de los bancos. Así, pues, el aumento de recursos da luz verde al aumento de desigualdades sociales, y va marginando sistemáticamente a los más débiles”.

        En cuanto a la pobreza, denuncia Baudrillard que en USA:

Cuando se consideran los problemas del mundo económico del bienestar, hay dos opciones posibles: considerar que son accidentales (por lo que hay que corregirlos inmediatamente), o considerar que son insuperables (y el sistema debe seguir creciendo, a pesar de los desequilibrios)”.

Los progresos de la abundancia tienen como contrapartida daños estructurales incalculables, en degradación del marco colectivo, ruido y contaminación, destrucción de los parajes, embotellamiento urbano, estrés, gastos suplementarios… Así como daños individuales irreparables, en movilidad de la mano de obra, inestabilidad del empleo, inseguridad, estrés, presión psicológica, inseguridad, desgaste nervioso[11]”.

Todo esto va conduciendo a un club de rezagados, que no consiguen alcanzar alcanzar ni sostener el ritmo de la vida”.

Sobre todo, la sociedad de consumo está creando factura en los llamados bienes mínimos e intocables: el tipo de trabajo y el nivel de educación”.

        En cuanto a la el cuerpo como objeto de consumo, denuncia Baudrillard que en USA:

Dentro de la panoplia del consumo, hay un objeto que resplandece más que los demás: el cuerpo, bajo signo de liberación sexual, moda publicitaria, cultura de masas, culto dietético, obsesión de juventud, elegancia viril o femenina”.

Se trata de un cuerpo que ha de ser consumidor de todo lo demás, así como de un cuerpo que también es objeto de consumo”.

En este largo proceso de sacralización del cuerpo, la belleza y erotismo son sus dos leit motivs principales. A los que habría que añadir su capacidad como: principio de placer, fuerza productiva, estrategia de modernismo, culto médico, obsesión por la línea”.

Aunque para conseguir el éxito total en un espacio comercial, no hay mejor recurso que el sex exchange standard, consistente en la sexualización automática de los objetos de primera necesidad, o perversión pornográfica de todas las cosas”.

d) Comentario del América de Baudrillard

            Baudrillard parte de la idea de que Estados Unidos está construyendo un mundo hiperreal, que va mucho más allá de lo que es real y de la realidad cotidiana. Se trata de un mundo donde Estados Unidos va obsesionando a la gente con la perfección, evitar que pase el tiempo y objetivando cada cosa para que adquiera entidad por sí misma, y de ella se vayan haciendo copias. Así se llega a un mundo de ilusión donde cada cosa tiene una copia que la puede reemplazar[12], y donde los individuos están incapacitados para notarlo.

            Es entonces cuando tiene lugar el mundo del simulacro, donde los mapas no pasan de ser meros papeles y donde los territorios y conceptos se funden unívocamente, sin importar las diferencias. Pues los individuos han quedado reducidos a un mero papel pasivo, y el modelo virtual es el que lleva la iniciativa activamente. Es el caso de simular el poder político que está sucediendo algo, cuando en realidad no está teniendo lugar. O el caso de que se simule ficticiamente un acontecimiento, para que a continuación tenga lugar y la gente ya esté vacunada.

            Y frente a este poder político del simulacro, lo único que se le puede oponer es la muerte violenta particular de cada uno, no dejándose manipular sino muriendo al sistema[13]. Eso sí, sin perder nunca la esperanza en el futuro, pues la historia todavía no ha acabado y hay que seguir fecundándola[14].

Madrid, 1 octubre 2018
Mercabá, artículos de Cultura y Sociedad

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[1] Dado que tras el despegue del petróleo, ya no era la producción sino el consumo lo que sostenía la nueva economía internacional.

[2] Un SARTRE que hablaba de romper los vínculos de filiación con el origen, como inicio para romper todo tipo de otros vínculos. De ahí que hablase de “matar al padre, no al hijo”, aparte de matar al padre de los padres que es Dios.

[3] Un MARCUSE que había sido uno de los fundadores de la Escuela de Frankfurt, participando en sucesivas revueltas socialistas contra la República de Weimar.

            Y que criticaba ferozmente al capitalismo, proponiendo en su Hombre unidimensional-1964 que los jóvenes optaran radicalmente por el único modelo de ciudadano de una nueva izquierda, desobediente y guerrillero contra todo tipo de vínculos existentes (estatales, matrimoniales...).

[4] Pues la liberación de los deseos debía ser el medio para conseguir la paz mundial. Lo que no acabó sino en todo lo contrario: mayor violencia familiar, más divorcios y abortos, maltratos físicos, secuelas psíquicas...

[5] Que necesita constantemente hacer creer a la sociedad norteamericana que están sucediendo cosas, y que ella es el motor de todas ellas.

[6] Como se vio en la I Guerra del Golfo-1991, donde la televisión fue publicando una guerra que casi en realidad no ocurrió.

[7] Pues es imposible hablar del final de algo si no se ha experimentado previamente, y mucho menos en historia.

[8] De los que dijo que había nacido el espíritu del terrorismo, para requiem del poder norteamericano.

[9] En la que pidió el NO europeo, como negación a una política hegemónica que se viene desde arriba.

[10] Validando lo que ya decía MANDEVILLE en su Fábula de las Abejas-1714, de que “por sus vicios, y no por sus virtudes, consigue una sociedad su equilibrio”.

[11] Como ya describió SHAKESPEARE en su Rey Lear-1606, en que animaba a “reducir la naturaleza a sus necesidades innatas, para ver en el hombre a una bestia”.

[12] A forma de sustitutivo interminable, e indestructible, del original real.

[13] A forma de “obedezco, luego déjame vivir tranquilo”, y de “no vivo en la mentira, porque no me la creo”.

[14] Como esa madre que da a luz a su hijo muerto, pero con él en sus manos exclama esperanzadamente “ahora soy madre”.