Paso 83 de Santidad

LA ORACIÓN, III

Escuela de Jóvenes Cristianos
Molina de Segura, 19 diciembre 2022

escritura

1. Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará (Hch 2,21; Rm 10,13; Jl 3,5).
2. Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, te salvarás. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación. Porque dice la Escritura: "Todo el que crea en él no será confundido". No hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan (Rm 10, 9-12).
3. No hay como tú, Señor; grande eres tú y grande tu nombre en poderío (Jer 10, 6).
4. Vierte tu cólera, Señor, sobre las naciones que te desconocen, y sobre los linajes que no invocan tu nombre (Jer 10, 25).
5. El Señor está cerca de aquellos que le invocan, de todos los que le invocan con verdad (Sal 144, 18).
6. Nadie, hablando por influjo del Espíritu de Dios, puede decir "Anatema es Jesús". Y nadie puede decir "Jesús es Señor" sino por influjo del Espíritu Santo (1Cor 12, 3).
7. Dios le exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. De modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el infierno. Toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor, para gloria de Dios Padre (Flp 2, 9-11).
8. Pusiste tu temor en nuestros corazones, Señor, para que invocáramos tu nombre (Bar 3, 7).
9. Que toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (Flp 2, 11).

magisterio

10. En el nombre de Jesucristo, crucificado y resucitado, los santos encontraron la fuerza y la potencia de renovar tantas situaciones humanas, humilladas por la pobreza material y moral (JUAN PABLO II, 24-4-1988).
11. Perseverar en la oración no es fácil (JUAN PABLO II, 10-9-1987).
12. De la constatación del pecado nace la invocación "¡Misericordia, Señor!" (JUAN PABLO II, 4-3-1990).

tradición

13. Una sola palabra bastó al publicano y al hijo pródigo para obtener el perdón de Dios. ¡Cuántas veces los balbuceos simples y monótonos de los niños conmueven a sus padres! Nada más que una sola palabra llena de fe salvó al ladrón. La prolijidad en la oración, a menudo, llena el espíritu de imágenes y lo disipa. Mientras que una sola palabra (oración monológica) tiene por efecto recogerlo (San JUAN CLÍMACO).
14. La oración ininterrumpida consiste en mantener el espíritu sometido a Dios con una gran reverencia y un gran amor, sosteniéndolo en la esperanza de Dios. Consiste en realizar en Dios todas nuestras acciones, y en vivir en él todo lo que nos sucede. San Pablo, que estaba en esa disposición, oraba sin tregua (San MÁXIMO EL CONFESOR).
15. La oración monológica mata y pulveriza todas las tentaciones (San HESIQUIO DE BATOS).
16. Siéntate solo y en silencio. Inclina la cabeza, cierra los ojos, respira dulcemente e imagínate que estás mirando a tu corazón. Dirige al corazón todos los pensamientos de tu alma. Respira, y di: "Jesús mío, ten misericordia de mí". Dilo moviendo dulcemente los labios y dilo en el fondo de tu alma. Procura alejar todo otro pensamiento. Permanece tranquilo, ten paciencia y repítelo con la mayor frecuencia que te sea posible (San SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO).
17. Después de haber arrojado todo pensamiento (tú puedes hacerlo, sólo necesitas desearlo), entrégate al "Jesús mío, ten misericordia de mí", y dedícate a gritar interiormente esas palabras, excluyendo cualquier otro pensamiento. Cuando con el tiempo hayas dominado esa práctica, ella te abrirá la entrada del corazón. Yo lo he experimentado en mí mismo. Con la alegría y toda la deseable atención, tú verás venir a ti todo el coro de las virtudes, el amor, la alegría, la paz y todo lo demás (San NICÉFORO EL SOLITARIO).
18. Oh alma mía, en el nombre de Jesús tienes siempre a mano un reconstituyente vigoroso, un remedio eficaz contra todas tus enfermedades (San BERNARDO).
19. La oración incesante es la invocación continua del nombre de Dios. Cuando se habla, cuando se camina o se está sentado, cuando se come o en cualquier cosa que se esté haciendo, siempre y en todo lugar, se debe invocar el nombre de Dios (San CALIXTO).
20. Cualquiera que repita sin descanso ese nombre santo y glorioso, en las profundidades de su corazón, llegará a ver algún día la luz de su intelecto (San DIÁDOCO DE FÓTICE).
21. El nombre de Jesús brilla cuando se publica, alimenta cuando se rumia, y unge y mitiga los males cuando se le invoca (San BERNARDO).
22. Es necesario acostumbrarse a invocar el nombre de Dios más que a respirar. Y a hacerlo en todo lugar, en todo tiempo y en todas las necesidades (San PEDRO DAMASCENO).
23. Cualquier oración que el alma comience, que no sea el Oficio Divino, debe comenzar vocalmente para terminar en la oración mental (Santa CATALINA DE SIENA).
24. Que la locura de Jesús sea nuestra sabiduría, su pobreza nuestra riqueza, y su debilidad nuestra fuerza. Entonces dejaremos de invocar a Jesús de forma exterior y material (San ANTONIO ABAD).
25. Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, canto de alegría en el corazón (San BERNARDO).
26. Seremos escuchados, pero no porque hablemos mucho, sino por la pureza de corazón y por las lágrimas de compunción. De ahí que la oración deba ser breve y pura, a no ser que se prolongue por la acción de la gracia (San BENITO).
27. Apenas pronunciado este nombre adorable de Jesús, recibimmos una luz resplandeciente que ahuyenta los disgustos, y restablece la calma y la serenidad (San BERNARDO).
28. Si el hombre invoca con la mayor frecuencia posible el nombre de Dios, no caerá en pecado (San DIÁDOCO DE FÓTICE).
29. El óleo tiene tres cualidades: luce, alimenta y unge. Mantiene el fuego nutre la carne y mitiga el dolor, y es luz, alimento y medicina. Todo esto conviene al nombre de Jesús (San BERNARDO).
30. No debes tener otra ocupación, ni meditación, que el grito de "Señor Jesucristo, tened piedad de mí", y de "Jesús mío, ten misericordia de mí" (San NICÉFORO EL SOLITARIO).
31. ¿Ha caído alguno en algún delito y corre seguidamente desolado a la muerte por la senda de la desesperación? Invoque este nombre vital, y al punto respirará de nuevos aires vivificantes (San BERNARDO).
32. Recordad a Dios sin cesar, para que él os recuerde. Pues recordándoos os salvará y recibiréis todos sus bienes (San ISAAC DE NÍNIVE).
33. Nos llamaste a esperar en tu nombre, principio de vida de toda criatura (San CLEMENTE ROMANO).
34. Nada hay más propio para detener el ímpetu de la cólera, o para abatir la soberbia, curar las llagas de la envidia, retener las sacudidas de la impureza, apagar el fuego de la concupiscencia, sosegar la sed de avaricia y desterrar todos los deseos vergonzosos y desarreglados, como decir el nombre de Jesús (San BERNARDO).
35. El nombre de Jesucristo es tesoro de bienes infinitos (San JUAN CRISÓSTOMO).
36. La oración sin distracción hace evidente el amor de Dios en aquél que persevera en ella. La negligencia de la oración y la distracción son la prueba del amor a los placeres (San MARCO EL ERMITAÑO).

reflexión

Invoca al Espíritu Santo
Lee en silencio todas las citas. ¿Qué me parece este tipo de oración tan sencillo?
Vuelve a meditar la 16, y haz una experiencia personal de oración monológica con las cuentas de un Rosario.
Lee los compromisos de los pasos 6 y 71 de Santidad ¿Cómo te va?
Con lo anterior, procura hacer un programa de oración personal
¿Cómo va la oración de la comunidad? ¿En qué se puede mejorar?
Finalizar con oración de alabanza, acción de gracias y peticiones