Conciencia


Tablas hebreas de la Ley, de 1.225 a.C, y primer decálogo de la conciencia

Murcia, 1 octubre 2019
Equipo de Biblia de Mercabá

        La brújula es un pequeño instrumento muy útil. Su aguja orienta siempre hacia el norte, y con eso se sabe por donde ir en un camino. Dentro de nosotros tenemos algo semejante a una brújula, que nos indica lo que está bien y lo que está mal: es la conciencia.

        La conciencia, por tanto, es el juez de nuestras propias acciones, la capacidad espiritual (invisible) que todos tenemos de saber, recordar o advertir, si algo lo hemos hecho bien o mal.

        Para que esta capacidad nos oriente siempre bien y nos dé un juicio en buen estado, debe ser alimentada, cuidada y respetada por parte nuestra (la brújula puede envejecer, estropearse o romperse). Es la necesidad de educar la conciencia.

a) Tipos de conciencia

        Las personas somos distintas unas a otras, y no hay dos personas iguales. Sin embargo, en las formas de razonar sí que se pueden establecer distintos grupos o maneras de pensar (el escrupuloso que sigue medicamentándose aunque ya esté sano, el desconfiado que cree que el médico lo va a envenenar…).

        Hay 5 tipos de conciencia:

-verdadera. Es la que juzga rectamente, y acierta con lo que ha sucedido;
-errónea. Es la que toma lo malo por bueno, y se queda tal cual, equivocando y sin importarle a la persona;
-culpable. Es la que no ha querido enterarse de la verdad, ya sea por descuido, negligencia o maldad;
-inculpable. Es la que nunca ha oído la verdad, y sí que rectificaría en una siguiente oportunidad;
-dudosa. Es la que no sabe a qué atenerse, no sabe cómo actuar
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        En caso de conciencia dudosa, hay siempre que hacer el mal menor” o lo menos arriesgado”.

b) Objeto de la acción

        Es la acción concreta que se realiza, y es independiente de todo lo demás, finalidad o circunstancias. Y es que una acción:

-o es buena en sí misma (trabajar bien, obedecer a los padres…),
-o es mala en sí misma (estafar al cliente, odiar a un hermano…)
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        El objeto de la acción responde al qué se ha hecho, y es lo más importante para que una acción sea buena o mala.

c) Fin de la acción

        Es la intención que se propone la persona al actuar. No es lo más importante (lo más importante es qué se realiza), pues:

-el fin no justifica los medios,
-algo no depende de la intención con que se ha hecho
.

        El fin de la acción responde al para qué y al por qué se ha hecho algo, y apunta al deseo y a la manera de conseguirlo.

d) Circunstancias de la acción

        Son los elementos accidentales de la acción, e influyen sólo de modo secundario en la moralidad de los actos. Responden al:

-quién lo ha hecho (si es novato, reincidente…),
-dónde se ha hecho (en público, en privado…),
-cómo se ha hecho (conscientemente, alcoholizado…)
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        En algunas ocasiones el papel de las circunstancias sí puede llegar a modificar profundamente el relato de los hechos.

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