Vivificar y perfeccionar las almas y los espíritus
Los barnabitas somos una forma de vida apostólica nacida en 1500, que se remite al momento en que los mismos discípulos de Cristo, a la hora de responder a la llamada del divino Maestro, se comprometieron a llevar una vida de renuncia (de bienes terrenos, y de amor humano) y profesaron una total disponibilidad (a la hora de servir al reino de Dios). Bajo el ejemplo de los grandes padres de la antigüedad (entre los que destaca San Agustín) al compromiso ascético (orientado hacia la pobreza, castidad y obediencia), con el tiempo se añadió un estilo de vida común, que fue asumido por el clero con el fin de recibir ayuda espiritual y apostólica. Este ideal, que se mantuvo vivo y actualizado a lo largo de los siglos, fue propuesto de nuevo en el s. XVI, por un movimiento espiritual llamado devotio moderna. La Iglesia, con el Concilio de Trento, inició una profunda reforma eclesial, que propició el surgimiento de numerosas órdenes de clérigos regulares, entre las que está nuestra modesta congregación. Los clérigos regulares eran sacerdotes que deseaban vivificar su sacerdocio con la profesión de votos y de vida común, así como garantizar y estimular el ansia de perfección y de servicio a las almas. Pues bien, eso es lo que somos nosotros: clérigos regulares. La historia nos dice que los primeros padres regulares de la Orden Barnabita fueron Bautista de Crema, San Antonio Mª Zaccaria, Jaime Antonio Moriglia y Bartolomé Ferrari. Según San Antonio María, fue Bautista de Crema quien compuso nuestro triple programa de vida, expresado en términos de espiritualidad, grandeza personal y amplitud de animo: -hacia
Cristo, buscando el total honor de Cristo, En la separación ascética de nosotros mismos y de las realidades de este mundo, y en la consagración de la propia vida a Dios, los barnabitas buscamos incesantemente la salvación de las almas, como único ideal de vida. Me preguntareis: ¿Por qué os llamáis barnabitas? A la muerte de Antonio Zaccaria, nuestros primeros clérigos se trasladaron fuera de Milán, edificando una iglesia (que no es una gran novedad, tratándose de sacerdotes) y consagrándola bajo el nombre de San Bernabé (el compañero del apóstol San Pablo). En el idioma de Dante (es decir, en italiano), Bernabé suena como Barnaba, así que los feligreses acudían a la Iglesia de San Barnaba, y empezaron a llamarnos barnabitas. Con todo, el nombre oficial de nuestra Orden, en la aprobación que hizo en Bolonia Clemente VII (ca. 1533), es el de Clérigos Regulares de San Pablo. .
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