Ineficaz Biotecnología Peter
Rosset Las compañías biotecnológicas frecuentemente afirman que los organismos modificados genéticamente (OMG), en particular las semillas transformadas genéticamente, son descubrimientos científicos indispensables para alimentar al mundo, proteger el medio ambiente y reducir la pobreza mundial. Esta opinión se apoya en 2 suposiciones bastante inciertas. La 1ª suposición es que el hambre se debe a una brecha entre la producción de alimentos y la densidad de población (o tasa de crecimiento). La 2ª suposición es que la ingeniería genética es la única forma de incrementar la producción agrícola y, por tanto, las necesidades alimentarias futuras. El presente articulo objeta la noción de biotecnología como panacea que solucionará todos los males de la ecología del suelo (o agronomía), mediante la aclaración de conceptos erróneos relacionados con estas suposiciones inciertas. a) Razón nº 1 No hay relación alguna entre el hambre de un país y su población. Por cada nación densamente poblada y hambrienta (como Bangladesh o Haití), existe una nación escasamente poblada y hambrienta (como Brasil e Indonesia). El mundo produce hoy más alimento por habitante que nunca. Las verdaderas causas del hambre son la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso. Demasiadas personas son demasiado pobres como para comprar el alimento que está disponible (pero frecuentemente pobremente distribuido) o carecen de la tierra y recursos para cultivarlos ellos mismos. b) Razón nº 2 La mayoría de las innovaciones en biotecnología han sido dirigidas a obtener beneficios económicos más que a cubrir las necesidades. La verdadera fuerza propulsora de la industria de ingeniería genética no es hacer a la agricultura del tercer mundo más productiva, sino preferiblemente generar ganancias. Esto se ilustra al revisar las principales tecnologías hoy en el mercado: 1º
los cultivos resistentes a los
herbicidas, tales como los semillas de soja Roundup Ready de Monsanto
(tolerantes al herbicida Roundup de Monsanto9, En el 1º caso, la meta es ganar una mayor participación en el mercado para un producto patentado. En el 2º caso, la meta es promover las ventas de semillas al costo de dañar la utilidad de un producto clave en el manejo de una plaga (como el insecticida microbiano basado en el bacillus thuringiensis). Estas tecnologías responden a la necesidad de compañías biotecnológicas de intensificar la dependencia de los agricultores de las semillas protegidas por "derechos de propiedad intelectual", los cuales se oponen a los derechos de antaño de reproducir, compartir o almacenar semillas. Cada vez que sea posible, las corporaciones solicitarán a los agricultores comprar los suministros de la marca de su compañía y prohibirán a los agricultores guardar o vender semilla. Al controlar el germoplasma de la semilla para la venta y forzar a los agricultores a pagar precios inflados por paquetes de semillas químicas, las compañías están determinadas a extraer la mayor ganancia de su inversión. c) Razón nº 3 La integración de las industrias de semillas, e industrias químicas, parece destinada a acelerar los incrementos en "gastos por hectárea de semillas + productos químicos", lo que procura significativamente menos utilidades a los cultivadores. Las compañías que desarrollan cultivos tolerantes a los herbicidas están tratando de cambiar tanto costo por hectárea como sea posible del herbicida hacia la semilla por la vía de los costos de la semilla y/o costos tecnológicos. Las reducciones crecientes en los precios de los herbicidas estarán limitadas a los cultivadores que compren paquetes tecnológicos. Muchos agricultores están dispuestos a pagar por la simplicidad y robustez del nuevo sistema de manejo de plagas, pero tales ventajas pueden tener corta duración ya que surgen problemas ecológicos. d) Razón nº 4 Las semillas fabricadas por ingeniería genética no aumentan el rendimiento de los cultivos. Un estudio reciente del Servicio de Investigación Económica del USDA (Estados Unidos) muestra que los rendimientos de 1998 no fueron significativamente diferentes en cultivos provenientes de la ingeniería genética contra los que no provenían de la ingeniería genética en 12 de las 18 combinaciones de cultivo/región. Esto fue confirmado en otro estudio que examinaba más de 8.000 pruebas de campo, donde se encontró que las semillas de soja Roundup Ready producían menos bushels de semillas de soja que variedades similares producidas convencionalmente. e) Razón nº 5 La ingestión de alimentos construidos por ingeniería genética no es dañina. Sin embargo, pruebas recientes demuestran que existen riesgos potenciales al comer tales alimentos, ya que las nuevas proteínas producidas en dichos alimentos pueden: 1º
actuar ellas mismas como alergenos o toxinas; Actualmente, los mercados de muchos países en desarrollo que tradicionalmente han importado soja y maíz de los EE.UU, Argentina y Brasil, están siendo inundados por las variedades modificadas genéticamente de estos productos sin que nadie pueda predecir todos sus efectos en la salud de los consumidores, la mayoría de ellos ignorantes de que están comiendo tal alimento. Debido a que el alimento fabricado por ingeniería genética se mantiene sin etiquetado, los consumidores no pueden discriminar entre alimentos, y de surgir serios problemas de salud, sería extremadamente difícil rastrearlos hasta su origen. La falta de etiqueta también ayuda a proteger a las corporaciones que pudieran ser potencialmente responsables. f) Razón nº 6 Las plantas transgénicas que producen sus propios insecticidas siguen estrechamente el paradigma de los pesticidas, el cual está fracasando rápidamente por la resistencia de las plagas a los insecticidas. En lugar del fracasado modelo "una plaga, un producto químico", la ingeniería genética enfatiza una aproximación "una plaga un gen", que ha mostrado fracasar una y otra vez en pruebas de laboratorio, ya que las especies de plagas se adaptan rápidamente y desarrollan resistencia al insecticida presente en la planta. No solamente fracasarán las nuevas variedades sobre las de corto a mediano plazo, sino que en el proceso pudiera hacer ineficaz al pesticida natural Bt, en el cual confían los agricultores orgánicos y otros que desean reducir la dependencia de productos químicos. Los cultivos Bt violan el principio básico y ampliamente aceptado de "manejo integrado de pesticidas" (MIP), que es que la confianza en una tecnología particular de manejo de plagas tiende a provocar cambios en especies de plagas o la evolución de resistencia a través de uno o más mecanismos. En general, mientras mayor sea la presión de selección en el tiempo y espacio, más rápida y más profunda la respuesta evolutiva de las plagas. Una razón obvia para adoptar este principio es que reduce la exposición de la plaga a los pesticidas, lo que retarda la evolución de la resistencia. En cambio, cuando el producto es preparado por ingeniería genética dentro de la misma planta, la exposición de la plaga salta de mínima y ocasional a exposición masiva y continua, lo que acelera dramáticamente la resistencia. g) Razón nº 7 La lucha global por participación en los mercados está llevando a las compañías a desplegar masivamente cultivos transgénicos en todo el mundo (más de 30 millones de hectáreas en 1998), sin el adecuado avance en la experimentación de impactos a corto o largo plazo en la salud humana y en los ecosistemas. En los EE.UU, la presión del sector privado ha llevado a la Casa Blanca a decretar "sin diferencia sustancial" la comparación entre las semillas alteradas y las normales, evadiendo así la prueba normal del FDA[1] y el EPA[2]. A muchos científicos les preocupa que el uso en amplia escala de cultivos transgénicos conlleve una serie de riesgos ambientales que amenazan la sustentabilidad de la agricultura. Veamos por qué. En 1º lugar, el uso de cultivos resistentes a los herbicidas debilita paulatinamente las posibilidades de diversificación de cultivos y reduce así la agrobiodiversidad en tiempo y espacio[3]. En 2º lugar, la transferencia potencial a través del flujo de genes de los genes de cultivos resistentes a los herbicidas hacia parientes salvajes o semidomesticados puede llevar a la creación de supermalezas (malas hierbas resistentes a los herbicidas)[4]. En 3º lugar, existe un potencial para las variedades resistentes a los herbicidas de convertirse en malas hierbas en otros cultivos[5]. En 4º lugar, el uso masivo de cultivos Bt afecta a los organismos que no son objetivo y a los procesos ecológicos. Pruebas recientes demuestran que la toxina Bt puede afectar a los insectos beneficiosos depredadores que se alimentan de las plagas de insectos presentes en los cultivos Bt (según estudios de Hilbeck-1998), y que el polen movido por el viento de los cultivos Bt encontrado en la vegetación natural que rodea los campos transgénicos puede matar a los insectos no-objetivo tales como la mariposa Monarca[6]. Es más, la toxina Bt presente en el follaje de los cultivos puede afectar negativamente a las poblaciones de invertebrados del suelo que descomponen la materia orgánica y desempeñan otros papeles ecológicos[7]. En 5º lugar, la tendencia a crear amplios mercados internacionales para productos particulares, está simplificando los sistemas de cultivo y creando uniformidad genética en los panoramas rurales. De hecho, la historia ha mostrado que un área muy grande sembrada con una sola variedad de cultivo es muy vulnerable a nuevas parejas de cepas de patógenos o plagas de insectos. Además, el uso extendido de variedades transgénicas homogéneas llevará inevitablemente a la "erosión genética", según las variedades locales utilizadas por miles de agricultores en el mundo en desarrollo sean reemplazadas por las nuevas semillas[8]. La teoría ecológica predice que el panorama de homogenización a larga escala con cultivos transgénicos agravará los problemas ecológicos ya asociados con el monocultivo en la agricultura. La expansión incuestionable de esta tecnología en los países en desarrollo pudiera no ser prudente o deseable. Hay fortaleza en la diversidad agrícola de muchos de esos países, y no debe ser inhibida o reducida por el monocultivo extensivo, especialmente cuando las consecuencias de hacerlo así resulta en serios problemas sociales y ambientales. Aunque las consecuencias de los riesgos ecológicos han sido debatidas en círculos gubernamentales, internacionales y científicos, sin embargo estos debates frecuentemente se han llevado a cabo desde una perspectiva estrecha que ha rebajado la seriedad de los riesgos. De hecho, los métodos para la evaluación de los riegos de cultivos transgénicos no están bien desarrollados, y existe una preocupación justificable de que el actual campo de pruebas de bioseguridad dice poco acerca de los riesgos potenciales ambientales asociados con la producción a escala comercial de cultivos transgénicos. Una preocupación principal es que las presiones internacionales para ganar mercados y ganancias está resultando en compañías que liberan cultivos transgénicos demasiado rápido, sin la apropiada consideración por los impactos a largo plazo en las personas o el ecosistema. h) Razón nº 8 En cuanto al impacto de los cultivos transgénicos, muchos grupos ecologistas han indicado la creación de una regulación apropiada: que medie entre la experimentación y la liberación de cultivos transgénicos. ¿Para qué? Para compensar los riesgos ambientales y demandar una mejor evaluación y comprensión de las consecuencias ecológicas asociadas con la ingeniería genética. Esto es crucial, ya que muchos resultados que surgen del comportamiento ambiental de los cultivos transgénicos liberados sugieren que en el desarrollo de "cultivos resistentes", no hay solamente la necesidad de probar los efectos directos en el insecto objetivo o maleza, sino también los efectos indirectos en la planta (por ejemplo, crecimiento, contenido nutritivo, cambios metabólicos), suelo y organismos que no son objetivo. Desafortunadamente, los fondos para la investigación sobre evaluación del riesgo ambiental son muy limitados. Por ejemplo, el USDA gasta solamente 1% de los fondos asignados a la investigación biotecnológica sobre evaluación de riegos, alrededor de 1-2 millones $ por año. Dado el actual nivel de despliegue de plantas de ingeniería genética, tales recursos no son suficientes para incluso descubrir la "punta del iceberg". Es una tragedia en desarrollo que tantos millones de hectáreas hayan sido plantadas sin adecuados patrones de bioseguridad. Mundialmente, tal área (en acres) se expandió considerablemente en 1998 con el algodón transgénico (que alcanzó 6,3 millones de acres), maíz transgénico (que alcanzó 20,8 millones de acres) y semilla de soja (que alcanzó 36,3 millones de acres), ayudados por convenios de mercado y distribución en los que participan corporaciones y distribuidores en ausencia de regulaciones en muchos países en desarrollo. La contaminación genética, a diferencia de los derrames de aceite, no puede ser controlada interponiendo un muro en su derredor, y por tanto sus efectos no son recuperables y pueden ser permanentes. Como en el caso de los pesticidas prohibidos en los países nórdicos y aplicados en el sur, no hay razón para asumir que las corporaciones biotecnológicas asumirán los costos ambientales y de salud asociadas con el uso masivo de cultivos transgénicos en el sur. i) Razón nº 9 Como el sector privado ha ejercido más y más dominio en promover nuevas biotecnologías, el sector público ha tenido que invertir una cuota creciente de sus escasos recursos en: -incrementar las capacidades biotecnológicas en
instituciones públicas (incluyendo el GCIIA[9]), Tales fondos serían mucho mejor utilizados para extender el apoyo a la investigación basada en la agricultura ecológica, ya que todos los problemas biológicos que la biotecnología se propone pueden ser solucionados utilizando aproximaciones agroecológicas. Los efectos dramáticos de las rotaciones y el intercalamiento en la salud y productividad de la cosecha, al igual que el uso de agentes de control biológicos en la regulación de plagas han sido repetidamente confirmados por la investigación científica. El problema es que la investigación en instituciones públicas refleja cada vez más los intereses de las instituciones financieras privadas a expensas de la investigación de bien público tales como control biológico, sistemas de producción orgánicos y técnicas generales agroecológicas. La sociedad civil debe solicitar más investigación sobre las alternativas a la biotecnología por universidades y otras organizaciones públicas. j) Razón nº 10 Aunque pudiera haber algunas aplicaciones útiles de la biotecnología (las variedades resistentes a la sequía, cultivos resistentes a la competencia de malezas...), y los rasgos deseables fuesen poligénicos y fáciles de construir por la ingeniería, cada innovación tardaría 10 años en estar lista para su uso en el campo. Una vez disponibles, y suponiendo que los agricultores pudiesen afrontarlas, la contribución al fortalecimiento del rendimiento de variedades estaría en el 20-35%, mientras que el resto de los aumentos del rendimiento debería seguir proviniendo del manejo agrícola (65-80%). Mucho del alimento necesario puede ser producido por los pequeños agricultores localizados en el mundo utilizando tecnologías agroecológicas. De hecho, nuevas aproximaciones de desarrollo rural y tecnologías de bajo insumo encabezados por agricultores y ONGs en el mundo están haciendo ya una contribución significativa a la seguridad alimentaria a los niveles familiar, nacional y regional en África, Asia y Latinoamérica. Se han alcanzado aumentos de rendimiento al utilizar aproximaciones tecnológicas, basadas en principios agroecológicos que enfatizan la diversidad, sinergismo, reciclaje e integración; y los procesos sociales que destacan la participación y autorización de la comunidad. Cuando tales características son optimizadas, se logra el incremento del rendimiento y la estabilidad de la producción, al igual que una serie de servicios ecológicos tales como la conservación de la biodiversidad, la rehabilitación y conservación del suelo y agua, o mecanismos mejorados de la regulación natural de las plagas. Estos resultados son un punto de partida para lograr la seguridad alimentaria y la preservación ambiental en el mundo en desarrollo, pero su potencial y futura extensión depende de inversiones, políticas, apoyo institucional y cambios de actitud por parte de los que hacen la política y la comunidad científica, especialmente el GCIIA el cual debe dedicar mucho de sus esfuerzos para ayudar a los 320 millones de agricultores pobres en ambientes marginales. Dejar de estimular a las personas dedicadas a la investigación agrícola y al desarrollo, debido a la desviación de los fondos y la práctica hacia la biotecnología, desperdiciará una oportunidad histórica de elevar la productividad agrícola a formas de mejoramiento social económicamente viables y ambientalmente benignas. .
_______ [1] Departamento Federal de Agricultura. [2] Agencia de Protección Ambiental. [3] Según estudios de Altieri. [4] Según estudios de Lutman. [5] Según estudios de Holst y Duke. [6] Según estudios de Losey. [7] Según estudios de Donnegan y Palm. [8] Según estudios de Robinson. [9] Grupo Consultivo sobre Investigación Internacional Agrícola. |