IBERIA INDÍGENA

 

Tierra en la que nació España,

entre los habitantes de los ríos Ana e Iber

 


España, tierra de tartesios (S), íberos (E), celtas (N), celtíberos (C) y lusitanios (O)

Madrid, 1 septiembre 2024
Manuel Arnaldos, historiador de Mercabá

           España nació hacia el s. XIII a.C, tras una larga y oscura prehistoria. Con algún que otro siglo de retraso cultural, los indígenas ibéricos empezaron a concentrarse en pequeños núcleos de población, hacia el 1.250 a.C. Se trató de un retraso bastante acusado respecto al mundo oriental, que disfrutaba de literatura, política y dominio, mientras la península de Iberia sufría el aislamiento e indefensión de su vasto y extenso territorio.

           No obstante, la península Ibérica albergaba en su seno multitud de recursos naturales (madera, mercurio, oro...), todos ellos de primerísima categoría, y razón por la que los orientales venían y cantaban las glorias que se podían ganar en España. Diodoro de Sicilia llegaba a indicar que la plata y el estaño obtenido en Iberia eran casi siempre claves en las batallas y negocios entre los orientales.

           Entre los primeros nombres que se referían con certeza a la península, se hallaban:

-Ofiusa, o “tierra de serpientes”, según un poema de Avieno,
-Hesperia, o “tierra de las hespérides”, habitantes que guardaban las divinas manzanas por las que vino Heracles,
-Hésperos, o “anochecer”, según los griegos, para aludir a Occidente,
-Tarsisch, o lugar de las “naves de Tarsis”, según acepciones de la Biblia hebrea,
-Turta, o “país de la Turdetania”, según los propios indígenas tartesios.

           Ispania fue el nombre que los fenicios dieron a España en el s. XII a.C, y venía a significar según Trigueros “costa del norte” (lit. i-sphan-ya), por oposición a las tierras africanas del sur, desde las cuales divisaban el estrecho de Gibraltar y la península Ibérica.

           Iberia fue el nombre que los griegos dieron a España en el s. VII a.C, y venía a significar “tierra del Iber”, que fue como los griegos llamaron al río Ebro. Fue nombrado así por los griegos por su parecido con el otro extremo oriental del mundo: la Iberia del Ponto, en el Mar Negro:

-las dos en los extremos del mundo conocido,
-las dos con minas famosas de oro,
-las dos con mitos relevantes, el de Habis y los Argonautas.

           Hispania fue el nombre que los romanos dieron a España en el s. III a.C, y venía a significar según Bochart “tierra de conejos”, pues se dice que, estando el cronista Estrabón en Baleares, escribió que era imposible cultivar estas tierras por estar invadidas por conejos.

a) España tartésica

           Fue la cuna en la que nació España, y el primer reino histórico del Occidente atlántico. Enclavada en el extremo occidental mediterráneo, Tartesos contó con propio área geográfica específica, desde el 1.250 a.C. Durante más de 600 años, Tartesos desarrolló una interesante cultura en torno a:

-los ríos Tinto y Odiel, de Huelva,
-la zona del Lago Ligustinus,
-el triángulo Hastia Regia-Onuba-Gadir, es decir Jerez-Huelva-Cádiz.

           Tartesos debe su nombre a la primitiva palabra con que los griegos se referían a Occidente (antes de que adoptaran el término Iberia, a partir del s. VII a.C). Estrabón aclara que sólo hacía referencia a esta zona de Occidente, surgida en torno a su río principal Oleum flumen (río del aceite, llamado posteriormente Betis por los romanos, y Guadalquivir por los árabes).

           Hoy en día se desconoce todavía el punto 0 de Tartesos, surgido en la etapa final de la Edad de Bronce. No obstante, se tiende a situar el centro de Tartesos en Mesas de Asta, futura Hastia Regia romana y actual Jerez de la Frontera. De allí abundan elementos que debieron pertenecer a la antigua realeza tartésica, aparte de:

-casas indígenas,
-cercanas explotaciones mineras,
-productos coloniales llegados de los fenicios y griegos,
-primerizas estructuras estatales.

           Según Avieno, el punto 0 de Tartesos se hallaba al oeste del río Ana (Guadiana), en torno a la desembocadura del Guadalquivir. Y a lo largo de toda su cuenca se extenderían el resto de pueblos tartesios, hacia Extremadura y hacia el interior. No obstante, parece bastante arriesgado establecer una capital de un reino en plena desembocadura del Guadalquivir, con sus aguas y cursos tan irregulares.

b) España post-tartésica

           Recogió los frutos del esplendor tartésico, en toda su línea Huelva-Cartagena. No obstante, perdió su unidad comercial y cultural, diluyéndose el fantástico espíritu tartésico en el indigenismo de sus regiones.

           Los turdetanos fueron históricamente los sucesores de los tartesios, y debieron tener contacto con los escasos comerciantes que ya se acercaban a la España del Sur. Perdieron su uniformidad de lengua y escritura, aunque mantuvieron leyes en forma métrica de más de 6.000 versos de longitud. Poseían las ciudades de Itálica, Hispalis (Sevilla), Urso (Osuna) y Astigi (Ecija).

           Los túrdulos eran los vecinos de los turdetanos, y con ellos apenas apreciaban diferencias sustanciales. Poblaban las ciudades de Tucci y Sacilis, Corduba (Córdoba) e Iliberris (Granada).

           Los bastetatos se situaban en las montañas penibéticas, y poblaban una extensa zona que tenía su centro en Basti (Baza) y Acci (Guadix).

           Los bástulos aparecían situados en las costa malagueña y granadina, llegando desde el peñón de Gibraltar hasta Almería. Poblaron las antiguas factorías y poblados fenicios de Málaga, Almuñécar y Adra, aunque apenas supieron sacarlos adelante.

           Los oretanos se situaban en las sierras de Cazorla y Morena, y poblaron los núcleos de Castulo, Oria y Oretum, Sisapo (Almadén) y Baecula (Bailén).

b.1) Política post-tartésica

           Se multiplicó en pequeños estados independientes, gobernados por monarquías de reyezuelos.

           Incluso se puede hablar de tensiones de unas monarquías contra otras, dados los fuertes amurallamientos de Tejada o de Carmona.

           Algunas de estas monarquías duraron hasta muy tarde. Era el caso del rey Indo, que mantuvo a su reino en pie hasta la llegada de César a España, y no puedo ser doblegado sino por el mismo Pompeyo.

b.2) Sociedad post-tartésica

           Sabemos de ella por la existencia de tumbas de distinta riqueza, e incluso de alguna tumba real. No obstante, todavía no ha podido ser probado que existieran castas sociales post-tartésicas.

           Respecto al mundo militar, el arte figurativo distingue en esta zona a jinetes con atuendo de guerrero, y a sacerdotes tonsurados y con velo. Lo que lleva a la existencia por lo menos de una casta sacerdotal y otra casta militar, al servicio o no del gobernante de turno.

           Como novedad post-tartésica, empezó a desarrollarse el caso de servidumbre colectiva, ante el derrumbamiento económico que había seguido a la gran etapa de Tartesos.

b.3) Economía post-tartésica

           En la línea Huelva-Turdetania, y a lo largo del curso del Guadalquivir, 70 poblados producían productos de todas las clases, exportando por sus ríos navegables trigo, vino y aceite, cera, miel y pez, y lana de hermosura insuperable. Vacas, bueyes y caballos constituían las especies ganaderas mayores. En cuanto a la riqueza de sus metales, abundó el oro, plata, cobre y hierro, no sólo en cantidad sino también en calidad. De hecho, estos materiales empezaron a ser exportados a Roma nada más llegar César a España, y literalmente quedaron expoliadas sus minas de cobre del Riotinto y del Odiel.

           En la línea Málaga-Bastetania se apreciaban comarcas de gran rendimiento agrícola.

           En la línea Cazorla-Oretania se comenzó la explotación de varios yacimientos de plata, lo que atrajo el interés de algunos aventureros que todavía venían del Oriente.

           En la zona de costa meridional, siguieron funcionando las viejas factorías tarteso-fenicias, pero dedicadas a lo mucho a la pesca, y no a ninguna otra industria manufacturera más.

b.4) Religión post-tartésica

           Mantuvo las manifestaciones religiosas tartésicas, pero desde una óptica griega y autóctona, y no sólo oriental. Las crónicas de Estrabón mostraban gran devoción en la zona por los héroes y dioses griegos. Así mismo, las estatuillas, relieves, decoraciones y cerámicas encontradas, mostraban un tipo de dioses desconocidos para el resto de civilizaciones.

           Las divinidades orientales siguieron siendo incuestionables, y no perdieron su hegemonía. Pero resulta difícil saber si llegaron a recibir culto post-tartésico o no. Eso sí, siguieron siendo añoradas por los post-tartésicos:

-Astarté, que había dejado su recuerdo en los puertos, cabos y golfos,
-Melkart, que mantenía todavía imponente su Templo de Cádiz, todavía muy frecuentado.

           Los amuletos orientales también fueron abundantes, como los de Baal en Churriana, Medina de las Torres y Aliseda. No obstante, fue el Heracleion, o Templo Melkart de Cádiz, el verdadero centro de influencia de toda la península Ibérica. Levantado 600 años atrás por la casa real de Tiro, todavía seguía imitando la planta salomónica del Templo de Jerusalén, y en su interior los sacerdotes seguían yendo descalzos y tonsurados, vestidos de lino blanco y celebrando los mismos ritmos ceremoniales de antaño.

           En cuanto a la religión indígena propiamente dicha, parece poco realista querer distinguir, entre tanta mezcolanza religiosa, lo que era propiamente indígena, respecto de los elementos importados. No obstante, existían 2 tipos de iconografía indígena:

-el “señor de los caballos”, composición constante que se repetía por todo el mediterráneo español,
-la herencia de cierta “diosa femenina”, sentada en trono y lujosamente ataviada.

           En este tipo de diosa indígena femenina, destacaban en el mundo post-tartésico las imágenes de:

-la “dama de Baza”, surgida hacia el s. IV a.C, ataviada a la manera jonia y portadora de urna cineraria para el difunto (como se aprecia en una tumba de guerrero indígena),
-varias “diosas criadoras” o curótrofas, de diosas que alimentaban a los bebés, a la manera egipcia de Isis amamantando a Horus (como se aprecia en las diosas de Málaga y Cabecico del Tesoro).

           En cuanto a santuarios indígenas a resaltar, destacaron el Santuario de Castellar de Santisteban (Jaén) y Santuario de Collado de los Jardines (Jaén), en los altos de Despeñaperros.

c) España ibérica

           Debe su nombre al río Iber (Ebro). Así, el concepto ibérico se aplicaba desde el s. VI a.C. a las poblaciones de Levante, desde el cabo de la Nao hasta la desembocadura del río Ródano. Escritores griegos del s. V a.C. hablaban de los ibéricos como esdetes, como un grupo contrapuesto a los celtas del norte.

           Todo este territorio presentó 3 constantes:

-trama urbana,
-metalurgia del hierro y la cerámica,
-uso de la escritura.

           Y en él se podía advertir la influencia de 2 corrientes culturales:

-la indoeuropea, en el caso de los campos de urnas, todavía presentes en Cataluña, Navarra y Aragón,
-la griega, en el caso del desarrollo innovador, rapidísimo en Alicante, Gerona y otros puntos de la costa mediterránea.

           En cuanto a la escritura, hubo 2 sistemas diferentes de alfabeto en el área ibérica:

-el ibérico meridional, cuyo foco quedaba situado en Murcia y Alicante,
-el ibérico septentrional, en la zona catalano-aragonesa.

           Por último, las fuentes antiguas proporcionan nombres de pueblos ibéricos pero no aportan de ellos más información, y la arqueología tampoco ha podido situarlos, reconstruirlos o proporcionar algo sobre su devenir.

c.1) Política ibérica

           Alternaba tanto pequeñas monarquías (en pueblos y lugares recónditos) como formas republicanas de gobierno (en las ciudades y mescolanza de culturas).

           El rey vivía acompañado por sus familiares inmediatos y por su clientela, y rara vez tenía reglas sucesorias. Salvo en el caso de Barranco Alto (Murcia), con el descubrimiento de una tumba monumental real, no existía sacralización del rey después de su muerte.

           Las primeras noticias nos llegan de Indíbil y Mandonio de Ilerda (Huesca), reyezuelos del s. III a.C. que actuaban siempre en coalición. Con la llegada de los romanos a sus dominios, se negaron a pagar los impuestos de dinero y mujeres, y prefirieron ir al combate (acabando derrotados y ejecutados).

           También nos llegan noticias de Edecón de Tarragona, quien tras conocer la romana Conquista de Cartagena-208 a.C, se pasó al lado de los romanos, con toda su clientela.

           Otro rey de la zona fue Amúsico de Vic, que al verse atacado por Escipión, se encerró en su ciudad y aguantó el asedio un mes entero del 207 a.C, tras lo cual entregó su ciudad al ejército romano.

           Al lado de las monarquías, muchas comunidades ibéricas estuvieron gobernadas por consejos aristocráticos, presididos por magistrados y su portavoz, el más anciano de ellos.

c.2) Sociedad ibérica

           En Levante era distinguible una aristocracia militar, una masa de población libre, un grupo de población campesina, y un grupo de población esclava. Decía a este respecto Estrabón que se trataba de “pueblos divididos por su terquedad, en pequeñas partes y sin unión entre sí, y endebles frente a los extranjeros que los atacaban”. Por ello, concluía el cronista, “se atrevían muy poco a llevar a cabo empresas de envergadura, por no tener alianzas ni entre sí”.

           A la cabeza de la sociedad ibérica estaban los reyes y los senadores, enriquecidos por la tierra, el ganado, el comercio y la piratería. Por debajo de ellos, una especie de falange combatía a sus órdenes, dotada de mallas, escudo y lanza.

           Fue una sociedad basada en la fides ibérica, concepto en torno al cual se organizaban el hospitium, la clientela y la devotio.

           Fueron numerosos los pactos de clientela, en los que se aliaban varias partes:

-sobre un plano de igualdad,
-con derechos y deberes recíprocos.

           Una clase especial fue la del hospitium militar. Sabemos, por ejemplo, que los ciudadanos de Valencia eran clientes del hospitium Afranio, legado de Pompeyo en España.

           Los devoti eran aquellos que hacían votos respecto a su jefe, y prometían no sobrevivir a su jefe si éste moría. De hecho, algunos romanos como Sertorio, utilizaron tropas de devoti para su guardia personal.

c.3) Economía ibérica

           Era predominantemente agrícola, base del futuro desarrollo demográfico surgido en el s. V a.C.

           En los pueblos interiores, la producción de especies ganaderas menores (como ovejas y cabras) constituía su rasgo diferenciador. En los pueblos del mar, el comercio costero era mucho más desarrollado.

           En casi todas las viviendas habían aves y se usaba el arado. Las especies cultivadas eran el cereal, la vid, el olivo, legumbres y frutales. La apicultura se conoce en la zona desde la prehistoria. La caza se desarrolló en los pueblos interiores, y la pesca en los costeros.

           La industria del tejido de lino ibérico fue famosa fuera del territorio español. Otras industrias como la viticultura o la oleicultura, dejaron testimonios en muchos poblados.

           Dos manufacturas importantes fueron:

-la alfarería de vasijas decoradas, de cerámica al torno y con el uso del horno,
-la metalurgia del hierro y del plomo, empleada para herramientas, armamento y soportes de escritura.

           El trabajo predominó en pequeñas explotaciones familiares de trabajo directo. También en las ciudades hubo propiedades de la aristocracia local. En cuanto a la esclavitud, sabemos de la existencia de 40.000 esclavos norteafricanos trabajando en las minas de Cartagena.

           Existían, así mismo, dos grandes vías de comunicación:

-vía terrestre heraklea, que partía de Cartagena, atravesaba la costa levantina y catalana, y se adentraba en los Pirineos;
-vía fluvial del Ebro, que penetraba las modas, cultura y adelantos, desde Tortosa hacia el interior.

           Por último, el comercio de minerales y metales siguió siendo desarrollado en las viejas factorías tarteso-fenicias y cartaginesas, pero con muy poca participación de la aristocracia ibérica.

c.4) Religión ibérica

           Veneró las mismas iconografías del “señor de los caballos” y “diosa indígena” del mundo post-tartésico, trasladándolas además al mundo celtibérico. No hubo, sin embargo, rastro alguno de las religiones extranjeras veneradas en la Antigüedad.

           En cuanto a los dioses indígenas, existió culto a:

-las diosas curótrofas, como las de Albufereta (Alicante) y Serreta de Alcoy,
-las madres del Mediterráneo, como la Dama de Verdolay (Murcia), diosa protectora de los difuntos (a forma de Perséfone griega).

           En cuanto a santuarios indígenas, destacaron:

-el Santuario de la Luz (Murcia), con personal religioso a su cargo, visitas individuales de fieles, actos de culto, fiesta de la divinidad y comidas campestres,
-el Santuario del Cerro de los Santos (Murcia), lleno de exvotos de mujeres de preeminencia social,
-los templos de Edeta (Alicante) y Ullastret (Alicante), de 70 m2 cada uno.

           En cuanto a simbologías, el lobo estuvo asociado a idea de la muerte, y los montes solían ser el lugar apropiado para la manifestación divina.

           Los rituales funerarios mostraron la creencia generalizada en una supervivencia del alma después de la muerte. Estaba generalizada la incineración, en la cual se depositaban las cenizas en una urna (o vaso de cerámica), que a su vez era depositada en una tumba. En cuanto a ajuares funerarios, con el difunto siempre se depositaba el quemaperfumes y los jarros rituales de su purificación. Además:

-en las tumbas de mujeres se depositaban sus objetos de tocador.
-en las tumbas de guerreros se depositaban sus armas, dobladas intencionadamente para que nadie pudiese utilizarlas más.

c.5) Moneda ibérica

           Desde el s. VI a.C. había empezado a utilizarse en el Mediterráneo la moneda acuñada, como medio de transacción comercial. A partir del siglo V a.C. los pueblos ibéricos también comenzaron a acuñar propia moneda. El uso de moneda griega y jonia también fue frecuente en las zonas de Alicante y Cataluña, lugares donde el comercio griego impactó con mayor fuerza, a través de sus intermediarios de Sicilia y Magna Grecia.

           Ampurias fue la primera ciudad ibérica en acuñar moneda propia. Tras y ella y su gemela Rodas, cuatro ciudades más continuaron la acuñación: La Unión (Murcia), Saitabi (Játiva), Arse (Sagunto) y Kese (Tarragona). Cuando Roma comience las guerras de conquista, la amonedación ibérica se extenderá también a las provincias celtibéricas, pero nunca a las lusitanias ni a las célticas.

           La moneda íbera era acuñada en plata, a diferencia de la post-tartésica del Sur que lo hacía en bronce. En la zona del Ebro surgieron además los denarios, caracterizados por una cabeza masculina y un jinete.

c.6) Pueblos ibéricos de Levante

           Los contestanos se situaron entre los ríos Tader (Segura) y Sucro (Júcar). Eran el pueblo con más marcada identidad propia y fuerte iberización. Poblaban la ciudad de Cartagena, Ilici (Elche), Lucentum (Alicante), Iaspis (Aspe), Saetabis (Játiva), Jumilla, Yecla y Alcoy.

           Los edetanos se situaron entre los ríos Júcar y Turia, y contaban con las poblaciones de Sagunto y Valentia.

           Los ilergavones se situaron entre los ríos Udiva y Ebro, e incluían las poblaciones de Dertosa (Tortosa), ciudad atacada en el futuro por los Escipiones, el año 215 a.C.

c.7) Pueblos ibéricos de Baleares

           Habitaron las islas de Baliarides (Mallorca) y Gimnesias (Menorca), probablemente por gente que iba desnuda. Ophiussa (Formentera), o isla de las serpientes, parece ser que permaneció deshabitada.

           Pitiusas (Ibiza), o “isla de los pinos”, existía ya antes del dominio ibérico, pues desde el s. VII a.C. había contado con colonias cartaginesas, como la de Ebusos.

           Con excepción, pues, de las colonias cartaginesas, no pareció existir desarrollo urbano alguno ibérico en las islas Baleares.

c.8) Pueblos ibéricos de Aragón

           Los edetanos se situaron entre los ríos Júcar y Turia, y las sierras de Albarracín y Teruel.

           Los ilergetes se situaron en la zona pirenaica interior, experimentado la penetración de los campos de túmulos desde el s. VIII a.C, con llegada de gente indoeuropea. Tenían monarquías militares, como las de los jefes Indíbil y Mandonio, y conformaron los primeros pueblos sometidos por Aníbal tras cruzar el Ebro. Habitaban los poblados de Ilerda, Osca (Huesca) y Bergidum (Berga).

c.9) Pueblos ibéricos de Cataluña

           Los cesetanos se situaron al norte del Ebro, y tenían en Tarraco (Tarragona) su principal ciudad. También poblaron Cese y Cissa, no dando del todo a la costa.

           Los layetanos se situaron en torno al río Llobregat, y sus principales ciudades fueron Barcino (Barcelona), Baetulo (Badalona), Iluro (Mataró) y Blanda (Blanes).

           Los indigetes se situaron entre el río Ebro y los Pirineos, y fueron descritos por Avieno como feroces, duros, ásperos, hábiles en la caza y habitantes de escondrijos. Sus principales enclaves fueron Ampurias y Rosas.

           Los ausetanos se situaron en la cuenca del río Ter, y fueron los principales aliados de los otros pueblos pirenaicos del interior. Contaban con monarquías militares, como las del jefe Amúsico, y fueron sometidos por Aníbal el 209 a.C. Sus principales ciudades fueron Ausa (Vic) y Gerunda (Gerona).

d) España celtibérica

           Poblaba el valle más interior del Ebro y la Cordillera Ibérica al completo, bajo una única y misma lengua, emparentada con las lenguas célticas de Europa.

           El nombre celtíberos venía a denominar, por tanto, a “los celtas de Iberia”, dado que en ningún caso se podía negar su fuerte iberización.

d.1) Política celtibérica

           Se organizó en torno al concepto de ciudad-estado, dotada de organización militar y administrativa, propia moneda e innovaciones tecnológicas. Aunque todavía resulta difícil datar el origen de todo este desarrollado urbanismo.

           En la organización política celtibérica existía:

-una asamblea popular,
-un consejo aristocrático,
-unos magistrados electivos.

           Lo que aparecía con mayor relieve era el tribunal judicial, formado por 5 jueces y encargado de dirimir los litigios. Lo que no evitó, sin embargo, episodios en Celtiberia de conflictos internos entre las asambleas ciudadanas y los consejos aristocráticos. Como el sucedido en Belgeda, donde el Consejo mantenía sus dudas sobre una declaración de guerra contra el invasor, y la asamblea popular cerró las puertas y quemó el Senado, para que no se aprobase su veredicto.

           En cuestiones militares, existía un ejército celtibérico compuesto por hombres de distintos pueblos. Aunque cada ciudad definía su política defensiva, ciertas decisiones eran tomadas en común por un conjunto de pueblos. En algunos casos, la liga o confederación celtibérica llegó a incluir a 5.000 hombres, para defender sus intereses comunes. Es lo que sucedió en Lutia, a la que Retógenes llegó solicitando refuerzos para hacer frente a los romanos. Los jóvenes estaban dispuestos a dárselos, pero los ancianos no, y éstos avisaron a Escipión.

d.2) Sociedad celtibérica

           Estuvo gobernada por aristocracias militares, terratenientes de grandes rebaños y clientelas indígenas de ambos.

           El aristócrata celtíbero se basaba en el número de clientes, y a éstos les hacía luchar hasta la muerte.

           Por debajo de la aristocracia aparecía la masa popular, que carecía de iniciativa propia para proponer resoluciones. Se trataba de una masa poblacional formada por pequeños propietarios agrícolas, dotados de armaduras básicas por si llegada una necesidad, o había que acudir al combate.

           Existía un binomio popular basado en la edad, y formado por:

-los iuvenes, de primer ímpetu formidable, y partidarios de la resistencia frente a toda agresión exterior,
-los maiores, capaces de ceder, y partidarios de negociar con los demás.

           Se encubrían, pues, bajo estas dos expresiones:

-el pueblo,
-una aristocracia, dispuesta a transigir con el dominio extranjero, a cambio de conservar una parcela de poder.

d.3) Economía celtibérica

           Dependía de las circunstancias ecológicas concretas de cada zona celtibérica. La Celtiberia del Sur era casi siempre agrícola y ganadera. Pero las serranías sorianas, por ejemplo, estaban pobladas de bosques, y albergaban cabañas de ganado vacuno y lanar (sustento de carne que mantuvo en pie a Numancia, pero que llevó a la desesperación a sus sitiadores romanos).

           La trashumancia era la auténtica base económica celtibérica, e incluía rutas trashumantes establecidas y diversos pactos de hospitalidad, a lo largo de la Meseta Central. Aparte de eso, también coincidían los clásicos en alabar la buena calidad de sus caballos de interior.

           Hacia el valle del Duero, la economía celtibérica estaba basada en los cultivos de regadío, trigo, cebada y cereal, y en una auténtica propiedad comunal. Los salmantinos y los palentinos, por ejemplo, ponían juntos los frutos y repartían a cada uno su parte, castigando con la pena de muerte a aquel que retenía algo y no lo entregaba a la comunidad. Sistema, por otro lado, propio de estadios primitivos de cultura y de insuficiencia de desarrollo, y no al revés.

           Otro elemento importante era la explotación minera del hierro y de la siderurgia. Las espadas celtibéricas eran abundantes y famosas en toda la Antigüedad, al igual que la cantidad de explotación minera en los filones celtibéricos, como los del Moncayo.

           La moneda, por último, también fue un fuerte factor de urbanización, sirviendo para:

-expresar la autonomía política de cada ciudad,
-abastecer a la población minera del entorno,
-pagar los tributos a las potencias extranjeras.

d.4) Religión celtibérica

           Adoraba a una única divinidad, todas las noches de plenilunio y bailando en circulo fuera de las casas. También mantenía con regularidad la celebración de un culto público, con sacrificios públicos y santuarios a cielo abierto.

           Varias inscripciones votivas nos transmiten el nombre indígena de esta divinidad: Lug. Pero nada más, pues la religión celtibérica era una religión sin mitos escritos, ni explicación racional de sus creencias. Eso sí, se trataba de una religión con escasa tendencia al antropomorfismo de su divinidad.

           Los santuarios celtíberos debían ser construidos en el claro del bosque, en la cima de la montaña y a cielo abierto. Acumulaban las ofrendas de oro y plata (que nadie se atrevía a tocar) y gran abundancia de exvotos (de caballos, toros y pies calzados). Dentro de ellos, el banquete en torno al caldero sagrado era primordial.

           El Santuario de Peñalva de Villastar (Teruel) dejó constancia de esta piedad hacia Lug. En él, el dios Lug recibía ofrendas de líquidos, una cofradía regulaba las peregrinaciones, y un tal sacerdote Togias dirigía el culto. También se ha encontrado cuernas de toro y cuchillos relacionados con el sacrificio, en el Templo de Monreal de Ariza (Zaragoza) y Templo de Tiermes (Soria).

           En cuanto a la existencia de druidas, sabemos de:

-Olíndico, que blandía una lanza de plata (enviada por los dioses), profetizaba el futuro y lideraba a un grupo de seguidores,
-mujeres dotadas de profecía, que duraron hasta la llegada del Imperio romano bajo Galba.

           El calendario religioso celtibérico tenía un día señalado: el Lugnasad, o día de Lug. Era el día en que se celebraban todas las bodas, y probablemente coincidía con el 1 agosto.

           En creencias funerarias se seguía el ritual de incineración, donde se acompañaba las cenizas del difunto con sus armas inutilizadas. Por otra parte, se establecía conexión entre la vida de ultratumba y la región celeste, a tenor de los abundantes símbolos astrales descubiertos en las estelas celtibéricas.

d.5) Escritura celtibérica

           Todos los pueblos de Celtiberia hablaban una misma lengua. De acuerdo con 165 inscripciones de textos (de longitud variable), se deduce que el parentesco lingüístico de esta lengua celtibérica venía de una doble vía:

-de las lenguas celtas del noroeste de Europa,
-de las lenguas indoeuropeas del centro de Europa.

           Se trató, por tanto, de una lengua que se separó en fecha muy antigua del tronco celta común.

           La escritura celtibérica fue desarrollada por los celtibéricos en su contacto con los ibéricos y de sus signos íberos vecinos, adecuando a cada sílaba celtibérica (no a cada fonema) un signo escriturístico ibérico. Los textos más largos e importantes recogidos de la lengua celtibérica son los legales Textos de Botorrita (Zaragoza), y la rupestre Inscripción de Peñalva de Villastar (Teruel), dedicada al dios Lug.

d.6) Pueblos celtibéricos del Ebro

           Los lusones era un pueblo autóctono celta, que se había ido desplazando hacia el valle del Jalón. En esta zona quedaron incluidas Cascantum, Turiasu (Tarazona) y Bursau (Borja).

           Los arévacos se ubicaron en torno al río Areva, y conformaban el más fuerte de los pueblos celtibéricos (como se comprueba en la resistencia a Roma o Guerras Numantinas-153 a.C). Sus poblaciones más importantes eran Numancia, Pallantia (Palencia) y Termes (Soria).

           Los belos se ubicaron en torno al valle de Huerva, y formaban una comunidad política juntos con los titos. Sus poblados más importantes eran Segeda, Carbica y Leucade.

           Los bebrices se ubicaron en Teruel y Cuenca, y se alimentaban de leche, suero y quesos. Poseían el Santuario de Lug en Peñalva de Villastar (Teruel).

d.7) Pueblos celtibéricos del Centro-norte

           Los pelendones se ubicaron en torno a las serranías sorianas, y aparecen citados muy tardíamente. Sus poblados más importantes eran Vinuesa, Augustobriga (Agreda) y Savia.

           Los olcades se ubicaron en la Meseta meridional, y aparecen mencionados entre el contingente de pueblos que Aníbal envío íntegramente a Africa en el s. III a.C, para luchar contra Roma. Su ciudad más importante era Altia.

           Los berones se ubicaron en el sur de la provincia de Álava, y fueron producto de la inmigración celta. Su enclave más importante era Varea (Rioja).

           Los vacceos se ubicaron en torno al río Duero, y siguieron resistiendo tras la caída de Numancia. Abarcaban extensos territorios de Valladolid, Zamora, Segovia y Burgos: Avia, Rauda, Cauca, Intercatia (Paredes de Nava), Viminatium (León) y Septimanca (Simancas). Era en esta zona donde se desarrolló la Cultura de Medinilla, propia de agricultores itinerantes que vivían en pequeños poblados de cabañas circulares de adobes. A partir del desarrollo de la metalurgia del hierro, se configuraron auténticos núcleos proto-urbanos, que vendrían a protagonizar la resistencia contra los romanos.

d.8) Pueblos celtibéricos del Centro-centro

           Los carpetanos se ubicaron en la ribera del río Tajo, y aparecían ampliamente en las expediciones de Aníbal. Y es que tras atacar otros poblados, Aníbal fue derrotado al pasar por esta zona, lo que provocó una 2ª vuelta púnica a la orilla del Tajo, para aplastar y esclavizar a la población carpetana.

           Su principal ciudad fue Toletum (Toledo), emplazamiento estratégico del s. III a.C. para atravesar la península, con su rey Hilerno al frente. Aparte, otros pueblos que pertenecían a Toletum eran Compluton (Alcalá de Henares), Laminion, Barnacis, Ipsinon, Ilarcuris, Egelesta e Ilurbida. Lo que podía comprobarse en esta zona era:

-jerarquización de poblados,
-vínculos culturales con el mundo ibérico,
-vínculos lingüísticos con los lusitanos.

           Junto a Toletum, la otra gran ciudad carpetana fue Alce, todavía sin localizar (quizás porque fue derrotada, saqueada e incendiada al completo). También destacó Talavera de la Reina, junto a la Sierra de San Vicente, y la fértil zona argentífera que fue los montes de Toledo y auríferos del Tajo.

e) España celta

           No disfrutaba de suficientes recursos ni se esparcía por un territorio uniforme. Eso hacía que sus habitantes no sólo se extendieran por la cordillera Cantábrica española, sino algo más al sur (los astures, incluso hasta el río Duero). El porcentaje de población que vivía en la media y alta montaña era de tamaño reducido, y las principales ciudades se establecían en zonas donde las condiciones climáticas eran más llevaderas.

           Los clásicos pintaban muy mal el hábitat y costumbres celtas. Según Estrabón, los celtas:

-sólo bebían agua, y se alimentaban 2/3 del año de bellotas,
-dormían en el suelo, y llevaban permanentes apariencias greñosas,
-usaban trozos de madera recortada como moneda, y navegaban en barcas de cuero.

           Eso sí, la España celta fue el último rincón español en ser conquistado por alguien (en este caso Roma, que tras su fracaso del 138 a.C, el año 25 a.C envió 7 legiones hasta su total sometimiento, movilizando para ello al mismo Augusto).

           El año 23 a.C. el 100% de astures y cántabros fueron vendidos como esclavos a Aquitania, o aniquilados. Agripa degolló a todos los hombres con edad de llevar armas, y vendió como esclavos a los ancianos, los niños y las mujeres. A los otros pueblos los obligó Augusto a abandonar las montañas y establecerse en los valles (para poder ser vigilados más estrechamente). Estrabón, Ovidio, Virgilio, Plinio y Orosio no pararán de recordar esta situación política del área norte peninsular.

e.1) Sociedad celta

           Contaba con individuos acumuladores de riquezas, según se desprende de la existencia de ricas joyas. Por otro lado, la mayoría de población carecía de lo más necesario.

           La existencia de esculturas de guerreros galaicos (en el norte de Portugal y sur de Galicia) inducen a pensar en la existencia de una aristocracia celta, aunque sus expresiones fuesen toscas. Incluso pudo consistir en una aristocracia por razón de sangre, dadas la repetición de genealogías epigráficas, tales como “dedicada a Adrono, hijo de Veroto”...

           En cuanto al ejército, éste proporcionó un armamento básico para todo el pueblo llano, consistente en:

-escudo redondo,
-puñal,
-doble hacha,
-una o dos lanzas.

           Pudo haber cierto grado de matriarcado celta, pues según Estrabón “los hombres dan dote a las mujeres, las hijas reciben la herencia, las hermanas casan a los hermanos”. Pero del análisis de la epigrafía norteña, se deduce que:

-la filiación se establecía por línea masculina,
-el poder es ejercido por los hombres,
-la cabeza de familia era la madre,
-la descendencia era transmitida a través de la madre.

           Otro tema de confusión es el de una posible organización gentilicia. Tras los análisis epigráficos se concluye la coexistencia de dos tipos de organización diferente, ambas basadas en la consanguinidad y no en la territorialidad:

-el área de las centurias, del noroeste,
-el área de las gentilidades, de la Meseta.

           En el mundo celta existía también pacto de hospitalidad. El documento más importante para conocer la relación entre gentes y gentilitates nos habla de:

-grandes divisiones tribales (en astures y cántabros),
-fracciones dentro de las mismas tribus (en los zoelas, orgenomescos...),
-distintos clanes (en los desoncos, tridiavos...).

           Para algunos estas divisiones no están hablando de divisiones internas, sino de distintas zonas geográficas, pues los romanos luego aplicaron iguales nombres para cosas distintas. Lo que sí está claro es que se trataba de organizaciones de parentesco superior a la familia restringida, de derecho privado, y nunca público, y que afectaba sólo a algunos sectores sociales y no a todos.

e.2) Economía celta

           Mantuvo a los celtas al borde de la desnutrición. En primer lugar porque el nivel de desarrollo de los pueblos celtas no era alto.  Y en segundo lugar porque 2/3 del año sufría la España celta una estación fría cercana a la congelación.

           Todos los clásicos resaltaban las carencias de las dietas celtas, y la poca importancia que los celtas daban a la recolección agrícola. De hecho, la castaña y la bellota eran sus principales frutos recolectados, aunque los análisis policlínicos muestren también la existencia de cultivos de cebada, centeno y mijo, todo ello trabajado con azada y no con arado.

           La ganadería era la actividad económica más productiva. De las mantecas como ingrediente básico para cocinar, se entiende la importancia del cerdo para los celtas.

           En cuanto a la minería, es muy dudoso que existiese a nivel subterráneo en la España celta antes que llegara Roma, aunque el norte de España sí abundaba en plomo, estaño, minio, malaquita y hierro.

           En algunos poblados cántabros del s. III a.C. se han encontrado cerámicas celtibéricas, lo que supone una inmigración hacia el sur en busca de recursos económicos. En todo caso, la ausencia de intercambios y de moneda nos advierten que el nivel económico del norte era muy bajo.

e.3) Religión celta

           No contó con imágenes de dioses. Según algunos, este dios innominado celta podía tratarse de la misma Luna, pues estas gentes adoraban las noches de plenilunio. Otros dicen que los celtas contaban los días por noches, y se hacían descender del dios irlandés Dis Pater.

           La epigrafía transmite nombres de dioses indígenas de difícil identificación, aunque también dejó constancia de:

-Ares, nombre dado por igual a varios dioses distintos, en distintos lugares,
-Cosus, el dios mencionado en casi todos los lugares galáicos,
-las Matres, diosas de la fecundidad, la tierra y la naturaleza (y conocidas también en la Renania),
-Lug, dios solar de la inteligencia, la magia y las habilidades técnicas, abundante en la literatura celta galorromana y británica, e identificado por César en su campaña contra los galos.

           Hay constancia de sacrificios animales y alguno humano, como el sucedido entre los astures para sellar la paz entre pueblos vecinos (en este caso, sacrificando a un hombre y a un caballo).

           No contó con templos arquitectónicos. Pues el culto celta se celebraba a cielo abierto, en un claro del bosque, junto a lagos o fuentes, y en santuarios naturales denominados bosques sagrados. También se desarrollaban cultos animistas en los montes, los bosques y los ríos, pero nunca en el interior de ningún edificio.

           En cuanto a las creencias funerarias, no quedó rastro de necrópolis alguna, lo que hace pensar en el rito de la incineración.

e.4) Pueblos celtas del Atlántico

           Los galaicos se situaron en el extremo noroeste de la península, entre los ríos Limia y Miño, y presentaban viviendas circulares de la Edad del bronce, modelo de cultura castreña.

           Los lucenses se situaron al interior de la zona galaica, continuaban con la cultura de castros, y tenían gran densidad de población. Tenía 16 pueblos reconocidos aunque todos con nombres bárbaros.

           Los ártabros se situaron desde el río Miño hasta el cabo de Nerión (Finisterre), y formaban un golfo conocido como Puerto de los Artabros. Sus poblados más destacados se situaban en Ferrol y Coruña.

           Los célticos se situaron entre el cabo de Nerión y el norte del río Limia, y desde siempre había sido el pueblo más diferenciado del resto peninsular. Poblaban las islas Siccas y la ciudad de Abobrica.

           Los navios se situaron en torno al río Navia, y poblaban las comarcas de Noya, Tyde (Tuy) y Bacara (Braga). De aquí parece proceder el concepto romano de Gallaeci, por su fuerte sustrato galo.

           Los zoelas se situaron en la comarca portuguesa norteña de Tras os Montes, y su principal núcleo urbano fue Curunda. Dedicaban culto al dios indígena Aerno.

e.5) Pueblos celtas del Cantábrico occidental

           Los astures del norte constituían un conglomerado de pueblos, en torno al río Sella, y con castros o cabañas circulares de piedra. Fueron identificados por Ptolomeo como:

-los bedunienses, cuya capital era Bedunia,
-los orníacos, cuya capital era Intercatia,
-los lungones, cuya capital era Pelontio,
-los selinos, cuya capital era Nardinion,
-los superatios, cuya capital era Petavonium,
-los amacos, cuya capital era Cangas de Onís.

           Los astures del sur se situaron entre los ríos Navia y Esla, dando hasta el norte de Portugal. Estrabón incluye en ellos el río Melsos como su límite occidental, y hacia el sur hasta la ciudad de Asturica Augusta (Astorga).

           Los cigurros se situaron al sur de las montañas cantábricas, en la zona de Nemetobriga, o de “bosques sagrados”, con capital en Brigaecium, la “ciudad fortificada”, y de gran autonomía política.

           Los lancienses se situaron al sur de la cordillera cantábrica, y fueron los que primero hicieron oposición al invasor extranjero. Sus poblados fueron incendiados en una siguiente campaña militar.

e.6) Pueblos celtas del Cantábrico oriental

           Los cántabros se situaron en la costa entre los astures y un conglomerado de pueblos confusos. Sus inscripciones revelan una gran conciencia de grupo, y una organización gentilicia. Estrabón señala de entre ellos a:

-los orgenomescos, tribu limítrofe con los astures, y cuyo puerto principal era Vaseiuaseca,
-los saúgos, en torno al río Sauga, y cuyo puerto principal fue Ioliobrigensium (Santander),
-los várdulos, con las poblaciones de Morogi, Menosca, Vesperies, y con su puerto principal en Flaviobriga (Castro Urdiales).

           Los turmogos se situaron en la comarca de Salas de los Infantes, noreste de Burgos, y no era una comunidad muy numerosa. Su principal ciudad fue Segisamo.

           Los autrigones se situaron entre Flaviobriga y el río Nervión, y abarcaron la mayor parte de las provincias de Vizcaya y Alava.

           Los caristios se situaron en la cuenca del río Deva, y a ellos se le atribuía el condado de Treviño.

           Los várdulos-vascones se situaron en la costa de Oyarzun, y poblaban 14 pueblos de las montañas de Guipúzcoa, con lengua de difícil origen peninsular.

f) España lusitana

           Fue la zona de la actual Portugal y Extremadura española, habitada por 4 razas de bastante parecido social y económico.

           Los lusitanos poblaban el sur del río Tajo, hasta los navegables Mondego y Vouga. Aparecen mencionados por primera vez el s. III a.C. Capitaneados por un tal Púnico, derrotaron a dos ejércitos extranjeros y saquearon el Algarve. Sólo entre reveses, Roma pudo controlar a estos pueblos. Destacaron las ciudades de Aeminium (Coimbra), Collipo (Lleiría) y Olisipo (Lisboa).

           Los conios poblaban el extremo lusitano occidental, y su emplazamiento más importante fue Conistorgis.

           Los beturios poblaban la cuenca del Ardila, afluente del Guadiana por la izquierda, y explotaban las minas del entorno. Sus poblados eran fortificados y pequeños (5 ha), y el más importante fue el de Tamusia.

           Los vetones poblaban el límite España-Portugal por el río Tormes, y en las alturas montañosas, durante la Edad del hierro. Destacaron por las figuras zoomorfas en piedra de toros, cerdos y jabalíes. Otro rasgo suyo era el poblamiento en castros, con impresionantes defensas. Los vetones desarrollaron técnicas del hierro para fabricar útiles de labranza, provocando el crecimiento demográfico. Su ciudad más importante fue Lacimurga, en torno a Navalvillar de Pela (Badajoz).

f.1) Sociedad lusitana

           Acumulaba casi toda la riqueza en manos de un grupo reducido. Riqueza que era la suficiente como para poseer propio armamento, dotado incluso de yeguadas (símbolo adoptado por este status social).

           La sociedad lusitana tenía la división siguiente:

-jefes de guerras,
-masa del pueblo,
-siervos o esclavos.

           La aristocracia era la clase dirigente de la sociedad, y la única capaz de acceder a la posesión de caballos. De ahí que sea una aristocracia ecuestre y que en el reverso de las monedas se aluda al jinete. También era el grupo poseedor de tierras y ganado, y tenía solvencia suficiente como para levantar fortificaciones y tener clientelas más o menos amplias.

           Frente a este grupo director de la sociedad, tampoco hay que creer que la masa del pueblo careciese absolutamente de todo.

           En Lusitania existía un grave problema de social y económico, derivado del reparto desigual de la propiedad agraria, lo que hacía que los individuos más pobres se alquilasen como mercenarios de bandas de bandoleros, dedicadas al saqueo.

           Las fuentes clásicas son unánimes en poner al frente de todas estas bandas lusitanas a Viriato, capitán de ejércitos lusitanos dedicados al saqueo de ciudades y personas. Elegido al parecer por su coraje personal, y a semejanza del buen salvaje, no corrompido por la civilización, Viriato había nacido en la Sierra de la Estrella y fue un pastor lusitano que lideró la resistencia del s. II a.C. Algunos autores lo presentan como superviviente de la matanza de Galba (procónsul del 150 a.C.), e iniciador de la táctica de guerrillas adaptada al terreno.

f.2) Economía lusitana

           Era rica en frutos y ganado, en oro, plata y estaño, según Estrabón. Y en ella el caballo constituía su objeto más preciado, sobre todo por su calidad y velocidad (y no tanto por haber sido fecundados por el viento, como afirmaban reiteradamente los mitos literarios).

           La caza y la pesca constituían actividades complementarias, en los ríos y en las aguas costeras. La bellota y la castaña también debieron jugar importante en la alimentación, sobre todo en los pueblos de montaña.

           Aparte del hilado y el tejido, las armas encontradas son un ejemplar valioso, por su damasquinado en plata, por sus decoraciones con nielados, por sus joyas de la zona de Castelo Branco.

           Lusitania, en relación al tráfico de metales, estaba atravesada por dos líneas internacionales de comercialización:

-vía costera. Procedía de las islas Británicas, Finisterre, bordeaba toda la costa lusitana y llegaba a Gibraltar,
-vía fluvial. Procedía del interior de Galicia y atravesaba las cuencas del río Meda (plomo), río Mourao (plata) y cuenca del Tajo hasta Sierra Morena.

           En todas estas zonas, sistemas de fallas y fracturas del terreno proporcionaban afloramientos mineros. Los parajes de Arribes del Duero (Salamanca), por ejemplo, estaban llenos de filones de estaño, wolframio y urano.

           Los hallazgos de monedas griegas del s. IV a.C. en los yacimientos costeros hace suponer, al igual que Cancho Roano, un comercio fuerte de intercambios, en el sistema de don-contradón. En él:

-las aristocracias locales controlaban el tráfico de metales,
-los extranjeros dejaban a cambio importaciones lujosas.

           Con la llegada de los púnicos, las campañas de Aníbal del s. III a.C. buscaron ante todo esclavos-mercenarios y riquezas materiales.

           Incluso los celtíberos se adentraban constantemente en la Lusitania en busca de sus famosas minas, y comerciaba allí con los indígenas del lugar (como dejan constancia las monedas que se pagaban a los individuos que trabajaban en las minas).

f.3) Religión lusitana

           Contó con gran variedad de divinidades indígenas, según 1/3 de las inscripciones votivas encontradas. Pero muchas veces eran nombradas mediante epítetos, y sólo los nombres de 2 dioses eran bastantes repetitivos e insistentes: Vaelicus y Ataecina, ambos como protectores de la población. Así:

-Vaelicus, dios-lobo infernal, centralizaba su culto en el Santuario de Postoloboso (Avila),
-Ataecina, diosa-tierra inframundana, centralizaba su culto en el Santuario de Santa Lucía del Trampal (Cáceres).

           Contó con santuarios levantados con excelente piedra de granito, y llenos de escaleras, oquedades y canales. Canales de agua que servían para la sangre de los sacrificios, y no por ningún culto a las aguas (como algunos han creído ver). Destacaban el Santuario de Castro de Ulaca (Avila) y el Santuario de Panioias (Portugal).

           En cuanto a la existencia de sacrificios, éstos consistieron en ofrendas de tortas, leche, cerveza, liebres o pichones. Así mismo daba al jabalí el mayor de los significados funerarios, representando al difunto si éste era alanceado por un jinete. De hecho, eran famosos los verracos de Ulaca (Avila) y Padierno (Salamanca), ejemplares del s. IV a.C.

Mercabá, 1 septiembre 2024
Artículos de Cultura y Sociedad