Forjar jóvenes bien formados, con un plan de vida
En otoño de 1828, el padre Querbes describía al arzobispo de Lyon su idea de una Sociedad de Clérigos de San Viator, como centro de formación escolar compuesto por sacerdotes, hermanos con votos simples, profesores asociados (o cofrades) y afiliados. En efecto, los Clérigos de San Viator somos un movimiento de la Iglesia en el que religiosos y laicos respondemos a las llamadas del Espíritu y compartimos una misma vida y misión, siendo cada uno responsable del desarrollo del conjunto. La comunidad viatoriana es un don del Espíritu a la Iglesia y al mundo, y está llamada a ser un signo profético en nuestra sociedad desde el seguimiento de Jesús y la vivencia del evangelio, según el carisma querbesiano. Esta vocación responde a nuestra consagración bautismal, y tiende a organizar nuestra vida según los consejos evangélicos del celibato, la pobreza y la obediencia. Los viatores respondemos así a los múltiples dones de Dios, y caminamos hacia él a través de nuestro compromiso con la familia y la formación juvenil. Ambas vocaciones se desarrollan en una misma comunidad, a la que aportamos nuestros bienes y nuestras vidas. Nuestro carisma se manifiesta a través de tres elementos esenciales: la misión, la vida espiritual y un plan de vida. Con estos tres elementos, los viatores acogemos la llamada de Dios para la extensión de su Reino. Nuestra misión consiste en: 1º
anunciar a Jesucristo y su evangelio, Nuestra espiritualidad consiste en: 5º la escucha y
meditación de la palabra de Dios, que lleve a una oración interior y la devoción a
María, Nuestro plan de vida consiste en: 9º
el plan personal anual, que cada
miembro de la comunidad viatoriana elabora y presenta al superior local,
aceptando sus valoraciones, revisiones y dirección espiritual, Tras casi 200 años de existencia, los clérigos de San Viator estamos presente en 16 países, y nuestros colegios mantienen viva nuestra esencia y alma: la educación juvenil, a través del humanismo cristiano. .
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