Reparar la Tierra: el desarrollo Joaquín
Menacho La contaminación, así como otra serie de retos analizados en Retos I-V de la Tierra, es evitable por medios técnicos. Pero hay otras cuestiones que resultan mucho más difícil de evitar, como el uso de los recursos naturales no renovables o la reparación de la pérdida de biodiversidad. En efecto, los humanos podemos evitar la contaminación de los ríos (construyendo depuradoras de agua, por ejemplo), pero nuestros automóviles y centrales térmicas no pueden funcionar sin que disminuyan las reservas de petróleo. Hay algunos bienes naturales cuyo precio, por tanto, ha de ser razonable. El ejemplo propuesto nos da tan sólo un rápido vistazo de aquello en lo que ha de consistir el desarrollo sostenible, que el actual estado de bienestar, y su salvaje desenfreno, no capta o no quiere captar. O por lo menos, de un desarrollo normal, que no despilfarre las materias del futuro ni deje en la bancarrota a las generaciones futuras. a) La renovación tecnológica En cuanto a los recursos no renovables, un principio razonable de desarrollo podría ser el Principio de Renovación Tecnológica. Consistiría en decir que la tasa de disminución de un recurso natural no renovable debería ser inferior o igual a la "tasa de renovación tecnológica", que es la que nos permitirá prescindir de dicho recurso natural en el futuro. Esto sí que es ya algo más difícil de llevar a la práctica, sobre todo de una forma concreta. Porque esta "tasa de renovación tecnológica" no es calibrable (a priori), y se precisan decisiones de tipo político (que exigen un trabajo cultural previo). De todos modos, el Principio de Renovación Tecnológica valdría como orientador de las reflexiones y valoraciones en torno a este tema. b) Revertir los cambios naturales En cuanto a los problemas de los "cambios irreversibles" en la naturaleza (como es la pérdida de la biodiversidad, la desertización, o el cambio climático), tenemos que decir que nuestra ignorancia es todavía mayor. En este momento, carecemos de la capacidad científica que nos permita predecir cómo será el mundo después de estos cambios, y tan sólo nos tenemos que contentar con estos dos principios válidos: 1º confiar en las posibilidades del
planeta, para encontrar soluciones; c) Frenar la economía indefinida Por último, no debemos olvidar que hay quienes piensan que el problema del desarrollo es más global y profundo, hasta el punto de considerar que la expresión "crecimiento económico sostenible" es contradictoria en sí. El crecimiento económico indefinido, dicen éstos, es una ilusión peligrosa, porque la realidad es finita y no se puede soñar con un crecimiento infinito. Pues bien, a estos tales habría que recordarles que la realidad no da tanto de sí. Además, un crecimiento indefinido tampoco garantiza un crecimiento en humanidad o en felicidad. Según éstos (los enemigos de "ilusiones peligrosas"), el sistema económico capitalista funciona precisamente sobre el presupuesto (no realista, aunque ellos no lo digan) de este crecimiento indefinido, a forma de: producimos cada vez más riqueza, luego mantenemos viva la economía. Este tipo de desarrollo equivocado (el capitalista indefinido) queda reflejado en la búsqueda de mercados cada vez "más amplios" (para los productos de los países industrializados) y en la creación de "nuevas necesidades" (haciendo necesario lo que antes era conveniente, y conveniente lo que antes era superfluo). El sistema productivo sería, pues, como una locomotora, que siempre tuviese que ir acelerada, aumentando constantemente la velocidad. d) La búsqueda de alternativas Si queremos reparar el planeta, y hacer frente a los retos de la Tierra, habría que reformular todo nuestro sistema de producción y de consumo. Habría que hacerlo, mas no a modo de "corrección técnica" para eliminar algunos efectos no deseados, sino de forma radical. Si queremos corregir los errores cometidos en la forma de desarrollo, habría que cambiar los presupuestos de nuestra economía. En este sentido, se ofrece como paradigma alternativo la forma de vida de algunas sociedades rurales, que sí han demostrado ser modelos de producción y de consumo sostenibles. Eso sí, sabiendo que dichas formas alternativas contarían con un problema serio: el ser totalmente ajenas al la idea de "crecimiento económico", el cual también es necesario. En este punto del desarrollo es donde radica la cuestión más problemática de hoy en día, al haberse instalado en buena parte de la ideología economicista la radicalidad conservadora, y en buena parte de la ideología ecologista la radicalidad reformista. .
|