REPÚBLICA  DE PLATÓN

 

En su 2.400 aniversario de conclusión

que escribió Aristocles de Atenas, Platón

 


Cabo Sounion, al sur de Atenas, punto de reflexión de la República de Platón

Madrid, 28 enero 2018
Manuel Arnaldos, historiador de Mercabá

            Grecia fue un pequeño estado dotado de un admirable espíritu para las más variadas manifestaciones culturales. En todas las ramas que cultivó, Grecia dejó marcada una profunda huella genial. Así, se puede decir que Grecia fue la cuna de la cultura occidental, y la razón la medida de todas sus cosas.

            Aún así, vemos a la tardía República de Platón como algo diferente, desafiante a toda la racionalidad precedente, autocrítica con aquello que había hecho grande a Grecia, alejada de aquellas victoriosas Guerras Médicas del 490 a.C. frente a los ejércitos persas.

            Veamos el contenido de la República, su autor, nuestro humilde comentario y el mundo en que se gestó (que es lo que trató de salvaguardar Platón, ante futuribles signos contrarios, tanto de fuera como de dentro).

a) Atenas

Fue fundada por los jonios hacia 1.050 a.C. en el centro de la Atica[1], en plena edad oscura griega y abarcando una superficie de 2.600 km2. Estaba dotada de asty-centro urbano y chora-extrarradios rural, y regida por los aristos-mejores, bajo fuerte endogamia pública, hybris-soberbia hacia lo extranjero y polemos-espíritu guerrero.

En el s. X a.C. empezó Atenas a consolidarse como un propio estado, posiblemente cuando se llevó a cabo la unificación de la Atica. Las diferentes comarcas y aldeas pasaron entonces a depender del centro urbano implantado a los pies de la acrópolis ateniense. La lechuza pasó a ser su escudo de armas, el dracma su moneda de cambio y el Altar de los 12 dioses su punto religioso de encuentro.

En el s. IX a.C. Atenas creció rápidamente hasta hacerse con el control de prácticamente todo el comercio del Egeo. Esto perjudicaba a otras ciudades de la zona, como Corinto o Megara, que pidieron ayuda a Esparta, tradicional enemiga de Atenas. La cerámica ática ateniense pasó a convertirse en la más rica y refinada del mundo, y el mármol pentélico a hacer de Atenas la ciudad arquitectónica más bella del mundo.

En el s. VIII a.C. Atenas multiplicó sus colonias en las costas del Egeo, de la Tracia, la Jonia, Africa, Mar Negro y la Magna Grecia. Así, los habitantes atenienses podían expandirse, distribuir su población metropolitana excedente, abrir nuevas economías y colocar guarniciones en puntos estratégicos, vigilando sus mercancías y a los aliados de dudosa fidelidad. Fue el caso de Reggio en Calabria, punto de control ateniense frente a la espartana Tarento en el sur italiano, y frente a la siciliana y rebelde Siracusa.

En el s. VII a.C, y a pesar de su incipiente espíritu democrático, Atenas implantó la esclavitud, manteniendo a más de 200.000 personas realizando las tareas productivas de la ciudad, mientras los atenienses podían dedicarse a la filosofía y a la política, ya que no tenían que trabajar. Además, la educación ateniense no fue estatal. A los 7 años los niños recibían en su casa a un pedagogo, que con papel de cáñamo y tablillas de madera encerada los iba ayudando en sus lecciones de Lectura, Música, Escritura y Aritmética.

El s. VI a.C, con su colofón victorioso en las Guerras Médicas-490 a.C. contra el ejército persa, hizo saltar a Atenas a la fama mundial. La ciudad vio cómo empezaban a aumentar los puestos de trabajo, las construcciones navales, grandiosas obras públicas, la artesanía y los intercambios comerciales. Creó Atenas, así mismo, una camarilla de intelectuales y artistas, entre los que estaba Fidias (autor del Partenón), el filósofo Anaxágoras, el trágico Sófocles, el historiador Herodoto o el arquitecto Hipodamo (constructor de la muralla del Pireo).

El s. V a.C. fue el siglo de Pericles, de la Atenas clásica, de la familia política de los Filaidas y de su cronista Tucídides. Atenas, triunfante pero resquebrajada tras la Batalla de las Termópilas-480 a.C contra los persas[2], necesitó de un ambicioso plan de reconstrucción material y moral. Es el momento en que se levanta el Telesterion, el Odeón, el Partenón, la Acrópolis, la muralla entre Atenas y su Puerto del Pireo, el Templo de Poseidón, Templo de Némesis, Templo de Hefesto y Templo de Dionisio, el Templo de Atenea, la estatua de Atenea de 12 m. altura en oro y marfil...

El s. IV a.C. fue el de la debacle total de Atenas, a consecuencia de las Guerras civiles del Peloponeso-431 a.C, entabladas por sus vecinos del Peloponeso a causa de la superioridad ateniense en la zona. Supuso la revuelta militar de Esparta y todos sus aliados continentales (Liga del Peloponeso) contra Atenas y sus aliados insulares (Liga de Delos), y el desastre final para Atenas, con destrucción total de sus exhuberantes edificios, e imposición espartana del gobierno de los 30 tiranos, bajo supervisión de Corinto.

a.1) Política ateniense

         Según los modelos de la Grecia oscura, y siguiendo la definición que los aristócratas daban para la polis y para todo, cada estado debía estar gobernado por un sistema oligárquico de eupatridad, es decir, por los buenos padres de la patria.

         Mientras que la enemiga Esparta sufría la stasis[3] y otros estados tenían tiranías[4], Atenas optó desde sus comienzos por modelos distintos y capaces, buscando soluciones en torno a la gobernabilidad.

Varios fueron los intentos realizados en esta dirección a lo largo del s. VII a.C:

-Cilón, que intentó una tiranía suavizada,
-Dracón, que reformó los abusos de poder con medidas severas,
-Solón, que quitó las cargas que caían sobre el campesinado, y censó a la población no por linaje sino por otros conceptos (en este caso el de la riqueza o número de dimnos poseídos),
-Pisístrato, que potenció a la gente sin recursos y creó las estructuras comerciales, religiosas, intelectuales y económicas básicas para el posterior florecimiento de la ciudad,
-Clístenes, que remodeló todas las instituciones políticas atenienses en:

-Ecclesia, o Asamblea popular legislativa,
-Bulé, o Senado de los 500 senadores,
-Arcontado, o Tribunal judicial,
-Helieo, o Tribunal popular,
-Areópago, o Consejo de aristócratas,
-Estrategia, o Consejo de alcaldía, gestionado por los 10 estrategas militares.

La llegada de Pericles (495 a.C-429 a.C) significó la transformación total de Atenas desde un estado aristocrático hacia un estado democrático (proceso que ya habían iniciado Solón y Clístenes). La Bulé aumentó su autoridad, los cargos públicos eran asignados por sorteo y no por elección (excepto en casos especiales), y la Ecclesia se reservaba la decisión final en materias relevantes. El pueblo pasaba a ser el soberano estatal, y él se daba a sí mismo los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.

Las magistraturas electivas aumentaron su influencia, y los 10 estrategas se convirtieron en centro del ejecutivo. Los heliastas y arcontes (y desde el 457 a.C. también los zeugitas, los buleutas y los pritanos) participaron y pudieron tomar parte en la vida de la polis. Esta situación de equilibrio y colaboración entre las diversas clases sociales aumentó el bienestar del pueblo.

a.2) Madurez ateniense

            La historia de Atenas fue la historia de la resistencia contra los persas, y de la satisfacción por sus victorias externas e independencia sobre la zarpa oriental[5].

            Es la historia, no obstante la euforia exterior, de la resaca y nostalgia interior, por lo que un día se fue, en polis, apoikias, venta de cerámica ática... y que por propias rivalidades internas se perdió (en las Guerras Civiles del Peloponeso del s. V a.C)[6].

            Así pues, pensadores como Sócrates y Demóstenes, artistas como Policleto, unidos a la nueva escuela macedónica del norte, intentaron siempre unir ambos polos, exterior e interior, mediante una única, diferente y tradicional, cultura y pensamiento panhelénico[7].

            En el campo de la política, las circunstancias no fueron la corriente favorable a ese ideal supremo, ni mucho menos. Tras la derrota de la democracia, cualquier otra opción de gobierno sólo consiguió acarrear nuevas incertidumbres[8], y nada pudo volver a ser lo de antes. Fue el momento de la seriedad y la madura reflexión, sin poder volver a equivocarse.

            La heroica resistencia de los atenienses contra los persas, y la satisfacción por la victoria conseguida en las Guerras Médicas del s. V a.C, habían dado a la Atenas clásica un matiz de:

-confianza en el valor del hombre[9],
-confirmación del camino cultural emprendido
[10],
-reconocimiento hacia las divinidades protectoras de las polis
[11],
-supremacía de todo lo griego sobre lo demás
[12].

            Por otro lado, las penurias y agotamiento sufrido por propias luchas intestinas, tras las mencionadas Guerras del Peloponeso, sembraban de dudas todo lo anterior, y llenaba de sombras la sociedad y la épica anterior. La filosofía tenía ahora que responder a los desafíos, lo que hasta entonces había hecho la ferviente mitología y culto religioso.

            La poesía empezó a mostrar escepticismo ante las nuevas oligarquías dirigentes[13], y la escultura se llenó de aspiraciones ilusorias[14], angustias y pasiones[15], placeres sensuales de los dioses[16].

            No se perdió la madurez adquirida del sufrimiento y las batallas, pero esa paideia o sentido cultural quedó ensombrecido por el agotamiento y la decepción. La niké de Maratón, y la traición espartana, quedarán reflejadas, una y otra vez, en la mente y en las manos de los pensadores y artistas.

a.3) Teatro ateniense

         Aparte de potenciar la fiesta de las panateneas[17], Atenas se dio cuenta de que su democracia necesitaba ser llenada a nivel moral y cultural.

         Los poemas homéricos fueron declarados emblema nacional. Y el género y la tragedia, en forma de competición, comenzaron a fomentar una verdadera conciencia ciudadana y un sano sentimiento afectivo hacia la ciudad[18]. Sófocles, Aristófanes, Eurípides, Apuleyo, Esquilo, Jenofonte... darían buena cuenta de ello.

         Tres fueron los tipos de teatro desarrollado:

-el trágico, para unificar las costumbres,
-el cómico, para animar a la vida social,
-el épico, para memorizar las hazañas memorables.

         A los que se añadieron las obras de:

-Homero, autor de las primigenias Iliada y Odisea,
-Hesíodo, autor de los primigenios poemas teológicos órficos,
-Apolodoro, compositor de la gran biblioteca mitológica griega,
-Esopo, autor de numerosas Fábulas,
-Apuleyo, autor del Asno de Oro,
-Jenofonte, autor de Anábasis,
-Demóstenes, autor de Las Filípicas,
-Aristófanes, autor de las comedias Los Acarnienses, Las Tesmoforias, Asamblea de Mujeres...
-Eurípides, autor de las tragedias Cíclope, Alcestis, Medea, Los Heráclidas, Andrómaca, Hécuba...
-Sófocles, autor de las tragedias Ayax, Antígona, Electra, Filóctetes, Edipo Rey, Las Traquinias...
-Esquilo, autor de las tragedias Orestia, Agamenón, Prometeo, Los Persas, Los Coéforos, Las Euménides, Siete contra Tebas...

a.4) Deporte ateniense

         Atenas destacó por su permanente compromiso con los Juegos Olímpicos (de Olimpia, cada 4 años), Juegos Píticos (de Delfos, cada 8 años), Juegos Nemeos (de Nemea, cada 2 años) e Juegos Istmicos (de Corinto, cada 2 años), existentes desde la I Olimpiada griega-776 a.C. y en los que los atenienses sobresalieron por sus grandes paidotribes-entrenadores (que entrenaban a sus deportistas con aceite, arena y estrígil-cuchilla de afeitar).

         Cinco fueron las modalidades en las que participaron los atenienses (carrera, salto, disco, jabalina y lucha), a las que se añadieron las pruebas de exhibición de correr desnudos con escudos, y del pugilato-boxeo. Todo esto hizo que Atenas estuviese llena de gimnasios y palestras-cuartos de lucha y baño.

         En su sección femenina, las atenienses se vieron siempre desbordadas por las espartanas, casi siempre campeonas en todos los títulos ofertados (entre otras cosas por su formación militar, y por la futura educación en ello que tenían que hacer sobre sus hijos, educándolos para volver de la guerra victoriosos o muertos, pero nunca derrotados). En su sección masculina, los atenienses que saliesen victoriosos en los Juegos debían peregrinar a Delfos y ofrecer sus títulos a Apolo.

a.5) Mujer ateniense

La mujer no era una ciudadana en la ciudad de Atenas. Su categoría social estaba equiparada a la de “no ciudadanos” y su concepción social oscilaba entre::

-la de Platón[19], para quien la mujer era propiedad estatal, y debía someterse a la sociedad y cuidar de los guerreros en sus idas y venidas;
-la de Jenofonte
[20], para quien la mujer era propiedad marital, y debía quedarse en casa y cuidar al marido en sus entradas y salidas.

         Concepción ateniense de la mujer a la que contribuyó también el macedonio Aristóteles[21], al afirmar que el alma de la mujer era distinta a la del hombre, poniendo ejemplos muy equivocados[22]. Eso sí, la mujer tenía en sus manos la administración de la casa y el control de los esclavos, y se dedicaban al tejido de los vestidos familiares.

         Su boda debía consumarse a los 13-17 años, en una fiesta en que la novia y todo su cortejo debía:

-hacer un sacrificio a Zeus,
-ofrecer sus juguetes infantiles a Artemisa,
-bañarse en la fuente calírroe con todas sus amigas,
-dejarse raptar por su novio en plena noche, como símbolo del fuego del amor y dote que ella entregaba por su libertad.

Su maternidad empezaba en el momento del embarazo, que debía quedar significado por medio de una cinta de lana o por una rama de olivo. Cuando daba a luz, debía celebrar la fiesta de las anfidromías, para que todas sus amigas reconociesen al bebé. Tras ello, la mujer tenía pleno derecho a acceder a los gineceos de la ciudad y a las labores de los telares.

b) Platón

            Aristocles de Atenas (429-359 a.C), más conocido como Platón[23], perteneció a la más alta aristocracia ateniense, de familia y por influencias. Recibió una educación esmeradísima, siendo las matemáticas su especialidad estudiantil. En filosofía recibió sus primeras lecciones de Cratilo, mediocre seguidor de Heráclito[24]. Pero lo que decidió su vocación como filósofo fue su encuentro con Sócrates. Desde que tenía 20 años hasta la muerte de su maestro, Platón permaneció en su compañía.

           Tras la muerte de Sócrates (400 a.C), y coincidiendo con el status espartano impuesto en Atenas (el gobierno de los 30 tiranos), Platón marcha al destierro a la Magna Grecia, dejando su ciudad. En Megara Hyblaea deja su grupo de seguidores socráticos, en Tarento entabla relación con los pitagóricos, y en Siracusa se hace amigo de Dión. Desde allí debió visitar también Egipto, Cirene y Creta. De este período son sus primeras obras: Apología[25], Critón[26], Menón[27] n[28], Eutrifón[29], Laques[30], Hippias[31], Gorgias[32], Alcibíades[33], Cratilo[34], y el primer capítulo de La República[35].

           Vuelto a Atenas en el 387, Platón pasará el resto de su vida enseñando en su escuela ateniense, fundada junto al templo de Akademos, y a la composición de sus obras. De este período son Protágoras[36], Lisis[37], Eutidemo[38], Carmides[39], Clitofón[40], Fedón[41], El Banquete[42], La República[43], Menexeno[44], Fedro[45], Teeteto[46], Parménides[47].

            El pensamiento platónico resulta desconcertante, si tratamos de interpretarlo conforme a los conceptos de hoy en día. No obstante, sus obras siguen perdurando como cumbre difícilmente superable en el arte del bien decir.

            Aun así, es posible captar una línea de inspiración, latente desde sus primeros escritos, y que va incorporando a lo largo de su vida. Es el anhelo hacia una realidad fija y estable, por encima de la movilidad y contingencia de los seres creados. Este es el núcleo del pensamiento platónico. Pero hay un inconveniente, la insuficiencia de los conceptos para expresar el amor, la poesía, el ascetismo, las fábulas y hasta la adivinación.

            La vida entera de Platón fue un noble esfuerzo hacia lo absoluto y lo trascendente, que den respuesta a los grandes interrogantes humanos. Esfuerzo que debe hacerse desde la vía moral, criticando a los equivocados pero escuchando también sus elementos aprovechables[48].

            Se dice que Dión y los platónicos dieron un golpe de estado en Siracusa, instaurando un gobierno de filósofos, a imagen de La República, por tres años consecutivos. Platón estaba muriendo en Atenas, donde había compuesto Filebo[49], Timeo[50], Critias[51], Leyes[52], Sofistas[53], Política[54], y el inédito Filosofía[55], obra que según Cicerón, fue la que no llegó a escribir por sobrevenirle la muerte, justamente cuando se disponía a escribirla. Su cuerpo fue enterrado en el jardín de la Academia.

c) República de Platón

            Consta de 10 libros de extensión parecida, con diálogos imaginarios en la mente de Sócrates, de un día de junio, tenidos lugar en la casa de Céfalo, propietarios de una fábrica de escudos, y tras haber presenciado en el Pireo las procesiones celebradas en honor de la diosa Bendis. La acción, por tanto, es ficticia.

            El libro I se escribió en fecha muy temprana, hacia el 395-390 a.C, y con el propósito de ser una obra independiente sobre el concepto de justicia. Los libros II, III y IV forman otro bloque escrito, divulgado poco antes del viaje de Platón a Sicilia. En cuanto al resto de la obra (cap. V al X), está claro que fue completada tras la estancia de Platón en la citada isla, hacia el 384 a.C.

            Sócrates aparece como el narrador de toda la conversación. Participan en el debate Céfalo, Polemarco su hijo mayor, Trasímaco de Calcedón el sofista, Clitofonte su admirador, y Glaucón y Adimanto, hermanos de Platón.

            Se alude también, aunque no intervienen, a los otros dos hijos de Céfalo, Lisias el orador y Eutidemo, Carmantides discípulo de Isocrates, y Nicerato, el hijo del famoso magistrado Nicias.

            A partir del libro II, todo el peso de la discusión lo llevaran Sócrates, Glaucón y Adimanto.

            En el libro I se propone el argumento. Comienza Sócrates preguntándose qué es la justicia, a lo que responde Polemarco: “dar a cada uno lo que se le debe”. Con todo, Sócrates ira argumentando con todo tipo de penetración psicológica.

            Tras haber quedado claro el argumento de la obra, interviene Trasimaco con la cínica definición de justicia como “la conveniencia del poderoso”.

            Sócrates replica que el fin de todo arte o técnica (y la política es una de ellas) consiste en lograr el bien del objeto, al igual que el médico procura el bien de sus pacientes. Y concluye Sócrates al final del libro I que la justicia “es la excelencia y virtud propia del alma, que permite actuar conforme a la naturaleza, y por extensión, vivir bien y ser feliz”.

            En el libro II se propone la teoría de la justicia. Glaucón propone una clasificación de los distintos tipos de bienes:

-bienes apetecibles por sí mismos,
-bienes deseables por las consecuencias,
-bienes indirectos.

            Sócrates le responde que la justicia se encuadraría en el 2º tipo de bien, mientras que la opinión se situaría en el 3º.

            Según Glaucón, lo que interesa de la justicia es más su apariencia que su realidad. Sócrates le demostrará que la justicia es un valor en sí mismo, a la vez que una fuente de beneficios.

            A continuación, se propone la teoría del estado. Sócrates emprende la tarea de mostrar la génesis del estado a partir de la necesidad de establecer una división del trabajo, que permita sacar el máximo partido de asociación.

            La constitución socrática de Estado como “sociedad natural” merece el desdén de Glaucón, que califica esa organización como un “estado de cerdos”.

            Sócrates tendrá que contentarse, de momento, con la resignada afirmación de que “es probable que muchos no se den por contentos con el género de vida sencilla que hemos prescrito” (libro II, 373a).

            En el libro III y IV se propone la selección de los guardianes. Platón se dedica a la formación y selección de los ciudadanos valerosos, futuros gobernantes, los cuales deben ser:

-sagaces,
-desprendidos de las riquezas materiales,
-feroces con los enemigos,
-mansos con sus conciudadanos.

            En su formación, es indispensable la enseñanza de la gimnasia y arte marcial, y la música. Y deben reunir las virtudes de los guardianes, a las que deben añadir:

-la convicción de que el bien suyo es el bien común[56],
-buena memoria y perspicacia, para no dejarse engañar,
-tenacidad para no claudicar ante las presiones.

            Y según esas virtudes, han de distinguirse por ser:

-magistrados, si sus virtudes se acercan más a las de guardianes,
-ministros, si sus virtudes se asemejan más a estas últimas.

            Los magistrados pueden llegar en ocasiones a tener que mentir[57], para evitar males mayores, como omitir la derrota en una batalla. Por lo demás, ya desde la infancia han de ser inculcados estos principios, discerniendo las tres categorías posibles de niños: de oro, de plata o de bronce.

            En el libro V se propone la comunidad de mujeres y niños. Entramos ya de lleno en el subrealismo platónico, aunque entendido en su contexto, y no aireado de forma aleatoria. En efecto, ha de situarse en el contexto de que durante 2/3 partes de su tiempo, Atenas tenía que sufrir el ambiente de guerra[58].

            Los guardianes, dada la extraordinaria importancia que tenían para la ciudad, nos dice Platón, pueden disolver sus vínculos familiares. Más aún, deben tener todas sus cosas en común, incluidas mujeres, y la función sexual y reproductiva que éstas han de generar[59] de forma cuasi mecánica.

            En cuanto a los hijos, no son propiedad de nadie[60], nos dice Platón, y deberán ser cuidados en común[61], sin saberse en ningún momento quien es hijo de quien[62].

            En el libro VI se propone la crítica a la poesía. Consiste en uno de los principales obstáculos encontrados por Platón para su sistema ideal estatal, residiendo la causa en el carácter imitativo que tiene la poesía.

            Según Platón, y como coherencia a su sistema de que no hay que copiar o imitar nada de lo particular, la poesía no nos acerca al mundo de las ideas[63], sino que nos aleja de él.

            En el libro VII se propone la caverna filosófica. Entramos ya de lleno en el mundo platónico de las ideas, una vez analizada la realidad estatal, y establecido los principios y recetas necesarios. Así, un “esclavo” de la vida cotidiana va ascendiendo y liberándose progresivamente, a lo largo de 4 fases, del mundo de las sombras que le rodean, para llegar al mundo real que le corresponde:

-la figuración, tras la visión de las sombras de la caverna;
-la creencia, tras la visión de los objetos de la caverna;
-el pensamiento discursivo, tras la visión de las sombras del exterior;
-la intelección, tras la visión de los objetos del exterior.

            Pero para pasar de un nivel a otro es necesario el ejercicio y la disciplina, con períodos de adaptación. Sobre todo para el paso del mundo sensible (escalones 1 y 2) al mundo inteligible (escalones 3 y 4).

            En el libro VIII se propone la infelicidad estatal. Platón va rechazando, por infelices, todos los antiguos sistemas políticos atenienses:

-el aristocrático[64], o de los aristos-mejores, que pecaba de ignorancia cultural, como era el ignorar el “número geométrico[65]”;
-el timocrático
[66], ya que en sus gobernantes predominaba mas la fogosidad que la racionalidad;
-el tiránico
[67], o de los demagogos, que impedía exigir cuentas por los resultados de las gestiones internas o externas;
-el oligárquico
[68], o de los ricos, que acabó fragmentando y creando la máxima desigualdad, con ricos opresores y pobres oprimidos;
-el democrático
[69], o de los anárquicos, que se movía por intereses individualistas, sin un orden en función del bien público y armonía común.

            En el libro IX se propone la felicidad estatal, y se viene a completar aquel libro IV en que Sócrates dejaba en el aire el concepto global de justicia. Tras explicar todos los casos de justicias necesarias y el mundo de las ideas, ahora sí que puede Sócrates completar la definición de justicia, como “suma de todas las virtudes” que se identifica con la felicidad.

            La demostración es realizada por Platón por reducción al absurdo; es decir, llevando al efecto contrario a un callejón sin salida:

-pues el tirano es el hombre más desdichado (su memoria será borrada…),
-pues las riquezas y gloria no suelen tener el disfrute intelectual.

            Al final de la República se propone el destino humano. Se trata de una discusión introducida por Platón sobre los premios o castigos otorgados a un alma al final de su vida, según se haya portado justa o injustamente.

            Tras exponer el Mito de Er, personaje legendario muerto y resucitado en batalla, se narran sus experiencias en el otro mundo. Tanto los premios o castigos están en razón de 10 a 1, respecto a los buenos o malos actos realizados en vida.

            Pero también las almas serán libres[70] para decidir si quieren ese premio o no. No obstante, “su elección estará casi siempre guiada por los hábitos tenidos en la vida precedente”.

c.1) Libro I de la República

Comienza República con una puesta en escena de personajes, lugar y método dialectico a seguir:

Nos fuimos, pues, a la casa de Polemarco, donde encontramos a Lisias y Eutidemo con Trasímaco de Calcedonia, Carmantides de Peanea y Clitofonte; Céfalo también estaba allí. Apenas me vio Céfalo, me saludó y me dijo: Sócrates, muy pocas veces vienes al Pireo, a pesar de que nos darías mucho gusto en ello. Has de venir más veces a verme, porque a medida que los placeres del cuerpo me abandonan, encuentro mayor encanto en la conversación. Sócrates respondió: Yo, Céfalo, me complazco infinito en conversar con los ancianos, porque se hallan al término de una carrera que es interesante averiguar” (II, 328 a).

A continuación, y tras hacer una primera referencia a “la carrera de las antorchas encendidas en honor de la diosa” Bendis, diosa lunar de la Tracia, de culto reciente en Atenas, Platón propone su primer esbozo de justicia, por boca de Sócrates:

La justicia no consiste en decir la verdad, ni en dar a cada uno lo que le pertenece (V, 331d).

Otros sostienen que es justo devolver lo que se debe (VI, 332a). Otros llaman justicia a hacer beneficios a los amigos y daño a los enemigos (VII, 332b).

Pero, querido amigo, la justicia no es de gran importancia si sólo es útil para las cosas de que no hacemos uso (VIII, 333e).

En este concepto el verdadero amigo será el hombre de bien, y el malo el verdadero enemigo. Pero, ¿es posible que el hombre justo haga mal a otro hombre, cualquiera que él sea? Pues necesariamente los hombres a quienes se causa mal se han de hacer más injustos (VIII, 335a a IX, 335e).

Y ¿puede el hombre justo, mediante la justicia, hacer a un hombre injusto? Por consiguiente, no es sabio decir que la justicia consiste en dar a cada uno lo que se le debe” (IX, 335c).

            Insiste Platón en el tema de la utilidad de la justicia:

Algunos dicen que la justicia es lo que es útil al más fuerte. Otros definen la justicia como lo que es conveniente al más fuerte (XII, 338c y 339a).

Pero los que gobiernan se engañan algunas veces sobre sus intereses, al dar las leyes que imponen a sus súbditos. Por otro lado, es justo que éstos hagan sin distinción todo lo que se les ordena y manda... Muchas veces también la justicia consistirá en hacer lo que es inconveniente para los que gobiernan y para los más fuertes, como ocurre cuando ellos mismos tienen que mandar cosas contrarias a sus intereses. Luego aquí llegamos a que es justo lo contrario de lo que dicen algunos...

De aquí se sigue que la justicia es lo mismo de conveniente o inconveniente para el más fuerte. Pero no hay disciplina que examine ni ordene lo que es conveniente para el más fuerte, sino el interés del inferior objeto sobre el que se ejercita. Por consiguiente, todo hombre que gobierna jamás examina ni ordena lo conveniente para él, sino para el gobernado y sujeto a su arte... Declaro, además, que no pienso que sea ventajosa la injusticia sobre la justicia” (XII, 339c a XVII, 345a).

            Analiza Platón el tema del interés:

Ningún arte consulta nunca su propio interés, sino el interés de su objeto. Nadie quiere, por ejemplo, gobernar ni curar los males de otro gratuitamente, sino que exige una recompensa, porque no trabaja para sí mismo, sino en provecho del gobernado... Por eso los sabios no quieren tomar parte en los negocios con ánimo de enriquecerse, porque temerían que se les mirara como mercenarios... Es preciso, pues, que se obligue a tomar parte en el gobierno, so pena de algún castigo. Y es preciso también un Estado compuesto únicamente de hombres de bien” (XVIII, 346e a XIX, 347d).

            Trata Platón a continuación la no ventaja de la injusticia:

Algunos pretenden que la completa injusticia es más ventajosa que la justicia perfecta... Pero lo sorprendente es que ésos den nombres propios de virtud y sabiduría a algo que es contrario a ellos, como es la justicia. Incluso se me pasa que piensan realmente lo que dicen, y no se están burlando... Pues yo les pregunto si el justo tendrá la pretensión de ventaja, y no sobre otro justo sino sobre otro injusto... El que es bueno y sabio no quiere tener ventaja sobre su semejante, sino sobre su contrario. Mientras que el malo e ignorante quiere tener ventaja sobre el uno y sobre el otro. Luego es evidente que el justo es sabio y bueno, y el injusto es ignorante y malo...

Algunos dicen que la injusticia es más fuerte y poderosa que la injusticia... Pues yo les pregunto si un Estado que se hace dueño de otro Estado, puede llevar a cabo esta empresa sin emplear la justicia o no. Pues la injusticia da origen a sediciones, odios y combates entre unos y otros, al paso que la justicia mantiene la paz y la concordia... El poder de la injusticia hace impotente para emprender nada a causa de las querellas y sediciones que provoca” (XX, 348b a XXIII, 352a).

            Termina este libro I, sin duda el más importante de la obra por su composición e independencia, con una posible interpolación posterior, a mi juicio del mismo autor, para continuar con tres libros más lo que en su origen iba a consistir solamente en un solo libro:

Buen banquete por ti preparado, Trasímaco, que tanto te ha suavizado y que ha desechado esa cólera que tenías contra mí. Pero a mí me ha sucedido lo que a los glotones, que se arrojan sobre todas las viandas y no saborean ninguna” (XXIV, 354a).

Antes de haber resuelto la primera cuestión que se ha propuesto sobre la naturaleza de la justicia, he procurado indagar detenidamente si era vicio e ignorancia, o sabiduría y virtud. De manera que nada he aprendido de esta conversación. Pues ¿cómo podría yo saber si el justo es desgraciado o dichoso?” (XXIV, 354b).

c.2) Libro II de la República

            Se dedica Platón en este momento a analizar la naturaleza de la justicia estatal:

Y así, indagaremos primero cuál es la naturaleza de la justicia en los Estados. Después, estudiaremos la justicia en cada particular. Y finalmente, compararemos estas dos especies de justicia, viendo la semejanza de la pequeña con la grande” (XI, 369a).

            Pasa a continuación Platón a examinar la manera de establecerse los estados:

Si examináramos con el pensamiento la manera de formarse un Estado, quizás descubriríamos como la justicia y la injusticia nacen en él... Pues fue la necesidad de un hombre de unirse a otro hombre, y otra necesidad a otro hombre, cuya aglomeración de necesidades reunió a esta sociedad que hemos dado el nombre de Estado. Nuestras necesidades fueron sin duda su base” (XI, 369a-d).

Todo Estado se compondrá, para empezar, de cuatro o cinco personas. Pero no todos nacemos con el mismo talento, y una cosa se frustra cuando no está hecha oportunamente. Luego necesitamos, según lo que acabamos de hablar, de más de cuatro ciudadanos. Aquí, la justicia puede ser contemplada por la vida de cada ciudadano” (XI, 369e a XII, 372a).

El Estado sano es el que permanece pequeño. Pero hemos visto que es preciso agrandarlo y hacer entrar en él a una multitud de gentes, por lujo y no por necesidad. Ahora, pues, es el momento de dar cabida en nuestro Estado a un numeroso ejército” (XIII, 373b a XIV, 374a).

Introduce Platón su teoría sobre los guardianes del estado:

Por consiguiente, tienen que haber personas que protejan el Estado, por sus ampliamientos. Pero cuanto más importante es el cargo de estos guardianes del Estado, tanto más han de estar exentos de otras actividades y dedicarse a la suya con competencia y celo... Un buen guardián del Estado debe tener, además de valor, rapidez y fuerza, filosofía. ¿Qué educación conviene, pues, darles? ¿No será formar el cuerpo mediante la gimnasia, y el alma mediante la música?... Y si queremos que los defensores de nuestra República tengan horror a las disensiones y discordias, tampoco les hablaremos de los combates de los dioses” (XV, 374e a XVII, 378c).

            

            Tras criticar severamente a la poesía, Platón introduce su verdadero concepto de Dios, no ya como panteón de divinidades, sino como ser uno y único, decididor por sí mismo y solo del destino del cosmos:

Por lo pronto, es preciso que los poetas nos presenten por todas partes a Dios tal cual es. Pues Dios, siendo esencialmente bueno, no es causa de todas las cosas, sino causa de una pequeña parte de lo que sucede a los hombres. A él sólo deben atribuirse los bienes. No hay, pues, que dar fe a Homero...

Por lo tanto, nuestra primera regla en lo tocante a los dioses es que Dios no es el autor de todas las cosas, sino sólo de las buenas... Dios es más bien un ser simple y, entre todos los seres, el menos capaz de mudar de forma... ¿Apruebas ya nuestra segunda ley, que prohíbe hablar y escribir, respecto a los dioses, como si fueran encantadores que toman diferentes formas y que intentan engañarnos con sus discursos y acciones?” (XVIII, 379a a XXI, 383a).

c.3) Libro III de la República

Amplía la crítica a la poesía, entrando ya de lleno en mostrar su irracionalidad:

Nuestro deber es recomendar a los poetas que no denigren lo del Hades” (I, 386b).

Borremos, pues, los nombres de Cocito, Estigia, Infiernos, Manes y otros semejantes, que es de temer que el terror que inspiran enfríe y debilite el valor de nuestros guardianes” (II, 387c).

Luego con razón suprimimos en los hombres ilustres las lamentaciones, puesto que queremos que los que destinamos para guardar nuestro país se avergüencen de semejantes debilidades” (II, 388a).

No debemos tampoco consentir que se nos represente a los hombres grandes dominados por una risa que no pueden contener” (III, 389a).

La verdad tiene derechos que es preciso respetar. Sólo a los magistrados supremos pertenece el poder mentir, a fin de engañar al enemigo o a los ciudadanos para bien de la República” (III, 389b).

Deberemos también desarrollar en nuestros jóvenes la templanza” (III, 389d).

Tampoco debe consentirse que nuestros hombres sean ansiosos de riqueza, ni que se dejen corromper por presentes” (IV, 390d).

Ahonda Platón todavía más en esta crítica a los poetas:

Obliguemos a los poetas a reconocer que los héroes nunca han cometido semejantes acciones; desterremos de nuestra ciudad esta clase de ficciones, por temor de que engendren en la juventud una lamentable facilidad para cometer los mayores crímenes... Los poetas y creadores de fábulas se engañan gravemente cuando dicen que los malos son dichosos en su mayor parte, y los hombres de bien son desgraciados; que la injusticia es útil en tanto que permanece oculta y, por el contrario, que la justicia es dañosa al que la practica y útil a los demás. Les prohibiríamos semejantes discursos y les prescribiríamos que en lo sucesivo cantaran y relataran lo contrario” (V, 391d aV, 392b).

Tras criticar hondamente la poesía, pasa Platón a describir lo que no es imitable para los guardianes:

Nuestros guardianes deben ser únicamente artesanos hábiles de la libertad del Estado. No les conviene hacer ni imitar ninguna otra cosa; o si imitan algo, que sea el valor, la templanza, la piedad, la grandeza de alma” (VIII, 395b).

No consintamos que para quienes es un deber llegar a ser hombres de bien, se complazcan en imitar a una mujer. Que tampoco imiten a los esclavos, ni a los hombres malos o cobardes. No creo tampoco que deban acostumbrarse a remediar lo que dicen o hacen los dementes” (VIII, 395d-e).

Cuando se presente un personaje por debajo de él, que nunca se rebaje hasta el punto de imitarlo seriamente” (VIII, 396d).

Tampoco se ha de imitar a uno de esos encantadores hábiles en adoptar mil formas diferentes. Si uno de ellos viniese a nuestra ciudad para exhibir su arte y sus obras, como un hombre divino, maravilloso y arrebatador, nosotros le despediríamos” (IX, 398a).

Nada mas indigno, así mismo, de los guardianes, que la embriaguez, la molicie y la indolencia” (X, 398e).

Habla Platón a continuación sobre la variedad de la toma de medidas respecto a la vida:

Es preciso indagar qué ritmos expresan el carácter de la vida ordenada y valerosa, someter el pie y la melodía a las palabras, y no las palabras al pie y la melodía... La belleza de la dicción, la armonía, la gracia y el buen ritmo del discurso son consecuencia de la simplicidad del alma” (XI, 400a a XI, 400e).

Repasa, por fin, Platón, lo que sí debe ser un artista, en general, e incluyendo todas las ramas del arte, como son la música, la gimnasia, la medicina, la judicatura:

No bastará, pues, que vigilemos a los poetas. Será preciso que fijemos nuestras miradas también sobre todos los demás artistas, para impedir que copien, en arquitectura, en pintura o en cualquier otro género, la maldad, la intemperancia, la vileza o la fealdad... Nos interesa, por el contrario, buscar artistas hábiles, capaces de seguir lo bello y lo gracioso, a fin de que nuestros jóvenes reciban sin cesar saludables impresiones por los ojos y por los oídos, y se vean conducidos a imitar y amar lo bello” (XII, 401b-d).

c.4) Libro IV de la República

            Expone Platón su exordio sobre la felicidad estatal, sobre el camino para alcanzar la plena satisfacción pública en su República:

Al formar un Estado, no nos hemos propuesto como fin la felicidad de un cierto orden de ciudadanos, sino la del Estado entero. Ahora bien, en este momento nuestra tarea consiste en fundar un gobierno dichoso... Y ahora te digo a ti: no nos obligues a hacer que vaya unida a la condición de nuestros guardianes una felicidad que les haría dejar de ser lo que son... Podríamos hacer dichosos de la misma manera a todos los de las demás condiciones, para que el Estado entero gozase de una perfecta felicidad... Si los que están designados para guardar el Estado y las leyes, sólo son guardadores en el nombre, ya conoces que conducirán la República a la ruina. Por lo tanto, pongámoslos en la imposibilidad de dañar en lo más mínimo a la comunidad... De suerte que cuando un Estado se haya robustecido y esté bien administrado, todos participarán de la felicidad pública” (I, 420b a I, 421c).

            Continúa con la exposición de los límites estatales para ese proyecto ideal:

Es preciso dar a cada uno un nombre de significación extensa, porque cada uno de ellos no es sino muchos... Si consideras al Estado como compuesto de muchos y abandonas las riquezas y el poder, tendrás siempre muchos aliados y pocos enemigos... Por eso, el límite de un Estado debe ser dejarle agrandar cuanto pueda, pero sin que jamás deje de ser uno con perjuicio de la unidad... Que el Estado no parezca grande ni sea pequeño, sino que permanezca en un justo medio y siempre uno... Para que permanezca uno, cada ciudadano debe aplicarse a una sola cosa, aquella para la que esté dotado, para que no haya muchos ciudadanos en un solo ciudadano, ni muchos Estados en un solo Estado” (III, 422e a III, 423d).

            Trata Platón, en este instante, la educación juvenil y la crianza estatal hacia los niños:

Si nuestros ciudadanos son bien educados, verán que todas las cosas deben ser comunes entre los amigos... Una buena crianza y educación forma buenos caracteres... Los que hayan de cuidar de nuestro Estado vigilarán especialmente para que nuestra educación se mantenga pura, y para que no se haga ninguna innovación irregular... Habrá que someter los juegos de los niños a la más estricta disciplina... A los jóvenes se les enseñará a: estar callados delante de los ancianos, levantarse cuando éstos se presentan, cederles siempre el puesto de honor, respetar a los padres, conservar el modo de vestir, cortarse el pelo, calzarse y cuidar el cuerpo” (III, 423e a IV, 425b).

            El siguiente apartado de reflexión, siguiendo el hilo dialéctico de construcción de la República, es el de la prudencia estatal:

Así pues, nuestro Estado está por fin formado. Si está bien constituido, nuestro Estado debe ser perfecto, valeroso, templado y justo... Pero en todo esto debemos descubrir la prudencia. La prudencia reinará en nuestro Estado si el buen consejo reina en él. Ésta es nuestra ciencia, puesto que no es la ignorancia sino la ciencia, la que ayuda a bien deliberar... Todo Estado organizado debe su prudencia a la ciencia que reside en la más pequeña parte del mismo, en aquellos que están a la cabeza y en los que mandan” (VI, 428b).

            A la prudencia le debe seguir el valor:

En cuanto al valor, no es difícil descubrirlo, así como el cuerpo en que reside. Valor es una especie de conservación... De la idea que las leyes nos han dado por medio de la educación, tocante a cosas que son de temer, el valor conserva siempre esta idea, y no la pierde jamás” (VII, 429c).

            Al valor le debe seguir la templanza:

La templanza consiste en cierto acuerdo y armonía en mayor grado que las precedentes. La templanza no es otra cosa que un cierto orden, un dominio que el hombre ejerce sobre sus pasiones, placeres y apetitos. Consiste en ser dueños de sí mismos... Nuestro nuevo Estado será dueño de sí mismo si es cierto que es dueño de sí mismo todo hombre, y si la parte mejor manda a la peor... Sin embargo, esto no quiere decir que no se encuentren en él pasiones sin número y de todas las clases... La templanza está derramada por todos los miembros del Estado, como un acuerdo perfecto desde el punto de vista de la riqueza o cosas semejantes... La templanza es la armonía por naturaleza entre una parte superior y una inferior, de una sociedad y de un particular, para decidir cuál es la parte que debe mandar a la otra” (VIII, 430d a IX, 432a).

            Este es el momento en que Platón introduce en su República las 3 especies de alma, como inspiradoras del estado ideal y perfecto:

Una cuestión trivial es la relativa al alma. Se trata de saber si tiene o no en sí las tres especies diferentes, si hay en el alma tres elementos distintos o uno... Pues bien, es cierto que en el alma hay tres elementos distintos... Tenemos derecho a decir que son dos cosas distintas, y a llamar racional a la parte de nuestra alma que razona, y apetitiva a la privada de razón y amiga de los goces, amor y deseos. Estas dos especies son distintas y están en nuestra alma... El tercer elemento que entra en el alma es el irascible, cuyo destino es poner voluntad para secundar a la razón... En fin, hemos llegado a mostrar claramente que hay en el alma de cada hombre las mismas partes que en el Estado y en igual número” (XI, 435c a XVI, 441c).

            Sobre la virtud y vicio, son escuetas las explicaciones del ateniense, pero de bastante provecho:

La virtud significa salud, belleza, buena disposición del alma; el vicio es la enfermedad, la deformidad y la flaqueza... Las acciones buenas contribuyen a crear en nosotros la virtud, y las acciones malas a producir el vicio... La forma de la virtud es una, y las del vicio son innumerables; sin embargo, pueden reducirse a cuatro las que merecen que nos ocupemos de ellas. Quiero decir que el alma tiene tantas formas diferentes como el gobierno: cinco las del gobierno, y cinco las del alma” (XVIII, 444a a XIX, 448d).

c.5) Libro V de la República

            Comienza el ecuador de su obra hablando Platón de las mujeres, hasta entonces y para siempre, no ciudadanas en el ámbito griego:

Si pedimos a las mujeres los mismos servicios que los hombres, es preciso darles la misma educación. Será preciso formarlas para la guerra, y tratarlas en todo como a los hombres... Pero si esto se pusiera en práctica, parecería quizá una cosa ridícula, porque es opuesta a la costumbre... Es preciso, pues, primero examinar si las mujeres son capaces de los mismos ejercicios que los hombres, o si no son acomodadas para ninguno, o en fin, si son capaces de unos ejercicios e incapaces de otros...

Entre la naturaleza de la mujer y la del hombre hay una inmensa diferencia. Es preciso, pues, destinarlos a oficios diferentes, según su naturaleza. Es un error decir que es necesario destinar a los mismos empleos y oficios a los hombres y a las mujeres... Las funciones deben ser diferentes según la diversidad de naturalezas. Luego tales oficios y artes deben asignarse cada uno al sexo respectivo... Por otro lado, no hay en la República oficio alguno que sea propio únicamente de las mujeres...

La diferencia que hay entre el que tiene aptitud para una cosa y el que no la tiene consiste en que el primero aprende fácilmente y el segundo con dificultad; el que el uno, con un ligero estudio, lleva sus descubrimientos más allá de lo que se le enseña, mientras que el otro, con mucha aplicación y cuidado, no puede retener lo que ha aprendido; en que en el uno las disposiciones del cuerpo secundan las operaciones del espíritu, y que en el otro las entorpecen... La mujer es más débil que el hombre...

Hay, a propósito, mujeres para ser guardianas. Y éstas deben ser las mujeres que nuestros guerreros deben escoger por compañeras... No es contrario a la naturaleza ejercitar las mujeres de nuestros guerreros en la música y en la gimnasia. La misma educación empleada para formar a nuestros guerreros, deberá servir para formar a sus mujeres. Y sus mujeres tendrán superioridad sobre las demás mujeres... Las mujeres de nuestros guerreros participarán de los trabajos de la guerra y de la guarda del Estado, sin ocuparse de otra cosa. Sólo se tendrá en cuenta la debilidad de su sexo, al asignarles cargas más ligeras que a los hombres” (II, 451e a VI, 457b).

            Tras la bella descripción de la naturaleza y función de la mujer, pasa Platón a uno de los puntos más controvertidos de toda su obra, si no el que más: la comunidad de guerreros-mujeres-niños, censurable desde todos los puntos de vista, y auténtico extremo nacionalista, comunista, nihilista-nazista, y a especie de delirio idealista:

Las mujeres de nuestros guerreros serán comunes todas y para todos; ninguna de ella cohabitará en particular con ninguno de ellos; los hijos serán comunes y los padres no conocerán a sus hijos ni éstos a sus padres... Trataré de convencer de que no hay cosa más útil para el Estado; después, demostraremos su utilidad... Es evidente que deberemos formar los matrimonios más santos que nos sea posible; y los más ventajosos serán los más santos...

Es preciso que las relaciones sexuales de los individuos más sobresalientes de ambos sexos sean frecuentes, y las de los individuos inferiores muy raras. Es preciso criar a los hijos de los primeros, y no de los segundos. Y todas estas reglas deberán ser conocidas sólo por los magistrados...

Habrá, pues, que instituir fiestas, donde reuniremos a los esposos futuros. Dejaremos a los magistrados el cuidado de arreglar el número de matrimonios... A los jóvenes que se hayan distinguido en la guerra o en otras cosas, se les concederá el permiso de unirse con más frecuencia sexual a las mujeres...

Los hijos serán puestos en manos de organismos encargados de educarlos. Los hijos de los mejores ciudadanos habitarán en un sector separado del resto de la ciudad. A los hijos de los súbditos inferiores, se les ocultará... Si las madres no bastan para lactarles, harán que las auxilien otras. La procreación de los hijos tendrá lugar en la flor de la edad. La mujer dará hijos al Estado desde los veinte hasta los cuarenta años, y el hombre hasta los cincuenta y cinco... Cuando ambos sexos hayan entrado en esta edad, dejaremos libertad a los hombres para tener relaciones con las mujeres que les parezca” (VII, 457e a IX, 361e).

            Continuando con los aspectos más polémicos, se autoexcusa Platón con su razonamiento sobre la ley de la conveniencia:

Resta ver que esta institución resultará muy ventajosa, y que concierta con las demás leyes que hemos establecido. Si un particular experimenta algo bueno o malo, todo el Estado lo sentirá y compartirá. Veamos, pues, si lo que acabamos de decir le conviene mejor que a ningún otro... Si todos tenemos por máxima que el interés de otro no es diferente del mío, tenderemos todos a un mismo fin con todas nuestras fuerzas, y experimentaremos un goce y un dolor que serán comunes...

Nuestros hombres gozarán de una paz inalterable, en virtud de las leyes. Los pobres no se verán obligados a adular a los ricos. No se experimentaran obstáculos por amontonar riqueza, ni por la educación de los hijos. Su triunfo es la salvación del pueblo entero, y el sustento de por vida” (X, 461e a XIII, 465e).

            Tras demostrar la conveniencia de su proyecto republicano, Platón es preguntado sobre la viabilidad del proyecto. Así es como el ateniense muestra los caminos para su encarnación:

Sólo nos resta examinar si es posible establecer entre los hombres esta comunidad, que este proyecto no es una quimera, y que se puede llevar a cabo... El camino no es otro que la naturaleza de la justicia y la injusticia... Si quieres que te haga ver cómo y hasta qué punto un Estado semejante puede realizarse, lo haré para que me quedes obligado. Nuestro Estado es posible” (XIV, 466d a XVII, 473a).

            La viabilidad del proyecto de que habla Platón pasa por un gobierno de los filósofos:

Como los filósofos no gobiernen los Estados, o como los que hoy se llaman reyes no sean seriamente filósofos, este Estado perfecto, cuyo plan hemos trazado, no aparecerá jamás sobre la tierra, ni verá la luz del día... No diremos del que tiene afición al estudio, ni del que es ansioso de adquirir conocimientos. El que tiene ardor por todas las ciencias, y desearía abrazarlas todas, ése es el que merece el nombre de filósofo... Los verdaderos filósofos son los que gustan de contemplar la verdad, los que se consagran a la contemplación de cada ser en sí, los que distinguen la multitud de cosas de su esencia misma, los que transmiten conocimientos inmutables y no opiniones que fluctúan” (XVIII, 473d a XXII, 480a).

c.6) Libro VI-VII de la República

            Entra de lleno Platón en el plano filosófico, abriendo un paréntesis en el mundo de la política, para explicar la naturaleza de la filosofía del saber:

El primer signo de la naturaleza filosófica es amar con pasión la ciencia, amando su esencia, sin despreciar ninguna de sus partes... Es necesario el horror a la mentira, a la que se negará toda entrada en el alma, al paso que se habrá de tener un amor joven y ávido por la verdad... La filosofía sólo gusta el placer puro del alma. Respecto al cuerpo, lo desdeña, si es filosofía auténtica y no fingida... La filosofía es templada y enteramente extraña a la avaricia, vileza, vanidad y cobardía...

Que no haya en su alma nada que la envilezca, porque la pequeñez no puede tener cabida en un alma que debe dar cabida en sus indagaciones a todas las cosas divinas y humanas... Cuando se trate de discernir si un alma ha nacido para la filosofía, observa si desde los primeros años ha dado muestras de equidad y de dulzura, o si es huraña e intratable. Observa también si tiene facilidad para aprender, y si está dotada de una extraordinaria memoria... Busquemos, pues, una mente amiga de la gracia y la medida, y cuya tendencia natural apunte a la contemplación de la esencia de las cosas” (I, 484a a III, 488a).

            Tras el precioso paréntesis introducido por el ateniense sobre el alma filosófica, vuelve a la carga con el tema político, entrando en el campo de la corrupción política:

Muy pocos son los que escapan a la corrupción general, y éstos son, precisamente, aquellos a quienes se mira como inútiles. Examinemos, pues, quiénes son los que suplantan e incurren en mil extravíos, ocasionando el descrédito general... Por lo pronto, muy raras veces aparecen sobre la tierra hombres que cumplan las cualidades filosóficas que hemos descrito: valor, templanza...Todo germen o ser vivo se corrompe tanto más cuanto su naturaleza es más robusta, porque el mal es más contrario a lo que es bueno que a lo que no lo es...También es verdad que un mal régimen daña más a lo que es excelente por naturaleza que a lo que no es más que mediano, y que las almas mejor nacidas se hacen las peores mediante una mala educación... Si el alma filosófica crece y se desenvuelve en un suelo extraño, llega a todo lo contrario, a no ser que algún dios vele por su conservación de una manera especial...

Mucha gente, al llegar a su edad madura, se hace servir de sus talentos. Y en medio de tantos aduladores, alimentará las más locas esperanzas, hasta imaginarse que tiene todo el talento, henchido de orgullo y arrogancia, como de huera y loca vanidad... Un hombre de poco valor, al ver un puesto desocupado, y alucinado por los nombres distinguidos y títulos que lleva consigo, se echa en brazos de la política, a la manera de un criminal fugado de prisión que va a refugiarse en los templos... Lamento decir que ninguna forma de gobierno conviene a un filósofo, por su alteración y corrupción, y porque se dedica a los asuntos públicos” (VI, 490e a XIII, 500c).

            Analiza la República platónica, en este momento, cada uno de los cargos políticos que se han de constituir, y su mejor funcionamiento:

En la República, basta que se salve cada uno, y que encuentre súbditos dispuestos a obedecerle, para ejecutar lo que hoy en día es imposible”.

El jefe de Estado ha de hacer leyes y reglamentos de lo que hemos hablado, sin que sean imposibles para el sometimiento de los súbditos. El plan legislativo tiene que ser excelente, y si su ejecución es difícil, nunca ha de ser imposible”.

Formaremos una constitución política en su integridad, y la edad a la que los ciudadanos deberán someterse a su servicio”.

Con relación a los magistrados, que muestren un gran celo por el bien público, y que este celo sea probado en medio del placer o del dolor. Es preciso rechazar a aquel que haya sucumbido a las pruebas, y escoger a aquel que haya salido puro como el oro pasado por el fuego, colmándole de honores después de la muerte”.

Corto será el número de cargos, porque muchas cualidades deben entrar en un solo hombre” (XIV, 502b a XVII, 507b).

c.7) Libro VIII-X de la República

            En la última parte de su obra, apuntala Platón los principios básicos que ha ido describiendo a lo largo de la misma, haciendo especial hincapié en los principios políticos:

Las constituciones de los estados deben proceder de los caracteres propios de los miembros que lo componen. Y puesto que hay cinco especies de gobierno, debe haber otros tantos caracteres del alma individual” (II, 544e).

En un Estado bien constituido, debe ser todo en común: mujeres, hijos, educación, ejercicios propios de la paz y la guerra. Debe designarse igualmente como gobernantes a hombres consumados en la filosofía y en la ciencia militar. Una vez designados éstos, hay que asentar a los guerreros en casas comunes, en las que nadie tendrá nada propio” (I, 543a-c).

Del carácter que corresponde a la aristocracia, hemos dicho con razón que es bueno y justo. Ahora tenemos que recorrer los caracteres viciados; en primer lugar, el que ansía victorias y honores, formado según el modelo de Lacedemonia; y en seguida, los caracteres oligárquico, democrático y tiránico” (II, 545a).

Procuremos explicar de qué manera puede tener lugar el paso de la aristocracia a la timocracia. Conserva, en efecto, del régimen anterior el respeto a los magistrados, la aversión de los guerreros a la agricultura, oficios manuales y profesiones lucrativas, la costumbre de las comidas públicas, y el cuidado de los ejercicios gimnásticos y militares” (IV, 547d).

El hijo de un timócrata quiere imitar a su padre y seguir sus pasos; pero después que ve que su padre se ha estrellado contra el Estado, arroja de su cabeza aquella ambición y fogosidad de trono, y humillado ya no piensa sino en ahorrar para amontonar una fortuna” (VIII, 553b).

En la oligarquía, los hombres de esta condición están ansiosos de riquezas, y se dedican a gastar en mujeres y en todo lo que halaga sus pasiones. Entregados en secreto a todos estos placeres, se ocultan de la ley, y todo esto gracias a una educación fundada en la fuerza, y no en la persuasión, y en haber preferido la gimnasia a la música” (IV, 548b).

Aquí el censo decide la condición de cada ciudadano. Y aquellas riquezas acumuladas en los cofres son la causa de la ruina de aquel gobierno. En seguida, el vicio se hace general, dejándose dominar por la pasión de riquezas. Basta ser pobre para verse despreciado” (VI, 550c).

Corresponde ahora examinar el origen y costumbres de la democracia, y observar estas cualidades en el hombre democrático. Aquí los gobernantes, que deben los cargos que ocupan, no reprimen con severidad a los jóvenes corrompidos, ni impiden los despilfarros públicos de dinero, porque su plan es comprar los bienes de las personas, y prestarles con intereses” (X, 555b).

Aquí los comerciantes van con la cabeza gacha, preocupados con su negocio, y sin reparar en el Estado” (X, 555e).

En la democracia los jóvenes se van haciendo débiles e incapaces de resistir al placer y al dolor. Y así como a un cuerpo enfermizo le basta el más pequeño empujón para caer en la enfermedad, y en ocasiones cae sin que sobrevenga ninguna causa exterior, así un Estado democrático se va despedazando, sin que los extranjeros tomen parte en sus querellas” (X, 556b a X, 557a).

d) Comentario a la República de Platón

            Grecia formuló las nociones fundamentales del saber con una precisión inigualada[71], la mayor parte de las tendencias que de una manera u otra impregnan la historia de la sociedad[72], la distinción y fijación de las partes de la ciencia, sus problemas y métodos de investigación[73].

            La literatura, la política, la religión, la matemática… todo estaba impregnado en Grecia de este sistema racional, todo debía reflejar aquellos cuatro conceptos universales que los griegos habían ido descubriendo a lo largo de los siglos: la unidad, la verdad, el bien, la belleza.

            No obstante, Platón trató de forjar una alternativa a este sistema racional. ¿Por qué? ¿Por el gobierno de los 30 tiranos impuesto por los enemigos de Esparta, y que los atenienses tanto aborrecían? ¿Para evitar otra posible Guerra Civil del Peloponeso? ¿Como sistema político intermedio entre la democracia ateniense y la Rhetra espartana, y que podría ser aceptado por todos los griegos?

            Veamos la alternativa no tan racional propuesta por el maestro Platón, con vistas posiblemente a una posible salvaguarda de este patrimonio racional griego por excelencia, o en caso de que peligrase por fuerzas bárbaras, o de que perdiese su virtud por debilidades internas.

d.1) Hombre griego, centro de todas las cosas

            De todos los elementos analizados, tanto en la literatura clásica como en la griega en general, podemos deducir un axioma: el hombre estaba en el centro de todas las cosas.

            No era “la medida de todas las cosas”, como decían los sofistas[74], ni tampoco ese “perro que ladra a quien no conoce, que como asno, prefiere la paja al oro, y que se dedica a llenar su vientre como una bestia”, como decía Heráclito[75]. Se puede decir que la literatura griega logró poner al hombre en el centro de todas las cosas.

            En la Grecia clásica, el pensamiento griego significó una revolución en la sociedad, un lenguaje a la conquista de la figura humana, un reflejo literario de lo que debía ser la naturaleza humana.

            Esta idealización literaria (la República es un intento de describir lo que es una polis “ideal”) no debía contradecir el realismo, sino acompañarle en el camino, ajustar su funcionamiento, perfeccionar su lenguaje, suprimir lo contingente. Se trataba de mostrar que el hombre, compuesto orgánico de cuerpo y alma, estaba por encima de lo demás, tenía el principio regulador de todo lo demás (la psique), era el centro de todo lo demás.

d.2) Cosmogonía griega de fondo

            La cultura griega fue la ciencia que trató de buscar el argé-principio de todas las cosas[76]. Y se puede decir que lo encontró[77]. Para ello fue necesaria la elaboración de un método, en su vertiente matemática[78] y en su vertiente filosófica[79].

            En el campo del arte, el “eterno retorno” de los conocimientos filosóficos, y el alto dualismo materia-espíritu cultural, también pusieron su sello en las obras artísticas griegas. Se puede decir que la forma de entender el universo fue una de las escasas constantes que fueron repitiéndose en las sucesivas evoluciones racionales griegas.

            En efecto, ya desde las primitivas cosmogonías órficas[80], se decía que:

-el principio-argé de todas las cosas era Cronos-el tiempo,
-de la ley de la adrasteia-necesidad surgieron el éter, el caos y el erebos,
-de la relación de los 4 protógonos surgió un 2º argé, el cielo y la tierra, (originados por el agua, aire, fuego, o por mezcla de ambos, según autores),
-del cielo nacieron los seres celestes, de la tierra nacieron los seres terrenos.

d.3) Democracia griega, eugenésica

En el campo de las aportaciones positivas, se aprecia cómo en las bases de esta democracia ateniense existe:

-respeto a la tradición,
-conciencia del progreso hacia algo mejor,
-igualdad esencial entre ciudadanos,
-identidad colectiva en torno a la ciudad, no a la estirpe,
-elogio de las instituciones y carácter de los atenienses, que se crean mutuamente,
-no ser indistinto el modo de vida que se elija,
-caracteres que han de ser modelados desde la ciudad, y cada uno de ellos contribuyendo al todo,
-reconocimiento de los méritos,
-el modelo ejemplar de los muertos para los jóvenes,
-el valor de la antigüedad,
-el valor social del ciudadano, pues el individuo solo no es pensable.

         En el campo de las contradicciones, nos encontramos en primer lugar con el sistema de sorteo para la ocupación de magistraturas, consejerías o congresos legislativos (impuesto por Pericles), incompatible con sus deseos de ejemplo ante el mundo de sabiduría y juicio.

         En segundo lugar nos encontramos con el enorme derroche de dinero tenido que ser desembolsado para pagar a los funcionarios estatales. Se dice incluso que éste era el incentivo que muchos buscaban al ocupar cargos, y no otro.

         La debilidad exterior y militar, pese a los reiterados intentos de que no se perdiera, acabaron perdiéndose. De hecho, nunca más en adelante Atenas pudo llevar a cabo una batalla definitiva, sino siempre parciales y de contención.

         Por último, multiplicar entes sin necesidad, o peritos por 2 años sin control, acabó cavando su propia fosa para los momentos de debilidad, ocurridos cuando la guerra y peste asolaron Atenas, y a él se le echó, literalmente, todo el pueblo encima.

d.4) Política griega, dualista y nacionalista

            A nivel exterior, la ciudad griega era la “asociación de seres iguales que aspiran, en común, a conseguir una existencia dichosa, protegiendo para ello a sus ciudadanos de los extranjeros”. Es el mismo Aristóteles[81] quien nos define muy bien lo que era esa hybris griega, esa especie de soberbia o superioridad sobre lo extranjero.

            En el arte, por ejemplo, esa intencionalidad de independencia y superioridad griega, quedaba totalmente patente. De hecho, la mimesis-imitación de la realidad del arte helénico dejó perplejo al mundo entero, y llegó a crear recelos en el entorno[82].

            Y es que la humanística griega tenía que demostrar que el estilo de vida griego era mejor que el de otras culturas, que tenía más atractivo universal que el resto de culturas. Cosa que, por otro lado, Grecia supo escribir y escribió.

            A nivel interior, Grecia nos dejó una política interna dualista, llena de ambigüedades, auténtico cáncer al alcance de los ciudadanos, en su versión de:

-relativismo, bajo forma de “todo se muda y todo cambia”,
-subjetivismo, bajo forma de “las cosas son como a mí me parece, pues soy la medida de todas las cosas”,
-indiferentismo, bajo forma de “no hay cosas buenas o malas, todo depende”,
-convencionalismo, bajo forma de “las leyes son convenciones para vivir en sociedad”,
-oportunismo, bajo forma de “si los medios son buenos, todo fin vale”,
-utilitarismo, bajo forma de “sigue tu conciencia y muévete”,
-agnosticismo, bajo forma de “sobre los dioses, nadie puede saber si existen o no”,
-frivolidad, bajo forma de “con tu palabra, fundarás una ciudad o la destruirás”,
-venalidad, bajo forma de “todo tiene que ser retribuido”.

            En efecto, Protágoras[83] (480-410 a.C), principal del sofismo ateniense, llegaba a decir que cada uno era libre para actuar según su conveniencia. En este sentido, Aristófanes[84] llegaba a decir que los sofistas eran capaces de pronunciar un discurso justo y otro injusto sobre el mismo tema.

            El mismo Sócrates[85] (470-399 a.C) tuvo que oponerse violentamente a este sistema lacroso político. Citado por boca de Platón, el “maestro” pensaba que “los hombres debían superar esa conveniencia particular, y ocuparse de la verdadera sabiduría, que saca de los bienes el bien, y que propone conocimientos que son universales”.

Madrid, 28 enero 2018
Mercabá, artículos de Cultura y sociedad

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[1] cf. PIGNA, F; Atenas, ed. Historia en el aula, Buenos Aires 2009, p. 1.  

[2] cf. COOKE, J; KRAMER, A; ROWLAND-ENTWISTLE, T; Historia del Mundo, ed. Grisewood & Dempsey, Londres 1979.

[3] Por stasis entendemos la alta probabilidad de desórdenes internos públicos, como rebeliones o alzamientos.

[4] La tiranía griega es distinta a la concepción que en la actualidad tenemos al respecto. Un tirano griego podía dar cabida a sistemas oligárquicos y no meras autarquías, por ejemplo.

[5] Las Guerras Médicas (490-479 a.C, narradas por HERODOTO) constituyeron la auténtica sorpresa internacional, en que por primera vez un pequeño David (Grecia) lograba tumbar al gigante persa oriental, inundado de legiones medas.

            En la victoria de Marathon-490 a.C, 10.000 atenienses, al mando de MILCIADES, y formados en rígidas falanges atenienses, lograron tumbar a los 20.000 jinetes de DATIS DE PERSIA, con FILIPIDES recorriendo los 42 km. para gritar niké.

            Tras la humillante venganza persa de Termópilas-480 a.C, en que los 8.000 griegos de LEONIDAS fueron aplastados por los 320.000 persas de JERJES DE PERSIA, con la consiguiente devastación de Atenas, DEMISTOCLES logró reunificar la resistencia, y sucesivamente en Salamina (con el hundimiento de la flota persa) y Platea, Grecia logró expulsar a los persas del territorio helénico.  

[6] Las Guerras del Peloponeso (431-404 a.C, narradas por TUCIDIDES) supusieron el fin de la democracia ateniense, y las consiguientes piratería, stasis, y búsqueda de una filosofía diferente. Enzarzadas comercialmente Esparta y su Liga del Peloponeso (con Corinto y su soberanía naval, Megara y sus decretos comerciales…) con Atenas y su Liga de Delos (islas del Egeo), las batallas fratricidas griegas supusieron el agotamiento de una guerra agonal, llena de sacrilegios, imparcialidad y traición.

            Tras la I Guerra Civil o Arquidámica (431-421 a.C), en que ARQUIDAMO DE ESPARTA fusiló los campos atenienses y provocó la peste y hambruna, y las siguientes Batallas de Pilos y Delión, NICIAS DE ATENAS tiene que rendirse al nuevo status espartano.

            Con la II Guerra Civil o Decélica-Jonia (415-404 a.C), iniciada en una nueva ofensiva espartana en Decelia de Atica, y las Batallas de Arginusas y Egospótamos, Atenas tiene que rendirse de forma total, entregando sus islas, permitiendo un gobierno tirano (de los 30), y destruyendo parte de su patrimonio cultural y comercial.

[7] En el Concilio de Corinto-337 a.C, y tras el dominio obtenido por FILIPO II DE MACEDONIA sobre toda la Grecia continental, tras la Batalla de Queronea-338 a.C. y consiguiente castigo a Tebas y Esparta, surge por primera vez la idea del panhelenismo, en su vertiente política (el rey pasaría a ser el estratego de un estado federal, con proyección conquistadora contra Persia) y cultural (inspirada en la paideia griega).  

[8] Antes de la llegada de FILIPO II DE MACEDONIA al poder, estamos ante la decadencia de las antiguas hegemonías:

-de Esparta, con la famosa Revuelta de la coaligada Argos,
-de Atenas, con las oligarquías sucediéndose, como la de TRASIBULO,
-de Tebas, que en esta “anarquía” logró alzarse a 1ª potencia, con PANITEBAS y sus victorias en Leuctra-371 a.C. y Mantinea-362 a.C, hasta su derrota en la Batalla de Queronea-338 a.C.

[9] No hay más que escuchar los discursos de LISIAS, ISEO y ANDOCIDES, maestros de la elocuencia, y para algunos el origen del futuro sofismo combatido por la filosofía socrática.

[10] ARISTOFANES, por ejemplo, testimonia en su Comedia Antigua, con cierta sátira política y cultural, la activa participación de todo el pueblo en la vida ciudadana.

[11] De mención especial es la profunda religiosidad mostrada por SOFOCLES en este final del s. V a.C, sobre la vida y el destino de los hombres. También ESQUILO, con su vigorosa y solemne religiosidad, refleja el ideal moral y religioso del inicio de esta Grecia Clásica.

[12] Se puede decir que fue DEMOSTENES el iniciador de la hybris helena clásica, al animar, en su Filípicas y en sus Olintíacas, a la resistencia de Grecia contra todo lo extranjero o bárbaro. ESQUINES e ISOCRATES también fueron defensores de la idea panhelénica y de la supremacía de Grecia sobre lo demás.

[13] PINDARO, en este sentido, criticó seriamente el ideal moral reflejado por las nuevas aristocracias, en lo que se ha considerado el final de la lírica griega.

[14] Véanse las obras de CEFISODOTO, de su grupo alegórico de Irene y de Pluto, esculpido hacia el 370 a.C.

[15] Fue SCOPAS DE PAROS, en sus obras esculpidas en mármol, el que supo reflejar mejor todos los avatares de este atormentado siglo.

[16] Fue el escultor PRAXITELES, en sus Afroditas, Hermes, Apolo y Eros, el que representó como nadie esta voluptuosidad de las divinidades, en una clara decadencia de religiosidad.

[17] Fiesta popular en que las mujeres llevaban en procesión hasta el Templo de Atenea el velo tejido por ellas mismas, para ofrecérselo en ofrenda.

[18] Ibid, p. 177.  

[19] PLATON; República, n. 402.  

[20] JENOFONTE; Symposion, n. 246.  

[21] ARISTOTELES; De anima, n. 515.

[22] Siguiendo la tradición ateniense de poner adjetivos calificativos a todo. Como fue el ejemplo de la mujer de Pericles, llamada por los atenienses como “la chica de los ojos de perro”, o del mismo PERICLES, conocido por sus compatriotas como “el del cráneo de cebolla marina”.

            Aquí es donde encontramos uno de los elementos diferenciadores de Atenas, al considerar que sí que hay conflicto:

-entre la inteligencia y mesura griegas (sophrosyne),
-y el uso desmedido e irracional de la fuerza extranjera (hybris).

[23] Así fue como le calificó su profesor de gimnasia, por la anchura de sus espaldas (cf. DIOGENES; Laercio, III, 4).

[24] cf. ARISTOTELES; Metafísica, libro I, VI, 987a.

[25] Reproduce la defensa de SOCRATES ante sus jueces, con gran valor histórico.

[26] Sobre los deberes cívicos, con SOCRATES aceptando la muerte antes que saltándose las leyes.

[27] Sobre si la virtud, que no puede ser enseñada por insuficiencia de la razón discursiva.

[28] Sobre la poesía.

[29] Sobre la piedad, ridiculizando a EUTRIFON por evitar el pecado pero no la injusticia.

[30] Sobre el valor militar, oplomaquia, armadura pesada, y sin ninguna conclusión.

[31] Sobre la belleza (1ª parte), y sobre la mentira y la verdad (2ª parte).

[32] Contraposición entre la retórica y la sabiduría, entre la justicia y la fuerza, entre el placer y la virtud. Condena al hedonismo inmoral de POLOS y CALICLES. Aparece el mito de la inmortalidad del alma.

[33] Sobre la justicia, en que se afirma que “el fin del hombre es conocerse a sí mismo, consiste en conocer su alma” (130c-131a).  

[34] Sobre la propiedad de las palabras, insuficientes para hallar la verdad. Contra el heraclitismo.  

[35] Sobre la justicia, en diálogo con TRASIMACO. Capítulo I escrito hacia el 390 a.C.

[36] Trata de la virtud en general. Contra los sofistas, muy distintos del socratismo.

[37] Sobre la amistad. Contra los sofistas.

[38] Contra las falacias dialécticas de los sofistas, en especial de ANTISTENES.

[39] Reducción de la virtud a ciencia, separándose del socratismo, y sobre la sophrosyne-templanza de CARMIDES, muerto en la Batalla de Muniquia-403 a.C.

[40] Doctrina socrática sobre la virtud, insuficiente para la felicidad.

[41] Sobre la inmortalidad del alma, y una fuerte influencia pitagórica: preexistencia de las almas, escatología, matematismo.

[42] Desarrollo de la Teoría de las Ideas, con sus dos brazos de amor y belleza. Escrito tras la Destrucción de Mantinea-385 a.C. y de su “diecismo”, como punto de alivio para la asfixia que sufría Atenas y el helenismo.

[43] Entrega de los libros II, III y IV. Los libros V-X, y toda la República, concluidos para el 384 a.C.

[44] Parodia burlesca de la tradicional oración fúnebre, ridiculizando a los oradores patrioteros.

[45] Sobre el amor y la belleza. Uno de los más bellos compendios de la literatura platónica.

[46] Sobre el conocimiento científico. Contra el heraclitismo epistemológico. Dedicada a TEETO, el 369 a.C.

[47] Con estilo seco, y cierta autocrítica de la Teoría de las Ideas. Contra el ser único de los eleatas.

[48] De hecho, en esta obra de Platón:

-su astronomía procede de EUDOXO DE CNIDOS,
-su fisiología fue obtenida de EMPEDOCLES e HIPOCRATES,
-su medicina fue proporcionada por FILISTION,
-su dialéctica vino de los aprendizajes de SOCRATES y los megáricos,
-sus matemáticas fueron consultadas a TEETETO.

[49] Sobre el placer y el bien, h. 360 a.C.

[50] Sobre cosmogonía, h. 359 a.C.

[51] Mito de la Atlántida. Lucha entre estado agrario e Imperialismo marítimo. Inacabado.

[52] Incompleto. Algunos lo creen póstumo. Rectifica el idealismo de la República.

[53] Sobre el ser de las ideas, resolviendo problemas planteados.

[54] Sobre las condiciones de un estado, y selección de los gobernantes.

[55] No llegó a escribirse. Estaba llamado a formar la trilogía platónica por excelencia, junto al Sofistas y Política.

[56] Es el principal argumento de los platónicos, a la hora de poner el bien común por encima del bien particular (neoplatónicos, San Agustín…). Por el lado contrario, ARISTOTELES pondrá el bien individual por encima del bien común (corriente seguida por la Escolástica de S. Tomás de Aquino…).

[57] Segunda extravagancia de PLATON, que a medida que habla más, se equivoca más. Unir la mentira con el mal menor representa un auténtico disparate:

            1º porque la mentira no tiene parvedad de materia (toda mentira es mentira y está mal, sea pequeña o grande), como sí lo tiene, por contra, el uso-abuso de la vida (no es igual matar una mosca que un embrión, por ejemplo);

            2º porque el mal menor sólo puede ser aplicado como último recurso entre dos hechos que admitan gradualidad y circunstancias de maldad (y la mentira no tiene gradualidad, es siempre mentira).

            Además, la mentira: requiere reparar el mal cometido (porque se puede hacer), y el mal menor no (porque no puede); excluye la restricción mental (montarme yo la realidad en mi cabeza), y el mal menor no (debe decidir in extremis); abarca un abanico de posibilidades (crítica, insulto, fraude…), y el mal menor no (sólo se aplica a un hecho minúsculo).

[58] Atenas había abanderado las batallas médicas contra los persas, con todas sus consecuencias, y las civiles Guerras del Peloponeso del “todos contra Atenas” estaban sucediéndose de forma drástica sobre la ciudad ática. Así pues, es entendible que PLATON concibiera a la mujer como una “propiedad estatal”, por su función y bienes “femeninos” que podía ofertar a los soldados atenienses, y a los niños con las prerrogativas que a continuación veremos.

[59] Estamos ante el colmo del disparate, pero que ha de ser situado por justicia en su propio contexto de alerta ateniense. Algo distinto fue lo explicado S. Tomás de Aquino, no muy platónico por general, y no situado en un contexto de guerra sino de hambre extremo, al afirmar que “todos los bienes pertenecen a todos, y en ese caso de extrema necesidad, uno no robaría sino que cogería lo que es suyo”.

[60] Consecuencia de los disparates anteriores, pues elimina hasta la más elemental propiedad privada, como es la propiedad natural de un hijo a tener un padre y una madre.

[61] Origen de la idea comunista de educación estatal de los infantes.

[62] Culmen del punto irracional platónico, y aplicado en posteriores épocas de la historia por grupos filo-platónicos como jipis, gays, feministas, ocupas, y gente desahuciada del bien individual.  

[63] Paradoja increíble, pues el género que critica es precisamente el más recurrido por PLATON: la imitación de una persona, el uso de la primera persona, el diálogo.

[64] El aristócrata era el buen padre de la ciudad, siguiendo el modelo político de eupatridad. Ya CILON DE ATENAS había intentado cambiarlo, pero sin éxito. El mismo DRACON DE ATENAS, hacia el 620 a.C, también intentaría reformar los abusos de poder con medidas severas, pero también fracasando.

[65] En efecto, y según apunta PLATON, en los primeros pasos de la Grecia Arcaica, los griegos todavía no habían descubierto el número de días del año astronómico, descubrimiento que haría PITAGORAS en el s. V a.C, dando a este número el valor de 12.960.000, es decir, el de los días correspondientes a un período de 36.000 años redondeados a 360 días. Según los cálculos de Newton, sin embargo, el período de rotación de los puntos equinocciales es de 26.000 años.

             (cf. CANDEL, M; El Estado, ed. Pensamiento, Madrid 1992, p. 43).

[66] Máximo exponente de la timocracia fue SOLON DE ATENAS, que como adelantos sobre la aristocracia, dijo no a las cargas campesinas, no al tribunal vitalicio (cambiando anualmente al gobernador del tribunal del Areópago), y censó a la población por riqueza y número de dimnos (1 dimno = 36 litros), y no ya por linaje. Solón dividió la sociedad timocráticamente en 4 niveles:

-pentakosiomedimnoi, para los que poseían más de 500 medimnos anuales,
-hippeis, para los que poseían más de 300 mm,
-zeugitai, para los que poseían más de 200 mm, de los cuales saldrían los 400 miembros de la Bulé,
-thetes, si disponían de menos de 200 mm anuales.

[67] Fundador de la tiranía fue PISISTRATO, que tras varios intentos, logró el apoyo del ejército, derrotó a Megara en el 545 a.C, y asumió todo el poder en Atenas. Además, Pisístrato fue un evergeta que embelleció cívicamente la ciudad:

-desarrollando el comercio, vendiendo cerámica ática de lujo por todo el Mediterráneo,
-iniciando los concursos de teatro, potenciando la 2ª oleada de apoikias,
-obteniendo oro del Mar Negro y plata del monte Pentélico,
-acuñando la 1ª moneda griega e introduciendo la simbólica lechuza…

            La tiranía de PISISTRATO también reformó la religión, construyendo el Templo de Atenea, el Altar de los 12 dioses como punto 0 de Atenas, desarrollando la fiesta de las panateneas, transcribiendo los poemas homéricos… Aunque también cobró el diezmo a la población, y su soberbia provocó la damnatio memoriae, y que se quitasen sus epigrafías de todas sus obras.

[68] Fue el sistema político reinante de principio a fin en Esparta, la 2ª ciudad griega por excelencia, polis singular, de casi 5.000 km2, campamento militar en boca de HERODOTO, con su peculiar emblema de “es bello morir en 1ª línea, como valiente que lucha por su patria”, según TIRTEO DE ESPARTA, del s. VII a.C, y en cuyas competiciones deportivas o agones las mismas espartanas vencían y convencían a los demás, para que todo espartano “volviera victorioso, o volviera muerto”, repitiendo constantemente a sus hijos que volvieran “con él (escudo) o sobre él”.

             Pues bien, según la Rhetra o código legislativo espartano, dictado por LICURGO DE ESPARTA, Esparta debía regirse por:

-la diarquía hereditaria de 2 reyes (1 jefe del ejército, y 1 sacerdote de Zeus),
-el tribunal de 5 éforos o magistrados,
-el consejo de los 28 gerontes o ancianos,
-los 3 grupos sociales diferenciados de:

-los homoioi, o espartatas, que controlaban el estado, como oriundos de Esparta que eran, y con derechos de tierra y políticos;
-los periecos, o habitantes de los alrededores, que se dedicaban al campo y la artesanía;
-los hilotas, o esclavos, prisioneros de guerra y para la guerra, y causantes muchas veces de rebeliones internas.

[69] Ya con CLISTENES, y por supuesto después con PERICLES, es cuando se constituye la democracia en Atenas, con su trascendental reforma de todas las instituciones políticas. En efecto, Clístenes ya había fundado:

-la Ecclesia, o Asamblea ciudadana, para aprobar leyes, decidir la guerra, y nombras los arcontes o magistrados;
-la Bulé, o consejo de los 500, elegidos a suerte, para proponer leyes a la Ecclesia;
-el Arcontado, o tribunal anual de 10 altos magistrados, para juzgar los asuntos civiles y militares;
-el Helieo, o tribunal popular, de 600 miembros;
-el Areópago, o tribunal de causas militares y de sangre;
-la Estrategia, o militares elegidos para gobernar la alcaldía y todo lo anterior.  

[70] Sobre la libertad del alma se han ido activando todas las alarmas desde la Antigüedad. Por un lado, la escatología cristiana se ha opuesto siempre radicalmente. En la filosofía hindú se ha querido ver un atisbo de la reencarnación de las almas, si su deseo de premio es volver a la tierra. Kant, incluso, argumentó aquí su moral, poniendo como sujeto de la acción libre a un yo absolutamente autónomo.

             (cf. CANDEL, M., op.cit, p. 47).

[71] “Con el preciso análisis de la naturaleza, de Dios, y del retorno cíclico de sucesos y cosas, se puede conocer la ley cósmica, y los efectos de esa ley en las cosas contingentes”.

             (cf. ANAXIMANDRO; D. Laercio, II, 1-2)

[72] Monismo y pluralismo, materialismo y espiritualismo, idealismo y realismo, racionalismo y empirismo, dogmatismo y probabilismo, hedonismo y utilitarismo, criticismo y escepticismo… Apenas hay actitud posterior en la historia del pensamiento que no tenga sus antecedentes en la razón griega.

[73] “De las antítesis primarias entre el ser y no-ser, limitado e infinito, lleno y vacío, provienen todas las figuras, los números y las cosas: del 1 el punto, del 2 la línea, del 3 la superficie, del 4 el volumen, y entre ellos, la geometría total del universo”.

             (cf. THALES DE MILETO, Timeo, 55d).

[74] Según PROTAGORAS  y GORGIAS, que alcanzan el concepto del hombre del más radical nihilismo cuando dicen que:

-“las leyes son lo que a mí me parecen, pues yo soy la medida de todas las cosas” (cf. PROTAGORAS, Obras, 317b),
-“no existe nada sino yo, ni el ser ni el no ser ni la mezcla de ser y no ser” (GORGIAS, Elogio de Helena 8, 12-14).

[75] Se dice que HERACLITO depositó su libro en el Templo Artemisa de Efeso, pero lo dejó escrito en un oscuro dialecto jónico, “a fin de que después de haber escuchado mi doctrina no la entiendan, y se queden todos sordos”. Posteriormente, y aburrido de los hombres, se retiró a los montes, viviendo de hierbas y muriendo de hidropesía.

            (cf. TIMON, Fragmentos, 43d).

[76] Ya desde THALES DE MILETO, ANAXIMANDRO y ANAXIMEDES, el agua, el fuego y el aire fueron pasando a ser sucesivamente los primeros principios o argés de todas las cosas, pasando por la sophía, el hombre... hasta la definitiva evolución racional culminada en ARISTOTELES.

[77] Según ARISTOTELES, este primer principio tenía que ser al mismo tiempo: la única causa incausada y primera de todas las cosas, el único primer motor inmóvil y origen del movimiento, la única suma belleza y orden de la armonía del cosmos… algo que tenía que ser espíritu puro, uno y único, eterno, verdadero, sabio, omnipotente, bueno.

            (cf. ARISTÓTELES, Metafísica, II, 2 y ss).

[78] o conjunto de mazematas-enseñanzas, iniciado hacia el 500 a.C. por PITAGORAS con su método infinitesimal, teoría matemática que subdividía una extensión hasta el infinito; seguido por EMPEDOCLES, fundador del eclecticismo, teoría física de la unión del fuego con el aire con y el agua, para formar la tierra; y culminado por LEUCIPO y DEMOCRITO, fundadores del atomismo, o teoría química del vacío, en que los átomos van uniéndose entre sí y causando las diversas formas.

             Ejemplos del impresionante desarrollo alcanzado en poco tiempo, fueron el gran EUCLIDES, con sus famosísimos Elementos, sobre geometría y astronomía; ARQUIMEDES, inventor de la refracción de la luz y del cálculo integral; ARISTARCO DE SAMOS, fundador de la teoría heliocéntrica del universo; HIPARCO DE NICEA, inventor de la Trigonometría; APOLONIO DE PERGA, descubridor del sentido cónico de las figuras; ERATOSTENES, calculador del radio de la tierra...  

[79] o método basado en el conocimiento de los saberes, a través del razonamiento mental de las cosas, para llegar al saber del Absoluto. Método ya elaborado por la escuela gnómica de ESTESICORO DE HIMERA hacia el 700 a.C, como una continuación espiritual de la Teogonía de HESIODO, y preludio de la gran Escuela filosófica de Mileto del 600 a.C. SOCRATES y PLATON pasarían a ser el referente filosófico por excelencia, al igual que ZENON lo será en su derivado ético, el estoicismo.

[80] cf. ARISTOFANES, Las aves, 693 y ss; EUDEMO, De prim. Princ, 123; APOLONIO DE RODAS, Argonautica, 494 y ss.

            Parece ser que estos autores, junto a otros como FOCO DE SAMOS con su Astrología náutica, CLEOSTRATO DE TENEDOS con su Phainomena, etc. se fueron reuniendo sucesivamente en Panionion para configurar esta cosmovisión griega del mundo, pasando posteriormente el testigo a los Siete Sabios, y al Templo Apolo de Delfos.

[81] cf. ARISTOTELES, Política, libro I, V, n. 125a.

[82] La cultura egipcia, por ejemplo, lo rechazó totalmente, al decir que este tipo de esteticismo estaba bastante distanciado de la vida (cf. BOARDMAN, El arte griego, ed. Destino, Barcelona 1997, p. 23).

[83] cf. PROTAGORAS; Sobre el ser, 317b.

[84] cf. ARISTOFANES; Memorias, libro I, VI, 13.

[85] cf. PLATON; Eutidemo, 278e.