La cuestión tecnológica y el ser humano

Zamora, 28 noviembre 2022
Antonio Fernández, licenciado en Sociología

         Los grandes descubrimientos, las grandes conquistas de la ciencia, han sido posibles por sus raíces en el pasado: hay todo un cúmulo de postulados, fórmulas, herramientas, teorías, premoniciones... previas al acontecimiento y que han entrado en la formación y motivación del héroe protagonista. Ello ha sido evidente en todas las ramas del humano saber o descubrir, desde los grandes viajes a la complejísima elaboración del más evolucionado de los chips.

         Es el momento de proclamar que la principal función de algo tan específicamente humano cual es la técnica, capaz de amaestrar las fuerzas naturales, es la cobertura de las más perentorias necesidades de todas y de cada una de las personas que pueblan el planeta. Pobrísima imagen de la técnica es la tomarla como el arte de aplicar la inteligencia a la explotación del otro, al igual que quiso demostrar Spengler.

         Toda la parafernalia de la técnica actual es un monumento al sarcasmo si, sirviendo para calmar el hambre y la sed de todos los habitantes inteligentes del planeta, se aplica a fortalecer las históricas desigualdades entre personas y pueblos cuando no a herir sin remedio a la previsora Tierra.

         Es evidente que la Tierra y la técnica dan de sí lo suficiente para que desaparezcan de raíz las palmarias e insultantes carencias, que sufren tantos y tantos de nuestros semejantes. Estoy obligado, pues, a reordenar mis ideas sobre cuanto yo necesito, que no puede ser más de lo que tú necesitas. Desde este punto estoy obligado a reflexionar sobre todo lo que yo, con determinadas facultades y medios heredados, puedo hacer para que la Tierra y la técnica evidencien su prodigalidad y la distribución de bienes naturales o artificiales resulte más equitativa.

         Son muchos los que piensan que el camino de la evolución ha llegado a su cenit. Que las cosas son como son y que estamos en el mejor de los mundos posibles por los siglos de los siglos. Que la justicia social está en donde puede estar, como si la igualdad en la fraternidad no dependiera de mi propia capacidad de entrega, de mi trabajo, de mi voluntad de compartir.

         No caigamos en esa trampa, porque hay mucho por hacer, y de ese mucho por hacer hay una parte que depende de nosotros, hoy muy pequeños en relación con lo grande que podemos ser. ¿No será que yo mismo he de ser promotor de mi propia evolución, y que ésta resultará tanto más segura cuanto más me ocupe en remediar o disminuir tus carencias?

         Para remediar o disminuir estas carencias, tenemos que potenciar lo personal (he de ser lo que puedo ser) y volcarlo hacia lo social (compartir en lugar de acaparar). Y resultará que la más segura forma para conquistar sucesivas etapas de mi particular "más-ser" es hacerme útil a los demás desde la progresiva aplicación de mis facultades personales a la racional explotación de los medios materiales que la historia y mi particular circunstancia han situado bajo mi responsabilidad.

         Sea, pues, pobre o rico, grande o pequeño, culto o inculto, blanco o de color... a mi alcance habrá siempre una ocasión y una forma de ser más útil a los demás. Ello hace que mi ser y mi capacidad de acción, por muy pequeños que sean, resulten un punto más de apoyo a la prosperidad y armonía universal. Tanto mejor si mi voluntad sintoniza progresivamente con los poderosos medios materiales que la naturaleza y la técnica ponen a nuestro alcance.

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  Act: 28/11/22        @enseñanzas de la vida            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A