PAPIRO I LEIDEN
Crónica de Tefibi

Oh, vivientes, vosotros que estáis en la tierra y los hijos que naceréis, los que navegarán río abajo, los que navegarán río arriba, los que vendrán siguiendo a Upwawet, señor de Siut, los que pasarán por este recodo, los que entrarán en esta tumba y los que verán lo que está en él: como vive Upwawet, señor de Siut, y Anubis, señor de la cueva, orad por la ofrenda mortuoria para el príncipe Tefibi.

El príncipe hereditario, conde, portador del sello real, único compañero, profeta superior del dios Upwawet, señor de Siut, Tefibi, dice:

Escuchadme, vosotros que debéis venir. Yo era generoso con todos, y tenía planes excelentes. Uno útil para su ciudad, uno de cara a una petición, uno de rostro abierto a la viuda. Yo era como el Nilo para el pueblo, y cuando llegó la noche, el que dormía en el camino me alabó, porque era como un hombre en su casa, era la protección para el miedo de mi soldado.

Luego vino mi hijo[1] en mi lugar, y los oficiales estuvieron bajo su autoridad. Reinó como un niño de un codo de alto, y la ciudad se regocijó por él, recordando lo bueno. Porque todo noble y bueno hizo al pueblo, superando la virtud del que lo engendró. Sea bendecido Tefibi en el más allá, y more su hijo en la casa de su padre, y su memoria sea grata en el futuro. Su ciudad y su estatua será glorificada, y llevada por los hijos de su casa.

Mis soldados lucharon por 1ª vez con los nomos del sur, y los unieron hacia el sur hasta Elefantina y hacia el norte hasta ... Golpearon a ... hasta el límite sur y hacia el lado oeste. Cuando llegué a la ciudad, derroqué al enemigo, y lo conduje hasta la fortaleza del puerto del sur. ... me dio tierras, mientras yo no restauré su pueblo. Llegué al lado este, navegando río arriba.

Llegó luego Licópolis como un chacal, y con otro ejército de su confederación. Salí contra él con una .... y sin miedo, y él se apresuró a luchar como la luz, como un toro que avanza para siempre. No dejé de luchar hasta el final, haciendo uso del viento del sur y del viento del norte, del este y del oeste. Él cayó al agua, sus barcos encallaron, y su ejército fue como una era de toros cuando los atacaban las fieras, corriendo con la cola para el frente.

Luego prendí fuego a ..., y expulsé la rebelión según el plan de Upwawet, toro poderoso. Cuando un hombre lo hacía bien, lo ponía a la cabeza de mis soldados, y lo presentaba al señor ... de Heracleópolis.

La tierra estaba bajo el miedo de mis soldados, y ninguna montaña estaba libre de ese miedo. Se hizo fuego en los nomos del sur, para ... su tierra, para equipar sus ... Se hicieron florecer los templos, se hicieron ofrendas a los dioses. El malvado lo vio y no puso la eternidad delante de él, no miró al futuro y sufrió el mal.

[1] Kheti II.