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Educar en todas las disciplinas, buscando lo que une
Impresionado por el desamparo que sufrían los hijos de los artesanos, San Juan Bautista de la Salle consagró su vida a la educación humana y cristiana de este tipo de jóvenes. Hacia 1680 las escuelas de San Juan de la Salle recibieron el nombre de Escuelas Cristianas, y los seguidores que él fue reuniendo Hermanos de las Escuelas Cristianas. Fieles a la llamada del Espíritu Santo, y al carisma de nuestro fundador, los Hermanos de la Salle luchamos por conseguir un futuro profesional para los jóvenes con carencias sociales, y levantamos escuelas que acerquen un poco más a las personas y los pueblos. Cada hermano se esfuerza por integrar en sí mismo las dimensiones constitutivas de nuestra vocación: fe, celo y comunidad. Lo hacemos desde nuestra consagración a Dios (fe), nuestro compromiso activo (celo) y el espíritu de nuestro instituto (comunidad). El espíritu de nuestro instituto es el espíritu del diálogo, que nos saca de nosotros mismos y nos abre a las diferentes formas de relación. Sobre todo, a la relación que Dios quiere tener con cada uno de nuestros alumnos, hermanos o desconocidos. Los lasalianos invitamos a nuestros alumnos a considerar la tradición católica, como base espiritual para su propia vida y brújula ética para su desempeño laboral. La escuela lasaliana es académicamente rigurosa, pero también ofrece la perspectiva de la fe a la hora de desarrollar una profesión en el mundo. Hoy la misión lasaliana abarca diversas expresiones, a lo largo de todo el mundo. Actualmente tenemos 1.066.395 alumnos (ca. 2021), repartidos en 1.154 colegios educativos de 81 países del mundo, que son atendidos por más de 90.000 profesionales y 3.100 hermanos consagrados. El mundo lasaliano está marcado, como se ve, por la diversidad de experiencias culturales y religiosas, a forma de identidad compartida. No obstante, las diferencias de país, cultura, tradición religiosa, situación económica, o de género, nunca han impedido que nuestros niños, adolescentes, jóvenes y profesionales reivindiquen a La Salle como parte de su identidad. Esta identidad surge de la búsqueda, integración, y puesta en común, de todo aquello que nos une, a nivel de principios educativos y humanidad. Para nosotros, unidad y diversidad son una misma palabra, bajo la fuente unificante de Cristo y el deseo de habitar un mundo más fraternal. .
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