EGIPTO MEDIO
Sobre los Hicsos

Texto I
Manetón, Aegyptiaca, XLII, 1, 75-79

En su reinado, y por causas que no sé, una ráfaga de Dios nos hirió. E inesperadamente, desde las regiones del este, invasores de raza oscura marcharon confiando en la victoria contra nuestra tierra. Por la fuerza principal, fácilmente vencieron los gobernantes de esas tierras, que quemaron nuestras ciudades sin piedad, arrasaron los templos de los dioses y trataron a todos los nativos con una cruel hostilidad, masacrando a algunos y llevando a la esclavitud a las esposas e hijos de otros. Finalmente, nombraron rey a uno de ellos, cuyo nombre era Salitis[1].

Tuvo Salitis su asiento en Menfis, recaudó tributos del Alto y Bajo Egipto, y dejó sus guarniciones en las posiciones más ventajosas. Sobre todo, fortificó el distrito al este, previendo que los asirios, a medida que se fortalecieran, algún día codiciarían y atacarían su reino.

En el nomo saíta encontró Salitis una ciudad muy favorablemente situada al este de la rama bubastita del Nilo, llamada Avaris por una antigua tradición religiosa. Salitis reconstruyó y fortificó este lugar con muros macizos, plantando allí una guarnición de hasta 240.000 hombres con armas pesadas, para proteger su frontera. Aquí venía en verano, en parte para repartir raciones y pagar a sus tropas, y en parte para entrenarlas cuidadosamente en maniobras y así infundir terror en las tribus extranjeras.

[1] Fundador de la XV dinastía egipcia, o 1ª dinastía de pastores hicsos.

Texto II
Josefo, Contra Apion, I, 73-93

Bajo un rey nuestro llamado Tutimeo, Dios se enojó con nosotros y vinieron, de una manera sorprendente, hombres de oscuro nacidos del este, con la temeridad de invadir nuestro país y conquistarlo fácilmente por la fuerza, pues nosotros no combatimos contra ellos. Después de someter a nuestros gobernantes, quemaron nuestras ciudades, destruyeron los templos de los dioses y trataron a los habitantes con la mayor crueldad, matando a algunos y esclavizando a sus esposas e hijos.

Luego hicieron a uno de ellos su propio rey. Su nombre era Salatis, y vivió en Memphis, y tanto la región superior como la inferior debían rendirle tributo. Instaló guarniciones en los lugares que más les convenían. Su objetivo principal era proteger las partes orientales, esperando que los asirios, en el apogeo de su poder, codiciarían su reino y tratarían de invadirlo.

En Sais había una ciudad muy apropiada para este propósito, junto al brazo bubástico del Nilo, y que por una determinada noción teológica se la llamaba Avaris. Salatis reconstruyó y fortaleció esta ciudad, rodeándola con murallas y colocando allí una gran guarnición de 240.000 hombres armados. Salitis llegaba en verano para recoger maíz y pagar a sus soldados, ejercitando a sus hombres y aterrorizando así a los extranjeros.

Cuando los pastores entraron en la ciudad de Avaris, la encontraron adecuada para una revuelta, y por ello eligieron a un gobernante para la ciudad de entre los sacerdotes de Heliópolis. Eligieron a Osarsiph, y juraron que le obedecerían en todo.

La primera ley que dieron los pastores fue que no debían los egipcios adorar a sus dioses egipcios, y que debían matar a los animales sagrados, que los egipcios tenían en la más alta estima, para comerlos. También les prohibieron aliarse con nadie más, para evitar una conspiración. Después de promulgar leyes como estas, y otras contrarias a las costumbres egipcias, ordenaron los pastores que muchas manos fueran empleadas en la construcción de muros alrededor de Avaris.

Después de un reinado de 13 años, fue seguido Salatis por uno cuyo nombre era Beón, quien gobernó durante 44 años. Después de él reinó Apachnas, durante 36 años y 7 meses. Después de él fue rey Apofis durante 61 años, seguido de Janin durante 50 años y un mes. Después de todo esto, Assis reinó durante 49 años y 2 meses. Estos 6 fueron sus primeros reyes, y durante todo el tiempo libraron la guerra contra los egipcios, tratando de destruirlos hasta las raíces.

Este pueblo de pastores, con sus reyes y descendientes, ocupó Egipto durante 511 años, hasta que los reyes de Tebas y de otras partes de Egipto se levantaron contra los pastores, y se libró una larga y terrible guerra entre ellos.

Por un rey llamado Alisphragmuthosis[1], los pastores fueron sometidos y expulsados de la mayor parte de Egipto, y encerrados en Avaris, que mide 10.000 acres. Los pastores habían construido un muro alrededor de esta ciudad, que era grande y fuerte, para mantener todas sus posesiones y botín en un lugar fuerte.

Tethmosis[2], hijo de Alisphragmuthosis, intentó tomar la ciudad por la fuerza y por asedio, con 480.000 hombres rodeándola. Pero se desesperó de tomar el lugar por asedio, y concluyó un tratado con ellos, consistente en que ellos debían salir de Egipto e irse a donde quisieran, sin ningún daño por parte de los egipcios.

Después de la conclusión del tratado, partieron los pastores con sus familias y bienes muebles, en un número no menor de de 240.000 personas, y cruzaron el desierto hacia Siria. Por temor a los asirios, que dominaban Asia en ese momento, construyeron una ciudad llamada Jerusalén en el país de Judea, lo suficientemente grande para contener a este gran número de hombres.

[1] Kamosis, último faraón de la XVII dinastía egipcia (o 3ª dinastía hicsa) y 1º de la XVIII dinastía egipcia.
[2] Ahmosis I, hijo de Kamosis.