Dar la vida por el papa, con fidelidad y discreción
La Guardia Suiza Pontificia fue creada por el papa Julio II en 1506, cuando tres años después de ocupar la silla de San Pedro pidió a la nobleza suiza soldados para su protección, formando con ellos una compañía de 150 hombres. Más adelante, el papa Sixto IV construyó nuestros cuarteles en Via Pellegrino, e Inocencio VIII siguió incorporando nuevos soldados de la nobleza suiza, que Alejandro VI utilizó para defender el Vaticano de los enemigos. Desde 1506, por tanto, la Guardia Suiza ha protegido al papa y su residencia, y esto no ha cambiado hasta la actualidad. Por supuesto, los métodos para cumplir nuestra misión, y el entorno en que operamos, sí han cambiado. En la actualidad, somos el ejército profesional más pequeño del mundo, con tan sólo 135 soldados. Nuestro escudo fue introducido por Julio II, y nuestro uniforme bermejo está basado en el que usaban los guardias del Imperio Español durante el reinado de Felipe II de España. Los miembros de la Guardia Suiza del Papa tenemos la convicción de que la Iglesia de Jesucristo, y el sucesor de Pedro, merecen nuestra dedicación a tiempo completo, incluso con la propia vida si es necesario. Compartimos con el papa la sed de conquista de las almas en el entorno internacional, y por eso profundizamos nuestra propia fe, aprendemos idiomas y amamos la cultura italiana. En este clima mediterráneo, no sólo luchamos para que maduren las frutas dulces, sino también la fe, la convicción, la cultura, la amistad y la alegría de dar la vida por el papa. La fórmula del juramento, leída por nuestro capellán, es repetida por los reclutas de forma abreviada, y dice así:
Nuestras tareas, en un rápido vistazo, son: -proteger
al Santo Padre y su residencia, .
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