COSTUMBRISMO HISPANO

 

Recopilado por el gran Jovellanos,

dentro de su reforma del teatro español

 


Costumbres hispanas, nada individuales y sí muy ligadas al todos a una”

Madrid, 1 mayo 2023
Manuel Arnaldos, historiador de Mercabá

          Desde los más antiguos tiempos la cultura de España fue asumiendo de las demás culturas sus principales líneas generales, si bien las fue dotando de un matiz propio y característico. De ahí que las costumbres hispanas, tanto de España como de Hispanoamérica, entronquen con las principales culturas occidentales (romana, medieval y barroca, sobre todo), pero lo hagan con su propio cuño y letra: el costumbrismo hispano.

          Llegado el momento de la Ilustración, el ilustrado Gaspar de Jovellanos trató de enderezar los excesos y retrocesos de dicho costumbrismo, obteniendo su Memoria sobre la Educación Pública-1801 el más sonoro de los resultados: tiraron su reforma ilustrada por el retrete. No obstante, en dicha memoria aportó un apéndice con valiosísimos estudios acerca de las costumbres que él trataba de reformar, y que son los que aportamos a continuación.

a) Costumbres antiguas

a.1) Teatro hispano-romano

          Surgió bajo el imperio de los romanos del s. I a.C, cuando gozó España de los juegos y espectáculos de aquella gran nación, tras haber adoptado su religión, leyes y costumbres, sus usos y estilos, y sus circos, teatros, anfiteatros y naumaquias.

          Despuntaron los teatros de Toledo, Mérida, Tarragona, Coruña, Santi Ponce y Murviedro, donde se podían gozar las representaciones escénicas del mundo clásico, aparte de las carreras de carros y caballos y luchas de hombres y fieras que podían contemplarse en los circos adyacentes.

          Se trató de un espectáculo que debió cesar de todo punto con la entrada de los visigodos.

a.2) Caza hispano-visigoda

          Surgió con la entrada de los godos del s. VI, prohibiéndose el teatro romano e introduciéndose los concilios y ceremonias culturales y gentilicias.

          Como era un pueblo de salvajes, desunidos y dispersos, vino a hacerse privativo y necesario el divertimento de los pueblos bárbaros, del que hicieron incluso legislación. Se trataba de una actividad agitada y violenta, propia de hogares rústicos, del cultivo de la tierra y para los momentos de entre guerras[1]: la caza[2].

          De la caza de fieras se pasó a la de aves, naciendo así la división entre la caza de montería y la caza de cetrería.

          Se trató de una caza aparatosa, que llenó todo el mundo visigodo, y que se halló muy frecuente desde los inicios de la monarquía asturiana[3] y nobleza asturiana, que la recibió como diversión cortesana, con gran aparato y comitiva[4], entre montes bravos y persecución de fieras[5].

b) Costumbres medievales

b.1) Romería astur-leonesa

          Surgió en la fundación de los pueblos españoles del s. IX, siendo fomentada la devoción sencilla, en torno a los santuarios vecinos y en los días de fiesta y solemnidad.

          Allí se podía estimular la virtud, dar esparcimiento al cuerpo, buscar el solaz en común, y desarrollar juegos causales, como el tirador de barra, la destreza de los jóvenes en el salto y carrera.

b.2) Danza castellana

          Surgió tras la conquista de Toledo del s. XI, cuando empezó a crecer la población de Castilla, y a importarse el lujo y la cultura oriental.

          Y es que los extranjeros venidos a buscar fortuna en la Reconquista empezaron a importar sus usos y costumbres en nuestros pueblos, y a templar las rudezas de los juegos españoles. Se introdujo el espíritu, la táctica y la cultura de ultramar.

b.3) Poesía castellana

          Surgió en los monasterios de monjes del s. XII, cuando los abades empezaron a difundir y dar vuelo a la representación de los misterios cristianos, tanto en latín como en lengua vulgar.

          Fue redactada por los monjes y encargada a los trovadores, juglares, danzantes, menestriles, mimos, saltimbanquis y bichos semejantes... para que la cantasen y dramatizasen a grandes y pequeños, señores y corrillos, plazas y castillos.

b.4) Auto-sacramentales eclesiales

          Surgieron en las iglesias de sacerdotes del s. XIII, cuando los clérigos animaron a la personificación de las virtudes y vicios en el pórtico de la parroquia, y la gesticulación las escenas sagradas.

          Originaron el arte de la mímica, los ensayos dramáticos, los decires y diálogos, villancicos y églogas... y las actuales características de la escena profana.

b.5) Torneos caballerescos

          Surgieron tras las reconquista de Andalucía del s. XIII, cuando el esfuerzo y la gloria de los soldados españoles lograron doblegar por completo a los moros[6].

          Permitieron no dar descanso a la acción militar, conseguir recreo en el ejercicio de las armas y el inicio de la galantería con las mujeres[7]. Desde aquel punto, el valor dirigió todas las fiestas del monte, introduciendo la competencia, el ingenio y la vanidad.

          Tuvieron todo tipo de variantes, como justas de 15 a 15, de 50 a 50, de 100 a 100, a pie y a caballo, con lanza o con espada, en liza o en campo abierto, con armadura o sin ella… A cuyas justas habría que añadir los juegos de caña y sortija, ajedrez y damas, de tejuelo y de dados[8].

          Eran convocados de forma ocasional, para celebrar coronaciones, casamientos, bautismos, victorias militares, alianzas de paz, recibimiento de embajadores... y poco a poco fueron pasando de su lugar cortesano al mundo urbano populoso, como un espectáculo engrandecido[9].

b.6) Fiestas palaciegas

          Surgieron en los castillos de nobles del s. XIII, cuando la música empezó a desarrollarse al solaz de los príncipes y grandes señores.

          Se trataron de regocijos privados y concurridos, con comida ofrecida en común por el mantenedor de la fiesta, con presencia de damas, prelados y caballeros vestidos de gala, y entre decorados ricos en paños, piedras preciosas y vajillas decorativas.

          Consistieron en cenas abundantes y espléndidas, amenizadas por conversaciones de armas y amores, y con música y baile hasta altas horas de la noche.

          Sirvieron para introducir usanzas extranjeras, hacer a los hombres más sociables y delicados, urbanizar el trato, multiplicar el chiste y la agudeza.

b.7) Toros feriales

          Surgieron en las ciudades comerciales del s. XIV, cuando sus ferias y mercados[10] incluyeron la lidia con fieras bravas por dinero, con propia plaza o sitio destinado al efecto, y bajo una legislación reguladora[11].

          Comenzaron a ser utilizados como entretenimiento en los recibimientos oficiales de una ciudad ante la llegada de embajadas diplomáticas o reales[12]. Y a ser restringida por los propios monarcas españoles[13] y alguna censura eclesiástica[14].

          Tras haberse hecho universales, comenzaron a surgir hombres arrojados, intereses lucrativos y plazas construidas sólo con ese propósito.

b.8) Comedias culturales

          Surgió con Lope de Rueda en el s. XVI, embeleso de la Corte de Felipe II y padre del teatro español. No obstante, ya tenía el Hospital de Valencia una Casa de comedias propia en 1526, en 1534 se publicó una pragmática de trajes de comediantes, y en 1548 se presentó la comedia del Ariosto en Valladolid.

          Fue ennoblecida por Berrio y sus Moros y cristianos, Juan de la Cueva y sus Reyes y príncipes, Artieda y sus Encantos y tramoyas, Per Jodar y sus Santos y milagros, y Lope de Vega como suma de la perfección teatral.

          Bajo Felipe III hubo representaciones en Madrid y las ciudades periféricas de Sevilla, Valencia y Zaragoza, fijándose en este momento la policía teatral.

          Felipe IV mejoró sus auspicios, levantó magníficos teatros como el del Buen Retiro, y abrió escuelas para los talentos teatrales. Y Calderón de la Barca hizo de la comedia la mayor de las delicias.

          Carlos II fue demasiado enfermizo y no pudo evitar el fácil desaliento y decadencia general de todos los espectáculos públicos.

          Fernando VI introdujo en España la escena italiana con todo tipo de pompa.

          Bajo Carlos III mejoró mucho la música y la decoración, pero los teatros provinciales tuvieron que ir cerrando ante una serie de infortunios y carencia de público general.

          En nuestros días, con Carlos IV, se quiere reformar y perfeccionar este espectáculo, pero se está chocando con muchos predicadores que predican que la comedia es un grave pecado, y con otros que ven las reformas con fría indiferencia.

c) Costumbres contemporáneas

c.1) Diversiones provinciales

          Pertenecieron al pueblo que trabajaba. Pues el pueblo llano necesitaba:

-diversiones, más que espectáculos,
-que el gobierno les dejase divertirse, más que los divirtiera.

          No obstante, cualquiera que recorriera en el pasado las provincias españolas podía hacer una dolorosa observación:

-que sus moradores daban lástima, y no se esparcían ni divertían[15],
-que sus lugares era inmundos, pobres, desaliñados, sin dinamismo ni unión.

          Por eso, había que congregar a estos hombres y divertirlos en común, hacerlos respetar la constitución y vivir según ella. Pues:

-si no se les daba libertad, en vano se les divertía,
-si no se les daba diversión, el aparato estatal acabaría oprimiéndolos.

          Un juez protegía al pueblo en estos pasatiempos provinciales, y no había distrito ni villa española que no tuviese sus propias diversiones.

c.2) Diversiones urbanas

          Pertenecieron a los nobles que holgaban. Pues las clases pudientes:

-vivían de sus rentas, sin trabajar,
-difícilmente podían pasar sin espectáculos.

          No obstante, la riqueza y el lujo arrastraron a estas clases a un género de vida blanda y regalada, que a base de fortuna alejaba la tristeza.

          Por eso había que poner remedio a sus dos males funestos:

-despoblar y empobrecer las provincias,
-acumular en pocos puntos la población y opulencia estatal.

c.3) Otras diversiones menores

          La maestranza fue uno de los más saludables ejercicios de los nobles, educativo, varonil e ilustrado. Sin embargo, tenían que ser constantemente perfeccionadas, ya que las provincias se plagaban de maestrantes, cuyo título apenas suponía ya otra cosa que el derecho de llevar un uniforme.

          Las academias dramáticas fueron una institución importada de la Corte de Parma, perfeccionadora de buenos dramas e introductora de los principios científicos en el teatro privado. Por eso, constituyó la institución idónea para ser implantada en todas las ciudades, ocupando a los nobles y mejorando las técnicas dramáticas de compostura, modulación y decoro.

          Los saraos fueron los bailes nobles, costeados por los concurrentes y con grandes exigencias, que podían provocar el regocijo para las temporadas de Navidad, como una costumbre extraordinaria.

          Las mascaradas fueron los bailes provinciales, de prudente licencia por parte del orden público, que podían rendir un buen producto para las temporadas de Carnaval, como una costumbre ordinaria que se podía imponer en todo lugar.

          Los cafés fueron los lugares de conversación cotidiana, donde la gente ociosa buscaba dónde matar el tiempo y ejercitar los juegos de naipes, ajedrez, damas y chaquete, así como trucos y billar, y lectura de periódicos. Se trataba de un lugar idóneo para educar a toda aquella población que vivía fuera de su casa.

          Los deportes de pelota consistieron en juegos de bolos, bochas, tejuelo, corridas de caballos, gansos y gallos, soldadescas... que llenaban la vida española del XVIII y endulzaban todos los momentos de amargura.

d) Apéndice: Genuinidad del teatro hispano

          Surgido en la España imperial del s. XVI, se trata del primero y más recomendado de todos los espectáculos españoles a lo largo de su historia, y el más racional, provechoso y digno de protección. Fue el que introdujo nuevas ideas a la población, llevó a la imitación de lo heroico y abrazó todos los sentimientos nacionales.

          De ahí que en la decadencia del Imperio español del s. XIX Gaspar de Jovellanos dedujera la necesidad de alejar del teatro español la ignorancia, doctrinas erróneas y sentimientos viciosos, e introducir en él la censura estatal. Pues era tiempo de “preferir el bien moral a la utilidad pecuniaria”, y en esto clamaba al unísono la religión y la política.

d.1) Del guión

          Era la parte poética del teatro español. Y de él debían quedar fuera de lugar, dado su carácter abierto y general, y destinado a todos los públicos[16]:

-los chistes cómicos,
-los vicios y defectos,
-los engaños y perfidias,
-las preferencias bárbaras,
-las resistencias a la autoridad y duelos,
-los robos autorizados,
-las infames tercerías,
-los ignorantes poetucos y bufones insolentes.

          Además, en él podían introducirse, de cara a mejorar la educación juvenil:

-las enseñanzas científicas,
-las máximas puras y sublimes,
-las perfecciones del espíritu,
-la reverencia al Ser Supremo y religión española,
-el amor a la patria, soberano, jerarquías y constitución,
-la fidelidad conyugal y amor familiar,
-las amistades fieles, virtuosas e instructivas,
-los hombres esforzados, ejemplares y respetuosos.

d.2) De la dirección

          Era la parte política del teatro español. Y de ella debían quedar fuera de todo lugar:

-los títeres y matachines,
-los payasos,
-los arlequines y graciosos del baile de la cuerda,
-las linternas mágicas y totilimundis.

          Además, en ella podían introducirse:

-la prudente inteligencia,
-la censura por parte de la Academia,
-los concursos de ingenios,
-los premios anuales a los mejores dramas,
-la opinión pública al respecto,
-las tragedias o comedias,
-los sainetes, letras, música de tonadillas.

d.3) De la representación

          Se trataba de las personas que ejecutaban la pieza teatral. Y en ella debían quedar fuera de lugar:

-los descuidos en la elección de comediantes,
-los caracteres bajos,
-los afeminados e impuros,
-los que no sepan declamar,
-los que no guarden las reglas y principios,
-los soplos del apuntador,
-los tonos vagos y gritos descompuestos,
-los gestos desacompasados,
-la falta de memoria y de aire noble.

          Además, en ella podían introducirse:

-los maestros extranjeros,
-las becas para enviar jóvenes a estudiar al extranjero.

d.4) Del decorado

          Se trataba de los lugares en que se ejecutaba la pieza teatral. Y en él debían quedar fuera de lugar:

-los anfiteatros riberescos,
-los bastidores impropios,
-los trajes desaliñados,
-los muebles mezquinos,
-el aparato escénico mísero.

          Además, en él podían introducirse:

-todas las artes secundarias, de apoyo,
-la decoración bella y elegante,
-los asientos de buen gusto, cómodos y nobles.

d.5) De la música y baile

          Se trataba de las artes secundarias de la pieza teatral. Y en ellos debían quedar fuera de lugar:

-los manolos y verduleras,
-las imitaciones miserables,
-las danzas indecentes.

          Además, en ellos podían introducirse:

-los dioses y ninfas de la Antigüedad,
-la potenciación de todos los sentidos.

Madrid, 1 mayo 2023
Mercabá, artículos de Cultura y Sociedad

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[1] Pues permitía a los godos ejercitarse en la destreza del tiro del bofordo-lanza, en los breves intervalos en que gozaban de paz.

[2] Caza que nunca llegó a existir en el mundo romano. Pues lo que más se acercó a ello fue el apoyo que en cierto momento (en Anfípolis, junto a la Tracia) ciertos militares (los de VESPASIANO) hicieron de las aves de rapiña (como cuenta PLINIO) como apoyo animal a la campaña militar (pero nunca como caza de ellas mismas o por diversión).

[3] De hecho, se narra que el hijo de don PELAYO murió a manos de un oso y el mismo FAVILA aparece siempre con su halcón.

[4] A la que se añadieron las dueñas y doncellas...

[5] Hasta que poco a poco la nobleza castellana empezara a olvidar la extensión de cultivos y bosques.

[6] De hecho, ALFONSO XI tuvo que establecer una serie de leyes respectivas al uso de los triunfos caballerescos y gustos caballerescos.

[7] De hecho, no había caballero en aquella época que no tuviese una dama a quien consagrar sus triunfos. Pues, desde entonces, ya nadie pudo ser enamorado sin ser valiente, y nadie cobarde sin el riesgo de ser desdeñado.

[8] Introducidos todos ellos en España por la importación que habían hecho los CRUZADOS FRANCESES desde el Oriente, y que habían introducido en toda Europa y también en España, en el s. XIII.

[9] Con gritos de susto y aplausos, palpitación de pechos e incentivos económicos... Lo que vendría a convertirse en la futura causa de su prohibición, por parte de los CONCILIOS ECLESIASTICOS (que en el s. XVI privaron de sepultura cristiana a los que participaran en ellos, sobre todo por el riesgo innecesario de muerte y desviación del carácter de los participantes).

[10] Siendo el 1º en que aparece citado el toreo el de Zamora, cuyo fuero destinó una plaza específica para tal feria comercial, ya a finales del s. XIII.

[11] Como fue la que recopiló y universalizó para toda España la Leyes de Partida, 57, tít. XV, part. I.

[12] Como la que hizo Sevilla a ENRIQUE III DE CASTILLA, cuando el monarca español llegó a la ciudad andaluza tras haber desbaratado el cerco de Gijón. O como la que hizo Escalona para celebrar la visita de JUAN II DE CASTILLA a la localidad. Ante lo cual, los propios caballos se quedaban tiesos, y el correr de los toros y sus golpes dejaban a todos maravillados.

[13] Como hizo ISABEL LA CATOLICA, que calificó de sangrienta y bárbara la lucha de toros, y sugirió aplacar las astas de los toros y meter sus puntas hacia dentro. O como hizo CARLOS III DE ESPAÑA, que decidió proscribirlos temporalmente por ser contrarios al celo ilustrado.

[14] Pues es clero desde un principio había decidido no acudir a los torneos de toros, y llegado el desmán pidió tener razón y humanidad.

[15] Pues permanecen todo el día sentados en la iglesia o la plaza, vagando acá y allá sin objeto ni propósito.

[16] Silbando cuando aparezca en escena algo de ello, poniéndolo en ridículo, no tolerando la bajeza, hipocresía, indiferencia religiosa, avaricia y afectación de poder.