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Militar el ejército de María, como legionarios
La Legión de María es una asociación de católicos que, bajo aprobación eclesiástica, ha conformado una legión para servir a la Iglesia en su perpetua lucha contra el mundo y sus fuerzas nefastas, acaudillados por Aquella que es bella como la luna, brillante como el sol, y terrible para el Maligno y sus secuaces en el orden de batalla: María Inmaculada. Los legionarios, en efecto, ansiamos hacernos dignos de su excelsa y celestial Reina, y lo intentamos mediante la lealtad, las virtudes y la valentía. Nos organizamos a modo de ejército, tomando como modelo particular la legión de la antigua Roma. La Legión de María ha hecho suya la terminología de la legión romana, pero a diferencia de ésta, ni sus huestes ni sus armas son de este mundo. Este ejército mariano, ahora tan numeroso, tuvo los más humildes comienzos. No se formó conforme a un plan preconcebido, sino que brotó espontáneamente. Tampoco se formuló a base de reglas y prácticas, sino que un laico sugirió la idea (el dublinés Frank Duff, en 1921), se le unieron unas cuantas personas, y nadie sospechó que eso habría de ser el instrumento más cuantioso de la Iglesia, hoy en día con más de 11 millones de miembros en 170 países. La Legión de María tiene como fin la gloria de Dios, como medio la santificación personal de sus miembros, como herramientas la oración y la colaboración activa en la obra eclesial de María: aplastar la cabeza de la serpiente infernal y ensanchar las fronteras del reinado de Cristo. El espíritu de la Legión de María es el de María misma. De manera particular, los legionarios anhelamos imitar su profunda humildad, su perfecta sumisión, su dulzura angelical, su continua oración, su absoluta mortificación, su inmaculada pureza, su heroica paciencia, su celestial sabiduría, su amor intrépido y sacrificado a Dios. Animada por esta fe y este amor de María, la Legión no tiene empresa, por ardua que sea, que le asuste, ni se queja de los imposibles, y cree que todo lo puede. La legión romana mostró una fe inquebrantable en Roma, y fue considerada en su tiempo un dechado de lealtad, valor, disciplina, resistencia y poder conquistador, a pesar de emplear dichas cualidades para fines muchas veces ruines y siempre mundanos. La Legión de María, por su parte, tiene una fe inquebrantable en Dios, imita las virtudes de María y tiene por espada el portento inefable del Altísimo. Como una legión no puede actuar sino a través de la fuerte unión de sus miembros, así cada legionario de María hace suyo el espíritu, la meditación y el apostolado de su compañero, llevando con indecible orgullo el bendito nombre de María. .
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