Ofrecer la propia vida por los desafíos de la Iglesia
La Red Mundial de Oración del Papa es una obra pontificia que tiene como misión movilizar a los jóvenes a través de la oración y la acción, para responder a los desafíos que enfrenta la humanidad y la Iglesia. Estos desafíos son identificados por el papa, y se presentan en forma de intenciones mensuales confiadas por el papa a toda la Iglesia. Siguiendo esas intenciones del papa, todos nosotros extendemos nuestra mirada al mundo y a la Iglesia, y personalmente participamos de las alegrías y esperanzas, dolores y sufrimientos, del mundo entero. La misión de la fundación se inscribe dentro de la dinámica del Corazón de Jesús, y su compasión por el mundo. Nuestra misión, por tanto, es ser apóstoles en la vida diaria, a través de un camino espiritual llamado "el camino del corazón", que transforma nuestra forma de ser al servicio de la misión de Cristo. La Red de Oración del Papa nació en 1844 como Apostolado de la Oración, en una casa de formación de jóvenes jesuitas de Vals, en el sur de Francia. El padre Gautrelet, director espiritual de estos jóvenes, les propuso un modo de ser apóstoles y misioneros en sus vidas corrientes, uniendo a Cristo todo lo que hacían durante el día. Hoy en día estamos presentes en 92 países, e integramos una red de más de 22 millones de católicos. También tenemos una rama juvenil: el MEJ, o Movimiento Eucarístico Juvenil. En diciembre de 2020, el papa constituyó esta obra pontificia como fundación vaticana, y aprobó sus nuevos estatutos. La fuente y modelo de nuestra disponibilidad es Jesucristo, que se nos hace constantemente presente en la eucaristía. Recibir su misma vida es lo que nos lleva, en agradecimiento, a ofrecer diariamente nuestra propia vida al Padre. Para ayudarnos a estar cada vez más disponibles a la misión del Señor resucitado, incluso en las pequeñas cosas de cada día, el MPPR nos invita a seguir algunas prácticas espirituales, y una escuela de formación que hemos llamado Camino del Corazón. Estas prácticas nos abren al Espíritu Santo, que trabaja para unir nuestra vida y corazón a la vida y corazón de Jesús. También nos invitan a ofrecer al Padre, de manera sencilla pero radical, todo lo que somos y poseemos. .
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