Santa Maravillas de Jesús

Ven, Espíritu Santo, ayúdanos a recitar en rima

esta breve vida, con equilibrio y armonía, con toda el alma mía.

Oh santa Maravillas de Jesús

ayúdanos con la cruz y llévanos a la luz.

Nacida en noviembre,

joven decente, fiel inteligente,

humilde y valiente, muy sencilla siempre,

y así hasta la muerte un 11 de diciembre,

y ahora vives en el cielo para siempre.

Las tres frases más famosas de su vida:

Hacer lo que Dios quiera,

como Dios quiera,

y cuando Dios quiera.

Dios todopoderoso ha hecho maravillas

en la madre Maravillas.

Como dice el evangelio (Lc 1,49),

con alegría, con esta seguidilla.

Maravillas Pidal y Chico de Guzmán,

bautizada muy pequeña en parroquia madrileña,

llamada de San Sebastián.

Ingresaste en El Escorial, está bien, no está mal.

Desde Madrid, tú tan feliz y desde Murcia, desde chiquilla,

eras ya una maravilla.

Tu centro, el Sagrado Corazón,

tu sol, el Divino Corazón,

tu máxima: "ocuparse sí, pero preocuparse, no".

Siempre tu luz, tu amor y tu cruz,

Maravillas de Jesús.

"Sembrando alegrías" por dondequiera que vas, oh Maravillas,

sembrando alegrías, paz y armonía,

prudencia y valentía, con obediencia a la jerarquía

y amor grande a la eucaristía,

recibiste la primera comunión

y la santa confirmación, y a la misa, sin prisa.

Fue hija de la nobleza,

y adquirió del Carmelo la belleza,

y de María, la sana pureza,

viviendo en santa pobreza.

Hizo del Santísimo Sacramento,

siempre su principal alimento,

y pidiendo por todos los hombres,

recordaba todos los nombres.

Con la madre Maravillas decimos al Señor:

Corazón de Jesús que tanto nos amas

haz que nos amemos cada vez más y más.

Querido lector, querida lectora:

¿Qué pretende este escritor?

Sólo llevarte a Dios.

Hermana luna, hermano sol,

sólo llevarte al Señor,

nada pretendo de dinero adquisición,

sólo guiarte al corazón del Salvador.

Eres de Cristo su esposo,

Maravillas, tu alma es preciosa,

siempre preciosa y hermosa,

eres de veras maravillosa,

eres para Dios una olorosa rosa,

una divina flor,

como te lleva el corazón del Señor.

Eres eternamente mi amiga

tu vida, Maravillas tiene mucha miga,

viviste en el Carmelo muy pobre,

tu penitencia no tiene nombre,

sólo de Dios conocida,

sólo de Dios reconocida.

En fin, madre Maravillas

toda tu ejemplar enseñanza,

nos inunda de santa esperanza.

Y a pesar de vivir,

en profunda desolación interior,

manifestabas gran serenidad exterior.

Te sentías madre mía,

tan feliz como Santa Beatriz,

y como santa Brígida la sueca,

nunca viviste ni vacía ni hueca.

Preguntaba un chico:

¿De qué color son los ojos de la madre Maravillas?

Y le respondieron:

Del color de la misericordia,

igual que los ojos de la Virgen María,

como decimos en la Salve:

"vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos".

En la clausura

con alta o baja temperatura,

valiente de Dios criatura,

las rejas os sirven de protección,

igual que las costillas al corazón.

¿Qué veo y qué leo?

En la Aldehuela el museo,

el museo que veo y que releo.

Madre Maravillas,

¿qué tenemos hoy de comer en la cocinilla?

Madre Maravillas,

de primero ensaladilla

y de segundo sin carne empanadillas

y al final una infusión de manzanilla.

Oración a la Virgen:

Oh María, preciosa blancura,

de Dios criatura,

de hermosa figura y elegante finura.

En fin, oh María ten piedad de este cura

que tu gloria procura

y amor con Jesús

te asegura.

Llevó la madre Maravillas vida contemplativa,

era mujer muy intuitiva,

de Dios estaba cautiva,

sin ser nunca ni vana ni altiva.

Con ella misma fue dura, muy dura,

para que la vida y la fruta quede madura.

Adorando siempre la divinidad,

amando de Jesús la humanidad,

cantando su inmensa bondad,

siempre tú con gran humildad.

Por mi Carmelo, por el Carmelo,

todo mi gran desvelo,

hasta llegar felices al cielo.

Maravillas, con la Virgen María

estas cosas más querías:

Estar junto al sagrario,

en el convento o santuario,

y hacer escapularios,

que lleguen a todo el planeta y planetario,

y ser fieles al sabio horario,

y al carmelitano ideario,

y al toque del campanario,

y ser valiente por Cristo como el legionario,

y fraternizar en la recreación y en el locutorio

no como un solitario,

y oración con el rosario.

Sí, oración lo más necesario,

y ocupar los puestos más bajos como voluntario.

La Virgen del Monte Carmelo era tu cielo y consuelo,

a la Virgen intacta y singular,

a ti quiero María llamar

a ti, María, estrella del mar,

a ti siempre amar,

madre, estrella de los mares,

para ti mis cantares.

Tu vida y oficio, amor y sacrificio

fue tu mayor beneficio, tus fecundos espirituales ejercicios.

Maravillas de Jesús,

nunca jamás soltera,

sino esposa muy verdadera,

con el Señor siempre casada,

casada sí, pero no cansada.

De santidad con madera,

de inmolación carpintera,

con superiora no severa,

pero obediente a la primera,

con Jesús siempre a tu vera,

con el casto Cordero, tú siempre fiel cordera,

con tu aceite virgen en tu crismera,

toda la vida perseveras,

y de la eucaristía panadera,

derramando flores por la pradera,

cruzas el valle y la ribera,

y con más valor la frontera.

Así consagras tu vida entera,

a Jesús y a María nuestra dulce madre eterna,

sin miedo alguno a la fiera:

Fuera, fuera la maligna fiera,

Pues San Miguel Arcángel bien que te llevas y te enteras.

Fuiste Maravillas con la cruz gran bandera,

y de tu tiempo relojera,

de la Orden fiel mensajera.

De vocaciones fuerte cantera,

y del cielo segura carretera.

Siendo a veces enfermera o tornera,

cocinera o costurera,

consejera o lavandera,

granjera o jardinera,

Superiora, priora o fiel portera,

siempre lo que Dios quiera,

con española o extranjera.

Del Espíritu Santo cordillera,

y de la fe candelera,

de la esperanza escudera,

y de la caridad gran joyera,

siempre pobre y austera.

Y Maravillas fue vuestra hazaña

dar la vida por Dios y por España.

Por fin, Maravillas al cielo, al cielo sí, voladera,

y del amado Esposo siempre a la espera,

con María Auxiliadora, a cada hora,

la Virgen siempre entera,

la Virgen más sincera y verdadera.

Fuiste, Maravillas, aprendiendo, poco a poco,

abnegación, mortificación y reparación,

a Jesús y a su Sagrado Corazón,

todo por amor, que "Dios es amor", y nos ama

con eterno amor. ¡Es el Señor!

Desde novicia, eras ya una delicia,

de gran oración y mucha contemplación,

de Jesús el Señor las delicias;

sí, "mis delicias son estar con la humanidad"

y llevarla a la perfecta caridad.

A Maravillas daba gran alegría, el rezar el Ave María.

Enamorada del Verbo encarnado,

entre nosotros siempre habitado,

es nuestro Dios humanado,

enamorada de Cristo crucificado,

enamorada de Jesús resucitado,

enamorada siempre del Amado:

¡Es el Señor sacramentado!

Seguidora de Santa Teresa,

por siempre te profesas,

pero ser priora no querías,

ni superiora pretendías,

ser la última preferías

y vivir siempre escondida

en el claustro y en la vida,

pero con sana experiencia

y con el don de la ciencia,

con mucha santa paciencia.

Llenabas de amor las ermitas

y tenías la infancia de Santa Teresita.

La Virgen del Carmen, la Virgen carmelitana,

muy divina y muy humana

es la devoción más sana

de Maravillas y sus hermanas,

cada día y cada mañana.

Y con San Juan de la Cruz

siempre Maravillas de Jesús.

Desde entonces cada fundación,

muy confiada al Sagrado Corazón,

cada fundación era un cielo

y para el Señor un consuelo

y tu gran fidelidad es fuente de felicidad,

y de mucha paz.

Llegó tu inspiración, la del Sagrado Corazón,

ya desde El Escorial,

no está nada mal, es colosal, es de la tierra sal

y de la tierra española fina sal,

según el evangelio es buena sal.

En el Cerro, con clausura y santo encierro,

y con la protección de los ángeles y los arcángeles,

así ante el sagrado monumento,

pasaba Maravillas a cada momento.

Y en la India, fundación muy limpia,

así, fundó el Carmelo de Kottayam

con la fe de Abraham,

sin faltar nunca vino y pan,

en la India mucho más allá,

que se encuentra en el Oriente

fundación muy valiente.

Pasando por Claudio Coello,

nunca disipada por ello,

que el carisma es bueno y bello.

Y pasando por las Batuecas,

ni vacía ni hueca,

con el alma de Dios llena.

Así en Mancera, su cuerpo macera,

como la blanda cera,

y las normas dirige y modera,

con la prudencia que Dios quiera.

Y en el Cristo de Cabrera,

como Dios quiera,

a la divina manera,

confiabas muy cierto como San Carlos de Foucauld,

en el santo desierto y decías:

Padre, me pongo en tus manos,

sea lo que sea, lo acepto todo,

lo ofrezco todo,

durante toda mi vida.

Y en Duruelo, casi en el cielo,

es un consuelo en este tan duro suelo,

pero Maravillas siempre con misionero celo,

con apostólico anhelo,

corazón ardiente a pesar del hielo,

la nieve y el hielo en Duruelo.

Y allí en Arenas, de amor mariano llena,

con la Inmaculada, gracia plena.

Y en San Calixto, siempre con Cristo,

con la Virgen de la Sierra, siempre listo.

Y en Aravaca, es como en Betania se ama

y las crisis se apagan y se acaban,

pues, Maravillas, en Aravaca

no querías ni homenajes ni una placa;

honras y honores son para ti dolores.

Y al Carmelo de Aravaca,

amor grande al Salterio,

con la niña Mari Carmen Valerio.

Y en Montemar, cerca del mar,

otro palomar, reparando tanto mal.

Y en Aldehuela, siempre en vela,

con la lámpara encendida

y así toda tu larga vida.

Y en Ávila ayudando a la Encarnación,

con la Virgen de la Clemencia

en perpetua adoración,

y a San José, diciéndole, rogándole,

San José, ayúdame, ayúdales.

Así en el coro eres un tesoro,

por tu corazón de oro.

Oh Dios mío, yo te amo y te adoro,

y por las almas te imploro.

Maravillas siempre fuiste virgen sensata,

vales más que la plata,

pero con gran humildad y mucha generosidad,

con máxima caridad,

ayudaste a otros muchos Conventos necesitados,

pero para ti muy amados,

y así a muchas más ayudó, siempre por amor a Dios.

"Si tú le dejas",

es siempre tu lema

y el alma te quema

del fuego del Espíritu llena.

Y por la paz tu empresa,

contra el mal la guerra,

con la Virgen princesa,

es con María la belleza.

Por las místicas cañadas,

llévanos a las eternas moradas,

Santa madre Maravillas,

llévanos a las celestiales villas.

Cuánta bondad, cuánta generosidad

y con los pobres, cuánta caridad,

como las Hijas de la Caridad

que te sirvieron de ejemplaridad.

Y en el locutorio las rejas te valen de protección,

llegando tus consejos al corazón.

Y con San Miguel, tú siempre fiel,

con San Miguel de protector y Jesús de Salvador.

Y ahora por caridad y compasión,

permitidme en esta hora

un solo párrafo de esta obra

sin rima ni poesía,

pero sí con un corto juego de palabras:

Santa Maravillas de Jesús

vivió en la calle Claudio Coello,

fue devota de San Claudio,

el apóstol francés del Sagrado Corazón.

Vivió fielmente la clausura,

Fomentó el instituto llamado Claune,

con su clínica para religiosas

de clausura,

amando el claustro,

y lo más importante Maravillas nunca claudicó,

fue siempre fiel hasta el final

sin claudicar jamás,

recordando a todos que la clave es el amor

del corazón de Cristo y de María Santísima,

clavando con mucha fe

y clamor la bandera de la cruz en su corazón,

con gran claridad, con buena dignidad

y santa clase,

leyendo los clásicos de espiritualidad.

Fue siempre leal y clara.

En fin, que os digo que está muy claro.

Cuántas cartas escribiste

y a nuestro Señor viste.

Maravillas, eres un encanto,

tan llena del Espíritu Santo.

Por los sacerdotes tu oración, por la Iglesia tu pasión

y por el papa tu predilección.

Y nada de blanduras,

ni muchas dulzuras,

la fe de armadura,

pasaste las noches oscuras

pero con el confesor siempre segura,

y con infinita confianza

en manos de Dios Padre,

con infinita confianza

en manos de María madre,

"nuestra dulcísima madre".

¡Dios mío! madre mía Maravillas, dormías sólo tres horas,

con permiso del director, licencia del confesor, la voz del Señor;

velabas con nuestra Señora, de noche hasta la aurora,

por mí y por todos implora, con la liturgia de las horas.

Con la oración vocal y mental,

con la oración también fenomenal.

Hermanas, vamos al sagrario,

toca el campanario,

y enciende tu lampadario

rezando también el novenario.

Reza y trabaja

trabaja y descansa,

se cansa y descansa,

como Santa Marta y María de Betania,

bien ora, y labora

a cada hora.

 Y para las enfermas mayor esmero, como buen enfermero.

Con ardiente amor en navidad,

al Jesusito tú le llamabas mi Niño,

el Manolito,

por ser tan grande y tan pequeñito, tan chiquito,

el Dios verdadero y hombre verdadero,

siempre veraz y sincero.

Maravillas hija espiritual, humilde y pequeña,

siempre con las reglas de Santa Teresa,

y con la infancia de Santa Teresita,

con el corazón fiel de Santa Margarita,

con el amor mariano de Santa Bernardita,

con la medalla milagrosa de Santa Catalina desde chiquitita,

y con la espina dolorosa de Santa Rita,

y con el espíritu fuerte de San Elías.

Al final de tu vida, muy encorvada pero de todos muy amada.

Al fin, en el Vaticano, tu agradable beatificación.

Y en seguida, en la Plaza de Colón, tu feliz canonización,

¡bendita tú del Sagrado Corazón!

y también con Santa Ángela de la Cruz,

Maravillas de Jesús, sus hermanitas de la cruz,

y con Santa Genoveva,

del corazón de Cristo, beba y beba,

y con San Pedro Poveda,

por la escala del cielo es mi vereda.

Y con el padre Rubio, este día,

llamado San José María,

llenos de paz y alegría,

y con Juan Pablo II, amado por todo el mundo.

Y ahora con el papa Francisco,

es el papa, es nuestro buen amigo:

eres persona católica, y universal:

¡papa Francisco, siempre contigo!

Con todos tú siempre a una, es tu santa fortuna,

que la Iglesia es siempre una.

En resumen, Maravillas, tus heridas y tu nombre dice tu vida.

Gloria sólo a Dios, gloria al Sagrado Corazón,

a Jesús el Salvador, el Redentor, nuestro Señor.

Y con tu familia decías, cada noche y cada día:

“con calor o con frío, Corazón de Jesús en ti confío”.

Y por último, muy amada por tus parientes,

muy querida por ellos siempre,

tu familia te llamaba Tití, y es que Dios te amaba así,

siempre aquí, siempre allí, la Iglesia entera por ti,

y tu oración también por mí, para ser siempre feliz,

por los siglos de los siglos. Amén.

Gustavo Johansson
sacerdote diocesano
Director espiritual de Mercabá