Reto V de la Tierra: la pobreza Joaquín
Menacho En los encuentros internacionales celebrados en los últimos años, se han intentado desarrollar actuaciones comunes para hacer frente a los problemas medioambientales. Entre los puntos que se ponían sobre la mesa de discusión, vale la pena mencionar uno, por la conexión que tienen con las relaciones Norte-Sur. Se trata de la correlación entre ecología y pobreza. Estas correlaciones se utilizan, a veces, para cargar la "factura ecológica" en las espaldas de los países del Sur. Y hasta hay quienes dicen que superpoblación y pobreza son causas del deterioro medioambiental. En consecuencia, se intenta que la responsabilidad de los problemas ecológicos recaiga sobre los países con el índice más elevado de pobreza o de crecimiento demográfico. Es importante que examinemos, aunque sea muy brevemente, estos dos aspectos de la cuestión ecológica. a) Pobreza ecológica La correlación entre pobreza y destrucción ecológica es algo que ha quedó claro tras las discusiones mundiales sobre la reducción de los gases del efecto invernadero. En este caso, es evidente que si se miden las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por habitante, los países industrializados son los que más contaminan. Canadá y EE.UU. superan las 4 tm/año y habitante. Alemania, Reino Unido, Holanda, Australia y Polonia superan las 2 toneladas. Y los países del Sur están muy por debajo de la tonelada de carbono por habitante y año. Ahora bien, en un informe elaborado por el World Resources Institute, que se utilizó en la Conferencia de Río, se establecía una equivalencia entre la emisión de carbono a la atmósfera y la deforestación. Perder superficie forestal, se decía, equivale a perder capacidad de absorción de CO2 y, por lo tanto, a contaminar. Se calculó entonces un valor (denominado "emisiones limpias de carbono") que resultaba de sumar la cantidad de carbono lanzado a la atmósfera + la superficie deforestada (en su valor equivalente de absorción de carbono atmosférico). El resultado fue que Brasil (que emite mucho menos de una tonelada de carbono por habitante y año, pero tiene un elevado índice de deforestación) aparecía ¡tan contaminador o más que los EE.UU! "¿Ven cómo los pobres, de hecho, contaminan tanto o más que los ricos?", se decía. Pero aquí no acaba la falacia. Porque cuando se habla de deforestación, se está hablando de la pérdida de masa forestal (actual o de las últimas décadas), pero se olvida la intensa deforestación que llevaron a cabo los países industrializados en siglos anteriores. Así pues, podría argumentarse que los países ricos de hoy han contraído una "deuda ecológica" con el planeta, a causa de la deforestación del pasado. Y como mínimo, ¡es muy discutible su derecho a imponer una restricción deforestal a los países pobres! Pero todavía queda por desmentir otro argumento, porque el mismo informe mide estas "emisiones limpias de carbono" por "dólar de Producto Nacional Bruto". Es decir, se mide la cantidad de contaminación que cuesta producir un dólar de riqueza en cada país. Así, resulta que los países pobres son mucho más contaminantes que los ricos. Esto es como si se dijese: "Los ricos contaminan más que los pobres, pero a cambio producen mucha más riqueza. Tanta riqueza que, al final, son los que menos contaminan. Por su parte, los pobres contaminan menos, pero no producen casi nada, y por eso acaban contaminando más". En resumidas cuentas, vendría a decirse: "En los países ricos se produce la riqueza de una manera mucho más limpia y ecológica que en los países del Sur". Pero esto es otro engaño[1]. ¿Y por qué? Porque en estos cálculos, lo que se hace simplemente es dividir las "emisiones limpias totales" de carbono de un país entre su PIB (es decir, la cantidad de riqueza producida en ese país). De esta manera, se está equiparando cualquier tipo de riqueza producida. Evidentemente, en los países ricos se produce mucha más riqueza que en los países pobres. Pero en los países ricos se produce también mucha riqueza superflua, mientras que en los países pobres se produce casi exclusivamente lo necesario para poder vivir (¡o malvivir!). ¿Acaso puede valorarse de la misma manera la producción de alimentos de primera necesidad que la producción de bienes de lujo? Un dólar de arroz en Tailandia tiene un valor muy superior a un dólar de perfume en París, porque cubre una necesidad humana muy superior. En resumen, si queremos examinar las cosas con una cierta equidad, no podemos soslayar el hecho de que los países ricos somos los que más contaminamos. Y no sólo eso, sino que contaminamos en gran medida para producir un tipo de riqueza que es escandalosamente superflua, si miramos como vive la mayoría de la humanidad. Decimos esto no con ánimo de crear una inútil mala conciencia, sino para indicar que vale la pena caminar en una determinada dirección... y esta dirección, en ningún caso pasa por hacer pagar a los más débiles el estropicio ecológico. b) Viabilidad del desarrollo En el año 1987, una Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo publicó un documento titulado Nuestro Futuro Común, que se conoce como el Informe Brundtland, en el cual se proclamaba la necesidad de trabajar en la "dirección de un desarrollo sostenible". Desde entonces, esta expresión ha pasado a formar parte de los tópicos compartidos en los ambientes relacionados con la cooperación internacional. De hecho, la propuesta del "desarrollo sostenible", como su mismo nombre sugiere, es un intento de afrontar de manera integrada un doble desafío de nuestra humanidad: -la situación de pobreza en que vive una gran mayoría
de la población de nuestro planeta, Vivimos en un mundo profundamente marcado por la existencia de una pobreza masiva. Las cifras aterradoras de los sucesivos informes del PNUD no dejan lugar a dudas. Y un sentido básico de humanidad reclama trabajar para ir superando esta situación. De hecho, después de la II Guerra Mundial, se abrió una etapa en la que la distancia económica entre los países del norte y del sur se entiende como una llamada al desarrollo. Se considera que los países más ricos deben ayudar a que los más pobres aumenten su nivel de vida. De esta manera, la pobreza en el mundo se entiende como una situación de "falta de desarrollo", como una especie de "retraso histórico" de algunos países en un camino hacia la prosperidad económica, representada paradigmáticamente por Europa Occidental y los EE.UU. Así, la lucha contra la pobreza se convierte en la "lucha por el desarrollo" de los países en los que se da una pobreza generalizada. El interés estará, pues, en el crecimiento de las economías más pobres, aumentando cuantitativamente su capacidad de producción y de consumo. En la década de 1980 ya quedó claro que no es viable un desarrollo económico de toda la humanidad según los modelos de la industrialización europea y norteamericana. Así mismo, los estudios actuales sobre ecología, niveles de contaminación y ritmo de extracción de recursos naturales no renovables, nos alertan que no es posible que una humanidad que supere los 10.000 millones de habitantes viva con el ritmo de consumo de los europeos de hoy. Si imaginamos 8.000 millones de habitantes, la población actual, produciendo (y consumiendo) en las cantidades y del modo en que lo hacemos en el mundo desarrollado, podemos decir sin miedo a equivocarnos que en el plazo de pocos años, el sistema económico quedará colapsado por falta de recursos naturales. Además, los niveles de contaminación se dispararían de manera espectacular, y dejaríamos un mundo hipotecado a las generaciones futuras. O mirado de otro modo, si queremos que nuestros nietos encuentren recursos en el planeta de manera que puedan continuar un estilo de vida similar al nuestro, parece que una buena parte de la humanidad tendrá que seguir viviendo en una pobreza similar a la de la actualidad. En definitiva, deseamos tres cosas que son incompatibles, respecto a un estilo de vida: -similar al de los
países ricos, Tal vez algunos piensen que estamos exagerando, al modo de los profetas de calamidades. Ciertamente, no hemos de dejarnos llevar por la falta de confianza en la capacidad de reacción de la humanidad, que nos llevará a ir encontrando soluciones a todos estos problemas. De todos modos, sí que vale la pena hacer una seria reflexión. Cuando se habla de un "colapso ecológico" o de una situación que pone en peligro la vida humana en el planeta, tal vez nos imaginemos una especie de desastre nuclear, como si nuestro planeta tuviese que explotar o quedar reducido, de la noche al día, a un desierto inhóspito (como algunas películas de ciencia ficción han imaginado). Mas ésa no sería una forma realista de ver las cosas. Y más bien tendríamos que pensar que, si nuestro mundo llega a un punto límite en lo que se refiere a las condiciones de vida humana, no se manifestaría como una especie de "catástrofe mundial", sino mediante la muerte de los segmentos más débiles de la humanidad. En efecto, es la suerte de los más débiles lo que nos indica si estamos o no en una situación límite. Si lo miramos así, tal vez no nos resulte tan extraño hablar de un colapso ecológico o de una humanidad que está rozando los límites de su viabilidad. Por lo menos, si miramos la situación de millones de hombres y mujeres de nuestro mundo. En cualquier caso, se plantea la necesidad de hallar nuevos modelos de producción y de consumo que sí sean viables para todos, ahora y en el futuro. Esta sería, en principio, la propuesta del Informe Brundtland, que define el desarrollo sostenible como "el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades". De este modo, se pone en juego lo que se ha venido a llamar "solidaridad intergeneracional". Muchas instituciones internacionales y multinacionales han aceptado esta propuesta, aunque la ONU siga manteniéndose ambigua y reticente. El ring entre ambos está abierto, y los mismos pobres son quienes lo piden: un progreso para todos, en el sentido de desarrollo sostenible[2]. .
_______ [1] Aparte, habría que decir que en el informe del WRI se comparan los PNB de los diversos países convirtiéndolos según el cambio de moneda corriente, lo cual tiende a aumentar comparativamente el PNB de los países ricos. Si la misma comparación se hiciese en "paridad de poder adquisitivo" (es decir, comparando el "coste de la vida" en los diferentes países, y no simplemente el tipo de cambio de la moneda) las diferencias se acortarían en favor de los países del Sur (cf. SUTCLIFFE, B; "Pobreza, Desarrollo y Medio Ambiente", en AA.DD; Intermón, vol. I, ed. Deriva, Barcelona 1992). [2] cf. CUMBRE DE COPENHAGUE; Declaración y Programa de Acción sobre Desarrollo Social, Copenhague 1995, n. 26b; CONFERENCIA DEL CAIRO; Informe Internacional sobre Población y Desarrollo, El Cairo 1994, II, 6; III, 3.28b y 3.29d. |