Socialismo o muerte: Cuba entra en la escena socialista

Zamora, 24 octubre 2022
Antonio Fernández, licenciado en Sociología

         Desde hace ya muchos años las proclamas del líder cubano, y de sus más directos colaboradores, incluyen los gritos de "¡socialismo o muerte!" y "¡patria o muerte!". Como si eso fuera todo lo que ellos pueden ofrecer, o a lo que todo ciudadano pudiera aspirar.

         Al término de la apasionante visita que hizo a la isla en 1998, Juan Pablo II lanzó al aire este mensaje: "El mundo debe abrirse a Cuba, y Cuba debe abrirse al mundo". Como anticipo de esa entrañable visita, Fidel Castro había declarado festivo el día de Navidad, tras 28 años sin celebrar el 25 de diciembre.

         En su apertura a la Iglesia Católica el régimen cubano no ha progresado mucho más que aquella declaración de la Navidad, y la realidad política cubana sigue siendo la de unos líderes montados en la opulencia y la de un pueblo muerto de hambre, en virtud de ese fidelismo martiano (de José Martí) y marxista (de Carlos Marx, de casi 200 años atrás).

         Desde 3 años antes de su independencia (ca. 1898), Cuba experimentó una larguísima revolución bajo el caudillaje de José Martí (ca. 1895), y durante más de un siglo ha ido pasando por los altibajos de los pre-revolucionarios (Mella, Martínez Villena, Torriente Brau, Fernando Ortiz), la "infamante dictadura" (de Fulgencio Batista), la epopeya de Sierra Maestra (con la que "la figura y fuerza telúrica de Castro tomó al imperialismo por sorpresa", según el Che), la toma del poder efectivo (en 1959, por parte del trío Fidel, Raúl y el Che) y la actual marcha hacia un socialismo "esencialmente patriótico, anti-imperialista y tercermundista" (cuya guía espiritual es atribuida al recuerdo del mitificado Che, bajo la indiscutible dirección del incombustible comandante Fidel).

         Así lo divulga todavía la Academia Cubana, al presentar los postulados esenciales de la ideología martiana, marxista y leninista del actual estado cubano:

1º la preeminencia de la filosofía política, en los países tercermundistas;
2º la necesidad de resolver la contradicción con los agentes externos (países o sistemas), para los pueblos subdesarrollados;
3º la primacía de la emancipación política y económica de los países, para lograr la emancipación social;
4º la conjugación adecuada entre sociedad y naturaleza a nivel mundial, por parte de los ciudadanos de los países subdesarrollados;
5º la ruptura del patrón de crecimiento económico capitalista, para los países tercermundistas,
6º la consideración axiológica, como elemento clave en el desarrollo humano;
7º el enfoque tercermundista en toda la ciencia política actual.

         Ciencia política que, por lo que se ve, es socialista de la A a la Z, y que para el régimen (y sus fieles) es la que da el pueblo a los abusos anteriores.

         En el ominoso período de la dictadura de Fulgencio Batista, todas las formas de corrupción y especulación habían tomado carta de naturaleza en la isla, con la consecuencia directa de que grandes reservas de riqueza iban directamente al uso de la oligarquía del Régimen (y a sus "patronos yanquis"), y una progresiva miseria iba destinada a la inmensa mayoría de desheredados.

         Por eso la Revolución Castrista prendió con fuerza en los que "no tenían nada que perder", y una vez consumada hubo fondos suficientes para la alfabetización socialista, la reforma agraria y una socialización de la sanidad, así como para intervenir en las agitaciones revolucionarias del exterior (Argelia, Congo, Angola, Bolivia...).

         Ello sucedió en los primeros años del Régimen Castrista, en medio del fervor popular y de las peligrosas improvisaciones de los líderes, entre los cuales el más radical (y peor administrador) resultó ser Ernesto Che Guevara, ministro de Industria y luego Director del Banco Nacional, que decía "beber directamente en las fuentes de Marx, Lenin y Trotsky".

         Aparte de los maestros Marx y Lenin, 3 fueron las principales figuras en que se apoyó la Revolución Cubana: José Martí, Fidel Castro y Ernesto Guevara (el Che).

         José Julián Martí es reconocido como todo un símbolo de las aspiraciones cubanas a la independencia de España: hijo de padres españoles, encarcelado con 16 años por sedicioso, deportado a España (donde tuvo ocasión de licenciarse en Derecho y Filosofía) y auto-proclamado libertador de Cuba (tras la publicación de su Presidio Político en Cuba).

         Viajó por Francia, México y Guatemala, hasta que en 1878 regresa a Cuba y es expulsado de nuevo por las autoridades españolas. Se traslada entonces a Nueva York, y allí funda el PRC (Partido Revolucionario Cubano) y su órgano de expresión (la revista Patria).

         En 1894, y desde Estados Unidos, pretendió Martí invadir Cuba al frente de un grupo de milicianos armados, hasta que dicha operación fue interceptada por las autoridades de Florida. Se traslada entonces a la Republica Dominicana y, en colaboración con Máximo Gómez y el ya iniciado levantamiento contra España, publica el llamado Manifiesto de Montecristi (25 febrero 1895). Dos meses más tarde, desembarca Martí en Cuba con Gómez (convertido en general en jefe de los independentistas, bajo las órdenes del propio Martí), el cual muere pocos días más tarde (19 mayo 1895) en una escaramuza.

         Según el profesor cubano Valdés Hernández, José Martí proyectaba para Cuba una "república democrática", de acuerdo con las siguientes bases:

1º el estudio de la historia, la cultura y las necesidades del país,
2º la exclusión de la lucha de clases, y el predominio de ninguna de ellas,
3º la agrupación y participación de todas las fuerzas vivas, con métodos democráticos,
4º la hermandad con los cubanos de la diáspora,
5º la interdependencia (respeto y ayuda) respecto a las demás naciones,
6º la creación de una república cuyos pilares sean la justicia, la libertad, el territorio, el derecho, el trabajo y la cordialidad.

         Todo ello en consonancia con su proclama del citado Manifiesto de Montecristi: "Desde sus raíces se ha de construir la patria con formas viables y de sí propias nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía".

         Fidel Castro Ruz había sido educado en los colegios de Lasalle y de los jesuitas de Holguín (Cuba), hasta que en 1945 ingresó en la Facultad de Derecho de la Habana. Era buen estudiante y deportista, con cierto punto de rebeldía y gran vocación de líder.

         En 1953 encabeza el fracasado ataque al Cuartel de Moncada contra el régimen de Batista, y es condenado a 15 años de cárcel. Tres años más tarde es amnistiado y exiliado a México, lugar en que empieza a preparar su revancha. Allí conoce también a un argentino 2 años más joven que él, que ya cuenta con su propia historia revolucionaria y al que le gusta ser reconocido por el Che: Ernesto Guevara.

         Juntos proyectan el retorno a Cuba y la subsiguiente lucha revolucionaria por el poder. Pero fracasan en su 1º intento, tras lo cual huyen a Sierra Maestra y se reparten los papeles de lucha, organización y propaganda. Empiezan también a practicar la guerra de guerrillas, hasta que se hacen con la población campesina y toman la ciudad de Santa Clara, provocando la huída del dictador y ocupando el Palacio Presidencial de la Habana (enero de 1959).

         En el afianzamiento revolucionario del poder, la estrategia y dirección corrió a cargo de Fidel Castro, mientras que la justificación ideológica y sus subsiguientes depuraciones (o ajustes de cuentas) fue responsabilidad del Che.

         Ernesto Che Guevara había estudiado Medicina en su ciudad de Rosario (Argentina), y tras dedicarse a leer todo lo que sonaba a valores revolucionarios comenzó a recorrer en moto todo el cono sur de la América hispánica, presentándose en cada lugar como un "revolucionario, vagabundo y aventurero".

         No tenía otro compromiso vital que el de su exclusivo capricho, tirando de la retórica marxista (como principal herramienta de su implacable guerra contra el imperialismo) y de la ignorancia de las masas (sin dejarse atar por sus amores o lazos sentimentales). Como escribía a una de sus novias el 5 diciembre 1951, para justificar el abandono de Chichina Ferreira: "Sé lo que quiero y cuanto te quiero, pero no puedo sacrificar mi libertad interior por vos. Eso sería sacrificarme a mí mismo, y yo soy lo más importante que hay en el mundo, ya te lo he dicho".

         En 1955 conoce a Fidel Castro en Ciudad de México, y se asocia a él para todo lo que había de venir después. Hasta que en 1965 dice sentirse obligado a "seguir su camino", y lo explica así en la carta que el 1 abril 1965 dirige a su comandante:

"Fidel, me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria. Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite.

Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío. Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.

Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario.

He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios. Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.

Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos. Dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.

Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos.

Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el estado les dará lo suficiente para vivir y educarse. Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.

Hasta la victoria siempre.¡Patria o muerte! Te abraza con todo fervor revolucionario, el Che".

         En efecto, Che Guevara había sido ministro de Industria, presidente del Banco Nacional e incondicional colaborador en el implacable enfrentamiento a la vieja oligarquía y al imperialismo yanqui. Así como había hecho también lo que había podido en todos los frentes abiertos contra la "opresión burguesa y el colonialismo internacional".

         En 1965 viajó a Africa como consejero militar. Unos 7 meses después vuelve a Cuba y, al poco tiempo, se despide de todos sus amigos, cargos y prebendas, con la idea de "liberar Bolivia". La despedida a sus hijos es particularmente expresiva:

"A mis hijos queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto. Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes. Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza.

Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario. Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de papá".

         El 8 octubre 1967 es hecho prisionero el Che por las tropas regulares bolivianas, y es entonces cuando quiere salvar su vida con la famosa frase: "Soy el Che, y valgo más vivo que muerto". No obstante, dicho alegato no impide que un tiro le deje abatido en el suelo, pasando desde ese momento a las efemérides del especial santoral cubano.

         Al Che se debe no poco del redentorismo que se otorga a la idea pseudo-marxista (combatida por Stalin y defendida por Trotsky) de la Revolución Permanente del Proletariado, y del Tercer Mundo contra las Fuerzas Imperialistas. Y su testimonio vital pasó a ser el principal activo marxista del Régimen Castrista, con su eslogan Socialismo o Muerte como principal revulsivo.

         Ciertamente, Fidel Castro proyectó e inició su revolución en nombre de la libertad (llamando Cuba Libre a su 1º periódico, redactado en Sierra Maestra), y de corte liberal fueron sus primeros actos tras la toma del poder, ofreciendo la presidencia al liberal Urrutia y el puesto de primer ministro al también liberal Miró Cardona (lo que no fue muy del agrado del Che Guevara). Eso sí, se reservó para sí mismo la comandancia de las fuerzas armadas,

         Pero muy poco duró su fiebre liberal, pues el 14 febrero 1959 destituye a Cardona y se nombra a sí mismo primer ministro, así como 5 meses más tarde sustituye al presidente Urrutia por su amigo Dorticos Torrado.

         Entre medias (17 mayo 1959) inicia Castro la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, por la cual suprime los latifundios (superiores a 420 hectáreas) y crea las primeras cooperativas (sui generis). Entre los afectados se encuentran numerosos ciudadanos yanquis que apelan a su gobierno, y Estados Unidos esgrime viejos acuerdos (la enmienda Platt de 1901) según los cuales estaba autorizado a intervenir en la política cubana.

         Castro responde nacionalizando las empresas extranjeras Esso y Shell, y firmando con la URSS un acuerdo de mutua asistencia militar y económica (7 mayo 1960). Meses más tarde, por la llamada Primera Declaración de la Habana, hace un llamamiento a todas las fuerzas revolucionarias de América para luchar "contra el imperialismo yanqui", a la par que nacionaliza la Banca y gran número de empresas (entre ellas 105 azucareras con fuertes intereses americanos).

         Estados Unidos responde decretando el embargo a las exportaciones cubanas (20 octubre 1960) y rompiendo sus relaciones diplomáticas con Cuba (3 enero 1961). Y con el objetivo de derrocar a Castro (17 abril 1961) promueve y financia el fracasado Desembarco en Bahía Cochinos, con un ejército de 1.500 exiliados y mercenarios.

         Tras su victoria sobre Estados Unidos, Castro proclama el carácter socialista de la Revolución Cubana y su "fraternal unión" con la URSS. En una solemne confesión (2 diciembre 1961) se proclama marxista-leninista, y poco después enemigo irreconciliable de todos los viejos valores burgueses (lo que le coloca al margen de la OEA, u Organización de Estados Americanos).

         Viene luego la Crisis de los Misiles de Cuba (mayo-noviembre de 1962), con el real peligro del desencadenamiento de una nueva y terrible III Guerra Mundial. Hasta que, de espaldas de Castro, Kennedy y Kruschev llegan al acuerdo de obligar a Castro a desmantelar las bases de misiles, capaces de alcanzar nuclearmente las costas de Florida.

         La pacífica resolución del conflicto ocasionó un mayor aislamiento de Cuba, cuya economía y proyección internacional, durante los subsiguientes años, vino a estar ligada a cuanto ocurriera en la órbita soviética, con la destacada visita a Cuba (abril de 1989) de Gorbachov (el cual se muestra sorprendido del fundamentalismo materialista de un latino, incapaz de encontrarle sentido a su Perestroika).

         No satisface a Castro la "nueva línea liberal" de las postrimerías del régimen soviético, y empieza entonces a coquetear con China, hasta firmar un protocolo comercial por 900 millones $. Ello no es suficiente para mejorar el nivel de vida de los cubanos, que hoy día siguen sufriendo las consecuencias del embargo americano, el peso de la deuda con otros países (entre ellos España) y la vertiginosa caída de sus tradicionales exportaciones de caña de azúcar.

         Vienen tiempos de penuria económica, que obligan a racionamientos y restricciones en el consumo de gasolina y electricidad, a la aceptación del dólar como moneda privilegiada y a la promoción del turismo que se convierte en la principal fuente de entrada de divisas.

         Con la aceptación oficial del dólar como moneda fuerte (desde 1993), el pueblo llano ha visto incrementada su distancia "con los de arriba". Hay en la sociedad cubana dos clases perfectamente diferenciadas: los que con sus dólares pueden adquirir todo tipo de mercancías en las tiendas estatales y los que, sin dólares, dependen de sus cartillas de racionamiento para lograr los artículos de primera necesidad. Su renta per cápita (en torno a los 1.500 $) es de las más baja del continente americano.

         Mientras tanto, lo países ricos, en servil secuencia del embargo americano, mantienen una inhumana estrategia cual es negar a los inocentes ciudadanos el pan y la sal con la hipócrita justificación de los bajos niveles democráticos del país en el que no tienen más remedio que seguir viviendo. Pecado de criminal insolidaridad, no justificada ni siquiera en los supuestos de que la obligada ayuda para alimentos no vaya en su totalidad a las personas que más lo necesitan (ello será responsabilidad de los intermediarios sin escrúpulos).

         Es así como se prestan argumentos a múltiples sinrazones en que se seguirán apoyando las tiranías y fundamentalismos que nada tienen que ver con la genuina realidad del hombre. Por lo que respecta al régimen cubano, éste sigue siendo un coto para el desarrollo de cualquier idea ajena a los principios de un marxismo castrista: un cúmulo de afirmaciones categóricas y proyectos de violencia, que ni siquiera Marx o Lenin y, mucho menos, José Martí se atreverían a sugerir hoy pero que los dirigentes cubanos se empeñan en propagar a los cuatro vientos como única respuesta a las flagrantes injusticias que sufren las clases y pueblos oprimidos.

         Con ello el régimen cubano (que hoy presenta al Che como su precursor, especie de respetabilísimo profeta) sigue empeñado en ignorar las elementales llamadas de la conciencia de cualquier hombre hambriento de libertad. Son llamadas de la conciencia, gritos de la íntima realidad humana, que estamos viendo avaladas hoy por elocuentes lecciones de la reciente historia: tú y yo, todos nosotros, somos seres dotados de la libertad para desarrollar todo nuestro poder ser en mejorar la vida de nuestros semejantes más o menos cercanos: día a día, sin alharacas ni demagogias pero sí con el convencimiento de que con ello desarrollamos nuestra auténtica vocación.

         Ante esos discursos, congresos y asambleas, que siguen aferrados a viejísimos y desprestigiados dogmas materialistas y propalan gritos de desesperanza al estilo de ¡Socialismo o Muerte! ¡Marxismo o Muerte! ¡Patria o Muerte! Sobre todo su sempiterno lema Venceremos, que nos hace obligados a preguntar: ¿Dónde está esa victoria?

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  Act: 24/10/22        @enseñanzas de la vida            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A