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CATERINE IBARGUEN fue elegida como mejor atleta femenina del mundo en 2018, según la Asociación Internacional de Federaciones de
Atletismo, aparte de ser la actual campeona mundial de triple salto, oro
olímpico en Río'2016 y plata
olímpica en Londres'2012
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Sin embargo, esta atleta
colombiana no lo ha tenido nada fácil en su vida. Proviene de una familia muy pobre en la que apenas podían comer lo básico. Criada por su abuela desde muy niña debido a que su padre debió huir ante las amenazas de las guerrillas, Caterine confiesa que su éxito
está basado en el esfuerzo y en una fe inquebrantable a Dios, que le ha hecho afrontar cada acontecimiento
de su vida confiada en esta relación filial.
Durante el galardón que la reconocía como la mejor del
mundo, y que le entregó el príncipe Alberto II de Mónaco, no se olvidó de
apostillar: «No puedo con mis piernas, me están temblando. Le dedico este premio a Dios, a
mi entrenador y a mi grupo de trabajo. Estoy supremamente feliz y no puedo hablar más»
En una entrevista para el diario colombiano La Opinión mostraba de manera gráfica el papel de la fe a la hora de competir: «Siempre que estoy parada en la línea para buscar mi salto, primero me encomiendo a Dios
y luego pienso en mi familia, mi madre y mi abuela, para recibir las fuerzas necesarias y cumplir con mi
objetivo». Y entonces, cuando está a punto de realizar un salto importante, o a las puertas de uno de los grandes éxitos que le han venido, recuerda una frase de su madre Francisca: «Los tiempos de Dios son
perfectos»
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CATERINE IBARGUEN, mejor atleta del mundo
2018:
«Antes de saltar me
encomiendo a Dios»
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En otra entrevista radiofónica Caterine
compartía sus experiencias espirituales con el entrevistador: «Hablo con Dios. Por ejemplo, le digo:
Dios, no me vayas a dejar aquí metida, Dios, ayúdame que tú me metiste en este
cuento» |