La vida solitaria, fuente de espiritualidad, cultura y hospitalidad
La Orden de Camaldoli es un lugar de vida monástica y de búsqueda de Dios, que se desarrolla en dos estructuras diferentes pero unidas: una ermita y un cenobio. La comunidad de monjes, a través de la oración, la vida fraterna y el trabajo, mantiene estos lugares siempre vivos y acogedores. Nuestro fundador fue San Romualdo, que desde Rávena se trasladó a Arezzo para fundar, animado por el obispo Teodaldo, numerosas comunidades eremíticas bajo el espíritu benedictino, hacia el año 1000. En todas ellas estableció una biblioteca y una capilla, junto a la ermita exterior y las celdas individuales de los monjes. Más tarde, estableció el Monasterio San Eremo de Camaldoli (Toscana) como el centro de operaciones. Camaldoli combina así la dimensión solitaria (espiritual) y comunitaria (cultural), a la que poco después se añadió la laboral (hospitalaria), al importar la tradición irlandesa de los monjes peregrinos o evangelizadores. Por vocación natural, Camaldoli ha servido durante un milenio como puente entre las diversas tradiciones monásticas y culturales. En 1278 fue aquí donde se firmó, bajo estos severos inviernos, el primer código forestal europeo. Bajo los prioratos de los padres Traversari y Calati, la Orden rescató los clásicos griegos ya olvidados, y abrió sus puertas al humanismo florentino. Brunelleschi, Ghiberti y otros muchos fueron algunos de sus alumnos, y con ellos nació el Renacimiento. Mas de 16 lienzos de Giorgio Vasari, y otros muchos de Andrea della Robbia, dan fe de ello. A partir del Concilio Vaticano II, nuestro Monasterio de Camaldoli ha sido sede de numerosos encuentros ecuménicos e interreligiosos, entre diferentes confesiones cristianas o entre diferentes religiones. En fidelidad a la tradición monástica benedictina, todavía hoy los camaldulenses acogemos a todos aquellos (hombres y mujeres, laicos y religiosos, individuos, familias y grupos) que desean compartir algunos momentos de su experiencia humana y espiritual, y les ayudamos en la búsqueda del encuentro con Dios. La comunidad abre sus puertas a creyentes y no creyentes, deseosos de encontrar a Dios y acogerse mutuamente, respetando sus caminos personales. A todos aquellos que quieran visitarnos y compartir, en enriquecimiento mutuo, la novedad perenne que nace del silencio, del encuentro, de la oración... la comunidad les extiende su más cordial bienvenida. .
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