Objeciones a la Ecología Leonardo
Boff En la actualidad, la ecología es algo más que el estudio de los seres vivos. Ecología representa la relación, la interacción y el diálogo que todos los seres (vivos o no) guardan entre sí y con todo lo que existe. La naturaleza (el conjunto de todos los seres), desde las partículas elementales y las energías primordiales hasta las formas más complejas de vida, es dinámica, constituye un intrincado tejido de conexiones en todas las direcciones. Es más, la ecología no se limita tan solo a la Naturaleza (ecología natural), sino que también abarca la cultura y la sociedad (ecología humana, social...). De allí surgen subdeterminaciones de la ecología, como ecología de las ciudades, de la salud, de la mente, etc. De momento, nos interesa comprender que, la ecología, enfatiza el enlace existente entre todos los seres naturales y culturales, subrayando la red de interdependencias vigentes de todo con todo. No se trata de una estandarización u homogeneización inmutable, tampoco es la suma de muchas partes o detalles; sino que forma una unidad dinámica hecha de riquísima diversidad. De esta forma, la tesis básica de una visión ecológica de la naturaleza nos dice que todo se relaciona con todo y en todos los puntos. La babosa del camino tiene que ver con la galaxia más distante, la flor con la gran explosión ocurrida hace billones de años; la descarga de CO2 de un antiguo colectivo con nuestra Vía Láctea; mi conciencia con las partículas elementales subatómicas. A nivel humano, la ecología exige una actitud básica: la de relacionar todo por todos sus lados; de esta forma se superan los saberes estancos y se evitan los científicos idiotas que sólo saben acerca de su campo específico (el médico sólo de medicina, el economista sólo de economía y el sacerdote sólo de religión). Es importante desarrollar una comprensión interdisciplinar, y una actitud de relacionar todo hacía atrás: ver las cosas desde su genealogía, pues hasta llegar a su forma actual, han conocido una larga historia de billones de años. Con ello evitamos las visiones ingenuas, fijistas y fundamentalistas. Del mismo modo, es necesaria una visión hacia adelante. Por supuesto, todas las cosas tienen un pasado, pero también un futuro y un derecho al futuro. Es importante evitar el inmediatismo y la fijación en nuestra generación, desarrollando una solidaridad para con las generaciones que aún no nacieron (solidaridad generacional), para que también ellas puedan convivir con una naturaleza saludable. Finalmente, la ecología exige una visión de totalidad, que no resulta de sumar las partes, sino de la interdependencia orgánica de todo con todo. Con ella superamos el pensamiento dominante, excesivamente analítico y poco sintético, escasamente articulado con otras formas de experimentar y de conocer la realidad. Esta actitud ecológica básica, se llama holismo o visión holística. Holismo (del griego holos, que significa totalidad, término divulgado por el filósofo sudafricano Smutts a partir de 1926) representa el esfuerzo de sorprender el todo en las partes y las partes en el todo. De esta forma, nos encontramos siempre con una síntesis que ordena, organiza, regula y finaliza las partes en un todo y cada todo con otro todo aún mayor. La ecología holística, como veremos, constituye una práctica y una teoría que relaciona e incluye todos los seres entre sí y con el medio ambiente en una perspectiva de lo infinitamente pequeño de las partículas elementales (quars), de lo infinitamente grande de los espacios cósmicos, de lo infinitamente complejo del sistema de la vida, de lo infinitamente profundo del corazón humano, y de lo infinitamente misterioso del ilimitado océano de energía primordial del cual todo dimana (vacío cuántico, imagen de Dios). Para una visión ecológica, todo lo que existe, co-existe. Todo lo que co-existe, pre-existe. Y todo lo que coexiste y pre-existe, subsiste a través de una infinita trama de relaciones inclusivas. Todo se encuentra en relación; fuera de la relación nada existe. Al reafirmar la interdependencia de todos los seres, la ecología funcionaliza toda jerarquía y niega el derecho de los más fuertes. Todos los seres cuentan y poseen su relativa autonomía; nada es superfluo o marginal. Cada ser compone un eslabón de la inmensa corriente cósmica que, en la perspectiva de la fe, sale de Dios y a Dios retorna. En otras palabras, podríamos definir la ecología como la ciencia y el arte de las relaciones y de los seres relacionados. La casa-hábitat-oikos, está hecha, en realidad, de seres vivos, materia, energía, cuerpos y fuerzas en permanente relación. En esta perspectiva podemos adelantar que la ecología posee un contenido eminentemente teológico. En consonancia con el modo cristiano de nombrar a Dios, profesamos que él es Trinidad, la eterna relación de los divinos Tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De este juego divino de relaciones, se deriva el universo entero, hecho a imagen y semejanza de la Trinidad. El cosmos se presenta interrelacionado como es, porque resulta de la interrelación trinitaria. Para Haeckel, hace un siglo, la ecología constituía una rama de la biología. Por tanto, representaba apenas un interés científico regional. Para nosotros hoy, representa un interés global, una cuestión de vida o muerte de la humanidad y de todo el sistema planetario. Esta es la cuestión de las cuestiones, que relativiza todas las otras cuestiones y funda la nueva radicalidad y la real centralidad de las preocupaciones humanas. Todos los seres de la tierra se encuentran amenazados, comenzando por los pobres y marginados, y esta vez no habrá un arca de Noé que salve a unos y deje perder a otros. O nos salvamos todos, o todos corremos el riesgo de perdernos. A causa de esta importancia, todas la prácticas humanas y todos los saberes deben ser redimensíonados a partir de la ecología, y deben dar su contribución específica en salvaguardia de lo creado. Para cumplir esta diligencia no basta colocar la partícula eco delante de cada ciencia: eco-economía, eco-sociología, eco-política, eco-medicina, eco-psicología, eco-teología... y seguir funcionando como antes. No obstante, es importante hacer una severa autocrítica: en qué medida tal y tal saber constituyen un factor de desequilibrio ecológico, y tal y tal política implican degradación del medio ambiente; o tal modelo de desarrollo constituye un instrumento de pillaje de la naturaleza. Yendo más al fondo, en qué medida los propios saberes deben ser elaborados desde una perspectiva ecológica, de forma tal que representen un poderoso factor de protección, respeto y promoción de la naturaleza. Esta es la reconversión que hoy se nos impone a todos. a) Principales objeciones a la Ecología A partir de estas consideraciones iniciales, ya podemos responder a algunas objeciones que comúnmente se hacen a la preocupación ecológica. Primera objeción
Es verdad. Los países industrializados, casi todos situados en el hemisferio norte, son responsables del 80% de la polución de la tierra (el 23% corresponde a los EE.UU). Pero hoy, el problema ya no es regional sino global. La conciencia ecológica nació entre los ricos, que percibieron los males del tipo de sociedad y desarrollo que ellos mismos proyectaron. Pero no por eso la cuestión deja de ser verdadera. Las soluciones que han propuesto (conservacionismo, ambientalismo) son, ciertamente, miopes y no cuestionan el modelo de sociedad ni el paradigma de desarrollo y consumo (ecología social, ecología profunda, ecología holística), príncípales causantes de la crisis ecológica mundial, especialmente de las enfermedades y de la muerte prematura de los pobres. Como señalaba Josué de Castro, "la pobreza es nuestro mayor problema ambiental". Debemos asumir, por tanto, la cuestión planteada en la conciencia de los ricos, dando otra versión y otra solución en bien de todos los humanos y de la naturaleza, a partir de los más amenazados, entre los humanos y entre los seres de la creación. La equivocación de los ricos es tradicional: pensaron en sí mismos, dejando de lado la perspectiva holística que engloba a todo y a todos. Ellos apenas son ambientalistas, pues cuanto menos gente hubiere en el ambiente, tanto mejor, pues los humanos poluyen y destruyen. O bien son conservacionistas, pues quieren reservas para conservar las especies vegetales y animales que están amenazadas. Dentro de las reservas vale el comportamiento ecológico, fuera de ellas continúan el salvajismo y la rapiña del hombre moderno. Como vemos, se trata de una visión colectivamente egoísta e interesada que no merece el nombre de ecológica, porque no es inclusiva, especialmente, del ser más complejo y también más responsable de la creación: el ser humano. Segunda objeción
En efecto, la cuestión ecológica es demasiado global como para entregarla, tan solo, a grupos especializados. Ellos tienen méritos innegables; pero no basta desarrollar una veneración por la naturaleza, si no es articulada con la agresión a los seres importantes de la misma, que son los humanos marginados y empobrecidos. La situación de injusticia social, acarrea una situación de injusticia ecológica, y viceversa. También aquí se pierde la visión originaria de una ecología que no tiene que ver solo con animales, plantas y pureza de la atmósfera; sino que incluye las relaciones solidarias y globales del ser humano y de la naturaleza. La verdadera concepción ecológica siempre es holística, y supone una alianza de solidaridad para con la naturaleza. Tercera objeción
Los verdes tuvieron el mérito de llevar al campo político el tema de la degradación ambiental, de las causas de la mala calidad de vida del mundo industrial y urbano. Se constituyeron en partido para reforzar esa causa, ausente en otros partidos; que interesa a todos e introduce una crítica ecológica a la economía, la política y el tipo de sociedad que se fundamenta en la utilización irrestricta de los recursos naturales. En la medida en que la conciencia ecológica crezca y sea asimilada culturalmente, el partido verde podrá desaparecer. Mientras tanto, sería erróneo pensar que la ecología invalida otros antagonismos sociales. Sería desastroso que, en nombre de la ecología, se negara la lucha obrera o la validez de la huelga. La preocupación ecológica hace que la lucha obrera no sea solamente por salarios (intereses corporativos), sino también por otro tipo de sociedad y por un nuevo modelo de desarrollo que junto al bienestar social incluya el bienestar de la naturaleza (bienestar colectivo) La cuestión ecológica nos remite a un nuevo escalón de la conciencia mundial: la importancia de la tierra como un todo, el destino común de la naturaleza y del ser humano, la interdependencia que reina entre todos, el riesgo apocalíptico que pesa sobre la creación. Los seres humanos pueden ser homicidas y genocidas, la historia lo ha demostrado. También pueden ser biocidas, ecocidas y geocidas. Nuestra casa común tiene una rajadura de arriba a abajo. Se puede derrumbar. ¿Qué remedio le aplico? ¿Tapo las grietas con cal y disfrazo las marcas con pintura? ¿Y si la causa fueran los cimientos rotos? ¿No habrá que empezar el trabajo por allí, para salvar la casa y todo lo que hay dentro?. En esta dirección queremos reflexionar. c) El ser humano, ¿satán de la tierra? De los muchos informes sobre los desafíos ambientales a escala planetaria, se destaca el del Worldwatch Institute de EE.UU. A partir de 1984 publica anualmente un minucioso trabajo, el "Estado del mundo: informe del Woridwatch Institute sobre el progreso para una sociedad aceptable". Las estimaciones son espantosas. Entre 1500 y 1850, fue eliminada 1 especie cada 10 años. Entre 1850 y 1950, 1 especie cada 1 año. En 1990 desaparecieron 10 especies/día. Alrededor del año 2000, desaparecerá 1 especie/hora. El proceso de muerte se acelera cada vez más. Entre 1975 y el 2000 desapareció el 20% de todas las especies de vida, y hacia 2050 se espera que desaparezca el 50% de las especies vivas. A partir de 1950 se perdió 1/5 de la superficie cultivable y de los bosques tropicales. Cada año se pierden 25 millones de toneladas de humus, a causa de la erosión, salinización y desertificación, lo que equivale a un área correspondiente a los países del Caribe. Los bosques del mundo se están acabando a un ritmo de 20.000.000 ha/año. Según estimaciones del IBGE (1988), ya se ha desmontado el 5% de la selva amazónica. Otros hablan de un 12%. Nada más desalentador que hablar de porcentajes, pues 1% de la Amazonia representa 40.000 km2 (o sea, 4.000.000 ha). Hasta 1970 se habían desmontado 5.000.000 ha. De 1970 a 1988, es decir en 18 años, la cifra fue de 20.000.000 ha. El área alcanzada corresponde a toda la plantación de soja, maíz y trigo del Brasil. América Latina representa el 12% de la superficie de la tierra. En ella se encuentran los 2/3 de todas las especies vegetales del planeta, y entre 5 y 10 millones de especies de insectos. Por causa del desmonte, hasta el año 2050 desaparecerán unas 40.000 especies. Y la mayoría de los brasileños se encuentra hoy en condiciones peores que antes de comenzar el desmonte, con la desventaja de haber perdido los bosques. Los principales problemas globales relativos al medio ambiente son la lluvia ácida, el calentamiento de la atmósfera, la destrucción de la capa de ozono, la desertificación y la superpoblación. La lluvia ácida resulta del desenfrenado proceso de industrialización. La emisión de SO2 en combinación con NO2 y con el agua de lluvia, se transforma en partículas ácidas, que se depositan sobre la vegetación, en ríos y lagos, contaminando los alimentos y provocando enfermedades respiratorias en los seres vivos. Casi 800 millones de personas están expuestas diariamente a niveles insalubres de SO2. En Noruega, 13.000 km2 de aguas quedaron sin peces. En Suecia, 14.000 lagos perdieron su vida acuática. El 35% de los bosques europeos está seriamente afectado por la lluvia ácida. El efecto estufa resulta de la quema de combustibles fósiles (petróleo y carbón) que despiden dióxido de carbono y otros gases. Estos, asociados al desmonte (por la fotosíntesis de los vegetales se absorbe el dióxido de carbono), producen una especie de estufa que origina el calentamiento de la atmósfera. En lo que llevamos de s. XXI, la temperatura ha aumentado 1,6ºC. Durante los próximos 100 años se espera un aumento de 1,5 a 5,5ºC; esto provocaría desastres descomunales debido a las sequías y el deshielo de la capa polar. Basta que el océano crezca 1 metro para inundar el 10% de Bangladesh, destruyendo 8 millones de habitantes. Muchos animales y plantas no tendrían cómo adaptarse y morirían. La capa de ozono, estrato atmosférico ubicado de 30 a 50 km de la superficie de la tierra, protege la vida de las radiaciones uitravioletas que provocan cáncer de piel y debilitan el sistema inmunológico. La emisión de compuestos químico-industriales, (ciorofiuocarbonos, o CFC), solventes de limpieza a seco, aerosoles y otros insecticidas, provocan el agujero de ozono. Se calcula que por cada 1% de disminución de ozono, sólo en los EE.UU, se producen 10.000 nuevos casos de cáncer de piel. Los mayores contaminadores del planeta, en orden del 80%, son los países ricos e industrializados. Sólo en 1985, EE.UU y la URSS lanzaron a la atmósfera 10.000.000 toneladas de CO2 cada uno, y hoy en día China lo hace al ritmo de 12.700.000 millones toneladas/año. Aquí se produce una paradoja y una hipocresía, pues los países del hemisferio norte, principales responsables de la crisis ecológica mundial que nos afecta a todos, se niegan a asumir el principal compromiso por corregir el curso de este proceso de desarrollo, mientras imponen al hemisferio sur, normas sobre cómo tratar la naturaleza. Esto se vio claramente en la I Conferencia Internacional sobre Ecología y Desarrollo, realizada con el auspicio de la ONU en junio de 1992 en Río de Janeiro. Pero quien más lastimó la tierra, debe preocuparse más por curarle las heridas. La población mundial crece en una forma que asusta. En 1950 éramos 2.000 millones, en 1980 alcanzamos los 4.000 millones, y en el año 2010 llegamos a los 8.000.000. Es decir, que la humanidad necesitó 10.000 generaciones para aumentar 2.000 millones, y sólo 2 generaciones para aumentar 6.000 millones. De seguir este ritmo, en el año 2050 seremos 16.000.000 millones de personas. El ecosistema tierra ¿será capaz de absorber a tantos? En este debate se confrontan dos visiones: ¿Cuál es la mayor amenaza, la superpoblación o el patrón de consumo y desperdicio de los ricos? Demógrafos y economistas demuestran que el crecimiento poblacional de un país pobre puede tener menos impacto sobre los recursos naturales que la elevación de los actuales patrones de consumo de los ricos. Jyoti Parikh, de la India, argumenta que, si su país doblase la población hasta el año 2020, manteniendo bajos los patrones de consumo y la renta per cápita, doblaría sus emisiones de carbono. Y ha demostrado que, si mantuviese la misma población y apenas doblase su pequeña renta per cápita y su consumo, en el mismo tiempo, la emisión de carbono aumentaría 2,2 veces. Lo que sucede aquí es que la población de los países ricos consume en autos, electrodomésticos, o productos químicos, un promedio de 20 veces más que la población de los países pobres. De esta forma, al tratar el tema poblacional, tenemos, tres temas conexos: el acelerado crecimiento poblacional en algunos países, el superconsumo y desperdicio de los países ricos junto a la concentración de la renta y los recursos en unas pocas manos, y el costo de la miseria de las mayorías, sin una distribución internacional equitativa y solidaria. Por estos datos, descubrimos las dimensiones de la crisis global de nuestro sistema planetario. La Gaia (nombre que los griegos daban a la tierra, entendida como un inmenso ser vivo) está enferma y herida. El ser humano, especialmente a partir de la revolución industrial, se reveló como un ángel exterminador, un verdadero satán de la tierra. Pero puede convertirse en un ángel de la guarda, puede ayudar a salvarla, pues es su patria, la madre terrenal. Los viajes de los astronautas por el espacio transmitieron la imagen de la tierra, vista desde afuera, como nave que forma una totalidad orgánica azulada, cargando un destino común. Pero ocurre que en esta nave-tierra, l/5 de la población viaja en 1ª clase y un 4/5 en clase económica. Dicha 1ª clase disfruta de los principales beneficios: solos, consumen el 80% de las reservas disponibles para el viaje. El restante 80% de los pasajeros viaja en el compartimiento de carga, pasando frío, hambre y toda clase de necesidades. Muchos se preguntan por qué deben viajar en la bodega de la nave; otros, movidos por las carencias, planifican rebeliones. El argumento no es difícil: -o nos salvamos todos dentro de un sistema de
convivencia solidario y participativo en la nave-tierra, imponiendo
transformaciones fundamentales, Existe un peligro global. Se impone una salvación global. Para hacerla posible, son necesarias una revolución global y una liberación integral. La ecología quiere ser la respuesta a esta cuestión global de vida o muerte. ¿Cómo practicar una ecología que preserve la creación natural y cultural en la justicia, la solidaridad y la paz? .
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