APOXIOMENO DE LISIPO

 

Plasmador de la mentalidad helénica,

basada en la razón, belleza y nación

 


Apoxiomeno de Olimpia, obra cumbre de Lisipo

Madrid, 1 enero 2022
Manuel Arnaldos, historiador de Mercabá

            “El arte griego, nos dice Ricardo Olmos, fue una inagotable fuente de estímulos, y ha configurado nuestro gusto de mil formas diferentes. Pero su encanto principal consiste en ofrecernos un completo ciclo de preguntas simples y fundamentales, de forma siempre diferente, con respuestas que fueron siempre el resultado de una reflexión[1]”.

            Así, continúa el profesor Olmos, la escultura griega era capaz de transportar a una esfera ideal, a un espacio y tiempo sereno y sagrado, al modelo de belleza, al estímulo moral. Podía hacer mejores y más bellos a los hombres[2].

            Nos introduciremos a continuación en uno de los espacios culturales más sobresalientes de la cultura griega: su escultura. Y lo haremos a través de una de las piezas más representativas: el Apoxiomeno de Lisipo.

a) Lisipo

            Lisipo de Sicion (388-318 a.C), natural del norte del Peloponeso, último de los clásicos y el más grande de los escultores griegos del s. IV a.C, señaló el rumbo que la escultura griega habría de seguir en el futuro, con la mirada puesta en la naturaleza y en el estudio de los tratados de los maestros, en el que él se declaraba admirador del Doriforo de Policleto[3].

            Fue uno de los escultores griegos más prolíferos, con más de 1.500 obras[4] escultóricas en su haber, y el predilecto de Filipo II de Macedonia y Alejandro III el Magno.

            En su obra, Lisipo hizo prevalecer el aspecto del modelo sobre el ser real. En propias palabras suyas, “los demás representan al hombre como es; yo, como me parece que es”[5]. Sin embargo, sus obras son tan lineales como las de ningún otro autor[6].

            Lisipo llevó a la perfección el bronce, ahondó en lo que debía ser la naturaleza humana, y mostró una preocupación constante por el canon, distando en este aspecto del futuro helenismo.

            Su madurez debió coincidir con la Olimpiada 113, y sus discípulos no se quedaron atrás en la perfección escultórica lisipea, siendo requeridos para multitud de importantísimas obras maestras del mundo helénico[7]. Incluso su discípulo predilecto, Chares de Lindos, sería el creador de una de las 7 maravillas del mundo, el Coloso de Rodas.

b) Apoxiomeno de Lisipo

            Fue la escultura que mejor representó a un atleta limpiándose con strigilis, que Lisipo esculpió en bronce y cuya copia romana se conserva en los museos del Vaticano. Fue descubierto en 1849 en el barrio romano del Trastevere, y al año siguiente el arqueólogo alemán August Braun reconoció en la estatua una copia de un bronce de Lisipo citado por Plinio el Viejo en Historia Natural.

            Según Plinio, la estatua fue consagrada por Agripa ante las termas que llevan su nombre. El emperador Tiberio, gran admirador de la estatua, la hizo transportar a su habitación. El pueblo romano reclamó la devolución de la estatua.

b.1) Descripción del Apoxiomeno

            Se trata de un atleta desnudo que se limpia de aceite con el estrígil. Mide 2,05 metros de altura. El conjunto produce un efecto de movimiento momentáneo. Se apoya en una pierna mientras la otra está desplazada hacia un lado, recibiendo parte del peso.

            Una de las manos es restauración moderna. La cabeza es pequeña y está girada de forma parecida a la del Doríforo de Policleto, obra que tuvo bastante influencia en su ejecución.

            La mayoría de los historiadores de arte sostienen que la copia romana en mármol hace referencia a la estatua en bronce perdida de la antigua Grecia, y realizada por Lisipo hacia los años 340-330 a.C.

            Otros autores, sin embargo, han cuestionado que esta copia sea similar a la estatua realizada por Lisipo[8].

b.2) Fisonomía del Apoxiomeno

            La obra de Lisipo alcanza el sobresaliente en todas sus partes, destacando, si cabe todavía más, la esbeltez del cuerpo y la reducción del volumen de la cabeza.

            La posición, nos explica Frejeiro, es poco estable: el cuerpo parece oscilar sobre las piernas, y la pierna derecha, un poco retrasada y dirigida a un lado, no se hinca en el suelo con demasiada firmeza[9].

            Siguiendo con la fisonomía descrita por Blanco Freijeiro, en el caso de los brazos, “el brazo derecho se dirige hacia el espectador que mira de frente la estatua, rompiendo el efecto del relieve; el brazo izquierdo corta al derecho en ángulo recto, y se interpone entre el espectador y el plano principal de la estatua[10]”.

            Se puede decir que el Apoxiomeno muestra movimiento atrapado y momentáneo. La separación de los pies, por ejemplo, no sólo ayuda a producir esa sensación de movimiento instantáneo, sino que sirve al mismo tiempo para equilibrar la acción de los brazos[11].

b.3) Geometría del Apoxiomeno

            El Apoxiomeno fue diseñado por Lisipo con un punto de partida radical, que vino a desembocar en una concepción diferente de la tradición escultórica. Se puede decir que la pieza muestra una tercera dimensión, con un brazo levantado y dirigido hacia adelante, mientras que el otro cruza el cuerpo un poco más abajo.

            Diseño que su autor muestra para que la escultura pudiera ser más eficaz desde diversos puntos de vista[12].

b.4) Canonicidad del Apoxiomeno

            Dentro de la más estricta obediencia a los cánones de su maestro Policleto, Lisipo supo dar a su Apoxiomeno una afirmación personal introduciendo un nuevo sistema de proporciones.

            Haciendo la cabeza más pequeña, y el tronco más ágil y esbelto, la pieza alcanzaba apariencia de mayor altura, dando la impresión de que, desde distintas direcciones, la acción del atleta podía cambiar su movimiento en cualquier momento[13].

            Idea genial de un genio del arte, que pasó a los cánones escultóricos de las futuras generaciones[14], haciendo evolucionar la tradición sin hacerle perder su prevalencia.

            De hecho, Lisipo supo trasladar silenciosamente a la escultura su capacidad retratista, como lo había demostrado en Olimpia, con la estatua del atleta Pulidamias[15] e incluso con relieves que pintaban las proezas atléticas desarrolladas en la capital olímpica por excelencia[16].

c) Comentario sobre el Apoxiomeno de Lisipo

            La cultura griega fue la ciencia que trató de buscar el argé (lit. principio) de todas las cosas[17]. Y se puede decir que lo encontró[18]. Para ello fue necesaria la elaboración de un método, en su vertiente matemática[19] y en su vertiente filosófica[20].

            En el campo del arte, el eterno retorno de los conocimientos filosóficos, y el alto dualismo materia-espíritu cultural, también pusieron su sello en las obras artísticas griegas.

            Se puede decir que la forma de entender el universo fue una de las escasas constantes que fueron repitiéndose en las sucesivas evoluciones racionales griegas, y también en el arte escultórico.

            En efecto, ya desde las primitivas cosmogonías órficas[21], se decía que:

-el argé de todas las cosas era cronos (el tiempo),
-de la ley de la adrasteia (lit. necesidad) surgieron el éter, el caos y el erebos,
-de la relación de los 4 protógonos surgió un 2º argé, el cielo y la tierra (originados por el agua, aire, fuego, o por mezcla de ambos, según autores),
-del cielo nacieron los seres celestes, y de la tierra nacieron los seres terrenos.

c.1) Arte griego clásico

            Es verdad que la lengua griega no poseía una palabra concreta para designar el arte, tal y como lo entendemos hoy en día, que la palabra utilizada era techné (lit. destreza), que las musas de la antigüedad inspiraban a los escritores, no a los artistas[22]. Pero también es verdad que los artistas se inspiraron en los pensadores, que los artistas ayudaron a mejorar a los pensadores.

            Y entre sus expresiones plásticas más destacables, figuraron la arquitectura, la pintura y la escultura.

            En arquitectura, la reconstrucción de la Acrópolis de Atenas, durante el periodo de Pericles, y tras la devastación persa del 480 a.C, fue el modelo más acabado del clasicismo[23]. También sobresalieron las construcciones del Partenón, el Erecteion, el Templo de Atenea Niké y los Propileos.

            Realizados como morada de los dioses, estos templos conjugaron la vocación racional y la sensibilidad de cada una de sus partes[24].

            La pintura, interesada en la figura humana y en el espacio que los rodea, representó magistralmente en murales “la ilusión de realidad, mediante la perspectiva y el volumen[25]”.

c.2) Escultura griega clásica

            El ideal de la belleza, las leyes del equilibrio, los límites de la sensibilidad y el espíritu de la razón[26], son algunos de los fundamentos de la escultura clásica griega que se desarrolló entre los s. V y IV a.C.

            En efecto, para los escultores clásicos, el concepto de realidad estaba ligado al de la belleza idealizada. Y con este principio trabajaron sus obras, a través, entre muchos otros, de los famosos Apolos[27]

            Se trata de esculturas de tamaño generalmente natural, realizadas en piedra o bronce. Su versión femenina o koré muestra cuerpos compactos, delicada fisonomía, y acentuada sensibilidad plástica en el trabajo de los pliegues de la túnica o en el tocado de la cabeza.

            Pero también se trabajó con cuerpos masculinos o kurós, representados en la fuerza del atleta, desnudos, con una pierna que avanza, donde predomina el conocimiento del cuerpo, la proporción de sus partes, la serenidad del movimiento. La luz solía resbalar sin sobresaltos por las figuras esculpidas, siempre juveniles, y cuyas representaciones resultaban ser el exacto equilibrio entre el intelecto y la sensibilidad[28].

            Así se expresaron escultores como Fidias, en sus obras para el Partenón, Mirón en su Discóbolo, Policleto en el Doríforo, Praxiteles en su Hermes, y Lisipo en su Apoxiomeno.

c.3) Una escultura racional

            Grecia fue un pequeño pueblo dotado de un admirable espíritu para las más variadas manifestaciones culturales[29]. En todas las ramas que cultivó, Grecia dejó marcada una profunda huella genial. Se puede decir que Grecia fue la cuna de la cultura occidental, y la razón, la medida de todas sus cosas[30].

            A Grecia se debe la formulación de las nociones fundamentales del saber con una precisión inigualada[31], la mayor parte de las tendencias que de una manera u otra impregnan la historia de la sociedad[32], la distinción y fijación de las partes de la ciencia, sus problemas y métodos de investigación[33].

            Y el arte no fue una excepción. Si la literatura, la política, la religión, la matemática... estaban impregnadas de este sistema racional, también lo estaría la belleza artística, la que debía ser el cuarto de sus conceptos universales, tras la unidad, la verdad y el bien.

c.4) Una escultura bella

            “Bello es lo justo en cada cosa. En cambio, no me parece bello el exceso o el defecto”. Es Demócrito[34] quien nos introduce en este mundo, el de la belleza, universal metafísico en sí mismo conocido.

            Pero vayamos a las piezas de arte, a ver qué nos dicen entre líneas, qué nos muestran del trasfondo, qué reluce del artista que la piensa.

            El origen de la belleza por belleza, en la Grecia continental, tendría que remontarse hasta el s. IX a.C, donde bajo el canon de la severa geometría, la cerámica comenzó a incorporar las figuras humanas, las siluetas estilizadas, los recortes y los planos.

            Fue en la Grecia Arcaica, desde la celebración de los I Juegos Olímpicos (ca. 776 a.C) hasta el comienzo de las Guerras Médicas (ca. 490 a.C), donde aquella belleza incipiente encontró los cimientos para convertirse en cultura, una cultura que cambiará el rumbo de Occidente. Mediante técnicas premeditadas y el uso de la imagen, la belleza helénica alcanzó un elevado refinamiento.

            En arquitectura se levantó el templo griego: sólido, armónico y proporcionado, trasladando al mármol lo que habían sido antiguas edificaciones de madera. La incorporación de la plataforma o estilóbato, y el desarrollo de las columnas alrededor del templo, formando el pórtico, pronto inundó de belleza Atenas[35], las costas de la Grecia continental, la magna Grecia y la Jonia. Los estilos dórico y jónico dieron fe de ello.

            La cerámica continuó su particular desarrollo mediante la tradición protocorintia y corintia de los s. VII-VI a.C, y la tradición ática del s. VI-V a.C. Las figuras rojas de Polignoto de Tasos mostró la belleza de la vida social ateniense, el esplendor de sus costumbres, festividades y bullir familiar.

            Tras la muerte de Alejandro III Magno (ca. 323 a.C) se pasó de la belleza serena de las formas, y delicada del movimiento (característica de la Grecia Clásica[36]) a un inusual movimiento de los cuerpos en la Grecia helenística[37], a una profusa decoración de las construcciones, al aumento colosal de las dimensiones[38], al empleo combinado de los órdenes jónico y corintio.

c.5) Una escultura humanista

            El arte griego fue un arte realista, que supo comunicar de un modo inmediato, y mediante formas estilizadas, las cualidades esenciales del hombre[39].

            Así pues, de todos los rasgos analizados, tanto en la escultura clásica como en la griega en general, podemos deducir un axioma: el hombre estaba en el centro del arte griego.

            No era “la medida de todas las cosas”, como decían los sofistas[40], ni tampoco ese “perro que ladra a quien no conoce, que como asno prefiere la paja al oro, y que se dedica a llenar su vientre como una bestia”, como decía Heráclito[41]. Se puede decir que la escultura griega logró poner al hombre en el centro de todas las cosas.

            En la Grecia Clásica, el arte griego significó una revolución en la sociedad, un lenguaje a la conquista de la figura humana, una copia exacta de lo que debía ser la naturaleza humana.

            Esta idealización no debía contradecir el realismo, sino acompañarle en el camino, ajustar su anatomía, perfeccionar su simetría, suprimir sus rasgos contingente de edad, emoción, individualidad[42]. Se trataba de mostrar que el hombre, compuesto orgánico de cuerpo y alma, estaba por encima de lo demás, tenía el principio regulador de todo lo demás (la psiqué), era el centro de todo lo demás.

c.6) Una escultura nacional

            A nivel exterior, la ciudad griega era la “asociación de seres iguales que aspiran, en común, a conseguir una existencia dichosa, protegiendo para ello a sus ciudadanos de los extranjeros”. Es el mismo Aristóteles[43] quien nos define muy bien lo que era esa hybris griega, esa especie de soberbia o superioridad sobre lo extranjero.

            En el arte, esa intencionalidad de independencia y superioridad griega seguía siendo igual o más patente, si cabe. De hecho, la mímesis (lit. imitación) de la realidad del arte helénico dejó perplejo al mundo entero, y llegó a crear recelos en el entorno[44].

            Y es que el arte reproducía lo que la humanística griega dictaba, y en este sentido tenía que demostrar con obras artísticas que ellos eran mejores que otras culturas, que tenían más atractivo que el resto de culturas[45]. En este sentido, una imagen podía comunicar lo mismo que miles de palabras. Cosa que, por otro lado, Grecia supo hacer mentalmente, y plasmó de forma escultórica.

Madrid, 1 enero 2022
Mercabá, artículos de Cultura y Sociedad

________

[1] cf. OLMOS, R; “El arte griego”, en RAMIREZ, J. A; Historia del Arte. Mundo antiguo, ed. Alianza, Madrid 2008, p. 239.

[2] cf. OLMOS, R; op.cit, p. 239.

[3] Se dice que fue en el Peloponeso donde floreció la legendaria generación de escultores clásicos del s. IV a.C. Entre los diversos focos escultóricos del Peloponeso, el más importante fue la escuela de POLICLETO en Argos, autora de la Hera de Argos, la Hebe crisoelefantina, el Orfeo, un Discóbolo distinto al de MIRON... Parece ser que los espartanos encargaron a la escuela de POLICLETO más de 38 estatuas del monumento a la victoria de Egospótamos, colocadas en Delfos.

[4] Su recuento fue posible tras su muerte, gracias a que guardaba una moneda de oro de cada pago que recibía.

[5] cf. BLANCO FREIJEIRO, A; El arte griego, ed. Anaya, Madrid 1990, p. 90.

[6] No hay más que ver su Apoxiomeno, el Eros tendiendo el Arco, el Heracles Farnesio, la Afrodita, los retratos de SOCRATES, ARISTOTELES y ALEJANDRO MAGNO...

[7] Uno de sus privilegiados, EUTICHIDES DE RODAS, sería el encargado de esculpir la famosa Fortuna Tutelar de Antioquía.

[8] En la copia romana, dictada bajo la censura imperial, existen algunas modificaciones, tales como el tapamiento del desnudo sexual del atleta.

[9] cf. BLANCO FREIJEIRO, A; El arte griego, ed. CSIC, Madrid 1997, p. 331.

[10] cf. BLANCO FREIJEIRO, A; op.cit, p. 332.

[11] cf. ROBERTSON, M; El arte griego, ed. Alianza, Madrid 1985, p. 311.

[12] cf. ROBERTSON, M; op.cit, p. 313.

[13] cf. RICHTER, G.M; El arte griego, ed. Destino, Barcelona 1980, p. 153.

[14] De aquí es desde donde debemos encontrar el origen del mayor movimiento y dinamismo de la época helenística, desde este final espléndido del canon clásico del s. IV a.C.

[15] cf. PAUSANIAS; Obras, VI, 5, I.

[16] cf. RICHTER, G.M; op.cit, p. 153.

[17] Ya desde TALES DE MILETO, ANAXIMANDRO y ANAXIMEDES, el agua, el fuego, el aire y la tierra fueron pasando a ser sucesivamente los primeros principios o argés de todas las cosas, pasando por la sophía, el hombre... y hasta la definitiva evolución racional culminada en ARISTOTELES.

[18] Según ARISTOTELES, este primer principio tenía que ser al mismo tiempo: la única causa incausada y primera de todas las cosas, el único primer motor inmóvil y origen del movimiento, la única suma belleza y orden de la armonía del cosmos... algo que tenía que ser espíritu puro, uno y único, eterno, verdadero, sabio, omnipotente, bueno (cf. ARISTOTELES, Metafísica, II, 2 y ss).

[19] Conjunto de mazematas (lit. enseñanzas) iniciado hacia el 500 a.C. por PITAGORAS con su método infinitesimal (teoría matemática que subdividía una extensión hasta el infinito), seguido por EMPEDOCLES, fundador del eclecticismo (teoría física de la unión del fuego con el aire con y el agua, para formar la tierra) y culminado por LEUCIPO y DEMOCRITO, fundadores del atomismo (o teoría química del vacío, en que los átomos van uniéndose entre sí y causando las diversas formas).

            Ejemplos del impresionante desarrollo alcanzado en poco tiempo, fueron el gran EUCLIDES, con sus famosísimos Elementos sobre geometría y astronomía; ARQUIMEDES, inventor de la refracción de la luz y del cálculo integral; ARISTARCO DE SAMOS, fundador de la teoría heliocéntrica del universo; HIPARCO DE NICEA, inventor de la Trigonometría; APOLONIO DE PERGA, descubridor del sentido cónico de las figuras; ERATOSTENES, calculador del radio de la tierra...

[20] Método basado en el conocimiento de los saberes, a través del razonamiento mental de las cosas, para llegar al saber del Absoluto. Método ya elaborado por la escuela gnómica de ESTESICORO DE HIMERA hacia el 700 a.C, como una continuación espiritual de la Teogonía de HESIODO, y preludio de la gran Escuela filosófica de Mileto del 600 a.C. SOCRATES y PLATON pasarían a ser el referente filosófico por excelencia, al igual que ZENON lo será en su derivado ético, el estoicismo.

[21] cf. ARISTOFANES, Las Aves, 693 y ss; ARISTOTELES, Etica a Eudemo, 123; APOLONIO DE RODAS, Argonáuticas, 494 y ss.

            Parece ser que alguno de estos autores (EUDEMO DE RODAS, del que habla Aristóteles), junto a otros como FOCO DE SAMOS con su Astrología Náutica, CLEOSTRATO DE TENEDOS con su Phainomena... se fueron reuniendo sucesivamente en el Templo Poseidón de Panionion desde el s. VIII a.C, de forma regular y con el fin de configurar esta cosmovisión griega del mundo. Una Liga de Sabios que pasaría posteriormente el testigo del conocimiento griego a los 7 sabios de Grecia, y al Templo Apolo de Delfos.

[22] cf. BOARDMAN, J; El arte griego, ed. Destino, Barcelona 1997, p. 16.

[23] cf. GUEL, R; SISTI, M.E; Historia Universal, ed. Visor, Buenos Aires 2000, p. 105.

[24] cf. GUEL, R; SISTI, M.E; VAN DOORN, L; op.cit, p. 105.

[25] cf. Ibid, p. 105.

[26] cf. Ibid, p. 106.

[27] En torno al culto de Apolo, en los oráculos de Delfos, cabe destacar, desde tiempos antiguos, el apoyo que le mostraron los 7 sabios: TALES DE MILETO, PITACO DE MITILENE, BIAS DE PRIENE, SOLON DE ATENAS, CLEOBULO DE CNIDOS, MISON DE KHENAS, KILON DE ESPARTA, quienes grabaron en su Templo Apolo de Delfos, corazón indivisible de Grecia, aquella máxima de “conócete a ti mismo” (cf. HERMIPO, Phormophoroi. I, 40ss).

[28] cf. GUEL, R; SISTI, M.E; VAN DOORN, L; op.cit, p. 106.

[29] cf. FRAILE, G; Historia de la filosofía. Tomo I: Grecia y Roma, ed. BAC, Madrid 1990, p. 119.

[30] Para muchos, la razón griega marca la cumbre más alta a la que ha llegado la humanidad. Véase, así, la obra de Lessing, Winckelmann, Goethe, Schiller, Hegel, Nietzsche...

[31] Pues, como decía ANAXIMANDRO, “con el preciso análisis de la naturaleza, de Dios, y del retorno cíclico de sucesos y cosas, se puede conocer la ley cósmica, y los efectos de esa ley en las cosas contingentes” (cf. DIOGENES LAERCIO, Vidas de Filósofos, II, 1-2).

[32] Monismo y pluralismo, materialismo y espiritualismo, idealismo y realismo, racionalismo y empirismo, dogmatismo y probabilismo, hedonismo y utilitarismo, criticismo y escepticismo... Apenas hay actitud posterior en la historia del pensamiento que no tenga sus antecedentes en la razón griega.

[33] Pues, como decía TALES DE MILETO, “de las antítesis primarias entre el ser y no-ser, limitado e infinito, lleno y vacío, provienen todas las figuras, los números y las cosas: del 1 el punto, del 2 la línea, del 3 la superficie, del 4 el volumen, y entre ellos, la geometría total del universo” (cf. PLATON, Timeo, 55d).

[34] cf. DIELS, H; Doxografia griega, tomo II, Berlín 1879, p. 211.

[35] En Atenas, la arquitectura llegó a su máximo momento de belleza con el Partenón de ICTINO y CALICRATES, con los Propileos de MNESICLES, con el Erecteion de FILOCLES y con el Templo de Atenea Niké de CALICRATES. El urbanismo racional de HIPODAMO DE MILETO embelleció, por su parte, la reestructuración del Pireo y la construcción de Turios.

[36] Todavía se mantendrá, por cierto tiempo, el canon de belleza clásica a lo largo del periodo helenístico, como es el caso de las Afroditas desnudas de MILO.

[37] De este periodo cabe destacar la belleza trágico-realista de El Galo Moribundo, el Toro Farnesio, el grupo del Lacoonte, la Victoria de Samotracia, el gran friso de la base del altar de Pérgamo.

[38] Tras las conquistas de ALEJANDRO MAGNO por todo el Oriente, el canon griego de belleza vino a tener que inscribirse en el concepto de dimensión, dadas las enormes dimensiones y dominios que Grecia debía administrar en adelante. En este sentido, cabe destacar las colosales bellezas del gran Templo Zeus de Pérgamo, el Templo Artemisa Leucopriene de Magnesia, el Templo Serapis de Alejandría, el Templo Apolo de Didima... y el Mausoleo de Halicarnaso, una de las 7 maravillas del mundo.

[39] cf. BOARDMAN, J; El arte griego, ed. Destino, Barcelona 1997, p. 276.

[40] Según PROTAGORAS  y GORGIAS, “las leyes son lo que a mí me parecen, pues yo soy la medida de todas las cosas” (cf. PLATON, Protagoras, 317b), pues “no existe nada sino yo, ni el ser ni el no ser ni la mezcla de ser y no ser” (cf. GORGIAS, Elogio de Helena, VIII, 12-14). Es el concepto de hombre, está claro, del más radical nihilismo.

[41] Se dice que HERACLITO depositó su libro en el Templo Artemisa de Efeso, pero lo dejó escrito en un oscuro dialecto jónico, “a fin de que después de haber escuchado mi doctrina no la entiendan, y se queden todos sordos” (cf. TIMON, Fragmentos, 43d). Posteriormente, y aburrido de los hombres, se retiró a los montes, viviendo de hierbas y muriendo de hidropesía.

[42] cf. BOARDMAN, J; op.cit, p.. 23.

[43] cf. ARISTOTELES, Política, I, 5, 125a.

[44] La escultura egipcia, por ejemplo, lo rechazó totalmente, al decir que este tipo de esteticismo estaba bastante distanciado de la vida.

[45] cf. BOARDMAN, op.cit, p. 23.