Paso 39 de Santidad

EL INFIERNO

Escuela Jóvenes Cristianos
Molina de Segura, 14 febrero 2022

escritura

1. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes (Mt 13, 41-42).
2. Estando en el infierno entre tormentos, el rico levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Y dijo gritando: "Padre mío Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama". Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida, y al contrario, Lázaro, sus males; ahora él es consolado, y tú atormentado. Además, entre nosotros y vosotros se interpone un abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros" (Lc 16, 23-26).
3. La muerte y el infierno devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego (Ap 20, 13.15).
4. El Señor Omnipotente dará el castigo en el día del juicio. Entregará sus cuerpos al fuego y a los gusanos, y gemirán en dolor eternamente (Jdt 16, 17).
5. Entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles". E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna (Mt 25, 41.46).
6. Si el justo se salva a duras penas, ¿en qué pararán el impío y el pecador? (1Pe 4, 18).
7. Si alguno adora al demonio, tendrá que beber también del vino del furor de Dios, que está preparado en la copa de su cólera. Será atormentado con fuego y con azufre, delante de los santos ángeles y del Cordero, y la humareda de su tormento se eleva por los siglos de los siglos. Allí no tendrá reposo, ni de día ni de noche (Ap 14, 9-11).

magisterio

8. No se nos mande como a siervos malos y perezosos ir al fuego eterno, a las tinieblas, donde habrá llanto y rechinar de dientes (VATICANO II, LG, 48).
9. Las almas que mueren en pecado mortal bajan inmediatamente al infierno, para ser castigadas (CONCILIO DE FLORENCIA, 1431-1445, XVII Ecuménico).
10. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia Católica: "Morir en pecado mortal, sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre, por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno".
    Por eso la condenación no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La condenación consiste en que el hombre se aleja definitivamente de Dios por libre elección, y mantiene esa elección hasta la muerte, que es la que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado.
    El pensamiento del infierno no debe crear psicosis o angustia, pero representa una exhortación necesaria y saludable a la libertad, dentro del anuncio de que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios y permitiéndonos invocar Abba, Padre. Esta perspectiva, llena de esperanza, prevalece en el anuncio cristiano, y se refleja eficazmente en la tradición litúrgica de la Iglesia, como lo atestiguan las palabras del canon romano: "Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, y líbranos de la condenación eterna" (
JUAN PABLO II, 28-7-1999).

tradición

11. El infierno es el lugar destinado por la divina justicia para castigar, con suplicios eternos, a los que mueren en pecado mortal (San JUAN BOSCO).
12. Huid de los eternos castigos, y pensad que sólo hay un instante entre la vida y el infierno (Santa ROSA DE LIMA).
13. Sentid terror al infierno (San BENITO).
14. Dios reina no sólo en la tierra, sino también en el infierno. Por supuesto, de muy distinta manera ejerce este segundo imperio (San BERNARDO).
15. Me amenazas porque desconoces el juicio que ha de venir, y el fuego del castigo eterno que aguarda a los impíos (San POLICARPO DE ESMIRNA).
16. Si sólo el pensar en el infierno os trastorna la cabeza, ¿qué será caer en él? Pues mejor es pensarlo ahora y no caer más tarde (San JUAN BOSCO).
17. En justicia divina, un falso cristiano tendrá mayores penas que un pagano (Santa CATALINA DE SIENA).
18. No comprendo cómo otros sacerdotes que creen las mismas verdades que yo creo y que todos debemos creer, no predican ni exhortan para preservar a las gentes de caer en el infierno (San ANTONIO Mª CLARET).
19. Dadme vuestra gracia, Señor mío, para barruntar y pensar sobre el fuego eterno del infierno (Santo TOMÁS MORO).
20. Yo le digo a Jesús que si no me lleva al cielo muy pronto, que me deje a las puertas del infierno para impedir que vaya allí ningún alma (Sierva MÓNICA DE JESÚS).
21. Por las almas que se condenan pasaría yo muchas muertes de muy buena gana (Santa TERESA DE JESÚS).
22. ¿Habrá alguien que tenga la pretensión de pronosticar que los ángeles santos se coaligarán con los hombres santos, para rogar por los dignos de condenación, de manera que por misericordia no lleguen a padecer lo que por justicia se tenían merecido? Nadie con fe auténtica ha afirmado esto ni lo afirmará jamás. Como no hay razón alguna para que la Iglesia rece hoy por el demonio, a pesar de que su Maestro le mandó rogar por sus enemigos (San AGUSTÍN).
23. Aunque no creas ni pienses en el infierno, no dejarás por esto de ir allí, si tienes la desgracia de morir en pecado mortal (San ANTONIO Mª CLARET).
24. Caen las almas en el infierno en tanto número como copos de nieve en un día de invierno. Y Jesús llora (Santa TERESA DE LISIEUX).
25. Algunas personas piadosas no quieren hablar a los niños del infierno, para no asustarlos. Pero Dios no tuvo inconveniente en mostrarlo a 3 de ellos, y una de 6 años apenas. Y bien sabía él que se había de horrorizar hasta el punto, me atrevo a decir, de desfallecer del susto (Santa LUCÍA DE FÁTIMA).
26. Los pecados que llevan más almas al infierno son los pecados impuros. Es necesario rezar mucho para librar a las almas del infierno. ¡Caen tantas! ¿Por qué no muestra la Virgen el infierno a los pecadores? Si ellos lo vieran, no harían más pecados y no caerían allí (Santa JACINTA DE FÁTIMA).
27. Me amenazas con la llama de este leve fuego que se apaga apenas se levanta, porque ignoras la violencia de aquel perenne incendio que arde siempre sin aflojar, y consume con lenta mordedura a los discípulos del diablo (San HERMES).
28. Te damos gracias, Señor, porque tu Hijo ha de venir en la gloria de su majestad, para arrojar al fuego eterno a los malditos que no hicieron penitencia (San FRANCISCO DE ASÍS).
29. Ponme, Jesús mío, a la puerta del infierno, para que no caigan más almas en él (Beato MANUEL DOMINGO Y SOL).
30. A quienes negasen a Jesús, Verbo de Dios, les está reservada la suprema pena del fuego eterno (Santa IRENE).
31. Dadme, Señor, el ponerme por puertas del infierno, para poder detener allí a cuantos van a entrar allá, y decirles uno a uno: "¿Adónde vas, infeliz? ¡Atrás! Anda, haz una buena confesión y salva tu alma. Y no vengas aquí a perderte por toda la eternidad" (Santa CATALINA DE SIENA).
32. El infierno es lugar oscuro y tenebroso, lleno de hedor horrible, tormentos de demonios, fuego, piedra azufre, frío, hambre, sed, aullidos, visiones intolerables, martillazos, escorpiones, gusanos, deshonras, infamias, crueles prisiones, descomulgados de Dios, feos, negros y hediondos. Así estarán los malventurados condenados (San JUAN DE ÁVILA).
33. Sí, yo temo al infierno, y me infunde pavor el rostro airado de mi supremo Juez, cuyo aspecto impone a las mismas potestades angélicas. Tiemblo de pies a cabeza de sólo pensar en la ira y furor del Omnipotente, en el fragor horrísono que se producirá al desplomarse el mundo hecho pedazos, en la conflagración de todos los elementos, en aquella horrenda tempestad, en aquella voz del arcángel y en la sentencia espantosa que entonces se producirá. No es posible imaginar cosa tan horrenda e intolerable como el infierno (San BERNARDO).
34. Vimos un mar de fuego, y sumergidos en este fuego los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas. Tenían forma humana, y flotaban en aquel incendio al ser sostenidas por las llamas que salían con nubes de humo, cayendo en todas partes como caen las chispas en los grandes incendios.
    Esas almas estaban sin peso ni concierto, lanzando gemidos de desesperación que horrorizaban y hacían temblar de dolor y espanto. Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos. Pero eran transparentes, como carbones negros calentados al rojo vivo (
Santa LUCIA DE FÁTIMA).
35. Si un ángel llevara a los condenados la noticia de que Dios quiere sacarlos del infierno, cuando hubieran pasado tantos millones de siglos cuantos son las gotas de agua y los granos de arena, esta noticia les daría un enorme consuelo. Pero pasarán todos esos siglos, y el infierno seguirá empezando (San JUAN BOSCO).
36. Estando un día en oración, me hallé en un punto toda sin saber cómo, que me parecía estar metida en el infierno. Entendí que quería el Señor que viese el lugar que los demonios me tenían allí aparejado y yo merecido por mis pecados. Ello fue por un brevísimo espacio, que me parece imposible olvidar.
    La entrada parecía a manera de un callejón muy largo y estrecho, a manera de horno muy bajo y oscuro y angosto. El suelo parecía de agua como lodo muy sucio y de olor pestilental, y muchas sabandijas malas en él.
    Sentí un fuego en el alma que no puedo entender qué es, con dolores corporales insoportables. Se me encogieron todos los nervios cuando percibí a algunos causados del demonio, porque sentí y vi que habían de ser sin fin y sin jamás cesar. Yo no sé cómo encarezca aquel fuego y desesperamiento sobre tan gravísimos tormentos y dolores. No veía yo quien me los daba, pero me sentía quemar y desmenuzar, y digo que aquel fuego y desesperación interior es lo peor.
    En cuanto a los castigos de la vista, me parecieron los más espantosos, pero como no sentía la pena, no me hicieron tanto temor. El quemarse acá es muy poco, y casi una nonada, en comparación de este fuego de allá.
    Estuve en tan pestilencial lugar, donde no hay consuelo, ni dónde sentarse, ni dónde echarse ni lugar alguno, como si me pusieran en este agujero hecho en la pared. Porque las paredes de aquel sitio eran espantosas a la vista, apretaban ellas mismas y todo lo ahogaban. Allí no había luz, sino tinieblas oscurísimas. Yo no entiendo cómo puede ser esto: que no habiendo luz, lo que a la vista ha de dar pena, todo se ve.
    Entonces no quiso el Señor que viese más del infierno. Después he visto otra visión de cosas espantosas, y de algunos vicios con sus castigos. Quiso el Señor que yo sintiese aquellos tormentos, y aquella aflicción en el espíritu y en el cuerpo, como si lo estuviera padeciendo. Esto me ha aprovechado mucho para perder el miedo a las tribulaciones y contradicciones de esta vida, para esforzarme a padecerlas y dar gracias a Dios que me libró de males tan perpetuos y terribles (
Santa TERESA DE JESÚS).
37. Los condenados al infierno tendrán conocimiento de las alegrías del cielo, lo cual contribuirá a aumentar su dolor. Pero el sumo dolor del castigado al infierno será comprobar cuánto hizo Dios por salvarlo, la paciencia que tuvo en tantos llamamientos hechos que él rechazó, comprobar que ya no es amado (como lo era en esta vida) por Jesucristo y saber que, lejos de poder amar a Dios, está obligado a odiarlo, a pesar del atractivo natural que siente hacia él. Y todo ello, eternamente (San ALFONSO Mª LIGORIO).

reflexión

Invoca al Espíritu Santo
Lee en silencio y medita todas las citas
¿Qué conclusiones personales deduces de esta meditación?
¿Cómo podía decir San Francisco de Asís lo dicho en la 28?
¿Por qué un Dios que es amor nos da cielo o infierno?
Medita la 22. ¿Haría yo lo mismo con tantos que conozco?
El compromiso concreto de hoy es:
Finalizar con oración de acción de gracias y petición al Señor