Nuevos Espacios Urbanos

Margarita Montañez
Mercabá, 17 noviembre 2025

        En una ciudad, el sistema de espacios abiertos públicos, constituido por calles, plazas, parques, playa... es el lugar natural de encuentros ciudadanos de todo carácter, espontáneos u organizados. Es un espacio donde no hay distinciones de raza, posición social o ideologías políticas. Es un espacio donde el aire fresco y el sol dotan a la ciudad de un ambiente más sano y natural.

        Una puerta, un portón, una barrera, señalando límites, varían nuestra percepción con respecto al rol de ese espacio irrestricto, por más que haya un cartel que diga "entrada libre" o por más pública que sea su tierra, o por más bien común que sepamos que sea.

        Los espacios abiertos, por tanto, deberían ser la esencia de la ciudad, la verdadera y real, pues sin ellos la cualidad natural del hombre no existiría.

        Es común en urbanistas, agrimensores, políticos, comerciantes y otros gremios, valorar la ciudad en atención a los espacios construidos, y por eso el espacio libre tiende a ser considerado tan sólo como un recurso potencial a ser llenado por nuevas construcciones.

        Todo el peso de nuestra cultura occidental, capitalista o no, tiende a otorgar mayor valor a lo que tiene poder de cambio (o precio de mercado) a lo que no lo tiene, ya sea desde un perro de raza hasta un edificio. En cambio, al árbol, al pájaro o al aire no se le suele dar valor. ¿Alguna vez han oído ustedes que se vende un jardín de flores y mariposas?

        Sin los espacios abiertos públicos, y sin la reforestación y ajardinamiento de las ciudades, no se está contribuyendo al equilibrio del ecosistema natural, cuyos aspectos ambientales y lúdicos son tan importantes para el desarrollo humano. Sin "espacios verdes", las ciudades estarían perdiendo el soporte físico que todo hábitat humano necesitaría.

a) Lugares urbanos clásicos

a.1) En la Antigüedad

        Desde el ágora griega al foro romano, los espacios públicos urbanos fueron siempre un lugar de privilegio, donde los pueblos escribían día a día iban su historia. En efecto, la diversidad de estos espacios señalaba tanto la diversidad de los lugares geográficos como de sus tiempos históricos.

        El ágora era el lugar donde se concentraban las colectividades urbanas en las antiguas urbes griegas. Desde el s. VI a.C fue un centro de reunión y de negocios. Lo rodeaban edificios de carácter público, muchas veces con pórticos.

        Grecia significa una experiencia admirable e innovadora en materia urbanística. El ágora fue considerado el centro de la composición, y la polis era la noción misma de ciudad. Como ejemplo podríamos tomar el ágora de la ciudad de Priene, entre los s. IV y II a.C con una población de unos 4.000 habitantes.

        En la Grecia antigua, el ágora era sólo el lugar de reunión de los ciudadanos, aunque a partir del s. VII a.C los pequeños comerciantes invadieron el área.

        El foro romano se diferencia del ágora griego en que era un espacio sin orden, entremezclando edificios para el culto, la justicia y los negocios. No obstante, ambos tenían en común algo muy importante: que el espacio abierto dominaba la escena. Un buen ejemplo a citar sería el foro de Pompeya, construido en el s. I a.C.

        Según Sitte, "el foro es para la ciudad lo que el atrio es para el hogar de una familia: la pieza principal ordenada con cuidado y lujosamente amueblada".

        La especialización del foro romano, por funcionalidades, hizo que éstos se multiplicaran y se diferenciaran, el foro civil del foro mercantil, el espacio cultural del espacio deportivo, y así sucesivamente.

a.2) En el Medioevo

        El espacio de reunión ciudadana en las urbes de la Edad Media comienza por un estrechamiento del espacio de circulación peatonal.

        No obstante, fue costumbre destinar un espacio específico a las actividades mercantiles y otro a las funciones religiosas. En torno a estos dos espacios surgió la masa urbanística de las viviendas, esta última destinada exclusivamente al uso residencial y a lo mucho peatonal.

        Una de las más famosas plazas de este período es la de Siena. Diseñada como un hemiciclo irregular, se accedía a ella a través de espacios de circulación (calles) de mínima importancia, y todas las líneas convergían al edificio de la municipalidad. El acceso a la plaza, por medio del descubrimiento de vistas parciales, marcó el típico recurso medieval, el suspenso.

        El centro de la ciudad medieval, sobre todo en las ciudades creadas a partir del s. XI, fue la iglesia, y en menor número de casos el castillo. En algún que otro caso, un edificio gubernamental centralizaba la ciudad y las miradas, pero los espacios públicos de reunión eran escasos o más bien inexistentes.

        De existir en alguna ciudad, la plaza medieval no era un espacio planificado, sino surgido de las deficiencias de planificación, a forma de relleno, o de no saber qué hacer con dicho espacio, pues sobre ellas no había apenas circulación.

a.3) En el Renacimiento

        El sentido colectivo y cerrado del Medioevo fue reemplazado por el individualismo y apertura del Renacimiento.

        Durante este período histórico se plantearon varios proyectos de "ciudad ideal", con una plaza como núcleo central, una red secundaria de espacios públicos y una red terciaria de residencia vecinal. Es decir, con fuerte jerarquización. Surge así la plaza renacentista, nudo circulatorio principal que sustituye a la iglesia medieval, y a forma de revivir el ágora griego.

        Los papas de Roma, desde Nicolás V, habían hecho grandes esfuerzos para embellecer la ciudad, pero no pasaron de hechos puntuales. El 1º gran conjunto urbano de Roma fue la Plaza del Campidoglio, el ejemplo más logrado del período. El trabajo fue encargado a Miguel Angel en 1536, y éste le confirió al lugar un carácter arquitectural, a forma de monumental balcón sobre la Roma medieval.

        La plaza renacentista fue el centro de la ciudad, pero no de los ciudadanos, por estar éstos restringidos a un 3º cinturón urbano, y acudir al 2º cinturón administrativo como mucho. Se quedó, por tanto, en mera estructura y equipamiento, ajena al poder y a la sociedad.

a.4) En la modernidad

        En el s. XVII, como bien explica Lavedan en su Historie de l´Urbanisme, el urbanismo barroco fue preconcebido, ejecutado y controlado por las monarquías absolutistas de turno, que iban dando a cada espacio público su propio rol (sobre todo, a las plazas y jardines). ¿Cuál era ese rol? Servir de marco, cada espacio público urbano, a la estatua del rey.

        Francia dio los primeros modelos de este tipo. La monarquía buscaba embellecer la ciudad y glorificar al rey. En París, la Plaza des Vosges (con la estatua de Luis XIII en su centro), y la Plaza Vendome (construida para la gloria de Luis XV) dan buena fe de ello.

        La Plaza des Vosges se ajardinó a fines del s. XVIII, y dicho espacio ajardinado sirvió de núcleo unificador de las viviendas que lo bordeaba, y de todo el populoso barrio. La Plaza Vendome quedó abierta al tránsito vehicular, y como mucho fue transformada al turismo que venía a la ciudad.

        La organización urbana barroca fue consecuencia de la organización social de la época. Todo estaba dirigido a las altas clases sociales (sobre todo, al rey), quedando la población humilde fuera de los planes urbanísticos.

        Según cita Giedion, el ingeniero militar de Luis XIV perdió el favor real porque planteó que "la hez del pueblo" merecía la atención del Rey Sol, ya que "esta masa (el pueblo) es muy importante, en consideración a su número y a los servicios que presta al estado".

        El estado sólo se preocupaba de embellecer, con avenidas, jardines y plazas, ciertas zonas, abandonando a la suciedad y al caos al resto. En 1867 se prohibió la entrada de animales y gente mal vestida a dichas zonas nobles de la ciudad.

a.5) En la Inglaterra industrial

        Fue en el Londres del s. XVIII donde, ante la densificación poblacional, surgió una nueva propuesta urbanística. Además, la ciudad ofrecía todas las posibilidades, dado el devorador incendio que en 1666 dejó devastada la ciudad.

        Los nuevos loteos de tierras privadas, muchas veces grandes ex-residencias de la nobleza, se proyectaron alrededor de espacios abiertos, que tras un largo proceso se transformaron en plazas ajardinadas o squares, bordeados de viviendas de fachada parecida y dedicados íntegramente a la clase media.

        La 1ª plaza de este tipo fue el Covent Garden, hoy francamente irreconocible el modelo porque a los pocos años, se construyó en el centro del espacio libre un mercado. Le siguieron Soho, Saint James, Grosvenor, Bloomsbury y muchas otros lugares, todos ellos espacios públicos y abiertos para el encuentro cotidiano de los vecinos.

        La distribución de estos nuevos emprendimientos urbanos, alrededor de un espacio público común, fueron coherentes y planificados en sí mismos, pero sin tratar de compaginarse unos con otros.

        Así nació el square, que un diccionario de arquitectura de 1887 describe como "un terreno en el cual existe un jardín cerrado, circundado por una vía pública que da acceso a las casas que dan frente a cada uno de sus lados". Surge así el ajardinamiento de las placitas londinenses (siendo el de Saint James el 1º), introduciendo en los londinenses medios un pedazo de naturaleza en su entorno.

        Respondiendo a propuestas de grupos de ciudadanos organizados, preocupados más por su propio destino que por los obreros hacinados en terribles condiciones de vivienda y trabajo, comienzan los gobiernos municipales a facilitar áreas de esparcimiento para la clase trabajadora, y nace así otro concepto natural clave: el parque público urbano.

        A este respecto, de las placitas ajardinadas y los parques obreros, dice Giedion que "el desorden social se reflejaba claramente en la urbanística, y en la disociación entre los métodos del pensar y del sentir, durante el mismo período y en el mismo espacio".

a.6) En la Francia industrial

        Luis Napoleón, que vivió varios años en Londres como refugiado político, quedó muy impresionado por los parques y plazas inglesas, aislados del tráfico y en plena manzana residencial. Así, cuando llegó al poder intentó transformar París, según el modelo inglés.

        Luis Napoleón, ya Napoleón III, y su prefecto Haussmann, fueron responsables de una serie de transformaciones urbanas, entre 1853 y 1869, que abrieron espacios públicos para las clases medias, en sus propios lugares de residencia.

        En su The Parks, Promenades and Gardens of París (Londres 1809), Robinson dice que "lo primero que sorprende al visitante en estos nuevos lugares es su frescor, el esmero con que se la cuida y el gran número de personas que ahí se pueden ver leyendo, trabajando o jugando". Reconoce Robinson el rol social de estos nuevos espacios parisinos, alabando que "dichos parques están abiertos al albedrío público, y decorados con gran variedad y riqueza de vegetación y arbolado".

a.7) En la actualidad

        Son muchos los planes y las realizaciones urbanísticas que se hicieron en el s. XX, unos valorando más su referencia simbólica-monumental y otras lo cotidiano-social.

        Desde la "ciudad jardín" de Howard para Inglaterra (ca. 1898), hasta la "ciudad funcional" de Niemeyer para Brasilia (ca. 1960), la utopía ecológica comienza a ver la luz, desde el gran espacio libre colectivo y central (en el 1º caso) hasta los monumentales espacios públicos abiertos, rodeando los edificios gubernamentales (en el 2º caso).

        La tierra pública urbana se va transformando, así, en un recurso no renovable, de mucho valor y muy codiciado.

        Entrados ya en el s. XXI, nos encontramos con grandes ciudades que no han establecido para los ciudadanos una relación directa con áreas de recreación (o "áreas verdes"), y con otra serie de ciudades que a lo sumo han intentado forjar estructuras para una buena calidad de vida.

        Las organizaciones sociales van madurando la conciencia social con respecto a los derechos ecológicos de la gente, y no sólo en los campos o montañas adyacentes a las ciudades sino en el mismo centro de la ciudad, a través de espacios públicos adecuados, suficientes y bien distribuidos.

b) Lugares urbanos del mundo hispano

        La colonización anglosajona buscó la conquista de territorios apoyándose en pequeñas y espontáneas villas de carácter rural, agrupando sus construcciones a lo largo de una "calle mayor" o Main Street.

        La colonización francesa llevó a cabo modelos urbanos basados en la actitud anti-ciudad (como se ve en Chicago), así como modelos campestres basados en la defensa de una naturaleza idealizada (como se ve en el Quebec).

        La colonización española impuso la concentración de población en medios urbanos, como medida centralizadora de la corona y autoabastecimiento poblacional. Legítimamente, se puede decir con Rojas Mix que "la historia de la ciudad es la historia de Hispanoamérica".

        En las ciudades precolombinas, el urbanismo español convirtió sus grandes centros ceremoniales en grandes plazas de la catedral, y éstas empezaron a ser intensamente frecuentadas.

        En 1573 Felipe II reglamentó, a través de las Leyes de Indias, la colonización americana. De dichas leyes, las que se refieren a la fundación de ciudades señalan un 1º punto nodal urbano (la catedral), rodeado por los edificios políticos más importantes, como centro de la ciudad. Como señala Hardoy y Gutiérrez, la noción de "amplio espacio abierto" surgió en el mismo momento del proceso fundacional americano.

        Como 2º elemento urbano importante, España implantó en América sus plazas de mercado (o Plaza Mayor), y en su interior insertó todo tipo de actividades, desde las procesiones religiosas hasta desfiles militares. Dichas plazas mayores aglutinaron toda la estructura económica, social y cultural del país, y constituyeron el epicentro del acontecer histórico.

c) Demanda de espacios abiertos

        Antes de tomar posición sobre si los espacios abiertos tendrían un rol destacado en las sociedades urbanas del s. XXI, se logró obtener opiniones de un espectro amplio de ciudadanos, a través de una encuesta escrita. Desde paisajistas e ingenieros agrónomos, hasta dirigentes y militantes de organizaciones sociales, fue necesario acotar la amplia temática en juego a sólo 3 puntos básicos: lo urbano, lo emotivo y lo social

        Así como no es necesario ser navegante ni pescador, ni nadador para disfrutar del mar, llegamos a la conclusión que tampoco es necesario ser muy asiduo usuario de los espacios abiertos de la ciudad de cada uno para valorarlas e identificarse con ellas.

        Los espacios abiertos son espacios de la cotidianeidad, se pasa por ellas para ir a la panadería o para tomar el ómnibus, no podemos evitarlas. Su ubicación, en la trama urbana, trasluce una concepción de la ciudad. Estudiándolas, pero hagámoslo como si el espacio abierto fuese la auténtica identidad de la ciudad (según Cayssials).

        Por supuesto, no puede conocerse una ciudad y sus habitantes simplemente a través de sus espacios abiertos. Una sociedad es una construcción social, por lo tanto histórica, que a menudo se reconstruye sobre sus propias ruinas.

        En ese sentido, si bien los espacios abiertos son ámbitos reunitivos del ser social, son insuficientes para conocer la ciudad. Es imprescindible conocer también la forma de sus calles y la manera como las viviendas se vuelcan a ellos, pues la forma de ocupación del espacio es reveladora de las cosmovisiones de las sociedades.

        Para conocer una ciudad es imprescindible también "ubicarla en el sistema económico dominante, así como la comprensión tanto de la sociedad que la fundó, como de las que en el devenir histórico las fueron construyendo" (según Gómez).

        Como dice Stern, "si a través de un espacio abierto podemos conocer a una ciudad y su gente, esto implica que los hechos que suceden ahí tienen la suficiente trascendencia para acceder a ese conocimiento. La importancia está dada por la vigencia permanente de estos espacios aún cuando varía la causa por la cual se mantienen vigentes".

        Con respecto a lo emotivo, es evidente que suceden cosas importantes en los espacios abiertos, tanto en lo individual como en lo colectivo. Como dice Quintela, "el juego de niños, el primer beso de adolescentes, la cita de la primera ruptura, el mitin que agita nuestras ideas políticas, el solitario contempla lo que se va del que se está yendo".

        En las grandes ciudades se va al espacio público a ver lo que en él ocurre, y no sólo concurriendo realmente, sino también a través de los medios masivos de comunicación (según Speranza).

        Es aquí donde pueden manifestarse posiciones apocalípticas como los que opinan que "para una sociedad polarizada como la nuestra, el espacio abierto y público es la zona de conflictos por excelencia, los diferentes fragmentos de esta sociedad no tienen interés de interactuarse y cada uno busca su propio espacio, su propio dominio, exclusivo y no inclusivo" (según Pantaleón).

        Pero en contrapartida dicen otros que "sería bueno diseñar una estrategia para revivir las funciones culturales, sociales y políticas de las plazas. Rediseñar las viejas y crear otras nuevas ad hoc, para que ciertos rasgos de la antigua sociabilidad se restauren y sean compatibles con las tendencias centrífugas de nuestro tiempo" (según Contin).

        Como ámbito urbano, el espacio abierto es un patrimonio común de fuerte resonancia social, es "un espejo urbano interpersonal" (según Pellegrino), y ¿por qué no ser un importante espacio resonador de los cambios culturales?

d) Demanda de espacios ecológicos

        Los "espacios verdes" son un derecho de los ciudadanos, y no un favor que le otorgan los gobernantes al pueblo. En efecto, es uno de los derechos del hombre disfrutar de su tiempo libre en espacios adecuados. Por ello, los espacios ecológicos han de formar parte del imaginario colectivo de toda sociedad urbana, vivencia, emociones y sensaciones).

        Por los espacios verdes, ámbito de encuentros, pasan itinerarios que recorren el barrio o la ciudad y para comprenderla, a ella, a la plaza, hay que recorrerlos, porque no se la puede entender sino se ve la vida circulando.

        Los arquitectos del s. XX, adheridos al movimiento moderno no se preocuparon de los espacios ecológicos hasta la década de 1970. Quizás una de las razones es que los nuevos barrios, con bloques aislados en el terreno, no se correspondían para crear el modelo urbano tradicional que se imagina como de fachadas continuas. Y es difícil crear un modelo alternativo que mantuviera el mismo poder de convocatoria.

        La ciudad y sus espacios abiertos no es patrimonio de ninguna profesión, ni grupo social, ni político, entre todos deben encararse sus soluciones. Los estudios sobre ella, y en este caso en especial sobre los espacios ecológicos, necesariamente serán interdisciplinarios.

        Entrado ya en el s. XXI, la demanda social de espacios ecológicos, en el interior de las ciudades, está todavía insatisfecha. Se reclaman lugares para el paseo, para el juego, para el descanso, pero en ciudades en crisis se valora, o sobrevalora, la seguridad frente a todo otro destaque.

        Los medios de comunicación, las organizaciones barriales, y hasta los vecinos, elevan voces exigiendo vigilancia y control en los espacios abiertos, y con razón. No obstante, muchas veces la respuesta es inadecuada, (por ejemplo, la cantidad de rejas que se visualizan cada vez más en el paisaje abierto) porque atiende al problema formal y no al social, que es el origen del mal.

        Las minorías hacen oír sus voces, quieren espacios verdes, y los quieren para todos por igual. Sí, la mayoría no está diseñada para una feliz convivencia etaria y sus diferentes actividades. Niños, adolescentes y adultos mayores se apropian por turnos del espacio, y se excluyen a los otros.

        El jardín lleno de jubilados al sol, por ejemplo, es abandonado por estos cuando dominan los niños jugando a la pelota y, en la noche los adolescentes incursionan en ella para otros usos.

        ¡Cuantas de nuestros jardines carcen del rebaje de veredas para sillas de lisiado, que la ordenanza municipal exige! Sin hablar de tantos pavimentos inadecuados, como gravilla o adoquines, para personas con discapacidades motrices.

        Los marginados del sistema económico suelen apropiarse de los jardines, reclamando su derecho a vivir. Así, sus demandas de vivienda se superponen con las demandas de espacios abiertos y verdes de otros.

        El comercio callejero, en teoría ilegal, también pelea por un pedazo de espacio en estos lugares abiertos, ajardinados y destinados a la toma de aire fresco y convivencia humana natural, desnaturalizándolos y llenándolo de comercio abusivo e ilegal.

        El poderío del peatón, el rescate de su protagonismo frente a la máquina, parece ser un reclamo que une a todos los ciudadanos, salvo cuando son gobernantes y no logran ubicar el llamado "parque automotor" y entonces ocupan plazas enteras o les restan superficie para ese único fin.

        No hay una demanda social, sino que son varias las demandas, y diversificadas. Antes que nada debemos admitir que hay varios lenguajes para expresar esas demandas, y que nadie es capaz de escuchar, de leer, ni de entenderlos todos.

        De ahí que parezca oportuno, en este punto especialmente, destacar que este tema es una sinfonía de actores e ideas, donde es prioritario el respeto por una diversidad cultural, étnica, social o religiosa. No obstante, donde está involucrado el respecto al otro y la exigencia de que mi yo sea respetado también.

e) Hacia una nuevo urbanismo, abierto y ecológico

        Nuevos paisajes, nuevos escenarios que acompañarán una nueva sociedad. Nuevos ámbitos urbanos ya sea de reciente creación, o por recuperación de espacios verdes ya consolidados.

        ¿Y por qué nuevos? Porque si la sociedad esta siempre en proceso de cambios, los ámbitos urbanos que acogen sus actividades públicas tienen necesariamente que acompañar ese devenir histórico, a riesgo de tornarse obsoletos y ser abandonados.

        Pero hablamos de proceso en las estructuras urbanas, como en la sociedades, y no de impactos que surgen sin demanda.

        El tema que presentamos en este artículo es la plaza como ámbito urbano singular. Para que el espacio abierto, público y verde siga siendo el centro de la comunidad, y no pierda valores ni a nivel social, ni a nivel físico-urbano, es que debemos reflexionar sobre una imagen social a futuro.

        El espacio ecológico está en un lugar, y culturalmente, es algo a respetar por su multidiversidad. Por supuesto, sin ahogar las individualidades. Para que eso suceda, no es la presentación de un nuevo paradigma lo que se necesita, sino que es el rescate de aquel que nació con el ágora en la Grecia antigua.

        Vayamos al rescate del espacio verde (jardines, bosques, veredas, árboles callejeros, cornisas floreadas, carriles peatonales, reservas naturales, lagos, fuentes, paseos de arena...), porque éste existe y tiene fuerte presencia en el contexto urbano, y está lleno de los contenidos que la sociedad le ha adjudicado a través del tiempo.

        Todo esto a pesar en la competencia acentuada de este III milenio, que hacen de los "espacios de exclusión" (léase shopping centers) lugares llenos de seguridad y confort. ¿Por qué? Porque son los que vacían los espacios abiertos, públicos, verdes y humanos de actividades, y hasta de personas.

        Por lo tanto, creemos que el modelo debe cambiar, y mejorar su salud. La propuesta paradigmática debe ser posible hoy, y no sólo mañana. Es una propuesta que puede perfectamente arraigar en la realidad actual.

        Todo esto implica un componente utópico, el anhelo de una ciudad ideal donde se desarrolla un perfecto equilibrio entre ecosistema natural, ecosistema humano y ecosistema social. Este modelo nos traería ciudades más sanas, más humanas y más solidarias. Hasta lúdicamente, estos tres ecosistemas podrían convivir sin miedos ni inhibiciones, y cada uno los podría disfrutar.

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  Act: 17/11/25       @portal de ecología            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A